jueves, 31 de diciembre de 2009

Benedicto XVI nos felicita

El Christmas del Santo Padre

El texto manuscrito (haced clic encima para leerlo mejor) dice así:

Lux fulgebit hodie super nos, quia natus est nobis Dominus
(Missale Romanum)
Benedictus XVI
In Nativitate Domini
2009

Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor
(Misal Romano)
Benedicto XVI
En la Natividad del Señor
2009

Belenes del mundo (XI)


Desde Atenas, alguien que prefiere quedar en el anonimato me manda esta fotografía. No me dice dónde está tomada, pero da la impresión de que se trata de un detalle de un belén bastante grande.

¿Qué me sugiere?: el magnífico discurso de San Pablo en la colina del Areopago y las risas de los que le oyeron hablar de la resurrección de Cristo. Aquel fracaso aparente dio un fruto esplendoroso. Jesús nace también en Grecia.


Y de Atenas al Trópico. Un amigo venezolano me envía esto. Si agrandáis la imagen, veréis que la cueva es medio coco vacío. Las imágenes están talladas en madera. Precioso.

No lo están pasando bien en Venezuela, y los cristianos hemos de tener el corazón repartido por todo el Planeta: la globalización es también esto: rezar por quienes abren camino a Jesucristo en tantos países del mundo.


miércoles, 30 de diciembre de 2009

Belenes del mundo (X)


Mañana o pasado pondré un auténtico belén africano que me mandan desde León. Éste es un nacimiento español que Diego me envía desde Nairobi con la siguiente explicación:

"Aprovecho su serie de belenes del mundo para enviarle el nuestro. No es gran cosa, lo reconozco, pero he de decir que estamos recién llegados a Nairobi, hace poco más de 24 horas que llegamos a la capital keniata, y lo primero que hicimos mi mujer y yo fue colocar el nacimiento. La verdad es que el belén no es de aquí, como seguro que es obvio, sino de España. Pero nos sirve para, además de tener presente a la Sagrada Familia, poner en nuestra casa a nuestras familias (es un regalo de mis padres).

Pronto montaremos un blog acerca de nuestras impresiones sobre Kenia. Por el momento está siendo una aventura muy chula: nos casamos hace un mes y, así de repente, nos hemos venido a vivir a Kenia. En el mejor momento de una familia, si me permite añadirlo."


Espero ver ese blog muy pronto. Su hermana, que anda por América y es lectora habitual de este globo, podría seguir su ejemplo y hacer otro.

Belenes del mundo (IX)


Al
fin me llega un belén desde Madrid. Es sólo un detalle del que han montado en Eresma, en la calle Velázquez. Desde Asturias me acuerdo muchas veces de quienes viven y trabajan allí. Sólo espero que, cuando regrese, no hayan desmontado ya el Nacimiento como otros años.

Ahora se me ocurre que debería enseñaros el belén de mi casa. Seguro que en un par de días me mandan una buena foto. ¿O no?


Éste me llega de Austria: montañas, nieve, una barca como portal, redes de pesca, ovejas, gallinas... y una cuerda misteriosa que cae de lo alto. Magnífico: los belenes tienen que ser así, un poco desordenados.

Recuerdo uno que pusieron las niñas de Aldeafuente hace muchos años: el portal estaba abarrotado; parecía la entrada del Metro en hora punta. Yo conté hasta 6 niños Jesús.

martes, 29 de diciembre de 2009

¿Cuento de Navidad?

Parecía un cuento de Navidad, pero ha resultado casi una historia de terror.


Belenes del mundo (VIII)

Jesús nace también en Eslovaquia. No resulta fácil comentar una imagen tan sencilla, pero ¿no es conmovedor ver repetida la misma escena en países tan distantes? La Navidad es universal y los belenes llenan el mundo.

A mí me sorprende aún más tener lectores al otro lado de lo que llamábamos hace treinta años "el telón de acero".

Trieste está un poco más cerca; en el Norte Oriental de Italia, a orillas del Adriático. Es graciosa la idea de este belén marinero. La estrella del Oriente también es marina, como el portal.

Sí, hay que meter el belén mar adentro para que el Señor pesque desde la cuna.

¿Sólo un poema?


Manuel Ballesteros (León 1954) ha escrito varios poemarios y también relatos breves. Yo acabo de descubrirlo en su último libro -"Al otro lado"- que me ha impresionado notablemente. Este es uno de sus poemas.



No
tuve mucha suerte. Hubiera sido,
si juzgo por los rasgos de familia,
un hombre tolerante, aficionado
a la buena pintura y a la música,
lector infatigable y algo crédulo,
enemigo de todo dogmatismo,
flexible, liberal, acerbo crítico
de nuestra tradición judeocristiana,
proclive a lo oriental, ecologista,
de la izquierda selecta, un ilustrado
del siglo XXI, residente,
más que probablemente, en un chalet
demotizado, de diseño, en una
exclusiva, atrayente, silenciosa,
¡ay!, urbanización de alto standing.
Pero no tuve suerte y me engendraron
en medio del invierno, de improviso,
una noche de amor, quizá, o de whisky,
sin planos, sin proyectos, sin haberme
buscado expresamente. Fueron días
difíciles en casa, se estudiaron
los contras y los pros, se sopesaron
códigos, argumentos, circunstancias,
se evacuaron consultas y, por fin,
(apremiaban los plazos y los médicos)
papá y mamá dictaron su sentencia:
"no se trata de un niño deseado,
existen evidentes riesgos psíquicos:
procede interrumpir". E interrumpieron.

Manuel Ballesteros. Al otro lado, Ed. Devenir, Madrid 2009.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Las figuras rotas

Una reflexión especial quisiera tener para vosotras, mujeres que habéis recurrido al aborto.(…) El Padre de toda misericordia os espera para ofreceros su perdón y su paz en el sacramento de la reconciliación. Os daréis cuenta de que nada está perdido, y podréis pedir perdón también a vuestro hijo que ahora vive en el Señor.
Juan Pablo II, Enc. Evangelium vitae


..Entonces el Niño, por primera vez, abrió los ojos, que eran negros como los de María, y miró al Cielo, justo a donde estaba Oriente. Y el corazón de la estrella empezó a hacer pum pum, pum pum, pum pum..., como una zambomba.

Salomé, que escuchaba embobada el relato del pastor, hizo un gesto de incredulidad.

—¡No digas cosas raras, Zabulón! ¿Se puede saber de donde te sacas esas fantasías? Las estrellas no tienen corazón.

—Eso es lo que tú te crees. Me lo ha dicho el ángel; para que te enteres.

—Así que es otro de esos cuentos suyos. Me parece que con tanta historia te está comiendo el poco seso que te queda. A ver si te has creído que las estrellas son personas. No, hijo, no: son sólo luces, y nada más.

—Las otras sí; pero Oriente es distinta. Es como tú y como yo, sólo que en estrella. Gabriel me ha explicado que es la luz más importante del firmamento. Lo que pasa es que no debemos decírselo ni comentarlo en voz muy alta, no sea que nos escuche y se ponga vanidosa.

