sábado, 28 de febrero de 2009

El síndrome Iberdrola


Reconozco que no sé cómo se llama (¿Alfredo, Alfonso, Álvaro?), y como hemos hablado un par de veces, me da vergüenza preguntárselo. El caso es que lo encontré sentado en una silla del vestíbulo plegado en una postura inverosímil, con la cabeza entre las piernas y las manos en la nuca.

—¿Qué, haciendo yoga?

Me miró con cara de angustia.

—Es que me duele la tripa.

Me senté a su lado y me dispuse a ejercer como especialista en tripas, más que nada porque mi propio historial como enfermo me da una cierta autoridad en el tema.

—A ver, ¿dónde te duele?

—Por todas partes.

—Has tenido exámenes, ¿verdad?

—Sí, de historia.

—¿Y qué tal?

—Regular. He estado estudiando toda la noche y no me he aclarado mucho.

—Ya. ¿Y cuántas coca colas te tomaste?

—Dos nada más…

—¿De litro?

—Sí, creo que sí.

—Creo que tienes el conocido síndrome de Iberdrola.

Me miró confundido.

—¿Qué es eso?

—Iberdrola es una empresa que produce gas. O sea, más o menos como tú.

—¿Y qué hago?

Le di un par de consejos nacidos de la experiencia, que el pudor me impide detallar. Cuando media hora más tarde apareció por mi despacho para decir que se encontraba “superbién” decidí escribir esta verídica historia y etiquetarla en el blog como "ser cura". Al fin y al cabo, es una tarea pastoral como otra cualquiera.


viernes, 27 de febrero de 2009

El ayuno de Casilda

San Manuel y San Benito

Ocurrió
hace cuatro o cinco años.

Por entonces trabajaba yo como capellán en un Centro Universitario en el barrio de Salamanca de Madrid y tuvimos la Misa del Miércoles de ceniza en la Parroquia de San Manuel y San Benito en la calle Alcalá. Asistieron cientos de estudiantes de Derecho y EBS y buena parte del profesorado.

Hablé de la Cuaresma, del espíritu de penitencia, de la llamada a la conversión, de la limosna y del ayuno. Al referirme al ayuno expliqué, no sólo su sentido profundo, sino también lo que en concreto pide la Iglesia a los católicos en una fecha como la que celebrábamos: una sola comida al día y, en todo caso, un desayuno frugal por la mañana y una cena igualmente austera. Recuerdo que les dije que ofrecieran al Señor la pequeña mortificación de no comer “tonterías” entre horas.

Al terminar la misa, Casilda, una de las alumnas más “partidarias” de la capellanía, salía de la iglesia lamiendo con fruición una enorme piruleta de colores.

—Chiquilla —le dije— ¿no os acabo de explicar que el ayuno…?

—No se preocupe —me interrumpió—: esta piruleta no tiene azúcar.

No tuve más remedio que volver a explicárselo todo. Estaba convencida de que eso del ayuno era sólo un medio para adelgazar por razones espirituales.


jueves, 26 de febrero de 2009

Emilio Dáneo


Son las once de la noche y acabo de enterarme de que ha fallecido en Madrid otro sacerdote del Opus Dei: Emilio Dáneo. Desde hace muchos años trabajaba en los servicios centrales de los colegios de Fomento.

El proceso de su última enfermedad ha sido muy rápido e irreversible. Dios se lo ha querido llevar al Cielo cuando todos pensábamos que aún tendría muchos años de trabajo sacerdotal por delante.

Rezad por su eterno descanso, y pedid también que no nos falten nunca sacerdotes jóvenes de alma y cuerpo, piadosos, entregados, cultos, alegres...

Los necesitamos. El Señor los necesita.

Adoro te devote (V)


Credo quidquid dixit Dei Filius; Nil hoc verbo Veritatis verius.
“Creo en lo que dijo el Hijo de Dios; nada más verdadero que su Palabra de verdad.”


Sinagoga de Cafarnaúm
Estos dos versos del “Adoro te devote” me trasladan a Cafarnaúm. ¿Recuerdas? Fue aquel día de primavera en que nos pediste que creyéramos en ti más allá de lo razonable; que te siguiéramos sin miedo y nos lanzásemos al abismo sin fondo que se abría detrás de tus palabras.

Estábamos en la Sinagoga y te escuchaba una gran multitud que pocas horas antes había tratado de coronarte rey. Yo también lo quería, sin entender gran cosa. Dijiste entonces que eres el Pan de vida y te escuchamos con gusto. Yo entendí que se trataba de una hermosa imagen, parecida a otras que tú mismo empleaste: “yo soy el Buen Pastor, la Vid, el Camino, la Verdad…”

Pero seguiste hablando y el discurso se hizo más concreto y más duro. Y cuando, de pronto, pronunciaste las terribles palabras “carne” y “sangre” y dijiste que debíamos comerte y beberte, despertamos de golpe a realidad de tu locura. Fue como una descarga eléctrica que estremeció a cada uno de los que te escuchábamos. Algunos se taparon los oídos o se rasgaron las vestiduras. Los más cercanos a ti se alejaron avergonzados: “Jesús se ha vuelto loco…”, decían.

Y nos quedamos solos tú, yo y los 12.

—¿También vosotros queréis marcharos…?

Pedro respondió en nombre de todos que sólo tú tienes palabras de vida eterna. Nil hoc verbo Veritatis verius. Te lo repito yo ahora con las palabras de este poema.

No vuelvas a preguntarme, Señor, si quiero irme. A veces tengo miedo de volverme razonable y escapar.

El búho cumple 2 años


Casi se me olvida. Anteayer, 24 de febrero, este blog cumplió dos años. 967 entradas, más de 10.000 comentarios, miles de lectores y sólo dos administradores: Heinz Kloster y yo mismo.

En este tiempo se ha cumplido a la letra el lema que desde el comienzo está escrito encima del búho: "Homero de vez en cuando dormita", o sea que desfallece y hasta dice tonterías; pero siempre acaba por despertar y no es raro que se le ocurra algo digno de ser contado.

Todo esto lo digo sobre todo para presumir. Sin embargo estoy convencido de que ha llegado el momento de recopilar buena parte de lo escrito y editar algunos libritos o folletos a partir de las distintas etiquetas con las que he distribuido los artículos. Lo malo es que uno anda mal de tiempo y la tarea puede ser ardua. Claro que, con tantos lectores, a lo mejor hay uno o dos voluntarios que me echan una mano.


miércoles, 25 de febrero de 2009

Música, sólo música


Hoy, miércoles de ceniza, no tengo tiempo de escribir. Me pasaré la mañana imponiendo la ceniza a los alumnos de bachillerato en compactos grupos de treinta o cuarenta.

