domingo, 30 de agosto de 2015

El primer selfi

A Narciso



Querido Narciso: Según la mitología griega fuiste un joven hermosísimo, un tipo de exposición, tan lozano y apuesto que todas las ninfas y diosecillas del barrio quedaban prendadas de tu belleza. Tú en cambio las despreciabas. Para castigar tu engreimiento, Némesis, que tenía muy mal carácter y era la diosa de la venganza, hizo que te enamoraras de tu propia imagen reflejada en una fuente. Y al mirarte en aquellas cristalinas aguas, quedaste tan absorto que fuiste incapaz de apartar la vista, te arrojaste al manantial para atraparte a ti mismo y pasaste a mejor vida. En el lugar donde cayó tu cuerpo creció una hermosa flor, un narciso, of course.
Tu historia es edificante. Gracias a aquel chapuzón entraste de cabeza en las límpidas aguas del diccionario de la Academia de la Lengua. Desde entonces existe el "narciso", con minúscula ("hombre que cuida demasiado de su adorno y compostura, o se precia de galán y hermoso, como enamorado de sí mismo"), y la mayoría de los idiomas modernos incorporaron el substantivo "narcisismo" a su léxico habitual. Y del narcisismo nacieron los selfis.
En efecto, apuesto amigo: tú fuiste el primero y, por tanto, el responsable de la epidemia que invade el mundo civilizado. Ahora mismo, mientras envío este e-mail a tu correo electrónico del Olimpo, millones de personas del mundo entero se están fotografiando a sí mismos, solos o en compañía de otros, con una sonrisita boba en los labios.
El fenómeno no es nuevo: Velázquez en el siglo XVII se hizo un selfi rodeado por la familia de Felipe IV: ¡las Meninas!. Y Rembrandt, por la misma época, se pintó 12 veces al óleo. Era un genio, desde luego, pero le gustaba disfrazarse para la ocasión y hacía posturitas, como nosotros  delante de la cámara.
El selfi fotográfico es la máxima expresión de la pandemia narcisista de este siglo. Pongamos que llega un turista finlandés con su esposa a la catedral de León y decide conservar un recuerdo de la visita. ¿Qué hace? ¿Compra una postal? Eso ocurría en el siglo XX. Ahora todos llevamos una cámara fotográfica en el bolsillo de la camisa. Por tanto, sacará una foto; ¿de la catedral? Ni pensarlo; se retrata a sí mismo y a su parienta utilizando como fondo desvaído la fachada del templo. Lo importante es que quede claro ante la posteridad que él estaba allí con su rostro sonrosado y su sonrisa satisfecha.
Imaginemos que se celebra en Berlín una cumbre de jefes de estado y de gobierno de los países más poderosos de la tierra. ¿Se harán otro selfi el Primer ministro británico y el Presidente de los Estados Unidos con la bella primera ministra danesa, una tal Helle Thorning-Schmidt, como ya ocurrió en Sudáfrica? No lo descartes, gentil Narciso.
Debo decirte con toda sinceridad que en ocasiones he envidiado a los selfistas. Todos parecen tener muy alta su autoestima. Yo, en cambio, me miro al espejo lo menos posible, y cuando me afeito, algunas veces pienso que estoy rasurando la barba de mi padre. Tal vez un día de estos me haga un selfi en esa desairada situación y guarde el retrato para mí solo. Lo miraría despacio cuando el virus de la vanidad me ataque con demasiado ímpetu.
Y es que, lindo Narciso, no solo hay selfis fotográficos. Abundan en nuestros días los selfis literarios —los del escritor que siempre habla de sí mismo—, los selfis políticos, filosóficos, espirituales, líricos, artísticos… La cultura dominante en este siglo es netamente egocéntrica, es decir, selfítica. 
Son las once de la noche y debo terminar este correo. Antes de acostarme me haré un selfi por dentro, es decir una auto-radiografía de carácter espiritual. Es muy sencillo y os aconsejo que lo probéis. Basta con ponerse en la presencia de Dios y prestarle la cámara para que sea Él quien saque la foto. Le pedís que ajuste el objetivo, que encuadre, enfoque, ilumine todo lo que ve con su mirada penetrante y haga clic.
Luego os dejará ver una esquina de la foto, lo justo para que podáis volver a empezar por la mañana, sin hundiros del todo en la miseria.

