Me preocupa lo que escribes. Creo que tienes un problema serio. Lo natural es que los malos
recuerdos se vayan diluyendo lentamente. Son como el polvo en suspensión que
puede nublarnos la vista por unos instantes, pero que, con el paso del tiempo,
se deposita en el fondo de la memoria y hace emerger lo bueno.
Tú en cambio sólo recuerdas
las ofensas, las injusticias, la traición…
Supongamos que todo eso ocurrió, que
eres objetivo. ¿Para qué te sirve seguir hurgando en la herida? Deja que el
polvo se pose en el suelo y písalo, aplástalo. La memoria debe ser optimista. No se aprende del pasado mirando hacia las sombras. Busca la luz. El rencor es estéril; nunca enseña nada.
11 comentarios:
Buen post!!, aquellos que se aferran a los errores del pasado no saben disfrutar del presente, aunque viene bien a veces mirar hacia atrás para decir, mira como soy ahora, mira como era, estoy orgulloso de cuanto he crecido.
Me gusta tu estilo, te sigo.
Un abrazo!!
Ahí creo que se equivoca. Le puedo decir por experiencia que el rencor tiene muchos hijos: la envidia, la desconfianza, la rabia irracional e indiscriminada, la soledad... Tiñe todas tus experiencias de amargura, nada es realmente bonito, no te deja disfrutar de verdad. Todo tiene un regustillo a bilis.
Cuando consigues sacudírtelo, es como quitarse de encima una mochila cargada de plomo. O unas gafas de color, que distorsionan lo que ves.
Una lección muy positiva y acertada y por supuesto, aunque dfícil, a veces ponerla en práctica, es lo mejor que podemos hacer. Un abrazo
De las malas experiencias cosechadas en la vida, hay una fase de rencor hacia la persona que te ha hecho daño. Con el paso de los años se va diluyendo, especialmente si el que te ha hecho daño sale de tu vida.
Pero coger la mala sensación de ese momento y que se imprima en tu carácter y que se descargue ante cualquier inocente que te recuerde la ofensa, es una mala forma de vivir y una "de-forma" de ver las cosas.
Pues yo creo que los dos aciertan, me refiero a don Enrique y a cordelia, todo depende de la actitud que se tome ante las ofensas, ante las heridas recibidas de otros.
Una persona puede decidir contemplar todos los días sus heridas, y mantenerlas abiertas, compadeciéndose y a la vez permitiendo que se infecten, que la infección llegue a la corriente sanguínea y hacerse mala sangre y que, como dice relicary, se te modifique el carácter.
Y otra persona, ante las mismas cosas, decide no darles más vueltas que las necesarias para aprender si hubo también algo de culpa por su parte y para que no se repitan. Trata de curar las heridas a base de mirarse con cariño y de pensar que con el tiempo dejarán de doler. Procura aprender a no hacer daño a los que le rodean, a serles leales y a comprenderles cuando están dolidos. Y en esto tiene mucho aprendido. Y también modifica el carácter, pero para bien.
Es muy importante mirarse con cariño cuando uno ha notado la mala baba, el desprecio, la manipulación o incluso el odio de los demás. Porque se te puede pasar por la cabeza que los demás tienen algo de razón cuando te miran mal. Y Dios te está mirando bien. Incluso muy bien.
Aquellos a quienes se les robaron los mejores tiempos de su vida no pueden olvidar ni perdonar. No es que no quieran, es que no pueden. Y menos cuando los ladrones no piden perdón.
Anónimo de las 00.12, es cierto que es muy difícil en la situación que describes...pero no puedo estar de acuerdo contigo, cuando hay tantas personas que han dado ejemplo de su grandeza de espíritu, perdonando: algunos casos son públicos...otros, de tan cercanos no puedo contártelos aquí.
¿Olvidar? Sí es posible...en lo que depende de uno -con la ayuda de Dios-: si los recuerdos asaltan sin pedir permiso, se puede reaccionar sin rencor, aunque haya dolor. Y rezar por quienes causaron tanto sufrimiento.
