domingo, 31 de enero de 2010

El taconazo


Desde este globo, que nunca ha sido especialmente futbolero, me atrevo a pedir a las autoridades del Estado que enmarquen este vídeo y lo coloquen junto a Las Meninas en el Museo del Prado.

Pido también a Guti que abandone definitivamente la práctica del fútbol. Todo lo que haga en el terreno de juego de ahora en adelante será basura balompédica en comparación con el prodigioso taconazo de ayer sábado. Guti ha entrado en la leyenda definitiva e irremediablemente, y los mitos no deben bajar del Olimpo para dar patadas a un balón.



Y a Vicente del Bosque, seleccionador nacional de fútbol, le exijo que no caiga en la tentación de convocar a Guti. Que ni siquiera piense en él. No tiene derecho a ensuciar este recuerdo, que habrá de permanecer en nuestra memoria mientras ruede un balón en este Planeta.

El tren

Me dijeron que la felicidad es un tren al que hay que subirse en marcha, que pasa veloz y no se detiene más de un segundo. Yo decidí esperarlo cada minuto de mi vida, y lo imaginé de colores vivos y luminosos; ligero como el viento y silencioso como el vuelo de un halcón entre las nubes.

Pero el tren no llegaba.

Un día se detuvo en el andén una vieja locomotora sucia y renqueante que arrastraba un vagón abarrotado de pasajeros. El maquinista me pidió ayuda para conducirla y yo miré para otro lado.

Ahora sé que mi tren era ése. Y me pregunto si habrá una segunda oportunidad.



sábado, 30 de enero de 2010

Encuentros


—Se lo prometo. Ya lo verá. De este mes no pasa. Le llamo cualquier día y le invito a comer en mi nuevo piso. Así conoce a mi marido y a los niños.

—Mira, déjate de invitaciones. Tú ven a verme alguna vez, o mejor cada quince días, y charlamos un rato como en los viejos tiempos.

—Sí, por supuesto, pero es que yo tengo interés en que conozca a Juan. Él sí que necesita un repaso, aunque es muy buen chico, no crea. Bueno, yo también debo pasar por la garita, desde luego; pero es que ahora estamos con la mudanza. Ya verá, dentro de una semana, dos a lo sumo…, como tengo su teléfono y su correo…

Me miraba igual que cuando hacía primero de bup, con la misma carita de susto de entonces. ¿Cuántos años habían pasado? ¿Quince, veinte…? Siempre fue muy elocuente, pero a medida que crecía su interés porque yo la creyera, iba convenciéndome de que no volvería a verla, a no ser que nos encontrásemos de nuevo, por casualidad.

Han pasado tres o cuatro meses y ha ocurrido esta misma mañana. Ella va por la otra acera de la misma calle. Lleva un abrigo oscuro y una especie de gorro de lana. Supongo que no me ha visto, porque yo voy en coche. He tocado el claxon sólo un poco, y no sé; juraría que me ha mirado de reojo antes de acelerar decididamente el paso.

La encomiendo al Señor y espero que lea esta entrada de hoy. Me dijo que conocía mi globo, que es lo primero que lee cada mañana... ¿Será verdad?


viernes, 29 de enero de 2010

¿Dónde estaba el Señor?


Me envían esta foto desde Haití: Cristo se mantiene en alto, clavado en la cruz en medio de las ruinas de Puerto Príncipe.

Se la enseño a varios alumnos y les pregunto qué les sugiere la imagen. Jaime dice que a los de la moto seguro que no les apetece nada rezar a ese Dios que sigue en pie mientras todo lo demás se derrumba. Los otros chavales callan; quizá no se atreven a decirme lo que piensan.

