sábado, 14 de septiembre de 2013

Adios, Valencia


Hoy, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, me ha tocado dirigir la meditación a los sacerdotes de la convivencia. He hablado de flores y de cruces, de alegrías y dolores, de esfuerzo y fruto apostólico, de optimismo sobrenatural y Esperanza teologal. Y he recordado las palabras del profeta Isaías, que escribió San Josemaría en un ejemplar de Camino cuando vino a La Lloma en 1972 después de casi treinta años de ausencia: electi mei non laborabunt frustra!, mis elegidos no trabajarán en vano.
 
Hoy, cuarenta y un años más tarde, la labor de la Obra sigue creciendo como esos claveles rojos que parecen nacer de la cruz y casi la ocultan.
 
José María y Sonsoles han celebrado el décimo cuarto aniversario de su matrimonio y me invitan a comer. José María, hijo, un chaval de 12 años con cara de listo, hace magia con cartas y monedas. Sonsolitas en cambio lleva la magia en sus ojos enormes y cuenta chistes en cadena.
 
Al atardecer, visita a la Iglesia de San Josemaría. Ahora me toca hacer la maleta. Mañana regreso a Madrid. ¡Cómo pesa la maleta de la despedida! 
 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo hemos pasado estupendamente D. Enrique!
Muchísimas gracias por venir y... vuelva pronto!!!!!
Sonsoles

Todoslosnombres dijo...

Ayer habló de cruces y flores... usted no trabaja en vano (eso causa melancolía); por gente como usted sigue creciendo la Obra aquí abajo, sin olvidar que quien la dirige desde allí arriba es un Santo.

Qué preciosa foto de familia. Los hijos nos enseñan y José María, tan joven, enseñando que la magia no existe, pero sí la ilusión, como Sonsolitas porque, que otra cosa son esos guiños a la vida que llamamos chistes. Nos quedamos sin conocer al gran José María, padre del mago.

¿Por qué pesará tanto la maleta de la despedida, si los "souvenires" los cargamos en el corazón?. ¡Es algo mágico!

Padre, gracias por sus letritas, propias de un ilusionista.