Pues si se puede,te lo digo por experiencia,poco a poco procurando no remover la herida buscando laparte positiva,hablando...ademas es bueno para tener paz interior
..
Hombre!, anónimo de las 00:12, es que si te piden perdón hay ofensa y reconciliación. Ahí la cosa cambia.
Lo duro es aprender a perdonar a quien ni siquiera te pide perdón ni reconoce la ofensa hecha ni quiere hablar sobre ello.
De todos modos, los seres humanos somos muy complejos.
A veces me pregunto si la gente a la que no he logrado perdonar es consciente de haberme hecho daño y si en ocasiones no habré herido yo a otras personas sin darme cuenta.
Cada cual tenemos unas expectativas de lealtad, sinceridad, delicadeza, honradez, nobleza... y si los demás no están en nuestra honda lo que a nosotros nos parece una gran ofensa para otros es lo normal. Yo veo que hay gente que aguanta cosas que yo nunca aguantaría. Quizás es porque soy muy soberbia y orgullosa ó quizás es porque pienso que yo nunca se lo haría a ellos precisamente porque les considero mis iguales.
Lo que me funciona es poner tierra por medio y decirme "allá tú, es Dios quien te juzga, pero yo no te voy a aguantar porque no tengo fuerzas para hacerlo". Y olvidar. Y dejar un resquicio para una reconciliación futura. Hoy por hoy es lo que me sirve, quizás mañana aprenda a querer más y tome otra actitud más caritativa.
Conozco una mujer a la que su marido estuvo durante más de diez años tratando de loca. Y como no era fuerte para no dejarse influir llegó a la depresión. Acabó separándose. Se podría quedar lamentándose porque ahora tiene que ir a un psiquiatra a que recomponga su manera de pensar y por haber perdido tantos años de su vida llenos de infelicidad, pero si lo hiciera es probable que se perdiera también los siguientes años. Vivir lleno de rencor es lo mismo que crearse un infierno en la tierra. Hay que quererse y decirse "puedo y quiero ser feliz los años que me queden".
Y para ello lo primero es practicar el olvido. Si esta mujer se dedicara todos los días a hablar con sus amigas de todo lo que su marido le hizo y le dijo no lograría pasar página nunca. Es imposible. Es como si se te muere un ser querido y te dedicas todos los días a pensar en el dolor que te produce su pérdida y en cómo sería tu vida si aún viviera. Te quedas atascado.
Y lo segundo, no pretender que haya justicia a nuestro modo en la tierra. Al marido de mi amiga no le va a matar un rayo del cielo por el mal que le ha hecho. Ni la sociedad le va a marcar a él como el malo para su escarnio y a ella como la buena para su lucimiento. No, la vida no es así. Es más, Dios no es así. Dios perdona al ladrón arrepentido, aunque sea nuestra vida la que haya robado.
Una vida humana no tiene por qué ser rectilínea, es más, no creo que sean mejores los que van en línea recta que los que vamos a trancas y barrancas. Por eso, tampoco hay que envidiar a esos a los que parece que todo les va bien. Generalmente es mentira, y aunque sea verdad, no es lo que Dios espera de cada uno. A veces Dios ve con cariño nuestras heridas porque hemos sabido sufrirlas y no nos hemos quedado eternamente atascados en ellas. Y cuando vienen de las personas a las que más queremos ó más hemos querido, aún le gustan más, porque aprendemos que el único que no falla es Él.
Y aquí finalizo mi speech, esperando que don Enrique me perdone que haya copado su blog :) y si no me perdona, no sé cómo lo vamos a arreglar. Algo se me ocurrirá.
Tema complicado y difícil. Sea como sea yo creo que está claro que el rencor perjudica y mucho al que lo conserva. Otra cosa es que sea más o menos difícil, a veces casi imposible, sacárselo de encima
Yo sólo le voy a decir una cositqa al anónimo de las 00:12:
Aunque una persona te haya estropeado los mejores años de tu vida, si le olvidas, abres página nueva y aprovechas lo que te queda de vida, tendrás el cielo, y el cielo es eterno, y serán los mejores días (la mejor eternidad) del mundo.
¿Compensa? Seguro.
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