Escuchad en silencio esta canción de Vivaldi- Bajazet: "Sposa son disprezzata". Canta Montserrat Caballé. Es una maravilla. La busqué en Internet durante mucho tiempo y aquí está. Hay otras versiones en YouTube de la misma cantante con imágenes y orquesta, pero a mí me impresiona especialmente ese piano solitario que acompaña a la magnífica voz de Caballé.


martes, 24 de febrero de 2009

Kilómetro 0



Hoy he vuelto a recordar a Julio. ¿Qué habrá sido de él? Yo llevaba pocos meses de sacerdote cuando lo conocí y él tenía 20 años más que yo. Acababa de abandonar a su mujer en una clínica psiquiátrica y respondía con pequeños sarcasmos a mis consejos de que luchara por salvar su matrimonio.

Me dijo que “volver a empezar” está muy bien para hacer canciones, pero que la vida real es otra cosa. Parafraseaba a Heráclito cuando afirmó que “nadie ama dos veces a la misma mujer”. Bueno, la verdad es que no empleó el verbo amar.

—La mía —concluyó con un cinismo tedioso— sólo se parece un poco a la que conocí en la universidad. La de ahora “no-me-gus-ta-na-da”, ¿me entiendes?

Ya metido en harina, se permitió darme consejos e incluso hacer simpáticos pronósticos:

—Cuando tengas mi edad, te preguntarás un día qué haces dentro de esa sotana.

Debe ser cosa de los años, pero recuerdo muy bien aquella charla tan lejana. Podría describir hasta la corbata que llevaba entonces el bueno de Julio.

Como digo, han pasado casi 40 años, y si pudiera, hoy le diría que “volver a empezar” es mucho más que una canción melosa de Julio Iglesias. Probablemente, en cuestiones triviales, nadie puede regresar del todo al kilómetro 0 de su vida, porque el tiempo es inexorable y deja demasiadas heridas, experiencias y cicatrices. Pero tiene algo el amor que se salva de la muerte y renace cada día, si somos fieles.

Es verdad, querido Julio, que en este tiempo he tenido que ir muchas veces al kilómetro cero de mi vocación, pero siempre he comprobado que volver a empezar es posible. Más aún, ese continuo recomenzar es lo que da vida, alimenta y hace crecer el amor.

¿También el amor conyugal? También ¡Cuántas historias estupendas podría contar! Esto es lo malo de ser cura: uno querría publicar a los cuatro vientos, no las miserias de los que se nos acercan, sino las victorias, enormes, milagrosas, de que somos testigos cada día. Pero en ese “recomienzo” del amor humano hay un secreto: es preciso dejarse amar por Dios y reconstruir cada día nuestra relación con Él. Entonces, sólo entonces, se cumple su promesa del Apocalipsis: “yo hago nuevas todas las cosas”, también ese pequeño amor que había empezado a envejecer.

lunes, 23 de febrero de 2009

Los lunes, publicidad


Me
encanta que anuncien plátanos. Al menos se trata de un producto cierto, sin adulteraciones, y los de Canarias están buenísimos.


domingo, 22 de febrero de 2009

La amnesia de Dios



Hoy, como casi todos los domingos, tengo que predicar un retiro que empieza dentro de una hora y termina a las cinco de la tarde.

Ayer preparé las meditaciones, pero aún debo prepararme yo. Por eso madrugo un poco, me asomo al balcón para respirar el aire frío y seco de Madrid y, sobre todo, releo los textos litúrgicos de la Misa que voy a celebrar.

El Evangelio habla del perdón de los pecados; pero yo me he quedado en la primera lectura, en las palabras que Isaías pone en boca del Dios:

"Yo soy quien borra tus delitos por Mí mismo; no me acordaré de tus pecados..."

San Josemaría hablaba con asombro de un Dios que perdona. El Profeta nos explica ahora hasta donde llega su perdón: el Todopoderoso, por amor a los hombres, es capaz incluso de olvidar nuestros pecados. ¡Qué fantástica esa amnesia divina!

A más de uno me gustaría repetírselo:

—Dios te ha perdonado, ha limpiado tu alma, te ha dado una nueva vida e incluso ha olvidado tus miserias. ¿Por qué te atormentas tú al recordarlas? No trates de abrir esa puerta. El Señor, con su Gracia, la ha cerrado para siempre.

sábado, 21 de febrero de 2009

Metáforas




Vivimos
rodeados de metáforas en busca de un poeta que las descubra. Aparecen en cualquier esquina, como los mendigos, y sólo piden un verso, la palabra justa que les daría sentido.

Son las once de la mañana y ya me he tropezado con varias: un clavel blanco en el suelo junto al parquímetro; un ascensor que sólo sube cuando la lucecita dice que baja; una nube pequeña y solitaria, pero encendida en rojos, en el cielo azulado de Madrid; un rayo de sol que penetra de improviso por un hueco de la ventana e ilumina una palabra —una sola— del guión que estaba empleando en ese momento para predicar.

Yo me detengo un instante y les digo:

—Perdonadme, ahora no tengo tiempo. Ya pensaré en vosotras más tarde.

Pero no es verdad. Las olvido y las metáforas mueren.

—Y la palabra iluminada... ¿cual era?

—Lo siento, era importante, pero ya no la recuerdo.





Demasiadas aves


Antes de regresar a Madrid desde Valencia pasé por la Albufera. Me había dicho un amigo que había más aves que nunca y, en efecto, aquello parecía una invasión. No sabía a dónde mirar: gaviotas, charranes, cormoranes, garzas, reales garcillas, azulones, zampullines, somormujos, fochas, porrones, chorlitos, cigüeñuelas, aguiluchos laguneros y docenas de carriceros de todas las especies.

Los pajareros entenderán mi angustia ante semejante espectáculo. Descubrir un ejemplar insólito a base de paciencia y esfuerzo resulta apasionante; pero si de pronto uno se encuentra rodeado de toda la avifauna ibérica, dan ganas de llorar o de salir corriendo. Algo parecido me ocurrió en Doñana cuando mi amigo Lucas me invitó a dar un paseo en jeep por el parque hace ya muchos años.

Los pajareros somos buscadores de tesoros escondidos. Yo me he levantado a las cinco de la madrugada sólo para ver amanecer a un águila real en su nido con los primeros rayos del sol. Y he trasnochado un día y otro para tratar de localizar, en vano, el posadero de un búho real. Aún no he conseguido a sorprender a un urogallo en el monte y espiar en silencio su canto, pero todo se andará. Lo importante es la conquista, la lucha por alcanzar la meta aunque no se logre.

Prefiero una medalla de bronce ganada a pulso en una carrera de pueblo a toda una colección de medallas de oro robadas de un almacén.