Marta quiere saber qué voy a poner yo en el blog. Le contesto que lo mismo que escribí aquí hace algún tiempo:

"Cuando a Jesús se le pregunta el porqué del dolor, de la injusticia o de la miseria, responde sin palabras: se echa la cruz a la espalda y camina al lado del que sufre. Los que estamos lejos de la tragedia, especialmente en este Primer Mundo del bienestar, nos rebelamos, incluso hay quien blasfema por el escándalo de un Dios que guarda silencio; pero los protagonistas suelen reaccionar al revés. Quizá descubren que es un honor tener a Cristo como compañero de padecimientos. Y rezan más que nunca, y agradecen seguir vivos en medio de tanta amargura."

jueves, 28 de enero de 2010

Risas y lágrimas

No recuerdo haber visto llorar a nadie con tanta sinceridad y tal derroche de lágrimas. Al principio lograste articular algunas palabras para explicarme tu "tragedia", luego, nada; sólo pucheros y sonidos inarticulados. No traté de consolarte, ¿para qué? Gracias a Dios, la caja de pañuelos de papel que tengo sobre la mesa estaba bien surtida y cumplió con su cometido. Quedamos en seguir charlando otro día y regresaste a clase después de lavarte la cara en el baño.

Media hora más tarde te vi rodeada de chicas y chicos en el recreo. Llevabas la voz cantante y reías a carcajadas. No me extrañó lo más mínimo. Al contrario: me sorprendí recordando —y añorando, ¡ay de mí!,— aquella edad feliz en la que éramos infinitamente desgraciados.

miércoles, 27 de enero de 2010

Diario congelado

Dice la radio que este frío no es polar como el de la semana pasada, sino siberiano. Vaya, menos mal. Por si acaso me acorazo con el tabardo de invierno y salgo a la calle de madrugada. La radio insiste en que no hace frío. Es sólo una “sensación térmica”. Qué bien.

En el Parking compruebo que mi coche tiene abierta de par en par la ventanilla del copiloto. No es un robo; es que se ha estropeado el mecanismo de cierre y el cristal se ha desplomado hasta el fondo. Vaya por Dios.

Me pongo en marcha y compruebo que, con un coche tan ventilado, la “sensación térmica” empieza a congelarme las orejas.

Dejo el coche en el taller “Apolo”, y me dicen que estos mecanismos son muy endebles y que habrá que cambiarlo. Total nada; menos de doscientos euritos.

Por la mañana, cole y visita a una enferma en el hospital; por la tarde, salto de confesonario en confesonario. A las cinco vuelvo al garaje y cuando me dispongo a pagar, la chica de la oficina (tendré que preguntarle cómo se llama) me mira fijamente y dice:

–A usted le he visto yo en Internet. ¿Usted es el de pensar por libre?

Al parecer acaba de leer mi entrada anterior sobre el bautizo de Karina y le ha gustado mucho.

–De ahora en adelante, entraré en su blog todos los días.

Mi autoestima sube un 15 por ciento. La chica es encantadora, pero no me hace descuento.

Me refugio en la Iglesia de los Carmelitas para hacer la oración y a los pocos minutos compruebo que Juanito, mi mendigo de cabecera, me ha seguido y se sienta a mi lado:

–Padre, ¿me das un euro?

–Aquí no se pide limosna; aquí se reza.

–Vale.

Juanito aguanta como un héroe sin chistar la media hora. Al terminar no tengo más remedio que soltar la pasta.

Regreso a casa a las nueve de la noche. El frío siberiano aprieta pero, con la ventanilla cerrada, se soporta mejor.


martes, 26 de enero de 2010

Otra fotografía del bautismo de Karina


El bautizo merecía esta otra foto del grupo de peruanos que asistió a la ceremonia con Karina y los padrinos. A la derecha de Karina está Álvaro, el padrino; a la izquierda, junto a su hermano, aparece Carmen, la madrina.

El bautizo de Karina

Vino de Perú en busca de trabajo y encontró mucho más de lo que buscaba en la casa de Álvaro y Carmen. Algún mérito tuvieron los niños, con los que aprendió todo lo necesario para remozar su fe y recibir los tres Sacramentos de la iniciación cristiana: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. Después de una catequesis pausada y profunda, hemos podido celebrar la ceremonia en la Parroquia de los Padres Carmelitas de la calle Ayala, en Madrid.

