viernes, 31 de diciembre de 2010

Foto finish

 

Kloster me hace notar que el año pasado escribí 550 entradas, y este año sólo 548. Su diagnostico es pesimista:
―Te veo en baja forma, colega; el globo capota y se hunde.
―Tienes razón, Kloster; pero con estas seis líneas acabamos de plantarnos en las 549. Y si se me ocurre algo antes de las 12 de la noche…
―No seas vanidoso; deja que los lectores sean testigos de tu decadencia. 

El mapamundi de Bilbao



Cuando uno llega a esta tierra, debe saber que “Bilbao” no es una ciudad, sino una región de límites cada vez más anchos e imprecisos. Los ciudadanos de Getxo, por ejemplo, viven a 14 kilómetros de la capital, pero aseguran que son de Bilbao, aunque hayan nacido en Neguri, Algorta o Las Arenas. 
Mi amigo Chomin (ahora creo que se escribe con tx), que vive en Plentzia, lleva diciéndome desde hace meses que “a ver cuando vienes a Bilbao y te invito a una buena merluza”. Plentzia está a 25 kilómetros, pero se considera parte de ese ente virtual llamado Bilbao. 
Lo mismo ocurre con Derio, que es donde vivo yo estos días. Con la mayor naturalidad damos por supuesto que Derio no existe; lo consistente, lo real, es Bilbao.
―¿Y San Sebastián?
―San Sebastián ―o Donosti― es ya uno de los barrios más bonitos de Bilbao. 
Como prueba de todo lo antedicho, aquí tenéis un mapamundi de Bilbao.



El año que termina (y III)


Hoy los periódicos recogen en sus páginas elencos de famosos que fallecieron este año que termina. Hay hombres de fe a los que he querido mucho, como Antonio Fontán o José Orlandis, y ateos o agnósticos como Saramago. También hay grandes escritores (Saramago no, por favor): pienso en Miguel Delibes, y cantantes de fama como Enrique Morente. En el mundo del deporte todos citan a  Samaranch y también al ciclista Fignon, que murió de forma inesperada. García Berlanga y Tony Curtis entran en el capítulo del cine. Y entre los políticos, Marcelino Camacho, José Antonio Labordeta, el ya citado Fontán y alguno más.
Compruebo que casi todos los famosos son hombres. También entre los periodistas, como  Juan Manuel Gozalo y Luis Mariñas… ¿Será que las mujeres no se mueren, o que son víctimas del machismo hasta la misma puerta del cementerio? No he visto a Jutta Burgraff en ninguna lista, y le corresponde un puesto de honor.
Mientras escribo, hago el propósito de encomendarlos en la Misa de media noche. Y rezaré también por los que nacieron en 2010 y serán famosos dentro de treinta, cuarenta o sesenta años: 
―El descubridor del remedio definitivo contra el cáncer;
―el que curará la calvicie, las caries dentales y el resfriado común; 
―el filósofo que rescatará a Europa del relativismo y le devolverá la pasión por la verdad;
― el primer astronauta que pisará Marte en 2035; 
―el gran santo que Dios ya está preparando para que sea Papa dentro de… ni se sabe.
Lo malo es que los nacimientos casi nunca son noticia. Y cuando lo son, hay muchas posibilidades de que el neonato acabe siendo un tipo tan irrelevante como yo mismo.
Feliz Nochevieja, amigos. Y que el año nuevo no amanezca con resaca. Mañana celebraremos la solemnidad mariana más importante del año: Santa María, Madre de Dios. Y, desde hace siglos, celebran su santo los manueles y manuelas. Muchas felicidades a los tres de mi familia.
 El globo seguirá su vuelo. Ojalá siga contando con vuestra compañía. 
 

jueves, 30 de diciembre de 2010

Artebakarra


Salgo de casa a las diez de la mañana en un día sin sol y un tanto brumoso. Las nubes altas que cubren el cielo son una bendición de Dios para el pajarero. Gracias a ellas podré observar las aves en cualquier postura sin que me deslumbre el sol.  
Voy a Artebakarra. Los topónimos de mi tierra suenan ásperos y recios, como los golpes de hacha de un aizkolari; pero, a mí, Artebakarra se me antoja una voz dulce y misteriosa, con sabor a brujería, a poción mágica y a hechizo amoroso. No es un municipio, ni siquiera un pueblo; es apenas una cuesta frecuentada por unos pocos ciclistas, un bosquecillo y una minúscula aldea con un restaurante, muy conocido por los gastrónomos de la tierra, que fabrica su propio txakolí. 
El bosque de Artebakarra chorrea de humedad. Todavía hay jirones de niebla sobre la copa de los pinos, como harapos grises que se resisten a levantar el vuelo. Oigo el graznido de un arrendajo. Luego, un silencio expectante entre los árboles.
―Sé que estáis ahí. Y comprendo que diciembre no es un mes que invite al canto, pero soy inofensivo y quiero veros.
Hablar con las aves no parece un síntoma alarmante, al menos mientras no te respondan. El ornitómano suele ir solo y algunas veces tiene la impresión de que los pájaros le entienden y juegan con él al escondite. Los de Artebakarra no; aquí son desconfiados y un tanto tímidos. 
Poco a poco despierta el bosque. Enseguida, a pocos metros, aparece un camachuelo, el pajarillo más euskaldún de la Península Ibérica. Con librea parda de invierno no llama mucho la atención, pero es él sin duda alguna, y a estas alturas del año el pajarero se conforma con muy poco. Sólo con echarle una ojeada me parece que he aprovechado el paseo.
La humedad empieza a socavarme el esqueleto y uno no está para correr riesgos innecesarios. Regreso a Islabe. Me pregunta Pablo si he visto “muchos pájaros”.
―Uno sólo. Tú eres el segundo.