Supongo que esto es una parábola de algo. No lo sé. Hoy no tengo tiempo de buscar moralejas. Tal vez mañana.



viernes, 20 de febrero de 2009

En la autovía


Camino de Madrid, poco antes de Motilla del Palancar, me adelantaron dos motoristas de la guardia civil y me indicaron que me detuviera a la derecha, en el carril de entrada a un área de servicio.

–Documentación del vehículo, por favor.

Mientras sacaba los papeles de la guantera hice examen de conciencia y me encontré inocente de cualquier infracción: no había sobrepasado los límites de velocidad, circulaba por mi derecha con el cinturón de seguridad puesto…

–Su permiso de conducir y el justificante de pago del seguro… Bueno, esto no hace falta: mi compañero está comprobándolo.

Tampoco había utilizado el teléfono móvil ni había insultado en voz alta (por lo bajo, creo que sí) a un motorista suicida que me adelantó al salir de Valencia. Quizá tiré por la ventana el envoltorio del caramelo…; pero no, tampoco: estaba en el asiento del copiloto…

–Caballero, le hemos parado porque lleva una puerta abierta y tengo que sancionarle.

En efecto, la puerta trasera estaba mal cerrada. Abierta exactamente, no; pero el policía empezó a escribir algo en un papel mientras yo la cerraba del todo. Pensé entonces que necesitaba improvisar rápidamente una línea de defensa que me librara de la sanción, y como discutir con el agente nunca da resultado, opté por el fácil recurso de la adulación:

–Tiene usted toda la razón y debe ponerme la multa que corresponda. Es un descuido imperdonable circular así. Le felicito por haberlo visto y por detenerme. Se lo agradezco, porque estoy seguro de que usted pensaba en mí y en el peligro que he corrido mucho más que en la sanción…

El guardia detuvo el boli y me miró por encima de las gafas.

–¿Cómo dice?

Volví a repetir el breve alegato sin pestañear. El policía entonces fue hacia su compañero y regresó a los pocos segundos:

–Mire, caballero, no voy a tramitar la infracción, pero a ver si está usted atento a…, a todo. ¿Vale?

–Vale, señor agente. Ahora tengo un doble motivo para darle las gracias.

–Lo hago porque es usted educado; no por sus hábitos, ¿me entiende?

Al poner en marcha el vehículo, Kloster me miró con desprecio y me llamó hipócrita masticando la palabra.

jueves, 19 de febrero de 2009

Estoy en facebook, ¡socorro!



No
sé quién tuvo la culpa. Recibí un extraño mensaje en Valencia hace dos días invitándome a compartir un artículo o algo así en facebook, que como todo el mundo sabe, es la red de moda en Internet, y yo pensé que total, podía entrar y salir impunemente.

Hice click. Me pidieron la dirección de correo electrónico y una contraseña (una más). A partir de ese momento empezó la locura. Al otro lado estaban agazapados docenas de amigos, parientes, parientes de los amigos, amigos de los parientes, antiguas alumnas, madres y padres de alumnas, curas, curicas, chavales, chavalas... Y todos aseguraban que querían apuntarme como amigo.

Yo, como soy todo un caballero, dije que sí, que bueno, que por supuesto, que no faltaba más. Y fatebook empezó a poseerme, como Matrix.

¿Qué hago? ¿Me dejo llevar por la locura chateadora? ¿Abandono el trabajo? ¿Pido un año sabático para dedicarlo fatebook? Es una tentación casi irresistible. ¡Como no voy a curiosear las fotos de tantos amigos y amigas desaparecidos en los últimos años! ¡Como no voy a mandar mensajes a diestro y siniestro!

De pronto descubro que Elena ha lanzado a facebook una foto mía, y otra, David y Allison...

¡¡Socorro!!


Adoro te devote (IV)


También
hoy, como todos los jueves, puedo hacer la oración ante el Santísimo Sacramento, mientras sigo meditando, verso a verso, el “Adoro te devote”.

Visus, tactus, gustus in te fallitur…
“Ante ti se equivocan la vista, el tacto, el gusto…”

—Se equivocan mis ojos, que no te ven, pero no mi mirada que no quiere despegarse de ti.

—Se equivocan mis dedos, que no pueden acariciar tu Cuerpo torturado y glorioso, pero no se equivocan cuando siguen rozándote a ciegas al elevarte sobre el altar.

—Se equivoca mi paladar, que nunca será capaz de saborear tu amor en esta vida, pero no se equivoca al recibirte, porque en la Vida eterna no querrá otro alimento distinto de ti mismo.

Estos días en La Lloma hemos hablado mucho de teología, y yo me he sentido feliz al comprobar que a los teólogos que me acompañan no les mueve la vanidad ni el orgullo terco de tener razón. Saben que la fría inteligencia o la erudición por sí solas apenas sirven para despegarse unos centímetros de la tierra, y ellos necesitan volar muy alto para dar “a la caza alcance”, como escribió San Juan de la Cruz. Por eso son piadosos; quieren ser santos y sabios, con la Sabiduría que sólo adquieren los que hablan con Dios cara a cara, como un amigo habla con su amigo.

Los teólogos —como los poetas— quieren meter la cabeza en el Paraíso para abrir los ojos, como niños deslumbrados por la belleza del Creador. Los racionalistas en cambio aspiran a meter a Dios en su cabeza, y como no lo consiguen, se fabrican un dios a su medida; un dios de bolsillo que no moleste, que ni siquiera nos ame demasiado.

Los teólogos —como los poetas— necesitan cantar, mostrar a los demás lo que ellos han contemplado. Y hacen versos, himnos y oraciones.

Los teólogos —quizá también los poetas—, aunque escriban libros de gran calado, saben que su ciencia es la más humilde de todas porque no descubre verdades nuevas, no pretende aportar nada a lo revelado por Jesús. Nace de la contemplación y termina en la contemplación.

Los teólogos —como los poetas— sólo escuchan, ponen el oído atento a la voz de Dios.

Se equivocan la vista, el tacto, el gusto…
sed auditu solo tuto creditur… pero me basta el oído para creer con certeza”

Termino con un texto de San Efrén, santo, teólogo y poeta del siglo IV:

“El Maligno, por obra de la serpiente, vertió el veneno en el oído de Eva. El Benigno, en cambio, se abajó en su misericordia y, a través del oído, penetró en María. La misma puerta por donde entró la muerte sirvió para que entrara la Vida.” (Himno por el nacimiento de Cristo)

martes, 17 de febrero de 2009

Volver a Valencia


Desde hace años, casi todos los días vengo con la imaginación a mi querencia, al Mediterráneo, que es también mi añoranza y el lugar al que espero regresar definitivamente, cuando Madrid me expulse. Me he acostumbrado tanto a ese ir y venir con la fantasía a Valencia que, cuando me propusieron acercarme de verdad a esta tierra, me entró miedo de que la ilusión hubiese deformado demasiado los recuerdos.