El párroco ofició la Santa Misa y yo me reservé la homilía. No recuerdo muy bien lo que dije, porque andaba medio tocado por algún virus invernal. Supongo que conté la historia de aquel anciano doctor de la Ley llamado Nicodemo que fue a ver a Jesús una noche y le saludó con un discurso algo ampuloso que había preparado para la ocasión. El Señor le bajó cariñosamente de su pedestal y le dijo que debía volver a nacer por el agua y el Espíritu Santo. Sólo así entraría en el Reino de los Cielos.

Luego hablé de la Gracia, que es la belleza que Dios crea en el alma cuando la traspasa con su mirada. Y expliqué que Karina fue una mártir del siglo IV y que su nombre deriva precisamente de la palabra griega “Kharis”, que significa “gracia”. Así que habría que traducirla como “agraciada” o “querida”.

Karina estaba elegantísima y un poco nerviosa. No dejó de sonreír ni un solo instante. Álvaro y Carmen, que fueron los padrinos parecían tan felices como ella.

Creo que no debo contar nada más. Aunque me diera permiso, algunas cosas no deben salir en un blog; ni siquiera en un globo como este. Las fotos, sí… María, ¿cómo no me has mandado una de todo el grupo: de los padrinos, los niños, los demás compatriotas que vinieron a acompañarla?


lunes, 25 de enero de 2010

Los lunes, publicidad (y van dos)

Este anuncio del Xacobeo 2010 tampoco está mal. Claro que no habría pasado nada si, de paso, alguien explicara qué quiere decir "xacobeo", por qué este año es especial, etc.

Cualquiera que vea el spot pensará que se trata de un año dedicado al marisco y a la mermelada.




Los lunes, publicidad


¿Quién
no se ha preguntado alguna vez qué hay dentro de esas casitas que cuelgan de los árboles para que aniden los pájaros? En este sorprendente vídeo, que me envía el prof. Ortigosa, está la respuesta.



domingo, 24 de enero de 2010

Benedicto XVI nos anima a usar Internet

Hoy es la fiesta de San Francisco de Sales, Patrono de los periodistas y supongo que también de todos los que tratamos de aportar algo a este mundo sin fronteras de Internet. De hecho el Santo Padre en su "mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales se refiere expresamente a “El sacerdote y la pastoral en el mundo digital”

Y, entre otras cosas, escribe:


El desarrollo de las nuevas tecnologías y, en su dimensión más amplia, todo el mundo digital, representan un gran recurso para la humanidad en su conjunto y para cada persona en la singularidad de su ser, y un estímulo para el debate y el diálogo. Pero constituyen también una gran oportunidad para los creyentes. Ningún camino puede ni debe estar cerrado a quien, en el nombre de Cristo resucitado, se compromete a hacerse cada vez más prójimo del ser humano. Los nuevos medios, por tanto, ofrecen sobre todo a los presbíteros perspectivas pastorales siempre nuevas y sin fronteras, que lo invitan a valorar la dimensión universal de la Iglesia para una comunión amplia y concreta; a ser testigos en el mundo actual de la vida renovada que surge de la escucha del Evangelio de Jesús, el Hijo eterno que ha habitado entre nosotros para salvarnos. No hay que olvidar, sin embargo, que la fecundidad del ministerio sacerdotal deriva sobre todo de Cristo, al que encontramos y escuchamos en la oración; al que anunciamos con la predicación y el testimonio de la vida; al que conocemos, amamos y celebramos en los sacramentos, sobre todo en el de la Santa Eucaristía y la Reconciliación.

Queridos sacerdotes, os renuevo la invitación a asumir con sabiduría las oportunidades específicas que ofrece la moderna comunicación. Que el Señor os convierta en apasionados anunciadores de la Buena Noticia, también en la nueva "ágora" que han dado a luz los nuevos medios de comunicación.

Con estos deseos, invoco sobre vosotros la protección de la Madre de Dios y del Santo Cura de Ars, y con afecto imparto a cada uno la Bendición Apostólica.

