miércoles, 16 de mayo de 2007

Sarkozy en el museo de cera


Al ojear la prensa esta mañana me detengo en una extraña fotografía. Un brazo flaco y fibroso parece levantar en vilo a Nicolás Sarkozy, el recién elegido Presidente de Francia. Sarkozy aparece rígido, como catatónico, con una extraña mueca en los labios. A su lado, Jacques Chirac sonríe con gesto sarcástico.

El pie de foto aclara las cosas. Se trata de dos estatuas de cera que los empleados del museo tratan de acomodar. Ahora retiran al presidente saliente y lo sustituyen por el nuevo. O sea, como en El Palacio del Elíseo, pero sin himnos ni discursos.

Siempre me han inquietado los museos de cera, quizá porque más que museos, parecen panteones, criptas paganas o depósitos de cadáveres. Uno tiene la incómoda sensación de estar, no ante obras de arte, sino ante parientes disecados. Por eso hay tantos relatos de terror que transcurren entre estas figuras cerúleas. A nadie le extrañaría que, de tanto en tanto, alguno despertara a la vida. El que ideó estas lúgubres necrópolis probablemente tenía un macabro sentido del humor.

En los museos de cera hace frío. Dicen que para que no se derrita la cera. ¿No será para conservar incorruptos los cuerpos momificados?

Lo que yo no sabía es que también en los museos la gloria es perecedera. Ahora retiran a Chirac. ¿Por qué no lo dejan en paz? ¿Por qué lo exhuman de su sepulcro de cera? ¿Y qué harán ahora con el muñeco? ¿Lo enviarán a la familia con una corona de flores de plástico? ¿Reciclarán la cera? ¿Fabricarán nuevos presidentes con la misma pasta de los viejos para que comprendamos que nada cambia, que todo sigue igual gane quien gane las elecciones?

Kloster me dice que a él le divertiría permanecer unos años “encerado” para asustar a los turistas; pero que, cuando decidan retirarlo, no lo reencarnen en otro; que lo fundan y, con la cera resultante fabriquen cirios y lámparas votivas que se gasten poco a poco. Él sabe que la vida es eso, consumirse lentamente dando luz y de calor a quien lo necesite, para al final arder en el Cielo -lo dice el libro de la Sabiduría- como chispas que prenden por un cañaveral.

8 comentarios:

Juanan dijo...

Qué miedo. Presidentes de cera. ¿Se imaginan una estatua de cera de Zapatero? ¿¿Y de la vicepresidenta?? Eso sí que daría miedo.

Vaya, y yo ahora tengo que irme a dormir, con todas esas formas que hay en mi cuerto...

Anónimo dijo...

Esperemos que el Sarkozy de carne y hueso no sea tan endeble como el de cera, aunque me parece que va a ser que no.
Franceses: suban el aire acondicionado que se les derrite el président!!

Anónimo dijo...

¡Hola!: Me agrada mucho su blog. He visto en su perfil que le gustan las novelas de Harry Potter. He leído alguna crítica hacia ellos por tratar sobre temas de magia y espiritismo(¿?). Me gustaría saber si es adecuado para menores ya que tenía pensado regalarlo a una sobrina de 8 años.¿Podría escribir, aunque sea brevemente, su opinión o remitirme a algún otro artículo? Muchas gracias.

Anónimo dijo...

Hola (de nuevo)

Termino mi descanso confirmando que los presidentes de cera se crean con la cera de los presidentes pasados. Es un principio de la termodinámica: la "ley de conservación de los presidentes".

Enrique Monasterio dijo...

Querido Carlos: soy fan de Harry Potter. No diré nada en su contra. Ha conseguido que los niños lean novelas de 600 páginas. También la Cenicienta habla de magia.
Dejémonos de bobadas

Anónimo dijo...

Al leer la entrada de hoy me quedaba con el último párrafo: el sueño divertido de Kloster -imagino el jaleo que se armaría por asustar turistas que visiten el museo- con un final feliz feliz feliz, ése que refleja el libro de la Sabiduría.
Después, me ha encantado la constatación de ley de conservación de los presidentes, by Bernardo. Brutal

Anónimo dijo...

Me pareces un poco quisquilloso. ¿No se te ocurren cosas buenas de un museo de cera?

Anónimo dijo...

Quizás nos iría mejor si todos los presidentes fueran de cera...