Los que me conocen saben que es verdad lo que digo. Todavía hace una semana alguien me reprochó que la mayor parte de las historias que cuento en charlas y meditaciones tengan algo que ver con Valencia.

—Y tampoco ha estado tanto tiempo allí… Total, nueve o diez años. En Madrid ha estado veintisiete.

Le di la razón; pero también le dije que los auténticos madrileños somos siempre de otro sitio. Gozamos de doble nacionalidad o más, y yo, que soy vasco de nacimiento, sevillano de adopción, romano de vocación, asturiano de pasión y valenciano de toda la vida, ejerzo de todo eso y más, porque no estoy dispuesto a encapsularme en una sola patria.

El caso es que tomé el coche el martes al mediodía. El viaje es feo, como lo son todos los viajes desde que España se ha poblado de autopistas y autovías. Las áreas de servicio son siempre iguales; iguales las salidas y las entradas, las curvas amplísimas sin sorpresas, las rectas monótonas… Y Castilla.

A partir de Buñol, la carretera desciende en picado desde la Meseta a la costa. Chiva, Cheste, Aldaia, Alacuás, Manises… Eran sólo letreros; aún no veía nada; pero sí, de vez en cuando, una palmera, el vuelo de una anátida. Me detuve para remojar el coche en un túnel de lavado, porque para entrar en Valencia, hay que adecentarse un poco. Allí oí el primer “¡ché, tú!” de la jornada en boca de una cajera.

Llegué a la Pobla de Farnals para asomarme al mar y hacer la oración allí. Media hora después, ya anochecido, entré en La Lloma, una casa de retiros blanca que se desliza por la ladera de un cerro como un pueblecito nevado.

Aquí seguiré hasta el jueves. No tengo casi tiempo para escribir, pero esta tarde he caído en la tentación.

lunes, 16 de febrero de 2009

Los lunes... publicidad

2 anuncios de Coca-Cola. Me han dicho que es una bebida muy popular. No sé. Yo la probé una vez y aún no me he recuperado del todo.

Los anuncios, sin embargo, son buenos.

El primero habla de la Navidad. Comprendo que viene con retraso, pero me gusta porque trae una enseñanza que conviene aprender: nos quejamos muchas veces de aquellas cosas, personas o acontecimientos que deberían ser motivo de nuestra acción de gracias.


El segundo salió con ocasión del centenario del Sevilla. Está bien, pero conste que a mí me va más el Betis.



Y esta tarde me voy a Valencia. Estaré tres días en una convivencia teológica de gran interés. Hablaremos de la vida eterna, y ¿qué mejor lugar que La Lloma, una especie de pueblecito blanco entre naranjos, para hacerse una idea de lo que será la felicidad del Cielo? No creo que tenga tiempo ni ganas de escribir en el blog. El viernes hablaremos.

Ahora sólo sueño con ver amanecer sobre el mar.

El Ángelus del Papa

A propósito del Evangelio de la Misa de ayer, que comenté en mi entrada anterior, el Santo Padre pronunció estas palabras antes del rezo del Ángelus


Queridos hermanos y hermanas:

En estos domingos, el evangelista san Marcos ha presentado a nuestra reflexión una secuencia de varias curaciones milagrosas. Hoy nos presenta una sumamente particular: la de un leproso sanado, quien se acercó a Jesús y, de rodillas, le suplicó: "Si quieres, puedes limpiarme" (Cf. Marcos 1,40-45). Él, conmovido, le tendió la mano, le tocó y le dijo: "Quiero; queda limpio". Instantáneamente se verificó la curación de ese hombre, a quien Jesús le pidió que no revelara lo sucedido, y que se presentara a los sacerdotes para ofrecer el sacrificio prescrito por la ley de Moisés.

Aquel leproso curado, por lo contrario, no logró guardar silencio, es más, proclamó a todos lo que le había sucedido, de manera que, según refiere el evangelista, acudían a Jesús aún más enfermos de todas las partes, hasta obligarle a quedarse fuera de las ciudades para no ser asediado por la gente.

Jesús le dijo al leproso: "queda limpio". Según la antigua ley judía (Cf. Levítico 13-14), la lepra no era considerada sólo como una enfermedad, sino como la forma más grave de "impuridad". Les correspondía a los sacerdotes diagnosticarla y declarar inmundo al enfermo, quien tenía que ser alejado de la comunidad y quedarse fuera de los poblados, hasta que tuviera lugar una eventual y certificada curación. Por este motivo, la lepra constituía una especie de muerte religiosa y civil, y su curación una especie de resurrección. En la lepra es posible entrever el símbolo del pecado, que es la verdadera impureza del corazón, capaz de alejarnos de Dios. La enfermedad física de la lepra no nos separa de Él, como preveían las antiguas normas, sino la culpa, el mal espiritual y moral. Por este motivo, el salmista exclama: "Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado". Y luego dirigiéndose a Dios, añade: "Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: 'confesaré al Señor mi culpa', y tú perdonaste mi culpa y mi pecado" (Salmo 31/32,1.5).

Los pecados que cometemos nos alejan de Dios y, si no se confiesan humildemente confiando en la misericordia divina, llegan a producir la muerte del alma. Este milagro reviste, por tanto, un intenso significado simbólico. Jesús, como había profetizado Isaías, es el Siervo del Señor, quien "cargó con nuestras dolencias y soportó nuestros dolores" (Isaías 53,4). Con su pasión, se convertirá como en un leproso, impuro por nuestros pecados, separado de Dios: todo esto lo hará por amor, con el objetivo de alcanzarnos la reconciliación, el perdón y la salvación. En el Sacramento de la Penitencia Cristo crucificado y resucitado, a través de sus ministros, nos purifica con su misericordia infinita, nos restituye la comunión con el Padre celestial y, con los hermanos, nos ofrece el don de su amor, de su alegría y de su paz.

Queridos hermanos y hermanas: invoquemos a la Virgen María, a quien Dios preservó de toda mancha de pecado, para que nos ayude a evitar el pecado y a recurrir frecuentemente a su sacramento de la confesión, el sacramento del perdón, que hoy debe ser descubierto aún más en su valor y en su importancia para nuestra vida cristiana.

domingo, 15 de febrero de 2009

Jesús y el leproso


Siempre ha habido enfermedades malditas. También ahora, mal que nos pese. En tiempo de Jesús la lepra era peor que una maldición. Los leprosos eran la escoria de la sociedad. Expulsados de las ciudades y de los pueblos vivían una muerte lenta y sin esperanza. "El que haya sido declarado enfermo de lepra —dice el Levítico— andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: ¡impuro, impuro! Vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento”.