Vaticano, 24 de enero 2010, Fiesta de San Francisco de Sales.

sábado, 23 de enero de 2010

Las máquinas atacan


La guerra de las máquinas ha comenzado. La profecía de Terminator y Matrix empieza a cumplirse. Desde hace algunas semanas hay máquinas que tratan de meterse en mi blog para colocar automáticamente comentarios-spam. Ayer mismo, una máquina americana bombardeó todas mis entradas del último mes con anuncios en inglés de viagra y otros saludables productos. Como tengo habilitada la función de “moderar los comentarios”, no me costó mucho repeler el ataque rechazando uno a uno todos los anuncios; pero no tendré más remedio que colocar otra barrera, contando con la benevolencia de mis comentaristas humanos.

De ahora en adelante, para poner un comentario deberéis reconocer unas letras retorcidas que generará la máquina amiga “Google”. Las máquinas enemigas no son capaces de hacerlo y, por tanto, no podrán acceder al blog.

Todo sea por el triunfo final. Ya le he dicho a Kloster que me envíe desde el futuro una máquina-terminator para ayudarnos en la tarea.


La jerga de la tribu


Jimena estudia primero de bachillerato y está hoy la mar de contenta porque un conocido pintor la ha elegido como modelo para representar a la Virgen María en el retablo de la capilla de un colegio.

—Ahora no tendrás más remedio que portarte bien —le digo— Si no, cuando vaya a rezar allí, me harás perder la devoción.

Jimena tiene cara de buena chica. A lo mejor por eso la han elegido.

De pronto llega Marta pegando gritos.

—¡De verdad! ¡Qué pasada! ¡Vas a ser superpopu!

No sé si he asistido al nacimiento de una nueva palabra. A pesar de estar rodeado de chavales, lo de “superpopu” me ha dejado fuera de juego.

viernes, 22 de enero de 2010

Una peli para empezar el viernes

Marta me envía esta película. Chula, ¿verdad?




Espero que Marta que siga viniendo en mi ayuda.

jueves, 21 de enero de 2010

Escándalo y necedad


Otro artículo espléndido de Enrique García-Máiquez. Lo reproduzco tal cual del Diario de Sevilla

Una buena foto con un mal ángulo de la Plaza Mayor de Riaza

"Amarás
a tus enemigos" es un mandamiento y una profecía. El filósofo Jacinto Choza ha explicado que a los enemigos les debemos -amén de la oportunidad de cumplir con el precepto- la claridad de nuestras propias ideas, que se acrisolan por el contraste. Y hemos de agradecerles también que se tomen la molestia de tomarnos en serio. ¿Es o no es para cogerles cariño?

En la polémica de los crucifijos, por ejemplo, los que pretenden descolgarlos saben, al menos, lo que significan, cosa que ignoran quienes los defienden sólo como un souvenir cultural o un adorno inofensivo. Cristo Crucificado, si no es la fuerza y la sabiduría de Dios, debe ser, según san Pablo, escándalo y necedad.

Lo que se dice de la cruz vale para toda la Iglesia. Si la fe no choca, será porque la convertimos en una Concejalía de Fiestas, encargada de las lucecitas de Navidad, de la Semana Santa y del día de la Patrona. A eso se apunta cualquiera. Pero la fe es un pack completo. Hablé con unos amigos creyentes de la resurrección de los cuerpos y empezaron a mirarme raro, como si estuviese zumbado o fuese un zombi. ¿Qué se creerán ellos que rezan los domingos en el Credo?

Algo similar le ha ocurrido al obispo de San Sebastián con sus declaraciones sobre el terremoto de Haití, que tienen a toda España rasgándose las vestiduras. Confieso que cuando leí la noticia pensé que, con esa brusquedad que caracteriza a los vascos, monseñor Munilla se había puesto a hablar de teología y a hacer comparaciones cuando tenía que haber recordado al primer inocente, a Cristo crucificado y su grito desgarrador: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". Sin embargo, al leer sus declaraciones exactas, he descubierto que eso, justamente, fue lo que hizo; y luego apelar a la solidaridad, donde la Iglesia no escatima esfuerzos nunca, y, por último, decir que aquello, siendo horrible, no es el mal absoluto, que la última palabra la tiene la misericordia de Dios.