sábado, 29 de agosto de 2015

La pequeña Italia

Si quieres practicar el italiano, sólo tienes que venir a Los Cristianos.
Horror, me ha salido un pareado. Será la costumbre; pero eso es lo que hicimos anteayer Agustín y yo. Agustín es un cura manchego que conocí en el aeropuerto de Barajas y que ha venido a descansar unos días a Tenerife echando una mano, de paso, en una parroquia de la zona que le proporciona cobijo. Tiene casi ochenta años, y su obispo le había advertido con gran solemnidad:
—Mira, Agustín; si no te tomas vacaciones este año, te jubilo. Así que tú verás.
Agustín y yo congeniamos enseguida, porque es hombre culto, simpático, habla tres idiomas, sin contar el manchego, y tiene gran sentido del humor.
Anteayer por la mañana me llamó por teléfono:
—Vístete de civil y ven a buscarme. Tenemos que celebrar mi santo en alguna tasca canaria. Yo pago.
—Pero hoy es Santa Mónica…
—Sí, pero mañana es San Agustín, y yo me fío más de la madre que del hijo.
Decidimos caminar sin rumbo por la zona más comercial de Los Cristianos. Enseguida comprobamos que, de cada cinco restaurantes, cuatro eran italianos.
Signori—pregonaba un chaval en un itañol fácil de entender—, aquí habemos las tres pe de Italia: pasta, pizza e paella.
El tipo decía "pael-la" separando las eles.
—¿La paella también es italiana? —me atreví a preguntar—.
¡Tutto è italiano, anche la paella, certo…!
Agustín se interesó por el origen transalpino de la paella, pero el pregonero no estaba dispuesto a dialogar.
Al fin, después de una buena caminata, caímos en manos de Chiara, otra italiana llegada de Calabria, que nos explicó en correcto castellano cómo están las cosas:
—Tienen razón. Hemos invadido Los Cristianos, pero sólo Los Cristianos. El resto de la isla no. Primero llegaron los que venían de vacaciones; luego aparecimos nosotros para hacerles la pasta. Estamos en la Little Italy de Tenerife. Nos gusta agruparnos para hacernos la competencia y para vivir a nuestro modo… Los Cristianos tendrán que llamarse I Cristiani…
Nos sentamos en la terraza, muy cerca de un gran televisor, que transmitía el telegiornale de la Rai.
—Chiara —le dije—. ¿No han cambiado la sintonía del telegiornale? ¡Es la misma que la de los años 60!
Certo. ¿Por qué cambiar las cosas que funcionan? Los spaghetti al pomodoro y la pizza margherita tampoco han cambiado… ¡Cambiar, cambiar…!
Y se metió en la cocina para prepararnos la comida. 

jueves, 27 de agosto de 2015

Me paso cuatro pueblos


Algunas veces me avergüenzo de escribir en el globo sobre asuntos tan banales.
Enciendo el telediario o cualquier informativo radiofónico y oigo que cientos de miles de personas aporrean las puertas de Europa porque huyen de la persecución y de la guerra, y aquí los recibimos con un democrático telón de acero.
Se resfría china y estornudan las bolsas de occidente.
El terrorismo islámico prepara las próximas bombas y ya ha decidido en qué nación reventarán. Han echado la bolita en el bombo para sortear el lugar, la fecha y la hora de la explosión. Lo importante, pensamos, es que la lotería del terror le toque al vecino para que sigan llegando turistas a nuestra tierra.
Matan a dos periodistas "en directo" y no nos conformamos con saber la noticia. Queremos ver imágenes, oír los gritos y sobresaltarnos con los disparos. Se conoce que necesitamos sentir emociones nuevas y ver sangre a todo color mientras comemos macarrones con tomate. Que repitan el vídeo a cámara lenta para no perder detalle; es el sacrosanto derecho a la información.
Los terroristas, celosos, afilan de nuevo sus los alfanjes para seguir degollando infieles y trasmitirlos al mundo entero por YouTube. Nos hemos acostumbrado. Ya no nos impresiona demasiado.
Nuestro continente envejece a marchas forzadas, y en esta carrera hacia la decrepitud, España marcha en cabeza muy destacada, decidida a ganar la medalla de oro. No hay niños para tomar el relevo. Ni siquiera para pagar las pensiones. Es un suicidio demográfico a corto plazo, pero casi nadie quiere enterarse. 
Una de las naciones más viejas del viejo continente sufre entre tanto una epidemia aldeana  de egoísmos enfrentados, que amenaza con desintegrarla como en los tiempos de los taifas. No hay que preocuparse; crecemos al cuatro por ciento, hay dinero para seguir corrompiéndonos, vamos a prohibir las corridas de toros y cambiaremos los nombres de las calles. 
Perdonadme, amigos. Ya sé que me he pasado ocho pueblos. Mi problema es que me siento culpable por no dedicar  tiempo y espacio a esos penosos asuntos. Tampoco lo he dedicado a otros más alegres que necesitarían ser comentados con rigor. Pienso, por ejemplo, en el Sínodo sobre la familia que concluirá en Roma dentro de un par de meses. Si hiciéramos caso a los titulares de prensa, pensaríamos que la Iglesia prepara una especie de revolución doctrinal y antropológica. Nada más falso. La familia natural y cristiana resiste todos los embates.
Pidamos al Señor que las familias sean las primeras evangelizadoras de este continente que agoniza; que los matrimonios sean más generosos, que nazcan muchos niños y sepan educarlos en la verdad y en la libertad; que no tengamos miedo a confesar nuestra fe y a vivir como cristianos; que Europa despierte y abra sus puertas a los que llegan pidiendo ayuda. Ellos, con la ayuda de Dios, curarán la demencia senil que padecemos.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Dos fotos de Paco Monzó