El Evangelio de hoy nos cuenta que en cierta ocasión un leproso quebrantó gravemente la ley. Al ver a Jesús que pasaba, corrió a su encuentro y se hincó de rodillas ante él:

—¡Si quieres, puedes limpiarme!

Los que acompañaban al Señor sin duda retrocedieron horrorizados. ¿Cómo se atrevía a acercarse así al Maestro un pecador maldecido por Dios?

Pero la reacción de Jesús fue aún más extraordinaria: los tres evangelistas que relatan el milagro subrayan que “extendió la mano y le tocó”.

¿Somos capaces de imaginar el terror de los apóstoles? Jesús podía haber curado al leproso a distancia —ya lo hizo en otra ocasión— con sólo expresar un deseo; pero esta vez quiso poner sus manos en la herida y hacerse maldito con el maldito.

Nuestro Dios no pasó por el mundo sin contaminarse, como un rey en su carroza de oro, despegado del suelo, para no embarrarse con el estiércol de los caminos. En el huerto de los Olivos se echó encima toda la lepra de los hombres y estuvo a punto de flaquear. San Pablo lo escribe con gran crudeza: “nos redimió de la maldición de la ley haciéndose maldito por nosotros. Porque está escrito: maldito el que pende de un madero”.

Y yo, que debo ser para los demás Cristo que pasa, ¿no deberé abrazar también a los leprosos, y besar sus llagas? Y yo, que soy también leproso, ¿por qué me avergüenzo de enseñar mis úlceras? Así nunca lograré que Jesús me toque y me sane.



sábado, 14 de febrero de 2009

Hace 79 años...

El 14 de febrero de 2008 expliqué aquí lo que celebra hoy la pequeña familia del Opus Dei. Es un día de acción de gracias, porque hace 79 años las mujeres se incorporaron a la Obra recién fundada, y hace 66 nació la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.

El año pasado puse un video espléndido en el que se recuerda el significado de esta fiesta.

Hoy os pongo otro video de la catequesis de San Josemaría con campesinos de Perú un año antes de su marcha al Cielo.


viernes, 13 de febrero de 2009

Ya es primavera, o lo parece


Abrilea febrero en Madrid. Hoy, sobre la M30 he visto una bandada de aves rapaces en migración. No he podido detenerme para sacar los prismáticos del maletero y echarles una ojeada más precisa y cercana, pero es evidente que, aunque sigan las rebajas y no sea primavera en el Corte Inglés, empiezan a sonar en el cielo los primeros acordes del buen tiempo.

Ayer, en una especie de supermercado, mientras compraba gel de afeitar, fui testigo de un hurto menor: un chaval de 14 ó 15 años se metió en el bolsillo uno frasco de colonia Loewe, de esos que están a disposición de los clientes para que prueben la fragancia del perfume. El delincuente miró en todas las direcciones antes de perpetrar el delito, y como sólo me vio a mí, debió pensar que le absolvería de su falta si me daba una explicación.

—Es que mañana salgo —me dijo—.

Como iba bastante guarrete, sólo se me ocurrió decirle:

—Supongo que te ducharás antes…

Se marchó inmediatamente sin decir palabra, y yo me quedé a solas con mi conciencia.

Si me ve el juez Garzón me procesa.

jueves, 12 de febrero de 2009

Adoro te devote (III)

Sobre el amor y la guerra

Tibi
se cor meum totum subiicit, quia te contémplans totum deficit.

No hablo de San Valentín. Es jueves y sigo saboreando el Adoro te devote verso a verso mientras hago la oración frente al Sagrario abierto.

A ti se somete mi corazón por completo; se rinde sin reservas al contemplarte.

San Tomás, al escribir estas palabras, sabía que el lenguaje de la guerra y el del amor coinciden, porque en todo amor que merezca este nombre hay una batalla; una victoria y una rendición. El enamorado descubre que para llegar a poseer a la persona que ama debe derrotarse a sí mismo y someterse sin condiciones. Amar es ser poseído por aquél a quien conquistamos; es desvivir y desvivirse; dar la vida.

Y cuando el amor tiene a Dios por término la derrota es total. El corazón entonces se convierte en templo del Todopoderoso y mucho más noble que el de Jerusalén. Jesús debe entrar como Señor y desalojar a latigazos a los mercaderes.

Yo sé que en mi corazón aún hay demasiados mercaderes. Todos tienen sus papeles en regla y sus buenas razones para no marcharse, pero ocupan un lugar que no es suyo. Mi casa, ay de mí, es todavía una cueva de ladrones.

Como todas las mañanas, dentro de pocos minutos voy a tomar en las manos a mi Dios. Lo acariciaré con la mirada; lo besaré con mis labios heridos y a veces putrefactos y volveré a pedirle perdón por recibirle en esta pocilga.

Y firmaré mi rendición una vez más, que será para siempre, para siempre, con su Gracia.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Amor casero

...Y como se acerca San Valentín, he aquí un video casero sobre un amor casero, o sea tan auténtico como el cocido madrileño en Madrid. Me lo envía Paula, y espera que le den un premio por él en un concurso radiofónico.



El amor y las palabras




Caminaba hacia mí por la misma acera. A primera vista me pareció un animal fabuloso dotado de muchos brazos, dos cabezas y cuatro patas. Luego me recordó al grupo escultórico de la muerte de Laoconte con sus hijos. A medida que avanzaba fui comprendiendo que no se trataba de una sola figura, sino de dos: un chico y una chica tan enlazados en un abrazo tentacular que resultaba admirable que pudieran desplazarse sin caer al suelo con estrépito. Era un estrujón itinerante de mucho mérito. Ella le miraba a él sin ocuparse para nada de la dirección de la marcha. Él marcaba el ritmo y la ruta con cierto gesto de agobio en el rostro.

Como yo iba despacio y ellos aún más, tuve tiempo de analizar la situación. Imaginé el diálogo y recordé las coplas de Muñoz Rojas que estoy leyendo estos días: “Miradas, voces del alma,/ con sólo mirarte digo/ lo que no dicen palabras”. Pero no: aquellos labios adolescentes sí que decían palabras, probablemente llenas de pasión.

Al fin llegaron a mi altura. Ella estaba diciendo:

—Tiene guasa (1) la tía. Luego se va a Leganés y me deja en cueros (2)…

Kloster, que siempre va conmigo, sollozó de pena.

(1) y (2). De acuerdo, Kloster, no dijo “guasa” ni “cueros”, pero este blog es muy decente y aquí no se hacen alusiones glandulares ni se emplean palabrotas semejantes.



martes, 10 de febrero de 2009

Eluana otra vez




Leed
este artículo de un blog de mi barrio.

Por mi parte, no escribiré más.