Se queja Munilla de que han sacado sus palabras de contexto, y es verdad. Pero ni con las mejores intenciones la cosa tiene remedio. En el mundo siempre estarán fuera de contexto las palabras de fe. En este caso irrita la esperanza. La gente prefiere que se diga que el dolor es lo peor de todo, un callejón sin salida, y no el pecado, que no les parece tan mal. Desde la fe, sin embargo, tiene razón Munilla: la vida eterna compensa los sufrimientos y la muerte, y la gloria celestial espera a la inmensa mayoría de las víctimas de Haití. Si ustedes no creen, pueden escandalizarse, por supuesto, o considerarme un necio, pero esto es lo que creemos los cristianos.

miércoles, 20 de enero de 2010

Un huracán


Al fin estoy en Riaza, uno de mis refugios habituales. Vengo a predicar un curso de retiro y, naturalmente, he olvidado en Madrid los guiones. Al llegar, me entero de que hoy no es jueves, sino martes. Pierdo un libro, que tenía en la mano, a pesar de que no he salido de la habitación y tardo cinco minutos en encontrarlo: me había sentado encima.

Trato de preparar una meditación, pero la cabeza se me va a los acontecimientos de estos días. También a la convivencia de chicas que tuvimos en Molinoviejo.

Ayer por la mañana charlé con una que estaba al borde del colapso por la emoción.

-¡Ha sido superincreíble!, repetía una y otra vez, mientras me contaba lo mucho que había disfrutado, los descubrimientos que había hecho y los enormes propósitos que traía.

-Ya veo -le dije-. Pareces un huracán. El problema es cómo se guarda un huracán para que dure. ¿En una cajita mágica?

De ahí arrancó nuestra conversación. Charlamos de los sentimientos, que van y vienen como el viento, de las luces que deslumbran y de pronto nos dejan a oscuras, de la necesidad de seguir luchando cuando llega la sequía. Y a medida que yo hablaba, la chica, en lugar de enfriarse, se emocionaba más y más.


martes, 19 de enero de 2010

El tiempo que tarda una ostra...