—¡Gabriel, Gabriel…! Menuda perra has cogido tú con ese ángel. Hala, déjame trabajar, que me vas a contagiar y acabaré viendo visiones yo también.

El pastor se aleja cantando y lanza piedras al río, según él para sacar chispas sobre el espejo del agua. Salomé, entre tanto, pone a secar los pañales sobre una roca, y sonríe por dentro con las cosas de Zabulón.

—Zabulón.

—¿Qué quieres ahora?

—Mira, hijo, no sé si tienes razón o no; pero lo mejor es que no cuentes a nadie estas cosas, ¿me comprendes?

—¡Claro!, ¿Te crees que soy tonto, o qué?

—Pues, la verdad…

* * *

Tan encantada estaba la estrella con el Niño y con su Madre que ni siquiera tenía tiempo para espiar las conversaciones de los que rondaban el Portal.

Anochecía una jornada más en Belén. Oriente volvió a reducir la intensidad de su luz para no deslumbrar a la Señora. Y, justo en aquel momento, el más hermoso de los recién nacidos abrió los ojos, y Dios empezó a mirar el mundo desde aquí abajo, a través de la pupila asombrada de un Niño.

Primero vio otros ojos iguales a los suyos, que parecieron llenarse de rocío, mientras unos labios le sonreían. Luego, poco a poco, fue descubriendo cada rincón de la gruta: la barba de San José, las orejas picudas del borrico, las paredes de arcilla empapadas de humedad, el heno tibio del pesebre, y la golondrina, que entraba y salía del nido como un relámpago abanicando el techo con sus alas. Enseguida, a través del ventanuco, vio las nubes en el horizonte, que se desangraban sobre el perfil violeta de las montañas; y millones de luces en el firmamento, cada una con su nombre recibido de Yahvé al comienzo de todo.

María y Jesús levantaron la vista a la vez hacia lo alto cuando el Niño pareció señalar con su manita derecha.

—¿Te has fijado, José? Es como si quisiera enseñarnos la estrella…

Todas las luces del universo se estremecieron. Y Oriente, al notar que los ojos de Jesús le miraban, pensó que había llegado su hora e iba a morir sin remedio. Y es que, en el centro mismo de su pecho, un corazón de fuego le latía como un volcán, o, como dijo Zabulón, como una zambomba.

Acostumbrada a contar los milenios como si fueran segundos, Oriente nunca supo cuánto duró aquel inesperado terremoto. Pero ¡qué breve le pareció la casi eternidad de donde venía, comparada con el instante en que abrió los ojos Jesús!

Entonces las vio.

¿Qué eran? ¿Cometas perdidos? ¿Fuegos artificiales? Algo como centellas que subían desde la tierra entre un campanilleo de plata y cristales.

Oriente ya no se hacía preguntas. Era tan insólito todo lo que le ocurría… Tal vez, como otras veces, se lo explicara Gabriel.

De pronto, una chispa se coló en sus dominios.

—¡Hola!

(Otra sorpresa: aquella motita brillante hablaba).

—Hola, ¿Y tú quién eres?

—No lo sé.

—¿Cómo que no lo sabes? Todo el mundo sabe quién es.

—Pues yo no. ¿Y tú?

—Yo soy una estrella, y me llamo Oriente. ¿Te gusta mi nombre? Me lo puso el mismo Dios hace millones de años… Oye, ¿tú no serás un ángel, verdad?

—¡Nooo!

La chispa parecía divertida.

—Entonces, ¿qué eres, otra estrella?

—No. Soy sólo una figura rota del belén de Dios…

—Una… ¿qué?

—Mi sitio estaba allí abajo. No sé cómo llegué ni con qué misión. Pero Dios me había reservado un papel.

—Pues, para no saber quién eres, sabes mucho.

—Sí, pero aún no conozco mi nombre. Tampoco lo saben ésos que ves subir al Cielo. Somos los niños ajusticiados de Belén. Herodes nos tenía miedo y dispuso que muriéramos para que su reino no corriese peligro.

—¿Miedo? ¿Cómo os podía tener miedo un rey tan poderoso?

—Siempre se mata por miedo, Oriente.

Desde su primer encuentro con el Arcángel, la estrella ya sabía que lo suyo era preguntar y no entender las respuestas. Pero, aun así, durante un instante guardó silencio como si tuviera necesidad de reflexionar.

Cuando quiso darse cuenta, la chispa había desaparecido, y el horizonte estaba otra vez oscuro y sereno. Cada astro ocupaba exactamente el lugar del cosmos en que Yahvé lo puso. Y Oriente se sintió más sola que nunca. Y volvió a mirar al Portal, donde el Niño dormía.

* * *

—¿Estás triste, Oriente?

El Ángel había llegado de improviso y casi le sobresaltó con su pregunta.

—Me ha mirado el Niño —contestó la estrella—. ¿Lo sabías?

—Claro…

—Así que ha sido cosa tuya.

—Fue sencillo. No me pusieron muchos inconvenientes allí arriba. Es más, supongo que Yahvé lo tenía previsto desde toda la eternidad.

—Ya…

Oriente parecía distraída, como si pensara en otra cosa. Qué extraño: tantos siglos hablando sola, y ahora no tenía ganas de conversación.

Al fin la estrella dijo:

—¿Y las figuras rotas?

San Gabriel la miró sorprendido.

—¿Qué ocurre con las figuras rotas?

—¿También estaban previstas desde toda la eternidad?

Las palabras le salieron amargas y duras como un trueno. La propia Oriente se sobresaltó al oír el sonido de su voz. ¿Qué le estaba ocurriendo? Alguien trataba de aturdirla con mil pensamientos oscuros que jamás había tenido antes. ¿Qué día era aquél, en que una estrella podía sentir tristeza hasta las lágrimas, angustia, desesperanza, miedo…, igual que los hombres? ¿Por qué tenía que ser ella la elegida para alumbrar el cielo en esa noche terrible tan llena de amor y de odio?

El Arcángel volvió a mirarla con ternura.

—Así que ya sabes lo de las figuras rotas…

Oriente estaba avergonzada y confusa:

—¿Qué me pasa, Gabriel? ¿Por qué digo y pienso estas cosas que yo misma no entiendo?

—Porque Yahvé ha querido que participes de su dolor. Mira, Oriente, no creas que eres tú la única criatura del firmamento que ha llorado esta noche. Cada vez que muere un niño a manos de otro hombre, todo el universo padece. También los ojos de Jesús, recién abiertos, se han llenado de lágrimas para bautizar con su llanto las almas de los Inocentes. Necesitaba Yahvé aliviar su pena, y se ha desahogado en su Hijo y, al mismo tiempo, en el dolor de las estrellas del Cielo, de los planetas y sus lunas, de los montes y de los grandes océanos, de los ángeles… Hasta la última hoja de los árboles ha notado el escalofrío de este crimen. El Cosmos entero sufre, Oriente…

—Pero yo…

—Es cierto: jamás lo habías sentido. Y debes dar gracias a Yahvé, que te ha concedido el don de saborear tu propio sufrimiento. Los demás cuerpos celestes no tienen este privilegio.