Luna llena de muerte



Me dice Kloster que no escriba después de la puesta del sol. Él sabe bien que la noche se me cae encima como una losa insoportable y pierdo hasta el sentido del humor. No soy como el ruiseñor, que reserva su mejor canto para la luna y las estrellas, cuando los demás pájaros callan. Hoy hemos tenido luna llena. y he sentido su peso como una amenaza a pesar de la capa de nubes que me la ocultan.

Ayer no hice caso a mi amigo y escribí cinco líneas melancólicas pensando en Eluana, la chica, que ha muerto de hambre y de sed en Italia, porque se negaron a darle de comer en nombre de la compasión, la dignidad y no sé qué más. He borrado esas líneas, demasiado turbias y tristes, pero debemos decir la verdad.

Eluana no recibía tratamiento médico para seguir viviendo. A pesar de la telaraña de eufemismos con los que nos han mareado estos días, la verdad es que sólo se alimentaba y se hidrataba (comía y bebía), y las monjas que la atendieron durante los últimos años estaban dispuestas a cuidarla hasta el final sin cobrar un sólo céntimo. Pero no las dejaron.

Al llegar a casa, recé un responso por su eterno descanso, y por primera vez desde hace muchos años, tomé una pastilla para poder dormir. Hoy en la Santa Misa, rezaré también por los que la han matado.

Son las seis y media de la mañana. A estas horas siempre me encuentro eufórico. Hoy no, a pesar de que la primavera ya empieza a despuntar.

lunes, 9 de febrero de 2009

Descubrimientos y tentaciones


Estas mañanas frías de Madrid con un viento helado que revitaliza el cutis, son una invitación a pasear. Ya sé que no estáis de acuerdo, pero me importa poco. Me he puesto los zapatos mágicos y vuelo por el asfalto.

Desde el final de Lagasca hasta mi casa hay tres cuartos de hora de marcha rápida. Busco el Paseo de la Castellana bajando a galope por General Oraa, cuando mis zapatos frenan bruscamente a la altura del número 24. Allí está la librería "Pérgamo" con un escaparate increíble: no hay ni un solo best seller. Sólo literatura de calidad: poesía, novela, ensayo... Clásicos de todas las edades.

Yo tengo prisa, pero mis zapatos no. En un minuto me encuentro en el interior de la tienda. Hay una mujer sentada con las gafas en la punta de la nariz. Está ojeando un par de libros antiguos. Levanta la cabeza y me sonríe:

-¿Puedo ayudarle?

Contemplo las estanterías repletas de libros hasta el techo, que se prolongan al fondo por un largo pasillo oscuro. Aspiro el aroma dulce e inconfundible de las antiguas librerías. Comprueblo que se trata de de un establecimiento vivo, no de un depósito de cadáveres. No hay una mota de polvo y cada libro está donde debe estar.

La señora sigue mirándome sonriente.

-Esto parece una librería de verdad...

-Sí -me contesta-. Ya sé que es raro, pero a mí me gusta ser librera, no vendedora de cualquier cosa.

-He visto en el escaparate un libro de Muñoz Rojas.

-Sí. Ha salido en Navidad. Es su obra poética completa. ¿Le interesa? Es un gran poeta que va a cumplir 100 años dentro de unos meses: comienza a vivir una madurez floreciente.

Veinte minutos después salgo de la librería con la obra completa en verso de Muñoz Rojas. La propietaria del local me ha pedido que "caiga en la tentación" de regresar.

-Yo puedo ser su librera..., si me lo permite.


La mar

Leo que a cincuenta kilómetros de la costa de Cantabria se ha generado una ola de 26 metros de altura. Al parecer se trata de la ola más grande detectada en esa zona en toda la historia.

Yo no sé cómo ni quién mide la altura de las olas ni desde cuándo existen instrumentos capaces de lograrlo. Tampoco entiendo cómo calculan la velocidad del viento ni el número de rayos de una tormenta ni la velocidad de la pelota de tenis cuando sale de la raqueta de Nadal.

Siempre he pensado que, sean o no exactos esos cálculos, tienen un efecto tranquilizador. Transformar en números la fuerza de la naturaleza nos crea la sensación de que la hemos sometido a nuestro dominio.

Sin embargo, cuando la mar galopa, menos bromas. El vídeo que pongo a continuación es de una belleza sobrecogedora. Al verlo (gracias Piku, por mandármelo) me he imaginado a Jesús, Señor de las olas y las tormentas deteniendo de improviso el temporal como hizo en el mar de Galilea; y la sorpresa de los discípulos, que decían: "¿Quién es éste, que hasta la mar y el viento le obedecen?


-Oye, ¿pero no habíamos quedado que los lunes pondríamos publicidad?

-¿Te parece poca publicidad la de este golpe de mar, querido Kloster? Los cielos cantan la gloria de Dios, dice el Salmo. Es la mejor propaganda del Creador.


domingo, 8 de febrero de 2009

La suegra de Pedro

"Al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles." (Del Evangelio de San Marcos, que leeremos hoy en la Misa)

Hace años un sacerdote veterano me decía que para la mayor parte de sus parroquianos la Iglesia más que una madre es algo así como la suegra de San Pedro, es decir una mujer mayor, quizá anciana, llena de pequeños achaques, a la que no se quiere de forma especial, pero que resulta útil; nada más levantarse de la cama se pone a servir en silencio.

La Iglesia -me decía este buen cura- hace lo mismo: sirve incluso a los que apenas la tienen en cuenta. Bautiza, celebra la Eucaristía, perdona los pecados, asiste a las bodas, atiende a los enfermos y moribundos... y no le importa que la llamen suegra, que hagan chistes sobre ella, ni siquiera que la insulten o calumnien. Una suegra no se querella nunca contra sus hijos.

Son las 7 de la mañana y voy a predicar un Retiro y a celebrar la Santa Misa. Quizá recuerde esta anécdota o quizá no; pero sí diré que hemos de amar a la Iglesia: a la Iglesia Santa y a la que aparece llena de pecadores y de miserias. Es nuestra única forma de amar a Jesucristo.

Y como colofón, este espléndido video que me envía José H.



sábado, 7 de febrero de 2009

Autonomías y Ninjas

Leopoldo Abadía, el gurú de moda, explica a su manera el problema de la financiación de las autonomías



Este segundo vídeo es más conocido: ya lo han visto un millón doscientos mis visitantes. Ni siquiera mi blog ha tenido tanto éxito.





viernes, 6 de febrero de 2009

Alerta naranja


Madrid esta en alerta por nieve desde hace casi una semana.

¡Que nieva, que nieva! No usen ustedes el coche, lleven las cadenas en el maletero, carguen el móvil y llenen el depósito de combustible. Cuidado con las corrientes que son muy traicioneras. Y el hielo. Ojo con el hielo que está muy frío.