miércoles, 29 de diciembre de 2010

El año que termina (II)


¿Termina de verdad? ¿Acaba algo el día 31 por la noche o es sólo una ilusión que nos creamos para echar un cómodo cerrojo al pasado y decir que hay una vida nueva en la otra orilla de la Nochevieja?
Sí. Hay un final y un comienzo. Todas las noches son Nochevieja, y cada madrugada  anuncia un mundo nuevo. Dios lo quiere así para ayudarnos a pedir perdón y a recomenzar.
Tira la piedra de hoy, olvida y duerme. Si es luz, mañana la encontrarás, ante la aurora, hecha solJRJ. 

martes, 28 de diciembre de 2010

Desde Torreciudad


Así nos felicita la Navidad el rector del Santuario de Torreciudad. El vídeo puede ponerse a pantalla completa


Villancicos (VII)

Tu scendi da le stelle

Toda Italia canta este villancico. Pocos días antes de la Navidad, los pastores de los Abruzos y del Lazio bajan a Roma vestidos con sus atuendos de colores y hacen sonar sus instrumentos hasta que la Ciudad entera se llena de música. ¡Cuántos recuerdos!
En la red aparecen muchas versiones: Mina, Pavarotti, Celentano, Romina Power, Albano... Pero yo me quedo con este coro infantil.

El año que termina (I)


Dice Ortega que “la memoria es optimista”. La mía hoy no lo es. Está acabando el año y me cuesta hacer balance. Tengo miedo a mirar hacia atrás porque veo demasiados armarios cerrados, luces engañosas y espejos deformantes que quizá coloqué yo mismo para no verme como soy en realidad.  Y, sobre todo, hay espacios vacíos, oportunidades perdidas, trenes que pasaron de largo.
Cierro los ojos y recuerdo las palabras del Salmo: emite lucem tuam et veritatem tuam. Mándame tu luz y tu verdad; la tuya, porque mi verdad es embustera y mi luz apenas brilla.
Luego, cuando me vea como tú me ves, podré pedirte perdón y sabré perdonarme eso que tú ya has olvidado. Y te daré gracias por todo. Y me reiré de mis miserias con tu misma risa. 

lunes, 27 de diciembre de 2010

Los lunes, a veces hay publicidad

El año en que ganamos (casi) todo.
Iberia y Sudáfrica felicitan a los campeones del mundo


domingo, 26 de diciembre de 2010

Villancicos (VI)


Un grupo de alumnas de 4º de ESO del Colegio Guadalaviar, de Valencia, nos envían este vídeo que han elaborado ellas solas. 

sábado, 25 de diciembre de 2010

Villancicos (V)

Jose María y Sonsolitas son "viejos" amigos míos. Sus padres también. Me mandan este villancico y lo cuelgo del globo con mucho gusto. A ver si otras familias se animan a mandarme vídeos como éste.

Desde México

Guadalupe, desde México, dice que me manda un villancíco; pero se equivoca y me envía este precioso Belén. 

viernes, 24 de diciembre de 2010

Ha fallecido don José Orlandis

Acabo de recibir un sms desde Palma de Mallorca en el que comunican la noticia de su fallecimiento.
Don José nació en Mallorca en 1918 y obtuvo por oposición en 1942 la cátedra de Historia del Derecho Español. En 1945 se trasladó a Zaragoza, donde llegó a ser Vicedecano. En 1949 se ordenó sacerdote y veinte años después se trasladó a la Universidad de Navarra, donde fue catedrático y primer decano de la Facultad de Derecho Canónico, y creador y director, durante muchos años, del Instituto de Historia de la Iglesia.
Fue también doctor en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Lateranense de Roma.  Ha publicado más de una treintena de libros y dos centenares de trabajos sobre temas histórico-jurídicos, de espiritualidad cristiana y otros temas de actualidad. Su labor ha sido reconocida mundialmente, y está considerado como el más importante historiador de la cultura y de las instituciones visigóticas en España.
Don José pertenecía al Opus Dei desde 1939 y acompañó a San Josemaría Escrivá en su primer viaja a Roma en 1946. A finales de 1992 retornó a su tierra natal, Mallorca, y en 2006 recibió el Premio Ramón Llull de la comunidad autónoma de las Islas Baleares.
Todo esto, dicho así, resulta un poco frío. Me he limitado a copiar y pegar datos que figuran en Internet. Puedo añadir que conocí a don José en 1959, me confesé con él muchas veces, me dio clase de Historia del Derecho y me examinó con justicia y misericordia.
Fue un gran sacerdote. Ahora, desde el Cielo, nos echará una mano. 

Vilancicos (IV)


Susana, una de mis sobrinas predilectas, me felicita la Navidad con este villancico de su tenor favorito.

