Me pregunta una
"fan" que por qué le censuro los comentarios elogiosos que me hace con demasiada frecuencia. Quizá
lo entienda mejor con una anécdota.
Contaba en
cierta ocasión Joaquín Navarro-Valls que, cuando Times nombró a San Juan Pablo
II hombre del año, él le llevó personalmente un ejemplar del semanario. En la
portada aparecía una fotografía espléndida del Papa. Éste la miró un instante y,
sin hacer comentarios, dio la vuelta a la revista. El portavoz del Papa volvió
a colocarla como antes y el Santo Padre de nuevo la puso al revés.
—¿No le gusta la
foto, Santidad? —preguntó entonces Joaquín Navarro—.
El Papa se
limitó a contestar:
—Quizá es que me
gusta demasiado.
Igualito!! Si a usted le rechiflan los elogios
ResponderEliminarEntiendo que es una manera de vivir la humildad ¡¡Que Dios se lo pague y para EL toda la gloria.
ResponderEliminarDecía Cherstenton: "por muy bien que hablen de nosotros, todos los elogios nos resultaran de alguna manera familiar".
ResponderEliminarY es que la vanidad es tan suave como traicionera...
Pero en estos dos casos, son MERECIDOS!
y decía Quijote, ¿ladran?
ResponderEliminarCaminamos