No nos llega la camisa al cuerpo ni la bufanda al cuello. Protección civil nos protege tanto que cualquier día nos prohibirá circular por las aceras con manga corta. Ya me veo a la ministra de turno revisando la suela de nuestros zapatos para que agarren bien al suelo.

Y el caso es que no nieva ni a tiros. Tratan de curarse en salud para que luego no podamos decir que nuestra beneméritas autoridades no nos avisaron con tiempo.

Pues ¿sabéis lo que os digo? Voy a alquilar un autobús y poner un gran letrero que diga:

Probablemente Protección Civil no existe, y si existe se equivoca. Deja de preocuparte. Rompe las cadenas y disfruta de la vida.

Se me ha ocurrido a mí solo. Palabra.

Kloster


Titulares


Guardo en mi agenda una colección de titulares antológicos de la sección de deportes de la prensa. Ninguno de ellos dan noticia de nada. Desde hace años los diarios de papel son conscientes de que lo suyo es la literatura, no la actualidad. La actualidad llega por la radio, por Internet o por televisión. A los muchachos de la pluma o el bolígrafo sólo les queda la lírica y la épica.

Hace muchos años, con motivo de una gran victoria de la selección española de fútbol sobre Dinamarca, en la que Butragueño marcó varios goles, la Gazzetta dello Sport tituló a toda plana: Cuando vola l'avvoltoio, la Spagna diventa spiatata, "Cuando el buitre alza el vuelo, España se vuelve despiadada". Magnífico.

Los “tituladores” españoles son más sintéticos, pero igualmente eficaces. Así, la victoria del Real Madrid sobre el Málaga en el Bernabeu, mereció este gran epígrafe en el ABC: “colocón de Málaga virgen”, y cuando el mismo Madrid se dejó arrebatar un punto por el Español –creo que el partido terminó con empate a 2– el cronista tituló: “Golosina para periquitos”.

La eliminatoria de la Copa de Europa con la Juventus de Turín, mereció toda suerte de metáforas a cual más incomprensible para los no iniciados: “la vieja señora no se deja seducir” (Juventus 2, Real Madrid 1); “Del Piero saca la lengua al Madrid”, y así sucesivamente. Ahora, al releerlas, me viene el recuerdo de un prestigioso catedrático y político ya fallecido, que, al tropezarse con una de esas cabeceras en el desayuno hace muchos años, afirmó:

–Resulta sorprendente. Sé lo que significan cada una de las palabras, y sin embargo el concepto se me escapa por completo.

Tampoco era tan difícil, la verdad. La frase que desconcertó al ilustre intelectual decía sólo “el equipo colchonero arranca un valioso positivo del Molinón”.

¿A dónde quiero ir a parar? A la prensa de hoy, naturalmente.

Como es bien sabido, el Cardenal Bertone, Secretario de Estado de la Santa Sede pronunció ayer un discurso en la sede de la Conferencia Episcopal Española sobre “los derechos humanos en el Magisterio de Benedicto XVI”. Como no podía ser de otro modo, asistieron todos los cardenales españoles y cincuenta o sesenta obispos. También hubo autoridades y políticos, sobre todo de la oposición, profesores universitarios e intelectuales en general. Dicen los que estuvieron allí que el salón de actos estaba abarrotado.

Yo imagino que el contenido de la conferencia debió defraudar a algún sector de la prensa. Y es que el número 2 de la Santa Sede sólo dijo, con la mesura y el rigor propios de su cargo, lo que debía decir: que la verdad y la mentira siguen donde estaban, o sea que no dependen del número de votos; que la fe y la moral de la Iglesia no cambian cada legislatura; que los derechos humanos no son una invención de los parlamentos sino una expresión de la dignidad del hombre; que, por tanto, los gobiernos “reconocen” esos derechos no los crean ni tienen la facultad de limitarlos o destruirlos; que existe un derecho a la vida y no a la muerte; que el matrimonio no se inventa, porque es mucho más viejo que las ideologías… O sea, lo de siempre. Gracias a Dios “la buena noticia” que anuncia la Iglesia es buena y grande, pero nunca escandalosa, O sea, que no da titulares desmesurados.

Quizá sea eso es lo malo. Necesitamos titulares.

Con la visita a España del Cardenal, por un momento tuve la impresión de que los cronistas futboleros habían invadido la sección de religión de algunos periódicos. También yo, como el ilustre catedrático del que hablaba antes, me sentí confundido ante tanta metáfora críptica y descabellada. Unos hablaban de “rapapolvo” al Cardenal de Madrid; otros de “luna de miel” del gobierno con la Iglesia; aquél, de humillación de un gobierno laicista ante la Santa Sede…

Y esta mañana, al leer por encima los periódicos, resulta todo lo contrario. “El Cardenal escoltado por 60 obispos ataca al gobierno”. “La Iglesia pretende que nadie gobierne sin el nihil obstat del Vaticano”, etc. etc.

Yo sólo sugiero que leáis aquí el texto íntegro de la conferencia, que vale la pena.

Y pasad de los titulares.

jueves, 5 de febrero de 2009

Adoro te devote (II)


Hoy también, como el jueves pasado, hago la oración frente al Sagrario abierto mirando el copón dorado y meditando el “Adoro te Devote”, un himno que quizá escribió Santo Tomás o quizá no, pero que, en todo caso, ya es mío, porque lo he ido creando y recreando cada jueves desde hace más de cuarenta años.

Adoro te…

Me fijo en ese pronombre, “te”: te adoro a ti… He leído que sobra, que hay una sílaba de más en el primer verso y chirría la métrica por culpa precisamente de esa palabra.

Sin embargo a mí me resulta imprescindible. Si estuviese solo en el oratorio, al decir “te” extendería la mano para señalar el copón donde se guardan las formas consagradas.

—A ti, Señor, a ti, que estás a dos metros, tan sólido y concreto que asusta pensarlo. No adoro a un Dios abstracto, lejano y etéreo. Sabemos que eres infinito, inmenso, inmutable, incomprehensible; pero has querido estar al alcance de mi vista y de mi corazón.

Un obispo africano me dijo hace muchos años:

—Jesús instituyó la Eucaristía pensando en África. Los africanos necesitamos ver, tocar, palpar… Vivimos de los sentidos. Por eso somos un poco idólatras. No somos capaces de pensar en un Dios demasiado grande; queremos verlo pequeño. Y Jesús, que lo sabía, nos dejó la Hostia Santa para que la adoremos.

