jueves, 2 de mayo de 2013

En la muerte de María Conde


Queridísima María:
Hace tres meses te llamé Estrella aquí para no descubrir tu verdadero nombre. Estabas muy enferma y me telefoneaste porque querías estar bien preparada antes de “dar el salto”:
―Sé que me moriré pronto ―dijiste con una medio sonrisa―, aunque quién sabe…
Yo era el cura de tu cole cuando te vi la primera vez.  Eras una rubia preciosa, muy simpática y suficientemente presumida. Se te daban bien los chicos, por supuesto; pero tú sabías muy bien lo que querías.

Una tarde, años más tarde,  apareciste con tu novio para decir que te casabas a pesar de que los médicos ya habían dictado sentencia: tenías un cáncer  muy extendido y el pronóstico era malo.
El tratamiento fue duro y Dios premió tu fortaleza dándote un marido valiente, recio y enamorado, que te ha cuidado durante doce años hasta el final.
En nuestro último encuentro, te dije que pidieras al Señor un milagro y contestaste que sí: que pedías el milagro de tu conversión y el de toda tu familia. Tu vida te importaba menos. Si acaso, por tu marido, que se desvivía porque estuvieras a gusto, sin dolores.
Estaba anocheciendo. Rezamos juntos y me costó salir de tu casa. Desde entonces me he acordado cada día de rezar por mi niña rubia de Aldeafuente.
Hoy me ha llamado tu hermana para pedirme que oficie tu funeral. Con gusto habría tirado a la basura toda mi agenda: los cursos de retiro en Madrid y en Canarias, los viajes previstos...
Me consuela pensar que, desde el Cielo, me echarás una mano. Necesito un puñado de milagros como esos que tú pedías al Señor.

16 comentarios:

yomisma dijo...

Don Enrique, que bueno es ser cura, y que duro también.

pacita dijo...

Uf q pena!!!!!! q guapísima , no me diga q la vida no es un dura....... pido por su marido y familia.

caminando dijo...

Me uno desde Asturias

Vila dijo...

Descanse en Paz

Me consta que usted quiere a sus "antiguas" como si fueran hijas propias. Así que como madre puedo leer entre líneas.

Nos encomendaremos a ella desde el Cielo.

Igo dijo...

pufffffffffffffffff

Miriam dijo...

Rezando por su familia

Anónimo dijo...

A una amiga suya, María le hizo prometer que, cuando muriera, rezara por ella hasta su muerte: "Que nunca se sabe".

Me apunto a rezar también por ella, no porque crea que lo necesite - sino, simplemente, porque ella lo pidió.

También a rezar por su extraordinaria familia.


María siempre ha sido muy agradecida y estoy segura que desde el cielo nos cuidará a todos.

Pdta: me contó la ilusión que le hizo que le fuera a ver y se rió mucho contándome alguna anécdota divertida de la visita. María, fuerte y alegre.

pacita dijo...

por Dios yo creo q estas personas q están. tan probadas por la enfermedad van directas al cielo o no D.Enrique?

Merche dijo...

Descanse en paz. Encomiendo a su familia. Que el Señor les de consuelo y paz.

Anónimo dijo...

Me parece,por lo que leo, que no hay que pedir a Dios por ella,sino a ella para que interceda por los que estamos aqui.Pido por su familia para q encuentre fortaleza en estos duros momenton. T.S.(Cadiz)

Pedazo de anónimo dijo...

Es un misterio,nadie entendemos que muchas veces,los que tanto queremos y que por otro lado adornan este mundo con su juventud y su bondad,nos abandonen sin ellos quererlo.
Unos dicen que se van siempre los mejores,otros que son pruebas durisimas para algunas familias y que sirven para la redencion universal del pecado....yó no lo sé.
A ellos vá mi oracion,los que aquí quedamos no tenemos consuelo salvo el que nos quiera ofrecer Dios.
A vosotros jovenes que ya no estais,"laureados por el Señor"os encomiendo nuestra desolacion.

MARISOL dijo...

Tambien me uno a la oración desde Murcia

Antuán dijo...

Desde luego que necesitamos una ayuda desde el cielo casi más. aunque pidamos por ella. Adiosle-pido

Fernando Q, dijo...

"La noche aun es oscura" decía San Josemaría. Y ciertamente lo es.
Mi primera oración ha sido sin duda por su eterno descasno y por el consuelo de su familia.
Estoy convencido de que alguien así tiene un sitio reservado en el cielo, y desde allí intercederá por nosotros y cuidará de su familia, manteniendo la esperanza en la reunión final de todos.

Don Enrique, su fortaleza en los momentos tristes son ejemplo para todos. Un abrazo a toda su familia.

Descanse en paz.

Todoslosnombres dijo...

Mi oración por tu niña rubia de Aldeafuente, que hemos podido conocer gracias a tus letritas.

Anónimo dijo...

La llegué a conocer, aunque más a su marido. Un chico muy agradable con el que pasé buenos ratos en pandilla. Hace años que sólo sé muy de vez en cuando de ella, y todavía hace unos días que me vino su recuerdo a la cabeza, y pensé ¿qué habrá sido de ella? Hoy leo esta entrada. Lo siento muchísimo. Admiro su fortaleza, su fe, pero sobre todo, el amor de su marido. Una auténtica historia de amor, en todos los sentidos.
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