La estrella escuchaba el discurso del Ángel, y aunque le parecía cada vez más profundo, también se le hacía más claro y luminoso. Tanto que empezó a preguntarse si, en verdad, ella misma no sería algo más que una simple luz del cielo.

La voz del Arcángel volvió a sacarla de sus reflexiones:

—¿Sabes cuántos universos existen, Oriente?

—No sé —respondió la estrella—. Haces unas preguntas muy extrañas…

—Hay un universo que a los hombres impresiona mucho: éste del que tú formas parte y que Dios creó como decorado de su belén. En el fondo, como ves, no es gran cosa, a pesar de que allí abajo, se queden fascinados por su tamaño y por las distancias entre los astros. Como si la grandeza se midiera en leguas o en años luz. No ven que hay otros miles de millones de universos, mínimos en apariencia, pero mucho más importantes…

—Los hombres, ¿verdad?

—Sí. Y, sobre todo, los niños. Ellos son más preciosos que todos los soles del firmamento, porque cada uno es capaz de contener al Infinito.

—¿Como es eso?

Gabriel reflexionó un instante. Luego, en voz muy baja, como quien revela un secreto, contestó:

—Cierra los ojos, Oriente, e imagínate que hubiese un espejo capaz de reflejar por completo el rostro de Yahvé con toda su belleza, su bondad, su omnipotencia, su inmensidad…?

—¿Un espejo?

—Sí. Dios lo ha creado ya. Te hablo del espíritu humano, esa chispa divina que Él pone en cada niño cuando se forma en el seno de su madre. Parece poca cosa, pero es un cristal limpísimo donde Dios puede mirarse; un espejo que irradia la imagen de Creador y al mismo tiempo la retiene y conserva. Allí Yahvé se asoma y, al reconocerse, deja esculpida su propia mirada y toda la inefable belleza de su semblante. Entonces el propio espejo se transforma, se endiosa, y endiosa el marco, el cuerpo en el que habita. Eso es lo que los hombres llaman Gracia. ¿Lo entiendes?

—¿Puedo entenderlo?

—No, Oriente; me temo que no puedes, aunque hayas aprendido mucho en estos últimos siglos. Pero sí comprenderás una cosa: que, cuando alguien mata a un niño, rompe ese espejo y la imagen de Dios salta hecha añicos… Es terrible; peor que si todo el universo material se desintegrara. Por eso el dolor de Yahvé se expande como un eco sobrecogedor hasta llenar el cosmos; su llanto alcanza el último átomo de las galaxias.

Oriente volvió a mirar hacia la gruta. Era media noche, y Jesús lloraba como todos los niños. María, como todas las madres, lo tomaba en brazos y trataba de calmarlo cantándole al oído una canción vieja, dulce e incomprensible como las palabras de un ángel.

—Gabriel.

—Dime, Oriente.

—¿Dónde están las figuras rotas?

—Con Yahvé. Ellas son las únicas que no han sufrido. Al contrario; han recibido ya el nombre que Dios les puso antes de crear este universo. Han sido bautizados en su sangre con las lágrimas de Jesús, y se han convertido en patronos y protectores de millones de figuras rotas que hacen estremecerse cada día a la creación entera.

—¿Más figuras rotas?

—Tú no puedes verlas… Olvídalas.

—Sabes muy bien —respondió la estrella— que no puedo. Hasta hace bien poco ni siquiera conocía mi nombre, y ahora, que sé tantas cosas, me veo más ignorante que nunca. Dime, Gabriel: ¿dónde están esas otras figuras rotas?

El Arcángel miró a lo alto e hizo un gesto impreciso:

—Por ahí… Van de la tierra al cielo a todas horas… Pero es una historia triste y no querría amargarte precisamente la noche más alegre de la Creación.
Oriente sonrió.

—Mira, Gabriel, no soy quién para darte lecciones, pero creo que debemos llegar hasta el final. Formo parte del belén de Dios, y es preciso que entienda el sentido de cada una de las lágrimas del Niño. Tú mismo me has dicho que, por gracia de Yahvé, hoy estoy en condiciones de paladear mi sufrimiento. No te preocupes; aunque esta estrella sea torpe e ignorante, sabrá soportar el dolor sin que disminuya su luminosidad ni su belleza. Seguiré cumpliendo mi papel.

El Arcángel guardó silencio. Él, siempre tan locuaz, no sabía por dónde empezar. Al fin preguntó:

—¿Verdad que sería espantoso que un ángel custodio tratase de hacer daño a su ahijado?

Oriente le miró desconcertada.

—No hablas en serio, ¿verdad?

—Desde luego que sí —respondió el Arcángel—. Y la historia es todavía más triste. Tú sabes que Yahvé todo lo hace bien, y por tanto, cuando designa un ángel de la guarda piensa primero en la criatura que tendrá bajo su protección, y le crea el ángel idóneo, el que podrá cumplir la tarea del modo más perfecto.

—Pero entonces, ¿no sois iguales todos los ángeles?

—¿Iguales? ¡Qué cosas tienes, Oriente? El Cielo es mucho más variado y rico que la tierra. Somos tan distintos que apenas tenemos en común el nombre genérico de ángeles, que apenas significa nada… Pero a lo que iba: cada niño recibe a su custodio un segundo después de nacer, en el mismo momento en que rompe a llorar, y no antes. Y esto es así porque Dios dispuso que, mientras esté en el seno materno, no tenga más ángel que su propia madre. ¿Para qué necesitaría otro? Las madres (guárdame el secreto, Oriente, por favor) son el modelo en que Yahvé se inspiró, antes de que el mundo existiese, para crear a cada uno de los custodios. Y, para formar a las madres, pensó en María.

La estrella miró hacia la gruta. El Niño dormía en los brazos de la Llena de Gracia. Y Oriente comprendió que era verdad todo lo que le decía Gabriel. Lo extraño es que no lo hubiese deducido ella sola al contemplar la belleza de su Señora.

Por un momento, San Gabriel pensó no decir nada más, ya que la estrella parecía haberse olvidado de las figuras rotas. Pero, después de una pausa, continuó:

—¿Eres capaz de concebir una tarea más grande, más importante y noble que ésta?: ser el Ángel Custodio de un niño durante nueve meses; darle carne y sangre; alimentarlo a todas hora; unir su suerte a la propia suerte; sufrir por él y con él… Y, al final, dejarlo en el mundo, para que otro ángel —más modesto, desde luego— lo lleve de la mano.

Oriente no respondió. Escuchaba fascinada y temblorosa. Quizá adivinaba ya el final de la historia.

—Lo malo es que algunas veces los Custodios no llegan a conocer a sus ahijados, porque las madres deciden librarse de ellos. Cuando esto ocurre, los ángeles del Cielo se unen al llanto del Niño.

Tantas preguntas se le ocurrían a la estrella, que no sabía cuál hacer primero. Era consciente, por otra parte, que nunca comprendería las respuestas.

—Y Yahvé… —preguntó al fin— ¿puede perdonar todo esto?