Dije que no conservaba ninguna fotografía de Paco en mi archivo, y así era, pero ya me han llegado dos. En la de arriba, veo a algunos viejos conocidos de la tercera promoción, como Santi Arbaiza. En la de la izquierda, si no me equivoco, Paco está en Retamar ejerciendo de fotógrafo.

Ya está en el Cielo Paco Monzó

Esta noche ha fallecido en Madrid a los 91 años Francisco Monzó, uno de los primeros profesores de Gaztelueta. Los antiguos alumnos lo recordamos con especial afecto: fue un hombre cordial, cariñoso, divertido y cercano, pero, por encima de todo, fue fiel a su vocación. Vivió y trabajó en Roma junto a San Josemaría Escrivá, al que quiso con todo su gran corazón.
No he encontrado ninguna foto suya en mi archivo. En mi memoria sí. Mañana ofreceré la Misa por su eterno descanso, y ya he empezado a pedirle favores: Paco no me fallará.

El taller de nuestras vidas


En un estupendo blog que me recomendó Pascalle hace días aparece hoy esta interesante parábola, que me propongo predicar de vez en cuando, citando siempre la fuente, por supuesto.

martes, 25 de agosto de 2015

Ed è subito sera




Me entusiasman las puestas de sol de Castilla, que incendian el horizonte de la meseta hasta convertirlo en una brasa que se resiste a morir; el crepúsculo del Cantábrico, que se prolonga una eternidad al otro lado del Serantes y cambia de color con la bruma; el anochecer asturiano, que dura y dura cuando se avista desde la ladera que asciende al mirador del Fitu en los Picos de Europa… No concibo un espectáculo más grandioso. Cada vez que tengo ocasión de contemplarlo, siento ganas de aplaudir al Autor y, al mismo tiempo, me entra una especie de melancolía, como si el sol se me muriera de verdad.
Pensáis que no es para tanto, que me gusta escribir cursilerías de tarde en tarde para llenar un hueco en esta página. No es cierto. Lo meditaba ayer cuando regresaba a Arona desde el puerto de Los Cristianos, y el sol caía a plomo en el horizonte, veloz como un cometa.
—¿A dónde irá con tantas prisas? —me pregunté—.
En la naturaleza todo tiene su explicación: cuanto más nos aproximamos al trópico, más rápido es el ocaso y más violento el amanecer. Aquí se cumple a la letra el verso de Quasimodo: ed è subito sera, de pronto es de noche.
Me pregunto si la muerte será así, como la describe el poeta: de pronto, la luz se apaga, se van los pájaros y callan todas las voces, o si, por el contrario, gozaremos de un crepúsculo de fuego capaz de seguir incendiando el horizonte durante muchos días hasta el adiós definitivo.
En el fondo da lo mismo. Lo importante es tener la maleta lista y la Esperanza intacta. Yo sé que el sol no muere cuando cae sobre el mar. ¡Cuántas veces lo he visto renacer en Valencia, limpio de bruma, recién bañado en el Mediterráneo!
No se puede tener todo, Teide amigo. Desde allí arriba señoreas el Océano y ves como se desploma el sol en el Atlántico y cómo se alza cada madrugada, pero es todo tan rápido que te pierdes lo mejor: nada sabes del dolor agridulce del crepúsculo.

