Feliz anestesia
Querido Aldous :
Desde que Hobbes escribió "El Leviatán" en 1641, todos los escritores de anticipación —los futurólogos— coincidís en que nos aguarda un porvenir sombrío. Al parecer estamos destinados a ser esclavos de un poder que crece y crece, y que acabará por controlar las vidas y las conciencias de sus súbditos.
Es lo que sostiene Orwell en su famosa novela "1984". El escritor británico imagina una nación encarcelada por "el gran hermano" que todo lo ve, todo lo sabe, todo lo fiscaliza, y castiga hasta los malos pensamientos.
Orwell escribía en 1948, en plena expansión del comunismo estalinista, y supuso que el mundo acabaría hecho pedazos por las guerras nucleares, y los supervivientes vivirían encerrados en un inmenso y sucio gulag sin escapatoria posible.
Gracias a Dios, el comunismo saltó por los aires y los negros auspicios de Orwell también. Tú fuiste mejor profeta a pesar de haber escrito mucho antes que él.
Tenía yo 16 ó 17 años cuando leí "Un mundo feliz", tu novela más conocida. La compré a precio de saldo en el quiosco de la estación de ferrocarril pensando que se trataba de ciencia ficción. Supongo que me engañó el dibujo de la portada. Pronto me di cuenta de que tenía entre mis manos un peligroso veneno.
Me la bebí de un tirón con cierta sensación de culpa. Creo recordar que, al acabar, la tiré por la ventanilla del tren o la olvidé voluntariamente en el vagón.
Han pasado 60 años. Ahora he vuelto a repasarla en formato digital y compruebo que aún se conserva casi intacta en mi memoria.
"Un mundo feliz" es una parábola brutal, una profecía lúcida y terrible que habla de un futuro muy lejano, del año 632 de la "era fordiana". También es un cuento desagradable que produce rechazo a cualquier lector con un mínimo de sensibilidad, pero no diría que es inmoral. Se trata más bien de una bebida amarga que sin embargo puede servir para despertar conciencias adormecidas.
Tú vaticinas una tiranía muy distinta a la de Orwell. En tu mundo feliz los esclavos besan la mano de su dueño y señor. Es una dictadura amable, que reparte sonrisas y proporciona todo lo que un ciudadano-mascota puede desear: alimentos exquisitos, pornografía gratuita, sexo variado y obligatorio, un menú ilimitado de experiencias sensoriales, buena salud y una droga mágica —el "soma"— que proporciona felicidad por horas sin efectos secundarios.
En ese "mundo feliz" los niños no nacen; se fabrican en serie sin padre ni madre, sin familia y sin más ideas que las que reciben en su etapa embrionaria en forma de eslóganes. Es un mundo con castas, pero ya no hay envidias; todos aceptan risueños su situación en el mundo.
He escrito el párrafo anterior de corrido, y, por un momento he sentido la extraña impresión de que, en realidad, "el mundo feliz" está ya aquí. Nuestro envidiable "estado del bienestar" camina en esa dirección.
Tú me enseñaste que, para domesticar al hombre, es inútil encadenarlo. El marxismo, con todo su poder, no logró anular la libertad interior de millones de personas. Sin embargo, un materialismo opulento centrado en el placer como supremo bien; una sociedad de derechos a veces imaginarios, con un Estado-nodriza guardián de las "libertades", que sustituya a la familia y sea maestro de moral, puede conseguir que los hombres dejen de buscar la verdad y el bien, que se despreocupen del sentido de su vida y se conviertan en esclavos de sus pasiones, en seres conformistas, inmaduros, y manipulables como mascotas.
En tu novela, querido Aldous, hay sólo un hombre libre: un "salvaje" que se rebela contra esa sociedad anestesiada, y lucha porque cree en Dios, en el amor y en la verdad. En él nos vemos reflejados los cristianos. Ojalá, querido amigo, sepamos estar a la altura y enseñemos a los anestesiados la gozosa asignatura de la libertad.
[1] Aldous Huxley, nacido en Surrey, Inglaterra
1894, fallecido en Los Angeles (USA) en 1963, fue un conocido escritor,
novelista y pensador. Su novela más conocida es "Un mundo feliz"
(1932).
8 comentarios:
Conozco mucha gente que vive según la filosofía de buscar primero el propio placer. Lamentablemente, no lo consiguen del todo porque hay que trabajar para vivir, y madrugar, y no pagan tan bien, y todo es muy caro... Pero todos viajan mucho a sitios muy lejanos, a poder ser en los que nadie de sus conocidos haya estado antes. Tienen muchos tatuajes, coches muy grandes, se gastan mucho dinero en cosmética, gimnasios, fisioterapeutas, conciertos, caprichos. Colonias. Ropa. Joyas. Ellos igual que ellas, eh?
Votan a quienes les dice la televisión y no les importa en absoluto. Compran lo que les dicen que tienen que comprar, creen lo que les ordenan creer, son consumidores sin criterio. Todos ven juego de tronos, breaking bad... No leen nada.
Y uno a uno son gente buena, pero terriblemente equivocada. E infeliz. Y todos con un cierto puntito de amargura, de rencor, de me deben y no me pagan.
Porque yo lo valgo. ¿Cómo no me voy a dar ese capricho?
Y la de la esperanza, don Enrique, no nos dejemos robar la esperanza.
Intentaré escribir algo porque quiero participar, aunque hoy mi patata de ordenata no me deja mucho. Este mundo feliz que nos describe me recuerda (no tiene nada que ver, imagino) a Utopía de santo Tomás Moro que no deja de ser eso un mundo perfecto pero irreal, vamos que no se da.
Pero los ciudadanos de a pie que si escuchamos la radio y nos preocupa lo que pasa en nuestra patria, en nuestro barrio y en nuestra familia. Por cierto que para los Santos iré con mi hermana al pueblo, no se si comeremos migas manchegas. Estaría bien. De la radio quería decir algo que escuché que decía Antonio Machado: "Yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas." De ser así nos evitaríamos muchos problemas de convivencia. Adiosle-pido
El hedonismo nos gana ls partida, sobre todo en Europa.
Cuando veo esa rebeldía innata en mis hijas adolescentes, pienso que no todo está perdido. Es cierto: se dejan llevar de la influencia de la manada, cuando están en grupo pero a solas...qué fuerza, qué ganas de cambiar el mundo, qué desilusiones también -demasiadas, a veces-. Nuestra Madre era una adolescente cuando cambió con su "si" el rumbo de la Humanidad y a Ella le pido que muchos de nuestros jovenes sean ese revulsivo que nuestra sociedad necesita.
Saco todo el tiempo por todos los poros mi pasión por la verdad. Y la verdad del hombre está en los niveles superiores de libertad descritos por el enorme López Quintas.Me alegra, Don Enrique, comprobar que somos muchos los amantes del hombre que se eleva hacia la perfeccion, y no se conforma con una vida sensual, que no le hará feliz.Gracias por su trabajo.
Como dice mi querido López Quintas la felicidad está en los niveles superiores que el define tan bien. Tengo pasión por la verdad.Y la verdad del hombre , lo que el hombre es le lleva a elevarse por encima de lo sensual, hacia cuotas de perfección donde la libertad creativa le hará feliz.Somos muchos en este empeño. Gracias Son Enrique por el trabajo.
El hombre está hecho para alcanzar niveles superiores de libertad.La libertad creativa de mi admirado profesor López Quintas. Siempre habrá Esperanza!!!
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