El Ángel por un momento recuperó la sonrisa:

—Si conocieras la misericordia de Dios, no serías una estrella… Ya has visto la marcha al Cielo de los Inocentes: ellos han abierto el camino de las demás figuras rotas. Y has visto también las lágrimas de Jesús, que pueden lavarlo todo: incluso los crímenes de unos ángeles ignorantes, que no saben lo que hacen. Pero es preciso sufrir un poco para ayudar al Niño… Tú también, Oriente.

* * *

Amanecía en Belén cuando la estrella despertó sobresaltada.

—No puede ser —se dijo—. Las estrellas no duermen. Y si duermen, no sueñan. Esto significa que en realidad no he soñado lo que soñé. Por tanto, lo más probable es que todo haya sido un sueño.

Satisfecha con su deducción, trató de repasar los detalles de su soñada conversación con el Ángel; pero la memoria de las estrellas es como la de los viejos, capaz de recordar con pelos y señales las más viejas historias y capaz de olvidar lo más reciente. El caso es que se había quedado en blanco. Sólo le quedaba en el ánimo como una nube triste.

Estiró su cola de plata, y miró hacia el Portal. María, José y el Niño habían desaparecido con el borrico que los trajo. Sólo quedaba el buey.

Salomé, junto al manantial, trataba de consolar a Zabulón, que lloraba a moco tendido. La posada despertaba lentamente. A lo lejos aún se veía la estela de polvo que levantaban los camellos de los Magos, en su regreso a casa.

Entonces Oriente volvió a sentirse sola, más sola incluso que cuando estaba colgada en el cielo sin conocer su nombre.

—Mi misión ha terminado, se dijo.

Y notó que el Ángel la llevaba hacia lo alto; que su cola de espuma se disolvía en el firmamento; que Belén estaba cada vez más lejos.

Los Inocentes no son una inocentada


Anteayer una niña con cara de buena llamada Paula, me pidió que le firmara un ejemplar de "El belén que puso Dios". Como vi que se trataba de una de las primeras ediciones, le advertí que le faltaba un capítulo, que añadí un año más tarde. A Paula le daba lo mismo, así que le dediqué con mucho gusto el libro.

Hoy, sin embargo, quiero regalarle ese capítulo. Me costó tanto escribirlo que sólo me decidí a incluirlo a partir de la cuarta edición. Habla de los Inocentes, los niños ajusticiados por Herodes, que hoy celebran su fiesta.

Gran misterio éste de los Inocentes. Nunca supieron que morían ni por qué morían, pero la Iglesia los venera como mártires. La referencia a los niños abortados es obligada.

A las 12 del mediodía, más o menos, pondré aquí ese capítulo, el más largo del libro. Necesito un poco de tiempo para buscar algunas imágenes que lo ilustren.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Belenes del mundo (VII)


Veamos: las niñas de Enalba han hecho un belén-bazar en el que hay de todo. Haced clic sobre la foto y veréis: una regadera, una jaula con pájaro dentro, un tambor, unos zuecos, una ristra de ajos, un farol, un botijo, varios cacharros de loza, un par de libros... ¿Qué más?

Supongo que detrás de todo esto hay también un significado: Ese conjunto de objetos nos hablan de la vida ordinaria, que es como un rompecabezas variopinto y caótico. Si lo ponemos a los pies del Señor, Él lo pondrá en orden y sabremos santificarlo.


¿Y éste? Lo siento, ya no recuerdo de dónde me lo mandaron; pero me gustan las figuras artesanales a pesar de que algunas tienen un cierto aire de caricatura.

Belenes del mundo (VI)

Los nacimientos italianos son insuperables: ved si no el "presepe si sabbia", o sea, el belén de arena que me enviaron anteayer.

Estas obras de arte efímeras, destinadas a desaparecer en pocos días, son admirables pero producen siempre una cierta tristeza.

También hay personas que viven una Navidad de arena: por unos días entran en una especie de burbuja de colores, de generosidad, de entrega a los demás; pero al primer embate de las olas, despiertan del sueño y regresan a lo que ellos llaman "el mundo real", donde la arena es sólo arena, mezquindad, egoísmo y tristeza.

No pongamos nunca en nuestra alma un nacimiento de arena.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Enalba


Según el diccionario de la Academia, "enalbar" significa caldear y encender el hierro en la fragua hasta que parece blanco. Ignoro si el nombre "Enalba" procede de ahí, pero bien podría ser, ya que así se llama el club de bachilleres de Gijón donde he estado hace una hora predicando la meditación, y parece que, en efecto, de eso se trata: de encender a las niñas en el amor a Dios, de que se pogan al rojo vivo para que a su vez contagien a otras muchas.

Enalba tiene tiene una página web llena de color y de movimiento que refleja perfectamente el ambiente del Club. Aquí la encontraréis. La fotografía..., la robé de esa página naturalmente.


Belenes del mundo (V)

Enrique, tocayo peruano, me envía un nacimiento de su tierra con la siguiente descripción:


"Siguiendo el sentido horario, y empezando por el Niño, éstos son los personajes:

Niño Jesús: con un "chullo", cubreorejas tradicional de la sierra del Perú.
San José
Alpaca
: animalito típico de por acá, del altiplano. Su lana es fina y se usa para hacer chompas (suéter o jersey) muy abrigadoras y de tela muy suave al tacto.
Oveja
: sí la conoces
Llama
: animalito también típico. La gente de la puna del Perú se alimenta de su carne y usa su lana para vestido.
Vaca
: por lo de san Francisco, ¿vio?
Santa María"


viernes, 25 de diciembre de 2009

Belenes del mundo (IV)

El belén de Solavieya
Este año es una especie de selva tropical
Aquí dirigí ayer la meditación de la Nochebuena. Dije lo que siempre he pensado: que en el belén el Señor está presente de una forma especial. Dios se acerca tímidamente como lo hacen los niños y nos pregunta:

-¿Me dejáis jugar con vosotros?


Jugar con Dios es bien sencillo. Basta con que agachemos la cabeza un poco para ponernos a su altura.



Y aquí un belén montañero recién llegado desde los Alpes italianos



jueves, 24 de diciembre de 2009

Nochebuena con música

¿Se puede saber qué haces ahí frente al ordenador? ¡Es nochebuena! ¡Apaga esa máquina infernal y disponte a celebrarla quedándote un rato en el Belén! A ver si eres capaz de cantar un villancico como éste.



Sin embargo, la nana más bonita de toda la historia es ésta que viene a continuación. La Virgen María se la canta al Niño Jesus con la prodigiosa voz de Pasión Vega. Alguien felicitó las Pascuas el año pasado con esta canción y yo la tomo prestada de YouTube para desearos a todos una Navidad muy feliz. Si os metéis en el Belén, allí nos encontraremos.


Belenes del mundo (III)


Este Belén está en Melbourne, Australia; representa un "shearing shed", donde transquilan a las ovejas. Acaba de enviarmelo Fr. Joseph Pich, que ha sido el primero en responder a mi petición de belenes.

Vamos a rezar por Australia y por la labor apostólica en aquel país. La última visita del Papa ha sido muy importante para aquella tierra.

