sábado, 29 de agosto de 2015

La pequeña Italia

Si quieres practicar el italiano, sólo tienes que venir a Los Cristianos.
Horror, me ha salido un pareado. Será la costumbre; pero eso es lo que hicimos anteayer Agustín y yo. Agustín es un cura manchego que conocí en el aeropuerto de Barajas y que ha venido a descansar unos días a Tenerife echando una mano, de paso, en una parroquia de la zona que le proporciona cobijo. Tiene casi ochenta años, y su obispo le había advertido con gran solemnidad:
—Mira, Agustín; si no te tomas vacaciones este año, te jubilo. Así que tú verás.
Agustín y yo congeniamos enseguida, porque es hombre culto, simpático, habla tres idiomas, sin contar el manchego, y tiene gran sentido del humor.
Anteayer por la mañana me llamó por teléfono:
—Vístete de civil y ven a buscarme. Tenemos que celebrar mi santo en alguna tasca canaria. Yo pago.
—Pero hoy es Santa Mónica…
—Sí, pero mañana es San Agustín, y yo me fío más de la madre que del hijo.
Decidimos caminar sin rumbo por la zona más comercial de Los Cristianos. Enseguida comprobamos que, de cada cinco restaurantes, cuatro eran italianos.
Signori—pregonaba un chaval en un itañol fácil de entender—, aquí habemos las tres pe de Italia: pasta, pizza e paella.
El tipo decía "pael-la" separando las eles.
—¿La paella también es italiana? —me atreví a preguntar—.
¡Tutto è italiano, anche la paella, certo…!
Agustín se interesó por el origen transalpino de la paella, pero el pregonero no estaba dispuesto a dialogar.
Al fin, después de una buena caminata, caímos en manos de Chiara, otra italiana llegada de Calabria, que nos explicó en correcto castellano cómo están las cosas:
—Tienen razón. Hemos invadido Los Cristianos, pero sólo Los Cristianos. El resto de la isla no. Primero llegaron los que venían de vacaciones; luego aparecimos nosotros para hacerles la pasta. Estamos en la Little Italy de Tenerife. Nos gusta agruparnos para hacernos la competencia y para vivir a nuestro modo… Los Cristianos tendrán que llamarse I Cristiani…
Nos sentamos en la terraza, muy cerca de un gran televisor, que transmitía el telegiornale de la Rai.
—Chiara —le dije—. ¿No han cambiado la sintonía del telegiornale? ¡Es la misma que la de los años 60!
Certo. ¿Por qué cambiar las cosas que funcionan? Los spaghetti al pomodoro y la pizza margherita tampoco han cambiado… ¡Cambiar, cambiar…!
Y se metió en la cocina para prepararnos la comida. 

2 comentarios:

Antuán dijo...

O sea que los ilalianinis nos invaden la isla como se ve hay sitio para todos. Y eso solo en la playa de los cristianos. ¡Felicite! al curita manchego de mi parte aunque sea con retraso. Y que descanse ayudando. Es así para mi trabajar también es una manera de descansar. Adiosle

Anónimo dijo...

Me alegra la juventud del padre manchego, eso es amor a la sotana, bravo