Adviento (y X)

 La víspera
El sol de diciembre nos trajo unos días serenos y limpios de bruma. Aquella noche no había una sola nube en el cielo. La luna se había escondido, y las estrellas brillaban nítidas como diamantes diminutos. Zabulón, mi hijo pequeño, tumbado en la hierba junto a las ovejas, miraba al firmamento y hablaba solo jugando con las estrellas.
Yo me quedé un buen rato mirándolo. Lo hago muchas veces cuando él no se da cuenta porque  Zabulón es mi tesoro, el último regalo que me dejó mi esposa. Ella murió al darle a luz, pero tuvo tiempo de verlo y abrazarlo. Cuando comprendió que el niño nunca sería normal, me dijo:
―Éste siempre vivirá contigo. No te abandonará como los mayores.
Tenía razón. Todos dicen que Zabulón es mi niño tonto, pero cuida a las ovejas mejor que nadie, y sabe dar cariño  a su padre cuando lo necesita.   
―¿Qué harás cuando yo me muera? ―me preguntó un día de improviso con su lengua de trapo―. 
―Yo soy mucho más viejo que tú y moriré antes―le contesté―; pero no debes preocuparte por eso. Dios ha cuidado de nosotros hasta hoy y siempre habrá un ángel a tu lado.  
Aún faltaban dos días para la navidad, pero ya alguien nos había traído la noticia de que, en el establo de la posada vivía un matrimonio muy joven llegado de Galilea y que ella estaba esperando un niño.
Sin pensarlo dos veces nos acercamos para ofrecerles unas pellizas, leche y un poco de queso. José, que resultó ser un muchacho fuerte y simpático, sacó unas garrafas de vino galileo. Bebimos y cantamos, todos menos Zabulón, hasta el anochecer. 
La víspera fue también un día especial:
―¿No lo notas, padre? 
Yo también había percibido el aroma de las flores. ¿De dónde venía? Y los insólitos sonidos del campo: los pájaros no cantan en invierno y lo estaban haciendo como si fuera a comenzar ya la primavera.
―¿Has visto la estrella?
―¿Qué estrella?
Zabulón la señaló con el dedo. Era un lucero azulado con una pequeña cola de plata. 
―Es nueva ―me dijo―. ¿Por qué ha venido?
―No lo sé, hijo mío y quizá no lo sepamos nunca, pero ten la seguridad de que Yahvé la ha puesto ahí con un fin.
Dormimos poco aquella noche. Yo sabía ya que las estrellas del firmamento, las plantas y las flores, los árboles del bosque, los animales del campo y las aves del Cielo estaban a la espera de algo muy grande que iba a suceder. 
Zabulón fue el primero en ver al Ángel.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Un Christmas de La Universidad de Navarra


Es natural que una Facultad de Comunicación comunique muy bien, pero da la impresión de que los profes están un poco locos.  En todo caso el Christmas merece un 10.
Me lo envía Pascalle. Muchísimas gracias.

Villancicos (III)

Me cuenta Diana desde México que el Centro de Estudios y Desarrollo de las Lenguas Indígenas de Oaxaca grabó la participación del Coro Virreinal de la Nueva España, conducido por el Maestro Aurelio Tello, durante su presentación en el IV Coloquio de Lenguas Otomangues y Vecinas, Thomas C. Smith-Stark. 
Esta es la interpretación que realizó el coro de villancicos interpretados en lengua náhuatl de 1549.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Villancicos (II)

Este es el villancico con que el Colegio Tajamar nos felicita este año. Un vídeo la mar de chulo

Adviento (IX)

Atravesamos Jerusalén al atardecer después de una jornada larga y penosa. Hacia el este, los sillares del Templo, recios como los de una fortaleza, resplandecían iluminados por el sol. Aún no habían terminado los trabajos de reconstrucción ordenados por Herodes, pero ya había miles de peregrinos venidos de todos los lugares del mundo para adorar a Dios y gozar con la hermosura de su Templo.
―Podríamos acercarnos… ―insinuó María a su esposo―.
José hizo un signo negativo con la cabeza y le hizo notar que tenían el tiempo justo para entrar en Belén antes de que oscureciera.
―Volveremos cuando nazca el niño. Ahora tú eres mi único templo.
En Belén las casitas se apiñaban alrededor de una colina, abrazadas a las rocas como niños asustados. Enseguida comprobamos que la llegada de visitantes con ocasión del censo había convertido la pequeña ciudad de David en un hormiguero de gentes que iban y venían en busca de alojamiento.
No es cierto que nos cerrasen todas las puertas. Un buen judío siempre encuentra la forma de acoger en su casa a quien se lo pida en nombre de Yahvé, y no le negará un trozo de pan ni un rincón donde guarecerse. Pero José necesitaba un lugar retirado donde María tuviese intimidad para dar a luz al Hijo de Dios. El establo de la posada fue una buena solución.
Los ángeles quisimos limpiar cada rincón de la gruta antes de que llegaran, pero el Señor nos lo impidió:
―Nadie se dará cuenta ―le habíamos dicho―. María y su esposo lo encontrarán todo dispuesto como si hubiesen sido los pastores.
Fue inútil. El bueno de José acomodó a María en un rincón, agarró el escobón y se dispuso a barrer el estiércol sin permitir que la Señora le echase una mano. El aroma de flores que llenó la gruta fue cosa del Señor, que quiso dar así la bienvenida a su Hija predilecta.
Cuando José logró encender el fuego, María cerró los ojos y, al fin, pudo dormir. Aún faltaban tres días para la Navidad. Los ángeles debíamos ensayar el primer villancico.

martes, 21 de diciembre de 2010

Revaloria

Otra felicitación navideña que vale la pena escuchar con atención.