(Yo no acabo de acostumbrarme a que, en la red, todo sea tan veloz).

Belenes del mundo (II)

Desde hoy mismo y hasta que termine el tiempo de Navidad, iré publicando en este globo fotografías buenas de belenes. Tengo guardadas en mi ordenador una treintena, pero si me mandáis algunas con un breve comentario, las pondremos también.

No se trata de hacer un concurso. Sólo quisiera que esas imágenes os ayuden a vivir un poco mejor la Navidad igual que me han ayudado a mí. Por eso subrayo que las fotografías deberían ser buenas, nítidas. Y que se amplien convenientemente haciendo clic encima.

Aquí tenéis la primera. Sólo sé que el belén es español. Igual que este otro: me gustan mucho los belenes con dos pisos y escaleras.



miércoles, 23 de diciembre de 2009

Un Belén romano (I)


Giuseppe me envía desde Roma la fotografía de este belén. Si hacéis clic encima, la veréis con todo detalle.

Me gusta mucho. Me encanta que tenga ovejas (yo pondría un centenar) y patos, y ropa tendida, y un ángel asomado a la ventana. Y tienen gracia los anacronismos: por ejemplo, la cruz en lo alto de la casa y la imagen de la Virgen que se intuye en la pared, bajo un tejadillo, a la manera de las edicole romanas.

Me gustaría rezar en un belén así, y meterme entre la multitud con mis regalos para el niño. Claro que tampoco está mal el belén tropical de Solavieya. Mañana hablaré de él.

Las etiquetas


No me había hecho muchas ilusiones sobre las virtudes literarias de aquella novela policiaca. En el fondo sólo aspiraba a descubrir al asesino antes que el detective; pero tropecé con el escollo de la primera frase: “el comisario vestía un traje de seiscientos dólares.”

No se me ocurre un recurso más pobre para explicar las características de una indumentaria; pero es costumbre en la literatura norteamericana de consumo describir el abrigo o los guantes de los personajes por el procedimiento de colgarles el precio. Los escritores españoles aún no han caído en el mismo tópico. Entre nosotros el punto de referencia no es el euro, sino la etiqueta.

En otros tiempos las etiquetas solían ocultarse en el forro de las prendas de vestir; sólo los horteras fumaban puros con la vitola al aire. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX y en lo que llevamos de XXI, los comerciantes han conseguido que los ciudadanos hagamos propaganda gratuita de sus productos. Es más, pagamos con gusto un suplemento con tal de que nos permitan desplegar en la solapa, en el bolsillo trasero del pantalón o en el parabrisas del coche, el logotipo y el nombre de su acreditada firma. No sé cómo hemos llegado a semejante estado de mentecatez colectiva, pero los consumidores soñamos con ser hombres anuncio de Loewe, Ray-ban o Mercedes Benz. Es nuestra forma de decir que tenemos buen gusto, que somos ricos y que nos hemos gastado una pasta.

Hace años tuve que comprarme un automóvil. Imagino que para el común de los mortales no se trata de un acontecimiento insólito, pero para mí era una experiencia nueva y excitante. Un fogoso concesionario me explicó las ventajas del modelo que había elegido y a punto estaba de entregarme las llaves, cuando recordó que aún faltaba un pequeño detalle.

Entró en su despacho, sacó una pegatina de tamaño regular, y se dispuso a adherirla al cristal trasero del vehículo. Se afirmaba allí que el mío era coche del año en Europa y que combinaba la técnica y la belleza al servicio del confort, o algo así.

­—Supongo -le dije- que me harán descuento por llevar ese anuncio.

—Je, je…

—Hablo en serio: ¿no pretenderá usted que vaya por la vía pública haciéndole publicidad completamente gratis?

Mi interlocutor, convencido de que yo era bobo, se apresuró a explicarme lleno de paciencia que aquel letrero me prestigiaba. Le supliqué que me desprestigiase al instante.

A bordo de aquel mismo coche llegué una mañana de enero al cole donde trabajaba por entonces. Las niñas acababan de volver de las vacaciones de Navidad.

—A ver, Rebeca, ¿qué te han traído los reyes?

Para hablar con Rebeca —un insecto de cuatro o cinco años (ahora ya tiene 17)— tenía que doblar el espinazo.

-Un babour, una barbie, un burberry azul, unos Power Rangers…

Me enderecé abrumado. Para que luego digan que no ha progresado la enseñanza del inglés.
* * *

—¿Se puede saber de qué estás hablando?

—De la crisis, querido Kloster. ¿De qué si no? Siempre hablamos de la crisis.

El caso es que yo había puesto algunas esperanzas en la crisis económica mundial, acrecentada en España por nuestro benemérito gobierno; pero se ve que no tenemos arreglo. Mi primer paseo por Gijón me ha convencido de que las etiquetas molan cada día más, que el personal, al grito de un día es un día, se lanza con entusiasmo sobre las etiquetas como si el gordo hubiese caído sobre nuestras cabezas.

No temáis; no me apetece nada capitanear una cruzada contra esas etiquetas-banderín, pero sería estupendo ahorrar unos eurillos privándonos de ese capricho y contribuir con algo más que calderilla al puchero, siempre agujereado, de los pobres. Estamos en Navidad. ¿No os parece?

Además espantaremos ese efluvio hortera de nuevos ricos que desprenden algunas etiquetas la mar de distinguidas.

martes, 22 de diciembre de 2009

Cien modos de tomar café


En un restaurante chino de Las Arenas, el camarero se dirige a una mesa contigua con cortesía oriental:

—¿Tomarán café?
—Yo, un cortado —responde el primero—
—Yo, descafeinado…
—¿De sobre o de máquina?
—De sobre, con un poco de leche.
—El mío, doble de café con leche fría
—Pues yo…, solo con un chorrito de güisqui.

Cuatro formas distintas: una para cada comensal.

Toni, que está frente a mí, me sugiere que pregunte a mis globeros cuántos modos existen en España de tomar un café. Y me explica lo que es un deskatxiki: un cortado descafeinado made in Bilbao.

Empezaremos por los más comunes: solo, cortado, capuchino, con leche, descafeinado, largo de leche, irlandés… A ver cuántos más se os ocurren.

La cuenta atrás (III)

Mi amigo Juan Durán me envía desde Valencia este "cuento realista" de Navidad. Le ha puesto un título muy largo: "el pastorcillo que tenía un establo sucio pero lo limpió".

Puestos a limpiar, yo he limpiado un par de notas a pie de página que, a mi juicio, no hacían falta. Espero que me perdone.



Un pobre pastorcillo sacaba cada día a pastar a su mula y su buey; al atardecer los encerraba en el establo.

Acababa de levantarse de la siesta cuando se le apareció un Ángel y le dijo: Hoy a medianoche, en tu establo, nacerá el Salvador, que es el Cristo, el Señor.

El pastorcillo, todo hay que decirlo, era muy piadoso y muy inteligente: por lo tanto, no se extrañaba demasiado de las cosas maravillosas, que le superaban. Se puso a pensar y se dijo: Habrá que hacer algo, aquello debe estar hecho una porquería. Y acto seguido se encaminó al lugar.