sábado, 22 de agosto de 2015

Boda en Arona


Acaba de terminar una boda muy esperada en la preciosa Parroquia de San Antonio Abad, de Arona. Los contrayentes, Hiurma y Pablo, son bien conocidos por el piloto de este globo. Hiurma, como su propio nombre indica, es canaria de pura cepa. En guanche significa "pupila blanca" y en la actualidad sólo llevan ese nombre en España 55 personas, la mayor parte menores de 22 años. Pablo, en cambio, viene de Madrid. A ver si un día de éstos les pregunto cómo se conocieron.
Hiurma es la hija mayor de Pilar y Santiago, mis secuestradores predilectos, de los que ya hablé aquí el año pasado. Hoy Santiago estaba elegantísimo vestido de padrino; Pilar, más nerviosa que la novia, y los otros miembros de la tribu —Alicia, Maiki, que vive en Holanda, Giovanni y Quique—, lavados y planchados a fondo, lucían esplendorosos.
Mientras escribo estas líneas, los contrayentes, sus familias y un montón de invitados celebran el evento en un restaurante cercano llamado "La Centinela". Yo he logrado eludir la invitación.
La noticia no da más de sí: la recojo en el globo para no olvidarme de esta fecha, 22 de agosto, fiesta de Santa María Reina. Así el año que viene podré felicitarles en su primer aniversario.


viernes, 21 de agosto de 2015

En la muerte de Daniel Rabinovich

Aquí tenéis un monólogo inolvidable del genio del humor que acaba de fallecer en Argentina.

jueves, 20 de agosto de 2015

Las décimas de la supercopa (y IV)



Al parecer el Barça vuelve a jugar contra el Athletic en el primer partido de liga. Con ese motivo... 
exijo el indulto para Piqué

Dicen que fue un gran insulto
lo que gritó el buen Piqué;
bueno, colegas, y qué.
Yo solicito su indulto.
Que indulten a un pobre estulto
no tiene mucha importancia
Lo que tiene relevancia
es que San Mamés le espera
y el león que es una fiera
hará muy grata su estancia.


martes, 18 de agosto de 2015

Las décimas de la supercopa (y III)



Se ha picado el gran Piqué
con un pique belicoso
que peca de picajoso
aunque no sepa por qué.
Se pica, yo bien lo sé,
por culpa de un rey león
que le dio mojo picón
y un bañito rico, rico.
Oh, gran Piqué, cierra el pico
y saluda al campeón


lunes, 17 de agosto de 2015

Décimas de la Supercopa (II)

Desde el intermedio (1-0).


No hace falta que lo explique:
Hoy saltó el Barça a la cancha
en busca de una revancha
que redima y glorifique
al bueno de Luis Enrique.
Hará falta una goleada
mas creo que no habrá nada:
si el León se desmelena
rematará la faena
de una sola dentellada

El león y los gigantes

Cuando dije que el paisaje de esta tierra es "tremendo", utilicé este adjetivo en su acepción primera y original: "terrible, digno de ser temido". Así es la orografía de Tenerife; de una belleza escalofriante, dura y majestuosa. Aquí el Teide lo llena todo. Arrogante, esparce su escoria hasta la misma orilla del Océano. El Teide es el señor del Archipiélago y es imposible darle la espalda; está al norte, al sur, al este y al Oeste. Aquellas montañas de piedra y barro que emergen en la costa como castillos de arena caídos del cielo son planetas que giran en torno al feroz soberano que preside la isla.
Hoy he estado en "Los Gigantes", unas enormes paredes volcánicas que se precipitan en el Océano desde quinientos metros de altura o quizá más. Me cuentan que los guanches los llamaban "la Muralla del Infierno", y bien podríamos imaginarlos así, ya que su parapeto de lava resulta prácticamente infranqueable hacia el interior.
Junto a Los Gigantes hay una importante urbanización turística, y, según parece, la pesca submarina tiene aquí centenares de devotos. Yo contemplo el paisaje desde lo alto y no dejo de pensar que vivimos como parásitos sobre la piel de un león dormido, al que apenas hacemos cosquillas con nuestros juegos.
He vuelto a leer la Encíclica "Laudato si" del Papa Francisco en la que el Santo Padre nos recuerda  que hemos de cuidar la casa de todos, porque Dios nos ha hecho reyes —no tiranos— de la creación. La verdad es que uno se siente orgulloso de gobernar un reino tan formidable. Y aunque es cierto que yo prefiero los paisajes mansos, ajardinados, de prados verdes y vacas de mirada tierna pastando en la campiña, también es indudable que he caído en una isla fabulosa de una belleza imponente.
Claro que, si un día  el león despertara…

sábado, 15 de agosto de 2015

4-0... Normal



Décimas de la Supercopa (I)