Villancicos (I)

Cuando se casó mi hermano Jesús con Rose en Puerto Rico, el grupo musical que amenizaba la boda le cantó este villancico. Mi madre, que aún conserva la casette, me sugiere que inaugure esta sección de villancicos recordando ese día.
Como veis, la canción parece una versión caribeña y salsera de aquel "Madre en la puerta hay un niño", bien conocido en España.

lunes, 20 de diciembre de 2010

¡Feliz Navidad!

Desde este globo, en el que recibo tantos miles de visitas, hoy quiero felicitaros la Navidad con el dibujo que hizo Giorgio del Lungo para la primera edición italiana de "El belén que puso Dios".
Del Lungo ilustraba así un capítulo del libro, en el que Zabulón, el pastorcillo tonto de mi historia, se dormía en los brazos de María mientras el Ángel le contaba un cuento.
Ojalá la próxima Nochebuena estemos todos en el regazo de nuestra Madre junto al Niño. No es difícil conseguirlo. Basta con que limpiemos a fondo el establo del corazón para que el recién nacido encuentre el pesebre en condiciones. Éste es el sentido del Adviento: la Virgen y San José nos ayudarán a preparar una buena confesión.
Luego, basta con que nos hagamos pequeños. Yo quiero ser otra vez el perrillo que guarda el portal y el burro que lleva en el lomo a Jesús y a su Madre. Vosotros buscad un rincón. Hay sitio de sobra.
Y Feliz Navidad. Pasáoslo muy bien procurando que el ruido de la fiesta pinte una sonrisa en el rostro del Niño. 
¿Verdad que no le haremos llorar?


El pastor no contestó. Llevaba ya mucho rato dormido. Y esta vez no sufría pesadillas. Tampoco tenía sus sueños habituales de chico tonto. Estaba en el Portal. El Niño seguía dormido. El perro, a sus pies, parecía una figurilla de barro. También Zabulón se sentía así: como un muñeco de arcilla en las manos de Dios. Pero estaba contento mirando  los ojos de María. —Verdaderamente —le dijo— eres un sueño. El ángel se retiró.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Adviento (VIII)

Cuento de Navidad 


Cuando María y José salieron de Nazaret con el borrico yo ya llevaba unos cuantos siglos navegando hacia Belén. Me pusieron en marcha mucho antes y nadie me explicó mi destino. A mí, la verdad, tampoco me importaba demasiado; pero un buen día vino el ángel y me lo explicó todo.
Supongo que ya sabéis quién soy. Me llamo Oriente y soy la estrella de todos los belenes, la que vieron los Magos, la que les guió hasta la gruta.
¿Sabíais que hubo un cuarto mago? No pongas esa cara, Gabriel; los lectores más pequeños de este globo deben saber la verdad y yo se la voy a contar.
En realidad no era un mago, sino una maga. Fue una princesa india de veinte años llamada Asavis Duyatalac, que tenía un palacio enorme, joyas fabulosas de valor incalculable, centenares de vestidos y docenas de elefantes blancos como la luna.  Asavis, sin embargo, solo tenía una pasión: la astronomía. Todas las noches desde la terraza de su palacio contemplaba el firmamento y numeraba las estrellas dándoles nombre y apellido para no olvidarlas. 
Hasta que aparecí yo.
―¿Y tú quién eres? ―se preguntó con su vocecilla de cristal―.
―Me llamo Oriente ―le respondí al sentirme interpelada―. 
Asavis no estaba acostumbrada a que le hablaran las estrellas. Por eso, del susto, se quedó un buen rato con la boca abierta.  
―No tengas miedo, princesa ―le dije―, y cierra la boca, que te puedes resfriar. Estoy aquí para indicarte el camino. Dios quiere que vengas detrás de mí. Yo te llevaré hasta la cuna del Rey de reyes.
Aquella noche Asavis lloró de alegría y de miedo, porque sabía que todo era verdad. También ella ―como Melchor, Gaspar y Baltasar― estaba esperándome. En su corazón ardía otra estrella desde que era niña.
Al día siguiente habló con su padrastro y le pidió permiso para partir. No tenía necesidad de hacerlo, porque solo ella era la soberana del reino y propietaria de toda su fortuna; pero Federico ―que así se llamaba el padrastro―, comprendió que la marcha de Asavis podría servir muy bien a sus intereses, y planeó quedarse con el reino una vez que la princesa se hubiera marchado.
―Vete en buena hora, hija mía ―le dijo mientras se frotaba las manos de gusto―. Y, cuando encuentres a ese rey de reyes, me avisas para que yo también vaya a rendirle pleitesía.
Aquella noche, yo misma, le conté a Asavis lo que planeaba su padrastro. Ella me escuchó en silencio y al final me preguntó:
―Entonces, ¿qué debo hacer?
―No lo sé, princesa. Tú debes elegir. Yo soy un camino lleno de aventuras y peligros. Conmigo atravesarás desiertos, pasarás hambre y sed. Sentirás más de una vez la tentación de abandonar…, pero al final encontrarás lo que buscas desde que eras niña. 
―¿Y si te digo que no?
―Si dices que no, mañana te despertarás en tu cama de marfil un poco triste, pero serena. Pensarás que todo ha sido un sueño, que las estrellas no hablan y que debes olvidar la astronomía para cuidar de tu reino.
Asavis se quedó en palacio. No conoció a Jesús, y, de vez en cuando, sale a la terraza, mira hacia el lugar donde me vio por primera vez y repite como si estuviera convencida:
―Fue sólo una estrella; fue sólo una estrella.