Desparramó agua por el suelo y barrió a conciencia. Quitó la paja vieja del pesebre y la puso nueva. Fue buscando resquicios por los que podían entrar corrientes de aire y los tapó. No sabía qué más hacer, hasta que tuvo una idea: cortó en el campo ramas de romero olorosas y las echó por el suelo del establo. Y se fue a casa, cuando ya estaban saliendo las estrellas.

Cenó –poca cosa: unas nueces, unos higos, un vaso de leche- y se acostó. Pero serían alrededor de las once cuando se despertó. Miró por la ventana de su dormitorio (el establo no quedaba muy lejos) y vio un burro de cuyo ronzal tiraba un hombre, y una mujer que cabalgaba en el jumento, y un perro.

Su corazón le dijo: Son ellos, ya están aquí.

Estuvo mucho, muchísimo tiempo en el silencio, solo, rezando, adorando, mirando extasiado hacia su establo, del que salía el resplandor de un fuego que sin duda el hombre había encendido.

El pastorcillo ya no se durmió, y nada más amanecer cogió un queso y su pandereta y corrió y corrió.

-¿Se puede?, preguntó ante la frágil puerta algo entreabierta...

-¡Adelante, Shalom!, le contestó la joven voz del hombre.

La mujer, destapándole un poco la carita, le mostró al niño, mucho más bonito que la mayoría de los recién nacidos. Y el pastorcillo rezó según su costumbre, allí mismo, a media voz:

-Shemá Yisrael, Adonay Elohenu, Adonay Ehad… (Escucha, oh Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno).

Ella, la mujer, con una sonrisa luminosa, miraba al pastorcillo asintiendo y como si le conociera desde siempre. Le acarició la mejilla con una mano suave a la vez que de jovencita trabajadora.

Contemplando embobado al niño, haciendo recados al hombre, estuvo el pastorcillo horas sin fin que se le fueron volando Su hermano mayor tuvo que ocuparse del ganado, no se explicaban dónde se había metido. Cuando apareció y lo contó todo, le faltó tiempo a la familia para acercarse presurosos al establo con cosas útiles y regalos. El abuelo recitaba salmos entre lágrimas de alegría.

Juan Durán López

lunes, 21 de diciembre de 2009

Los lunes, ¿publicidad?

No, esta vez pondremos este video pajarero de Dani, siempre con su cámara al hombro. El carbonero se prepara para el invierno. También él ha comenzado a disponer su belén particular



Por cierto, en Gijón brilla un sol espléndido. Ahora mismo acaba de llegar una nubecilla, supongo que va camino de Madrid.




Christmas virtuales


¿Y ahora qué hago yo?

Cada día recibo docenas de Christmas virtuales. Algunos son como los tradicionales tarjetones con escenas navideñas o fotos de la familia, sólo que en formato electrónico; otros vienen con música o con imágenes de vídeo. Muchos son presentaciones de PowerPoint, y hay bromas divertidísimas y pájaros, multitud de pájaros de los cinco continentes… Por otro canal me llegan los amigos de facebook, que también son legión y un buen grupo de gentes que no conozco, pero que quieren ser mis amigos, y ya lo son.

¿Qué puedo hacer? Debería contestar a cada uno, y querría hacerlo a mano, con papel, como toda la vida, quizá con un villancico recién nacido, como hace mi tocayo García-Máiquez, pero no tengo tiempo para tanta correspondencia. Cuando vuelva a Madrid, seguramente encontraré sobre la mesa de mi habitación otro montón de Christmas de papel, y ya será demasiado tarde para devolver el detalle.

De momento, he escrito vuestros nombres en una lista que ocupa varios folios, y prometo (repito, prometo) llevaros a Misa en Nochebuena. A las 11,30 predicaré la meditación en la sala de estar de Solavieya, junto a Belén, y, a continuación, como a esas horas suelo estar bastante cansado, celebraré la Eucaristía solo, con un ayudante nada más, en uno de los altares de la galería; otro sacerdote presidirá la Misa solemne del oratorio.

Yo pondré los folios sobre mi altar, y, aunque el Señor ya conoce los nombres, se los leeré despacio para que no se olvide de ninguno. Espero que os conforméis con eso y con una felicitación global desde este globo errante que sube y sube...

domingo, 20 de diciembre de 2009

La cuenta atrás (II)


Se venden escobas

¿No
os parece que habrá que limpiar el establo?

Es lo primero que hizo José. Fabricó un escobón con unas ramas secas y, mientras María se instalaba junto al pesebre, barrió hasta el último rincón del cobertizo. No le habría venido mal un ambientador para eliminar algunos olores indeseables, pero ni al Señor ni a su Madre les preocupaba demasiado el tufillo del estiércol animal. Hay aromas humanos bastante más repugnantes.

Hoy, último domingo de Adviento, convendrá echar una ojeada a ese estercolero que tenemos en el corazón y pasar la fregona y el estropajo. De otro modo Dios no podrá poner allí el belén de cada Navidad.

Yo me confesaré esta tarde. ¿Y tú?


sábado, 19 de diciembre de 2009

Felicidad nasal

Estoy feliz con mi nuevo look (Belén Esteban)

Si pretendes ser feliz
y que todo vaya bien,
estrena nueva nariz
como aconseja Belén.

Esta es la pura verdad:
comerás siempre perdices,
porque la felicidad
solo es cuestión de narices.

Kl0ster

La cuenta atrás

El dibujo es de Giorgio del Lungo
Se acerca la Navidad.

Ayer celebramos la Expectación de María que, camino de Belén, sentada en el borrico, echa cuentas como todas las madres y calcula las semanas, los días, las horas... Fue la fiesta de la espera transformada en fiesta de la Esperanza de todos los que caminamos con Ella y con su Esposo.

¿Probamos a acompañarlos como otras veces? Basta con una mirada; basta con hacer silencio: escuchar y contemplar.

Yo ahora veo a José que se va poniendo nervioso por momentos, mientras busca y no encuentra alojamiento entre sus parientes y amigos de Belén. María en cambio sonríe siempre:

—No te preocupes —le dice—. Fíjate, allí tenemos un establo calentito mucho más acogedor que cualquier posada.

—¡Pero María…!

Ríe divertida la Virgen al ver el gesto enfadado de su marido.

—¿Se puede saber qué es lo que te hace tanta gracia?

—La facha de gruñón que se te ha puesto. ¡Hala!, vamos a ese portal, que el Niño tiene prisa. Pon buena cara y arréglate la barba, que tendremos visitas.

(A que no es difícil hacer la oración así...)

viernes, 18 de diciembre de 2009

3 folios 3



Ya he escrito tres folios.

Los más difíciles de mi vida. Y eso que no son nada del otro mundo; es el comienzo de una semblanza, quizá de una biografía, que empieza por el final, por el 15 de agosto de 2007, el último verano que pasó don Jesús Urteaga en Molinoviejo.

Lo que ocurre es que, cuando uno trata de escribir en serio y con cierto rigor histórico, aparece un censor invisible que se te sube al hombro y te va poniendo pegas en cada línea mordiéndote en la oreja. He tratado de estrangularlo una docena de veces, pero se escabulle el muy miserable. A ver si mañana...