En Bilbao están de fiesta.
Messi, Suárez y Neymar
nunca podrán  olvidar
esta jornada funesta.
Ni superPedro ni Iniesta,
ni Cruyff  rejuvenecido
ganarían un partido
con Aduriz desatado.
Hoy Zarra ha resucitado;
San Mamés nos lo ha traído




miércoles, 12 de agosto de 2015

Dios en cuclillas

Algunas veces Dios pasa a nuestro lado y deja un mensaje que se nos escapa, porque ni siquiera sabemos verlo. Quizá uno intuye que ha ocurrido algo, que deberíamos detenernos y reflexionar, pero ¿quién tiene tiempo para estas cosas?
Pasan los días o los meses y, de pronto, la memoria despierta y nos da una segunda oportunidad.
Me ocurrió en la Basílica de la Virgen del Pino, Patrona de la Gran Canaria, en Teror, un pueblo precioso lleno de balcones. Yo había empezado a rezar la segunda parte del rosario. A pocos metros, delante de mí, había dos personas: una mujer joven de aspecto extranjero y su hija, una niña de tres o cuatro años de edad que se me antojó pequeñísima de estatura. De pronto, la chiquilla se volvió hacia su madre y empezó a hablar en inglés gesticulando con verdadero arte. La señora se deslizó por el banco y se puso en cuclillas frente a su hija. La niña hablaba y hablaba sin parar, y la madre sonreía sin decir palabra. Parecía fascinada con la elocuencia de su pequeña interlocutora. No sé cuánto duró aquello; lo suficiente para que yo terminara el rosario completamente distraído.
Esta mañana, mientras predicaba la meditación, he recordado de improviso la escena. Y he entendido que Dios también se pone en cuclillas para escucharnos con tal de que nos dirijamos a Él con la sencillez de aquella niña.
No nos oye "de lejos"; está atento a cada una de nuestras palabras. Y sonríe.


martes, 11 de agosto de 2015

El ataque de las máquinas


Hoy he recibido más de un centenar de comentarios-spam elaborados, como sabéis, por robots estúpidos. Google detecta a casi todos los intrusos y los envía al basurero, pero aun así, muchos se me cuelan por las rendijas del globo y tengo que eliminarlos yo uno a uno.
No tengo más remedio que contraatacar con el consabido sistema de pedir a los comentaristas que descifren unos caracteres torcidos para demostrar que no son robots ni antropoides camuflados. 
Comprendo que es una lata, pero no se me ocurre otro sistema. Dentro de unos meses volveré quitaré el filtro. A ver si para entonces las máquinas se han cansado de tomarme el pelo.

domingo, 9 de agosto de 2015

El superhéroe

Antes de salir de casa, el superhéroe tomó precauciones para la batalla contra el mal. Cogió una cámara de fotos y una filmadora; la pequeña linterna que tan buenos servicios le había prestado en otras ocasiones; un mapa de la zona y otro del Planeta entero, por si las moscas; un escáner de códigos de barras; un cronógrafo digital y un reloj mundial, indispensable para conocer en tiempo real la hora de Sidney, Calcuta y San Francisco; Con todo eso, la brújula, la guía de teléfonos y el localizador por satélite se sintió casi seguro.
Como nunca sabía con exactitud lo que iba a pasar ni el tiempo que duraría cada misión, se cargó a las espaldas una buena biblioteca de autores clásicos y modernos, juegos de mesa y música, mucha música, por si se alargaba la espera…
El superhéroe se llama José Alberto, es funcionario municipal y llevaba todo ese peso en el bolsillo superior de la camisa, a la altura del corazón. Él lo llama poéticamente "mi móvil" y le sirve incluso para hablar por teléfono.