Recuerdo cómo se reía mientras bromeaba con lo que él llamaba la “idolatría” de los de su pueblo y de su tribu. Yo le hice ver que, en ese sentido, todos somos “idólatras”. El mismo San Juan lo dijo en su primera carta: “lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han palpado nuestras manos tocando al Verbo de la vida…” El Apóstol sentía el escalofrío de saber que había tocado con sus manos al mismo Dios.

Si por un momento todas las estrellas del Cielo, los millones de galaxias que pueblan el firmamento se concentraran en un punto, sería un milagro mucho más pequeño que éste. Y si toda la historia de los hombres, desde el primer minuto hasta el final de los tiempos, se hiciese presente hoy y ahora, apenas sería nada en comparación con este Dios Infinito que se ha encerrado en un copón.

Adoro te…!

miércoles, 4 de febrero de 2009

Hablemos de mendigos....



Que sí, que tenéis razón; que hay mafias "rumanas" y no tan rumanas; que hay mendigos delincuentes y no tan mendigos; que algunos llegan en taxi a su puesto de "trabajo"; que muchos"se forran" con la limosnas de las ancianitas compasivas. Pero no seamos hipócritas: la mayor parte duermen a la intemperie, son alcohólicos, esquizofrénicos, depresivos, drogadictos, o simplemente solitarios a los que nadie mira a los ojos porque asusta mirar de frente a la miseria.

Yo conozco banqueros delincuentes y no por eso me niego a saludar y sonreír a un banquero. Y sé que hay periodistas mafiosos, arquitectos-chorizo, abogados corruptos y médicos que matan. También hay curas indignos del Sacramento que han recibido; pero nunca he pensado en eso al tratarles con educación y con afecto. ¿Por qué no va a haber indigentes corrompidos, captados por organizaciones mafiosas? Están más indefensos que nadie. Es lógico que se dejen manipular.

Prefiero dejarme engañar por un mendigo a desconfiar de todos y encima quedarme con la conciencia tranquila, porque, ya se sabe, son unos delincuentes.

No puedo ponerme como modelo de nada. También yo me he impacientado cuando me han asaltado por la ventanilla del coche, o cuando lloriquean a mi paso para moverme a compasión. Yo también me he cambiado de acera y he dicho -mintiendo- que "hoy no tengo dinero".

Pero cuando el Evangelio habla de los pobres no matiza tanto: no nos dice que ayudemos sólo a los honrados, a los mendigos que no mienten, a los que nos tratan con la cortesía y deferencia que presuntamente merecemos.

Los "pobres" del Evangelio son igualitos a los de ahora mismo.



Un mendigo de la crisis

No, no es éste, pero la foto me recuerda el gesto del mendigo
En la calle Ayala, en el corazón del barrio de Salamanca, ha aparecido un mendigo nuevo. Tiene 59 años y está en el paro desde hace unos meses. No recibe ningún subsidio y a su edad ha perdido la esperanza de encontrar trabajo.

De pie, recostado en la pared, sujeta unos pañuelos de papel en la mano izquierda como ofreciéndolos a cambio de ayuda y susurra que tiene hambre, que no ha comido nada hoy y que nadie le hace caso. Lo dice así, con todas las palabras, pero apenas se le oye. Tiene la voz rota y la mirada se le va al suelo como avergonzada.

Yo hoy me he fijado en sus ojos enrojecidos por el viento y la lluvia helada que cae sobre Madrid. Me he acercado y, después de dejarle una limosna, le he preguntado por su salud. Contesta dubitativo, sin atreverse a levantar la cabeza.

—Tengo una hernia en la ingle que me va a matar cualquier día. Lo malo es cuando toso. Y aquí me paso el día tosiendo…

Así ha empezado nuestra conversación. Quedamos en seguir mañana.

—Gracias, caballero… Perdón, padre —rectifica—; no me había dado cuenta…; que Dios se lo pague.

Lo he escrito más de una vez: si nos detuviésemos un momento a charlar con los mendigos, si les mirásemos a los ojos… ¿Por qué huimos de ellos?

martes, 3 de febrero de 2009

La teoría


—Yo es que tengo una teoría…

El “teórico” habla con desenvoltura y pontifica con aplomo. Me dice que ha cumplido 17 años y está la mar de contento porque una chica que le gusta le ha regalado algo que no quiere contarme.

Estábamos hablando de la catequesis para la Confirmación. Resulta que el chico se apuntó al comienzo de curso, pero lo dejó enseguida y ha decidido olvidarse del asunto. Yo le he preguntado si tiene algún problema y puedo ayudarle, pero no: un problema no, una teoría.

—Bueno, es que lo leí en algún sitio. Mira, parece que hace muchos siglos alguien manipuló la especie humana y nos metió la idea de que existe un Dios que lo ha creado todo; pero, en realidad, no es verdad.

Una de los alicientes de tratar con chavales es que nunca dejan de sorprendernos, y uno se ve obligado a responder a las cuestiones más insólitas sin pestañear y, por supuesto, sin reírse.

—Ya. ¿Y eso cuándo ocurrió?

—No sé, hace mogollón de tiempo.

Me dice que los hombres de este planeta somos sólo un experimento de otras civilizaciones extraterrestres súper adelantadas, que nos desarrollaron el cerebro y lo condicionaron con unas normas morales y religiosas para tenernos sometidos.

—¿Y dónde dices que lo has leído?

—No sé; pero también hay una peli muy antigua que dice lo mismo…

—Oye, ¿y no te parece más sencillo pensar en un Dios creador que en un extraterrestre capaz de manipular a todos los hombres y mujeres de la historia hasta producir un cerebro tan complicado como el tuyo…?

La conversación aún duró una hora más sin que mi amigo se apeara de su “teoría”. Al final quedó claro que a la catequesis no volvía, “porque es un rollo y no hay debate”. Ya en pie me rompe de nuevo los esquemas:

—Tú “das” Misa aquí, ¿verdad?

—Sí, a las once y media.

—¿Y yo puedo ir…?

—Bueno, pero no traigas al extraterrestre.


lunes, 2 de febrero de 2009

Otro bus



Quién le iba a decir a la Empresa Municipal de transportes que se convertiría en plataforma de una especie de debate urbano de carácter teológico y apostólico. Ya tenemos un bus musulmán, otro protestante, dos más católicos y uno ateo.

Ahora sólo falta que subamos todos al autobús y hablemos de Dios en voz alta y sin complejos.




Los lunes, publicidad

Ayer, fiel a su leyenda, volvió a perder en casa el Atleti de Madrid. Buen momento para que sus socios e hinchas reflexionen sobre la certera pregunta que hace a su padre el niño del anuncio.
Si entre los lectores hay alguien del atleti, que conteste, si puede...

domingo, 1 de febrero de 2009

Otro autobús

La línea 1 de Madrid tampoco está de acuerdo con el bus ateo.
Luis, uno de mis fieles corresponsales, me envía la foto.