Al otro lado de mi ventana abierta brilla un sol radiante mal que le pese a la Agencia Estatal de Meteorología. Y no hace frío, qué va: 6 espléndidos grados positivos calientan el ánimo de cualquiera.

jueves, 17 de diciembre de 2009

La Virgen Macarena por la vida



Gracias
, Rocío, por enviarme esta imagen



Una extraña oración

Me la envía Teresa de Castro no sé con qué intención. En cualquier caso no me hago responsable de su contenido

Querido
Dios: Este año te llevaste a mi cantante favorito: Michael Jackson, a mi actor extranjero preferido: Patrick Swayze, a mi actor español favorito: José Luis López Vázquez, a mi actriz favorita: Farrah Fawcett, y a mi escritor preferido: Mario Benedetti.
Quiero decirte que mi político preferido es: José Luis Rodriguez Zapatero (y estamos ya casi a fin de año)


Solavieya, fin de trayecto

La tarabilla desafía al hielo. Benedicite gelu et frigus Domino

Soy consciente de que mi globo se ha ido deshinchando estos últimos días. Yo hago lo posible para mantenerlo en el aire y escribo cada noche unas cuantas líneas para que nadie piense que he abandonado la empresa, pero lo cierto es que la DGT, Protección Civil y la Agencia Estatal de Meteorogía me han congelado la sesera y no estoy para consideraciones líricas sobre las montañas que encuentro a mi paso, los amenos riachuelos que murmuran, las hojas que otoñean, etcétera, etcétera.

El viaje, al fin, terminó. De nuevo estoy en Solavieya y precisamente en la misma habitación que el año pasado y que el anterior. Escribo con la ventana abierta contra toda prescripción médica, y me asomo al balcón para reconstruir las ruinas de mis recuerdos en las sombras de la noche congelada.

Mañana, después de la Santa Misa, volveré a leer el canto de los tres jóvenes de los que habla el libro de Daniel, que alababan al Señor, mientras se achicharraban en el horno encendido. Es un himno fantástico de acción de gracias y de alabanza a Dios. Toda la naturaleza canta al Creador: los montes, los ríos, las estrellas, la lluvia...; pero donde realmente se detienen los tres mártires es en el frío, la escarcha, el hielo, la nieve... Se conoce que, en aquel horno, echaban de menos todo eso.

Algo parecido me ocurre a mí. Huyo de las calefacciones madrileñas y me uno al canto de la nieve y de la escarcha.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Mi globo


Nunca me ha gustado la palabra “blog”. Creo que ya lo dije al comienzo de esta aventura cibernética en la que me embarqué hace casi tres años. Cada vez que me hablan de mi “blog” me siento avergonzado por haber incorporado semejante engendro a mi vocabulario. En castellano apenas hay palabras que terminen en g; que yo sepa sólo éstas: airbag, gag, gulag, zigzag, tuareg, big-bang, gang, yang, gong, ping-pong, grog, erg, iceberg y toda la serie de vocablos terminados en ing, como lifting, puenting, etc. O sea, palabras inmigrantes que llegaron sin papeles e nuestra lengua y se han colado en el diccionario como okupas.

Blog”, de momento, no ha entrado. La Academia se resiste a admitirlo, consciente de que la batalla está perdida; pero ahora pienso que a mí nadie me obliga a utilizar este término, y por tanto tengo derecho a repudiarlo para siempre.

De ahora en adelante, esto no será un blog, sino un globo. En el fondo no ha sido nunca otra cosa. Cada mañana lo suelto en el espacio virtual de la red y da la vuelta al Planeta sin que se sepa cómo. Lo contemplan en los cinco continentes. A veces le tiran piedras; incluso quisieron pinchármelo un día; pero es un globo alegre que a nadie puede molestar y que seguirá flotando mientras haya un solo lector que lo necesite.
Así que ya sabéis mi blog ha muerto. Ha nacido un globo que piensa y navega por libre.

martes, 15 de diciembre de 2009

Universidad y vida


Con ocasión de la nueva ley del aborto, los decanos de las Facultades de Medicina, Enfermería, Ciencias y Farmacia, y el director general de la Clínica de la Universidad de Navarra han elaborado un comunicado conjunto. Os aconsejo que lo leáis y difundáis.

Aquí está.

Sigo de viaje

Alerta amarilla
Dicen que hace mucho frío, que la nieve y el hielo cubren la Península, que estamos en alerta amarilla y roja. O sea que fuera del coche ahora mismo, las manos sobre el capó y que nadie se mueva sin permiso de la autoridad competente.

Nunca agradeceremos bastante el desvelo de nuestros poderes públicos. Gracias a ellos, la Nacional I está desierta, las areas de servicio, vacías y uno puede viajar sin problemas por la autopista bajo un sol esplendoroso.

¿Nieve? No, lo siento. Aún no he visto un solo copo.


lunes, 14 de diciembre de 2009

El calvo de la lotería

Han aparecido nuevos anuncios de la lotería nacional, pero ¿quién no recuerda al calvo? Éste fue el primero de todos y, en mi opinión, nadie lo ha superado.




Esto no es publicidad

...pero hoy tampoco es demasiado lunes. No lo es porque esta tarde salgo de viaje. O sea que es una especie de sábado.

Seguimos a vueltas con la vida. Gracias a estos vídeos, hasta la Ministra se acabará enterando de que hay "alguien", y no "algo", en el seno de una mujer embarazada.



¿Sabéis que hoy es San Juan de la Cruz, patrono de los poetas? Yo le pido que me admita entre sus "patrocinados", ya que a estas alturas de mi vida estoy empezando yo también a ser un poco poeta.

domingo, 13 de diciembre de 2009

60 cuentos para picotear


Me
gusta leer picoteando. Es algo así como comer “de tapas” o “de pintxos”.
Yo suelo comer de tapas cuando viajo, que es la mejor forma de tener la mente despejada y el estómago ligero. En los viajes también leo de tapas, y para conseguirlo nada como los microcuentos; por ejemplo, los de Juanjo Abollado, que ha elegido 60 de los suyos y acaba de publicarlos con unas espléndidas ilustraciones de 5 dibujantes. (1)

Cada cuento de Abollado tiene 20 líneas. O sea, seis líneas más que un soneto estándar. Los cuentos de Juancho no son poemas, pero tienen un no sé qué lírico, melancólico y humorístico que los hace encantadores. Yo aún no he terminado el libro (no es bueno abusar del tapeo), pero copiaré aquí un cuento; ni siquiera es el mejor, pero, quién sabe por qué, me ha recordado a un amigo que un día…



Nadie de nada

Un día me miré al espejo y me dije atónito: “¡vaya! ¡Ahí no hay nadie! Pero, ¡yo soy!” Me palpé de arriba abajo. Nadie. Me busqué en el reflejo de los charcos, en el destello de los ríos, en la emisión de los cristales. Nadie. Intenté recuperar mis recuerdos, ser algo, siquiera, en la nada; fingir que era alguien aun siendo nadie, vencer la impotencia de no poder sentir el calor de la chimenea o el desliz de la brisa de la calle. Visité a mis mejores amigos y les perdoné sus más de mil traiciones. Nada. No sirvió de nada. Redimí mis pecados más inconfesables, soporté al vecino insoportable, me bañé en el mismo mar de ilusiones donde se asean los pobres de espíritu. Creí en un ser superior y fui el más humilde de los hombres. Abracé a mis hijos como nunca hasta el momento y les di mis proyectos, descubriendo la belleza de sus baúles de secretos. Sorteé los abismos del poder y repartí mis bienes entre los más miserables de la tierra. Me curtí de experiencias ancestrales echando flores a mis padres, recogiendo sus ejemplos y dando brillo a los reflejos que dejaron.

