
Terminada la confesión, el anciano se levantó con dificultad del reclinatorio y, acompañado por el sacerdote, que le servía de apoyo, salió a la calle. Antes de subir al taxi, se despidió de él con estas palabras:
—Ahora ya me conoce de verdad: soy sólo basura.
—No pensaba en usted —contestó el confesor—, sino en aquello que escribió Manzoni: “el hombre crece cuando se arrodilla”.
Andar en la Verdad : ¡cuánto bien nos hace a todos!
ResponderEliminarEs la frase mas bella que he oido en la vida.
ResponderEliminarGracias
Es bueno poder dejar la basura en la puerta por fuera. Una suerte tener la confesión. Usemosla más amenudo, pues a veces hiede.
ResponderEliminarY cuando se siente basura...indefenso.Gracias
ResponderEliminarDespués de confesarse, hasta apetece hacerse de Bilbao.
ResponderEliminarEs muy bueno, es buenísimo ponerse de rodillas
Uds. los sacerdotes son unos privilegiados de Dios, pues se les concede ver y palpar todo cuanto la potencia de la Gracia de Jesucristo puede realizar en un alma que de verdad desea reconciliarse con Dios.
ResponderEliminarClaro que tendrán que oir pecados aborrecibles en sus ratos de confesionario, pero imagino que lo bueno prevalece sobre lo malo.
Tener conciencia y arrepentirse de los pecados es un gran paso hacia la superación. Cuando uno se arrepiente de sus pecados se siente mal, sucio, miserable y el sentirnos perdonados nos da la fuerza necesaria para no caer en el mismo error e intentar ser mejores personas. Qué importante es la confesión. La confesión nos ayuda a progresar.
ResponderEliminarGracias por esta entrada; cuánto me ha gustado.
ResponderEliminarLa confesión es un regalazo de Dios, que nos quiere mucho mucho.
De vez en cuando es bueno sentirse basura y dejar que nos limpien bien.