sábado, 18 de diciembre de 2010

El "siacaso"



Camino de la Urbe (o sea, de Bilbao), la voz cantarina de una locutora me informa del pronóstico del tiempo:
―Para hoy se prevé tiempo seco, frío y soleado en toda la Península. “Si acaso”, habrá algún débil chubasco en el Cantábrico oriental…
―Lo malo es el “siacaso” ―me dice Kloster―. Ya lo verás, colega.
En efecto, a partir de Miranda de Ebro, el cielo se encapota y comienza el siacaso. Por la noche, ya en mi habitación, la lluvia golpea los cristales sin misericordia mientras cambio mi ropa empapada por otra en mejores condiciones.
De nuevo pongo la radio y la misma locutora toma la palabra:
―Mañana el tiempo seguirá siendo seco, si acaso…
Apago el aparato justo a tiempo. 

viernes, 17 de diciembre de 2010

El chupete

El vídeo no está mal, pero no estoy de acuerdo con el comentario: "hay gente que nace dispuesta a ayudar a los demás". No, no es cierto. La generosidad es virtud que nace y se cultiva con los años, a base de pequeños actos de entrega.  
Hoy no escribiré nada más. Dentro de unas horas saldré hacia la Urbe (me refiero a Bilbao), donde pasaré la Navidad, la Nochevieja y los Reyes.
Sólo tengo una pena: no estaré en Asturias como otros años.


jueves, 16 de diciembre de 2010

La pulsera


Salían del bar que hay en la esquina, a pocos metros de mi casa. Eran dos enormes torres negras, que reían a carcajadas y hablaban en voz muy alta en una lengua de extraña musicalidad. Uno de ellos llevaba en la mano una cuerda en la que había ensartado docenas de pulseras, pendientes y otros abalorios africanos. 
Eran las tres y media de la tarde y yo tenía ganas de charla.
―Perdón, ¿en qué idioma habláis? ¿Cómo se llama vuestra lengua?
El más alto de los dos, exhibió una dentadura blanca y poderosa:
―Nosotros, Senegal. Hablamos wólof. Casi todos en Senegal hablan lo mismo. Es como español, pero negro…
Su compañero seguía riendo a carcajadas.
―¿Tú eres father cristiano?
―Sí, ¿y vosotros?
―Nosotros no cristiano, no musulmán… Pero tenemos religión. Mira.
Sacó una de las pulseras, una preciosidad trabajada en cuero y madera, y, antes de que pudiera reaccionar, ya me la había puesto en la muñeca derecha, mientras decía.
―Es protección. Tú eres padre y necesitas protección. España es país bueno que recibe a los senegaleses.
Traté en vano de darles un euro. Mientras se alejaban, el más pequeño decía:
―No queremos nada. Ya hemos comido.

Podría ser un cuento de Navidad

Es un anuncio, por supuesto, pero no tengo ganas de esperar a que sea lunes para ponerlo en el globo.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

La figura más importante

Como todos los martes, llego a Los Olmos a media mañana y entro en una clase, la de los niños de tres años. Nada más verme, gritan a coro con entusiasmo:
―¡¡Buenos días, don Enrique!!
Saludo a cada uno y les preguntó:
―¿Habéis puesto ya el belén en casa?
―¡¡Síiiiiiiiii…!!
Unanimidad absoluta.
―¿Y tiene muchas figuras?
―¡¡Síiiiiiii!!
Empezamos a repasar las figuras: los ángeles, el buey, la mula, los pastores, la Virgen, San José…
―¿Y cuál es el personaje más importante del belén?
Esta vez el grito es aún más fuerte y unánime:
―¡¡¡¡¡Yoooooooooooooo!!!!
Me dice Kloster que no me desaliente; que no es un fracaso pedagógico. Lo que ocurre es que los niños dicen la verdad:
―Mira, colega, cuando tengan 90 años, si son sinceros dirán lo mismo. Todos nos consideramos siempre el personaje más importante del belén.

martes, 14 de diciembre de 2010

Del Bosque y la JMJ





Adviento (VII)


El edicto 

La patrulla llegó de madrugada. María cantaba en el patio mientras molía el trigo con las demás mujeres, y José aún no había terminado de reparar el horno. Al oír los gritos de la chiquillería y el estrépito de los cascos sobre la calzada, mi señora se puso en pie. Eran romanos, sin duda. Sólo ellos montan a caballo en Israel con tanta arrogancia.
Los soldados se detuvieron en el centro mismo de la aldea y, aunque nadie salió a recibirlos, la voz rota y autoritaria del que comandaba el piquete proclamó con fuerza una sola vez el edicto de César Augusto: todos los judíos, cabezas de familia, debían dirigirse a su ciudad de origen donde conservasen tierras u otros bienes para empadronarse y así poder pagar a Roma el impuesto establecido por las leyes.
Apenas se alejó la patrulla, se organizó en el pueblo un alboroto considerable. Las mujeres dejaron su tarea, los chiquillos regresaron a sus casas y los hombres se reunieron para valorar la situación.
María y José habían celebrado su boda dos meses antes. La  fiesta duró casi una semana y llegaron a Nazaret amigos y parientes de toda la comarca. Hubo centenares de flores y muchos regalos para la Novia; pero, una vez terminados los festejos, apenas les quedaban recursos para emprender un viaje tan largo.
José siempre había pensado regresar a Belén, su patria.
―En cuanto nazca el niño ―le dijo a su Esposa― nos iremos. Tengo en Belén un pedazo de tierra donde construiremos nuestra casa, y podré trabajar cerca, en Jerusalén…
María asintió con una sonrisa. Todo parecía estar en su sitio hasta que intervino César con su edicto.  
José podría haber ido solo a Belén y regresar lo antes posible; pero los dos decidieron que su traslado sería ya definitivo. Tal vez Yahvé había dispuesto que su Hijo naciese en la Ciudad de David.
Salimos hacia el Sur dos semanas más tarde. Todas las criaturas del Cielo nos unimos a la caravana. Yo, en primer lugar, que para eso soy el Custodio de María. Y había tal aleteo de ángeles alrededor del matrimonio y tanta y tan buena música que hasta José se dio cuenta:
―¿Qué está ocurriendo, María? ¿Tenemos compañía?
Sonrió de nuevo mi Señora:
―Haremos un buen viaje, José; el Señor está con nosotros y sus ángeles nos escoltan.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Por ser la Virgen de Guadalupe