Otro día, esperanzado ante mi evolución, regresé a descubrir al menos una cana solitaria frente al espejo de hacía meses. “¡Vaya, ahí no hay ni nadie!” Me di cuenta de que, a pesar de los cambios, éstos habían llegado demasiado tarde. El mundo no quiso perdonarme a tiempo.

Desde entonces, vivo escondido en un halo de esperanza, aguardando que una brisa de la tarde sorprenda a los que digan mi nombre y me lleve el sonido de su palabra hasta mi infinito de intenciones. O al menos, unos labios tropiecen con los míos y, en un roce, me devuelvan a la vida con un beso de amor.

(1) En esta página encontraréis toda la información sobre el libro

sábado, 12 de diciembre de 2009

El corazón de América


La historia es bien conocida: San Juan Diego, un indio mexicano natural de Cuauhtitlán, recogió en su tilma un montón de rosas florecidas en la cumbre de un cerro para llevárselas al Arzobispo Zumárraga como prueba de las apariciones de la Virgen. Una vez en presencia del Prelado, desplegó su tosca prenda y apareció esta imagen, no pintada por mano de hombre, que todavía se venera en la Villa de Guadalupe.

Desde entonces, María Santísima quedó grabada para siempre en el corazón de México y de América. Fue la primera evangelizadora del Nuevo Continente. Hoy es su fiesta.

Lupe, me acordaré especialmente de ti y de tu tribu.

Extraña pregunta


Se me acerca una pareja de mediana edad. Él, gordito, nervioso y breve de estatura, me pregunta:

—¿Me hace el favor…, la calle Padre Damián?

—Es paralela a ésta. Ahí la tiene, donde baja ahora mismo el autobús…

—¿Seguro?

—Vivo aquí… Sí, seguro.

La mujer parece satisfecha con mi respuesta, pero mi interlocutor no.

—Yo creo que se equivoca. La que usted dice es el Paseo de la Habana.

Sonrío lo justo y respondo:

—¿Nos apostamos un milloncito de euros?

La mujer se ríe. A él no le hace ninguna gracia, y se aleja mascullando:

—Qué sabrá éste…

Este diálogo, absurdo pero real, es también una especie de parábola urbana. De hecho, camino de la farmacia, he ido recordando a más de uno y de dos que, después de consultar una duda de tipo moral, se enfadaron porque el cura no les dió la razón. Quizá les importaba más tranquilizar su conciencia que conocer la verdad.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Correcto


Probablemente cargue un poco las tintas; pero el diálogo es sustancialmente exacto.
—Buenas tardes.
—Buenas
—¿Recargan aquí cartuchos de tinta para impresoras?
—Correcto.
—Verá. Yo tengo una HP 460 y me he quedado sin tinta negra.
—Correcto.
—Bueno, muy correcto no es, pero me interesa que me rellenen un par de cartuchos.
—Correcto. ¿Trae los cartuchos vacíos?
—Correc…, quiero decir, sí. Lo que pasa es que sólo tengo uno.
—O sea que le rellenamos uno y le vendemos otro ya relleno. ¿Correcto?
—Supercorrecto; pero los dos de tinta negra, porque el color lo utilizo poco.
—Correcto. Así que dos de tinta negra y uno de color.
—Incorrecto; quiero decir que no. Sólo dos de tinta negra. ¿Me explico?
—Afirmativo.

Esta noche he tenido una pesadilla: me vi a mí mismo presidiendo una ceremonia litúrgica. Los fieles habían sustituido el “amén” por el inevitable “correcto”. Incluso lo cantaban.

Con educación

Pepe me envía este vídeo educativo. No os lo perdáis.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Un cura de aúpa

¿Y por qué no voy a publicar este artículo que acaban de enviarme? Hace muchos años escribí una columna inocente en la que aparecía una frase (sólo una) en defensa de Mons. Blázquez, que acababa de ser nombrado obispo de Bilbao, y recibí un montón de mensajes de "amigos" míos. Me dijeron de todo, menos guapo.

Pido a esos buenos amigos que esta vez, si quieren insultar a Cristina López-Schlichting, me metan por favor en el mismo saco, porque coincido plenamene con ella.

Hace diez años servidora era reportera –en puridad nunca lo ha dejado de ser– y subía con frecuencia al País Vasco. A menudo era Guipúzcoa el destino inevitable (porque mataban mucho en los pueblos) y en Zumárraga me encontré un sacerdote peculiar, un tipo joven, con apellidos vascos por los cuatro costados que, para variar, no había sucumbido al nacionalismo. Tenía una fe brutal, conmovedora y sólo creía en Dios. Practicaba el Evangelio sin pudor, a lo franciscano. Un verano dejó su piso a un mendigo y se marchó de vacaciones. El invierno siguiente fue muy duro. El joven párroco había recibido el encargo de organizar las colectas y la construcción del templo que le habían adjudicado y tenía en su contra a las hordas abertzales, que acudían a insultarlo cuando celebraba misa y arrojaban botes de pintura contra los muros del edificio recién nacido. El cura no se asustaba, salía a la calle revestido y hacía frente serenamente a los terroristas, como un san Esteban. Una de las veces en que tuvo lugar el siniestro aquelarre pasaba por la calle un hombre desarrapado que se lanzó contra los agresores gritando: «¡A mi amigo no, dejadlo en paz!». El señor –el mendigo– consiguió arrancarle el pasamontañas a uno de los delincuentes. Quedó a la vista que se trataba del hijo de una de las catequistas y, una vez descubiertos, los agresores huyeron.
El joven sacerdote protagonizó muchas más anécdotas. Por ejemplo, eran muy sonados sus viajes a Fátima con los chicos de la parroquia. Era tanta su fe, que la curiosidad movía a los jóvenes –incluso batasunos– a seguirlo y todos los años se convertían algunos en la visita a la Virgen. En consecuencia, los de HB esperaban el regreso del autobús a pie de calle, para ver si podían «recuperar» a los suyos. Ahora dice Josu Erkoreka, el portavoz del PNV en el Congreso, que el nombramiento de José Ignacio Munilla como obispo de San Sebastián –ya tiene 48 años y ha pasado por dos diócesis– «es una operación poco evangélica liderada por Rouco Varela».

Yo, qué quieren que les diga, creo que basta con lo relatado.

25 Noviembre 09