El tiburón hembra que apareció en la costa tarraconense hace unos días falleció ayer a pesar de los delicados cuidados de los veterinarios de la Generalitat.
Por lo visto se trataba de un ejemplar muy anciano, desorientado y sin fuerzas para seguir nadando. Como es sabido, los tiburones necesitan estar siempre en movimiento para respirar.
Tan lamentable noticia ha inspirado al famoso fabulista H. Kloster el siguiente poema:
Un escualo grande y feo,
una hembra tiburona,
vino a pegarse un garbeo
por aguas de Tarragona.
Alarmados los bañistas,
en playas y chiringuitos
como raudos velocistas
huyeron pegando gritos.
¡No os marchéis dijo el escualo,
soy anciana y estoy mala,
soy sólo una triste escuala
que no os hará nada malo!
He estado en el endocrino
y el doctor me ha puesto a dieta:
ya solo como galletas,
queso de Burgos y vino.
No devoraré más niños,
no comeré carne humana;
ahora soy vegetariana
pues me he quedado sin piños.
es nadar, siempre nadar.
Yo no puedo descansar
pues perdería el aliento.
Soy tiburona y no miento:
para poder respirar
todo escualo debe estar
en perpetuo movimiento.
tomo aire, se sentó
y en tres minutos palmó
en la costa catalana.
Moraleja
Esto pasa en ocasiones
a esos seres agitados
que andan tan desazonados
en agobios y gestiones
que parecen tiburones.
Escuchad hoy mi consejo
nacido de la experiencia:
no frunzas el entrecejo,
y mírate en el espejo.
Haz examen de conciencia.
Respira lento y sereno
que tú no eres tiburón
ni pulpo ni camarón.
Echa el freno, Magdaleno,
como dijo Calderón
Pobre tiburón. Todo el día parriba pabajo.
ResponderEliminarQué simpático!!. No hay que juzgar ni a los tiburones...
ResponderEliminarUn saludo