sábado, 8 de agosto de 2015

Catequesis para niños ateos

A ver si lo entiendes, Juanito. Te lo explicaré muy despacio.
Al principio no había nada. O sea, que sólo existía la Nada. Y la Nada estaba tan sola que se aburría mogollón, e inventó el espacio, que ya es algo. Un día la Nada explotó porque sí, por nada, y nacieron multitud de casinadas, que se organizaron mágicamente como si tal cosa. Y de la Nada nacieron los meteoros.
Los meteoros giraban y giraban como tontos en el espacio muy deprisa sin orden ni concierto. Había meteoros pequeños llamados meteoritos y meteoros gordos, conocidos como meteorotes. Cierto día un meteorito perdido chocó con un meteorote y nació la materia orgánica. La materia orgánica era como un filete de ternera crudo, podrido y maloliente. "¡Qué porquería!, pensó el meteorito. A ver si se consume y desaparece de una vez". Pero la materia orgánica, en lugar de corromperse como habría sido lo normal, empezó a crecer y a autoreplicarse por obra y gracia del Azar y nacieron los dinosaurios.
No somos Nada, dijo un enorme tiranosaurio. Aquí no hay manera de subsistir; estamos mal diseñados y debemos aprender a volar. Se pusieron manos a la obra y, durante millones de años, fueron preparándose para la aventura del vuelo aligerando sus huesos que eran demasiado pesados. Nadie les dijo cómo debían hacerlo, pero lo hicieron porque el Azar es listo. Fue una empresa trabajosa y prolongada en el tiempo, pero no tenían prisa. En un plisplás sus huesos se hicieron livianos y frágiles como los de las cigüeñas.
—¿Qué me está pasando, mamá?, dijo un adolescentesaurio a su joven mamasauria.
—No te preocupes, cariño —respondió ésta—. Estamos en manos del Azar.
El Azar —ya lo habrás comprendido— era el nuevo nombre de la Nada.
Una mañana, un joven dinosaurio decidió hacer balconing lanzándose al río desde un promontorio. El salto fue malo pero el animalito salió del trance volando. Y nacieron los gorriones.
El resto es muy sencillo. Del cerebro de un gorrión se formó el de tu prima Clotilde, y así sucesivamente. ¿Lo has entendido, Juanito?

 

La calima

Después de una semana de silencio, vuelvo a pilotar el globo entre la calima de Tenerife.
Hoy he estado en Santa Cruz. Antes he hecho un alto en Candelaria para saludar a la Patrona de la Isla. Al salir de la basílica compruebo que el parabrisas del coche ha empezado a cubrirse con un polvo muy fino de color gris. En el cielo hay ya una nube sucia y seca recién llegada del desierto. Hace mucho calor.
Regreso a Arona a las cinco de la tarde con el tiempo justo para cambiarme de ropa. Supongo que, a pesar de la camisa de colores, los prismáticos y el pantalón de verano, seguiré siendo un tipo raro: no luzco un solo tatuaje ni porto letreros en inglés en la camiseta; un desastre.
Mi amigo me espera en "Los Cristianos" junto a la tasca andaluza que él mismo me recomendó por e-mail hace unos días. Desde Arona hasta allí hay nueve kilómetros por carretera, aunque apenas me separen 900 metros en línea recta. Y es que Arona es un balcón que se asoma al mar desde una altura de 650 metros.
Hoy embargo apenas se ven las sombras de las colinas más cercanas. El mar ha desaparecido engullido por la calima. Con los prismáticos aún se ve menos. El desierto nos invade. Por un momento creo distinguir entre las nubes la sombra de un dromedario que vuela con el polvo en suspensión. Lo extraño es que el sol, con un halo pardo, aún deslumbre y caliente con tanta fuerza.
La tasca andaluza cierra por falta de clientes. Sin embargo los bares de la otra acera están siempre abarrotados a pesar de que son mucho peores y más caros. Según el dueño la culpa es de la escalera. Para llegar a la terraza de la tasca hay que subir cinco peldaños.
—Es psicológico —nos dice—; cada peldaño es un diez por ciento menos de clientela.
Con mi amigo hablo del sínodo de la familia y la calima:
—Hay demasiado polvo en el aire —me dice—. Algunos medios parecen interesados en confundir y llenan sus periódicos de titulares escandalosos que desconciertan a los cristianos o, lo que es peor, les llevan a pensar que todo está en discusión.
Mi amigo se va indignando poco a poco:
—¡El matrimonio no es un invento humano, y lo que es de Dios no se toca!
Tiene razón, por supuesto, y no le respondo. Convenimos en que hay que rezar para que el polvo desaparezca cuanto antes llevado por el viento del Espíritu Santo.
—¡Tampoco vendría mal un buen aguacero!
Mi amigo dice "aguasero", como los de su tierra, y ríe a carcajadas.
 

sábado, 1 de agosto de 2015