Hay un milagro aún más grande que el del retrato de Nuestra Señora en la tilma de Juan Diego. Me refiero a la evangelización de América: la Virgen de Guadalupe fue siempre por delante. Desde su aparición en México, las conversiones se multiplicaron por mil. Ella lo hizo todo, y hoy América entera canta a la Virgen guadalupana.

 

Homenaje a un colibrí

Diana me envía desde Colombia este poema cantado en honor de un colibrí. 

sábado, 11 de diciembre de 2010

Adviento (VI)

Los viajes de María




Cuando San Gabriel nos hizo notar que la casa de Nazaret corría peligro inminente de ser destruida por los mamelucos, los demás ángeles pensamos que había que tomar medidas urgentes. Estábamos, para que os hagáis una idea, en los últimos años del siglo XIII.
Nosotros no tenemos costumbre de interferir en la historia de los hombres; nos limitamos a interceder ante el Señor ―que no es poco― para que Él mueva los corazones y enderece lo que está torcido, si es su voluntad; pero en aquella ocasión nuestra súplica a Yahvé estuvo bien cargada de razones y también de vehemencia:
―¡Señor, es tu casa; aquella en la que viviste durante treinta años…!
―Mi casa es el seno de mi Madre ―nos respondió―, y ella nunca dejará de estar a mi lado. ¡Qué importa que desaparezcan unas pocas piedras!
―Para tu Madre, esas piedras representan todos sus recuerdos de niña, la visita del Arcángel, tus juegos cuando eras pequeño, el taller de José… Son piedras santas. Allí el Verbo se hizo carne…  
―¿Y qué queréis que haga? Son los hombres quienes deben defender esas reliquias.
En ese momento, con una sonrisa en los labios, como quien propone una travesura, la Virgen María preguntó en voz muy baja:
―¿Y por qué no las cambiamos de lugar?
Así fueron las cosas. A la Señora le gustan los viajes y no le importa deslumbrar a los hombres de vez en cuando con milagros líricos y domésticos que ella firma con un inequívoco toque femenino. Sólo a María se le pudo ocurrir la fantástica idea de viajar a Zaragoza desde Israel para consolar a un pobre predicador que no conseguía hacerse entender por los aragoneses. Los ángeles estamos acostumbrados a estas cosas: a un rosal que florece a destiempo, a un aroma de flores que acompaña a sus apariciones en la tierra, a un agua que lava las heridas del cuerpo y del alma, a un retrato de María grabado en la tilma de un indio mexicano… Por eso, cuando habló de trasladar su casa de sitio, comprendimos que el problema estaba resuelto.
El espacio aéreo europeo estaba abierto. Volamos a cinco mil pies de altura y, antes de llegar a nuestro destino, hicimos escala en Dalmacia. Al fin llegamos a un precioso campo de laureles al que llamamos Loreto. 
Esta es la historia. Ahora los hombres se sorprenden al comprobar que esas piedras nada tienen que ver con su entorno y que son iguales en todo a las de otras casas de Nazaret. Y no comprenden que en realidad son muy distintas: aquí a todas horas hay aleteos de ángeles que peregrinan a la casa de su Reina. Aquí aún resuena el eco de sus palabras: “yo soy la esclava del Señor. Hágase en mí tu Palabra”. 

Christmas exóticos (I)

A todos nos llegan cosas así. Yo las lanzo al globo para que la felicitación llegue más lejos.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Loreto


Hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Loreto, Patrona Italia, y también de la Aviación española y del ejército del Aire. Ignoro si los controladores aéreos se encomiendan a Ella.
No nos vendría mal. Felicidades a las 6 Loretos que ahora mismo figuran en mi agenda.

He ganado una limosna a los chinos.


El perdedor es uno de mis mendigos de cabecera; el único que no quiere decirme su nombre. Yo le llamo “Pollofrito” por algo que nos ocurrió hace meses y que ya conté en el globo.
Lo he encontrado en la puerta del mercado, su enclave habitual, un poco más encorvado que de costumbre, con una cerveza en la mano y dando saltitos para soportar mejor el frío. Nada más verme, viene hacia mí.
―Padre, hoy estoy arruinado…
―Arruinado no sé; pero no andas mal de cerveza esta tarde…
―¡La primera, te lo prometo! ¿Cuánto me vas a dar hoy?
―Vamos a ver ―le contesto mientras echo la mano al bolsillo―; creo que yo también estoy en crisis.
En ese momento Pollofrito sonríe con su par de dientes en ruinas, saca tres monedas no sé de dónde y me propone jugarnos la limosna “a los chinos”. El que gane se la lleva.
(Nota para no españoles: el juego de “los chinos” consiste en adivinar el número de monedas que guardan en la mano dos o más jugadores. Cada uno puede llevar un máximo de tres y un mínimo de cero. )
―De acuerdo, Pollofrito ―le digo―; hoy te arruino de verdad.
Pollofrito extiende el puño derecho y yo el izquierdo. Raquel y otro mendigo africano se acercan para ser testigos del lance.
―Tú hablas ―me dice―.
Yo, que llevo un euro en la mano, hago mis cálculos y apuesto:
―Dos…
Pollofrito dice que tres y se equivoca. En efecto, tenemos dos monedas; la suya es de 50 céntimos. 
―Has ganado ―reconoce con pena―, y me entrega sus cincuenta céntimos. 
Intento devolvérselos con mi euro de propina, pero los rechaza, ofendido. Dice que no; que él es muy legal y que cuando promete una cosa, cumple como un hombre.
Al final accede a quedarse con las monedas, no en concepto de limosna, sino de retribución por un servicio que le he encargado: ha quedado en rezar esta noche un padrenuestro por todos los curas del mundo, para que seamos buenos.
Para celebrarlo se atiza otro trago de cerveza y quedamos en que habrá revancha.


jueves, 9 de diciembre de 2010

Villancicos

El año pasado por estas fechas comencé a colgar belenes en el globo. Fueron tantos los que me llegaron del mundo entero que al final logramos reunir una buena colección.
Este año me propongo hacer algo parecido: seguiré poniendo belenes, pero, además, añadiré vídeos de villancicos.  Seguro de que en casa habréis grabado a los pequeños o a los mayores cantando a grito pelado junto al belén. Me encantaría recibir alguna de esas grabaciones.
Para empezar, un clásico con el que nos felicita Amparo.
  

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Adviento (V)

Los ojos de María

Los ángeles vimos su retrato antes que nadie. Después de la caída de Lucifer, cuando el mundo era sólo un caos informe, antes de que nacieran las galaxias, Dios nos lo mostró en lo alto del Cielo, como una primicia. 
El firmamento era un lienzo azul infinito sembrado de estrellas plateadas recién nacidas. Sobre ese tapiz, el pincel de Yahvé fue haciendo presente poco a poco a la criatura más hermosa que habíamos visto jamás. Era una figura grandiosa que parecía pisar con sus pies descalzos la línea del horizonte. Lucía un vestido muy simple, blanco como un serafín y engarzado en piedras preciosas que emitían luces de colores. Sobre su cabeza, Dios, con una sola pincelada, creó un velo de oro que nos ocultaba parte de su rostro, pero no sus ojos.
Los ojos de María. Nunca habíamos visto unos ojos humanos. Conocíamos la mirada ardiente de Yahvé, que traspasa y enciende como un rayo irresistible. Es de fuego esa mirada que endiosa todo lo que toca. Se comprende que los hombres algunas veces traten de huir de ella, sin comprender que en ella está su salvación. Sin embargo los ojos de la Señora eran diferentes. Sé que soy torpe; no tengo ningún punto de referencia que me ayude a describirlos. Ignoro si eran negros, verdes o azules. Sé que brillaban tenuemente, que  acariciaban como las alas de un ángel y que también sonreían. 
Entonces habló Yahvé:
―Será mi Hija, mi Esposa y mi Madre. Será también vuestra Reina y Señora; la más preciosa, la criatura más cercana a mí. Vendrá en Nazaret a su tiempo, como una flor que nadie podrá mancillar. Su corazón será el mío; sus entrañas, mi hogar. La llamarán de mil maneras: cada pueblo le dará un nombre para sentirla más cerca y poder tutearla. Yo la he llamado ya “Llena de Gracia”.
Cuando llegue el final de los tiempos, volveréis a verla como ahora, coronada de estrellas, con la luna a sus pies, en lo alto del Cielo.
Inmediatamente el lienzo desapareció, y Dios continuó su trabajo 

martes, 7 de diciembre de 2010

En una hora y cuarto

A las 8 en punto de la mañana telefoneo a mi compañía de seguros.
―Línea directa. Le habla Raquel. ¿En qué puedo atenderle?
Después de identificarme con mi número de póliza, nombre y domicilio, continúo.
―Tengo el coche estacionado en el parking, pero no funciona. Al parecer se ha quedado sin batería.
―¿Me dice la dirección del parking?
Le facilito todos los datos a Raquel, que parece una chica muy espabilada, y concluye.
―Dentro de tres cuartos de hora aproximadamente llegará la grúa. Si es necesario llevaremos su automóvil a un taller. ¿Tiene preferencia por alguno?
―No, bueno, yo…
―De acuerdo. Tómese un café y espere. Le avisaremos por teléfono cuando llegue allí la grúa.
El café pude tomármelo; la tostada, solo a medias. A las 8,20 me llega un SMS: la grúa ha llegado ya. 
Salgo corriendo. El conductor lleva una carpeta con instrucciones.
―¡Anda, demás se viste de cura!
―No querrá que me vista de bombero; soy cura.
―Pero esas cosas ya no se llevan.
―Y usted, ¿por qué lleva ese casco y el chaleco antibalas…
―Antibalas, no; “antirefrescante” 
Lo dice en broma, por supuesto, y añade que Lo lleva porque está de servicio.
―Pues yo estoy siempre de servicio. Así que vamos por el coche.
A las 8,30, después de quitar la válvula del freno de mano, que es la culpable del desaguisado y recomendarme un taller para que me la sustituyan por una nueva, pone en marcha el coche y aprovecha que los dos estamos de servicio para hacerme una consulta jurídico-canónica.
Me cuenta que ha casado muy mal a la chica; que el marido, además de golfo, se gasta lo que no tiene en el casino de Torrelodones, jugando a las cartas o apostando en Internet. 
―Me dice mi cuñado que por veinte mil duros la Iglesia te da la nulidad. ¿Es verdad o no es verdad?
A las 8,45, llamamos a un colega más experto que yo y milagrosamente contesta. Lo de los veinte mil duros queda descartado. El resto, habrá que verlo despacio.
A las 9 de la mañana, entro en Midas, un taller rápido y eficaz. Mientras consumo un segundo café, el coche ya está reparado.
―Con las escobillas, son 70 euros, caballero. 
Me revienta que me llamen “caballero”, pero les suelto 5 euritos de propina. 

 


lunes, 6 de diciembre de 2010

Finde con boda, alarma y sueño


Una huelga de controladores aéreos mantuvo en tierra el globo durante más de 24 horas. No había ocurrido nada semejante desde que se elevó por primera vez en febrero de 2007.
Decretado por el gobierno el “estado de alarma”, trato de sentirme alarmado. De momento, sólo noto cansancio y un sueño incontrolable que me insta a pasar el puente sin más sobresaltos que los necesarios. Hemos tenido boda, en efecto; pero ¿por qué serán tan agotadoras las fiestas? Kloster y yo, que ya no estamos para demasiados excesos, regresamos navegando entre una niebla densa y pegajosa que se incrusta en el parabrisas.
En Lerma hacemos una parada técnica en el Hotel Alisa.
―Padre ―me aborda un ciudadano de prominente abdomen, boina incrustada en la calavera y chaquetón azul―, la biblia dice que hay que llevarse bien con todos, ¿no es eso?
Trato de ser amable a pesar del pestazo de vino que exhala el ciudadano en cuestión, y le respondo que sí, que más o menos.
―Pues yo no me llevo bien con mi mujer ni con el gobierno. ¿Me condeno?
La mujer sale en ese momento de la cafetería y sorprende a su marido a mitad de carcajada.
De nuevo en el coche, siento como si la niebla fuese un pasajero más. Para combatir el sueño, le pido a Kloster que me predique en voz alta la meditación. Me habla de San Nicolás de Bari, personaje un tanto misterioso, cuya fiesta se celebra hoy en media Europa y también en el Opus Dei donde se le venera como Intercesor. Luego me recuerda que estamos en la recta final de la Novena de la Inmaculada y se detiene contemplando la escena de la Anunciación. 
La facundia de Kloster es admirable: hablando, hablando, llegamos a la siguiente parada: San Agustín de Guadalix, donde nos sentamos a leer la prensa para ahuyentar definitivamente el sueño.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Adviento (IV)



―¿Por qué tardó tanto Jesús en llegar a la tierra? 
―Porque Él lo dispuso así. Nos dijo que debía aparecer casi al final de la historia, cuando apenas quedasen unos pocos milenos para su segunda y definitiva venida. 
Antes de eso pasaron miles de millones de años. ¿Por qué? Podría deciros que no es sencillo dejar bien dispuestas las galaxias sin olvidar detalle alguno. Fijaos sólo en lo que cuesta preparar en cualquier casa la mesa de Navidad con el árbol y el Nacimiento incluidos. Pues bien, Dios no es minimalista. Es verdad que no necesita del tiempo; le basta un instante de eternidad para crear y recrear el mundo un millón de veces; pero él se deleita en el número de pétalos de cada flor, en la gama completa de los colores del universo, aunque la mayor parte no sean vistos jamás por ojo humano. Y le gusta que los ángeles opinemos, que vayamos coloreando las cosas que salen de su corazón y pongamos música al surcar de los planetas, al roce de la brisa con árboles del bosque, al eco de las montañas.
¿Creéis que es fácil pintar un millón de puestas de sol cada anochecer? Y no penséis sólo en la tierra: hay infinitos paisajes en el cosmos, cuya perfección nadie apreciará; sólo los ángeles. Y esa belleza no es casual; no está ahí como una especie de accidente imprevisto. Todo lo que es bello es bueno y armonioso porque canta la belleza, la bondad y la armonía del Creador.
Gratias agimus tibi propter magnam gloriam tuam!  Te damos gracias, Señor, por tu inmensa gloria, por esa leve chispa de luz que los hombres y los ángeles podemos contemplar en este mundo.  Valdría la pena sufrir mil veces las penalidades de la vida humana en la tierra sólo por presenciar una vez el espectáculo grandioso y terrible del amanecer en cada uno de los planetas que llenan las galaxias.
¿Pero acaso no vale pena también sufrir lo que sea necesario por ver sonreír a un niño, por enjugar las lágrimas de un inocente o por sentirse querido sin condiciones, incluso por aquellos que conocen vuestras miserias?
¡Si los hombre entendierais el don de Dios!