Comer ostras crudas en cualquier época del año es un deporte de riesgo que ya sólo practican algunos fanáticos con tendencias suicidas.
Como es sabido, la ostrea edulis, que así se llama el animalito, suele ser devorada viva y, antes de deglutirla, el consumidor se complace en torturarla con un chorretón de limón, es decir de ácido cítrico. Hasta ahora, los sufridos moluscos aceptaban con resignación su fatal destino; pero, ante la creciente proliferación de marisquerías, han decidido quejarse a la sociedad protectora de animales, a la liga antitaurina y a otras organizaciones defensoras de la dignidad de los bichos. Lamentablemente estas entidades no se dan por aludidas. Se conoce que, para ellas, sólo merecen amparo los mamíferos y algunas aves de mirada melancólica.
Total, que los moluscos bivalvos del orden de las ostreidas han decidido pasar al ataque y ahora tratan de acabar con la especie humana inmolándose en el estómago de sus verdugos con un buen cargamento de virus y de bacterias letales, que actúan fulminantemente.
—Fue terrible, colega, —me contaba Kloster, una de sus víctimas, con el gotero conectado a su brazo izquierdo—. Recibí una caja de regalo. ¡Dos docenas de ostras! Primero pensé compartirlas, pero probé una y estaba deliciosa. Así que comí la segunda, y la tercera… Al llegar a la sexta ya había olvidado que, antes de metérmela en la boca, debía olfatearla discretamente. La rocié generosamente de limón, la despegué de su concha con el tenedor y entró hasta la campanilla deslizándose entre la lengua y el paladar a una velocidad de cuarenta nudos. ¡Una décima de segundo tardó la muy traidora en alcanzar un punto de no retorno!
Kloster me miró atribulado.
—Me di cuenta al instante de que el bicho estaba infectado. Antes incluso de que el molusco homicida llegara al esófago comprendí que el proceso era irreversible. ¡Si hubiese podido retroce-der en el tiempo tan sólo medio segundo, habría expelido a la agresora para depositarla discretamente en el plato; pero estaba escrito que debería comenzar el año 2010 con un intruso en mi interior y un gotero en el brazo.
Era el 31 de diciembre de 2009 y faltaban pocos minutos para que sonasen las campanadas de las doce de la noche. Kloster me hizo notar que todos estamos atrapados en la historia, que no es posible rebobinarla ni siquiera un instante, que la soñada máquina del tiempo es un imposible metafísico:
—Yo me habría conformado con desandar un clic. Para que luego aparezca en la tele una señora vestida de marciana diciendo que viene del futuro con un detergente. ¡Valiente idiotez!
A continuación mi amigo se puso a divagar.
—El instante lo es lo que vale —me dijo—. Todos tenemos un pasado y un futuro, pero lo que cuenta es el presente; ese instante tan fugaz como el paso de una ostra hacia el esófago. A mí, ese instante equivocado casi me manda a la tumba. De un sí o un no, que se pronuncian en una décima de segundo, pueden depender la vida o la muerte; incluso la vida eterna.
Era evidente que la ostra infectada no le había dañado las cuerdas vocales.
—Hay quienes se pasan la vida —continuó— mirando por el retrovisor para añorar los años vividos o para lamentarse de los errores que ya fueron perdonados, y hay quienes de tanto soñar con el futuro se rompen la crisma con las farolas del presente.
No me atreví a interrumpir a mi amigo hasta que concluyó:
—Aprovecha el instante, colega, pero de tal suerte que cada segundo de tu vida toque la eternidad. Llenemos de instantes de oro el resto del año. Y que Dios nos encuentre así, en un momento de lucha, de triunfo. Esa última batalla de la vida será sólo un relámpago, pero nos ganará el Cielo. Y si se te cruza una ostra en el camino, no te dejes seducir.
El pecado es eso: un molusco maldito. Si le abres la puerta…

Un editorial con música de guitarra

Son las once de la noche. Acabo de regresar del multitudinario funeral por Antonio Fontán y estoy más bien hecho pedazos. La cama me llama, pero hay que poner algo en el blog.

En estos casos siempre surge una ayuda. Esta vez, Marta me envía una canción con música de discoteca y letra de editorial. Escuchadla, que vale la pena.



Mañana temprano "vuelo" a Riaza a continuar el curso de retiro que debería haber comenzado hoy. Jesús, que es un cura de Guadalajara siempre dispuesto a hacer favores, me ha sustituido para que yo pudiese celebrar este funeral.

A ver si allí encuentro las musas perdidas.

lunes, 18 de enero de 2010

Los lunes, publicidad

La revista especializada en publicidad Campaign ha hecho un recopilatorio con los que ha considerado los mejores spots de la década (2000-2009). El primer puesto ha recaído en la primera entrega de la trilogía creada por Fallon para Sony Bravia; “Balls”. Aquí está:



Y tras las bolas que recorren una calle de San Francisco han situado al “Gorila”, de Cadbury, obra también de Fallon y Juan Cabral para promocionar las chocolatinas Dairy Milk.




El pájaro roto

En invierno es frecuente avistar en Castilla bandadas de avefrías
Dani, nuestro pajarero de cabecera, me envía un video sobre una avefría herida. No lo reproduzco. Vale la pena que vayáis a su blog para leer la historía entera. Aquí está.

domingo, 17 de enero de 2010

Historias de Molinoviejo


He vuelto a Molinoviejo con un buen grupo de alumnas que se preparan para recibir el Sacramento de la Confirmación. Vivo, como es habitual, en la casa antigua. Ahora, mientras escribo, cae una lluvia tenue sobre los pinos del jardín. No hace frío y he abierto la ventana para escuchar mejor la música del campo.

De pronto me encuentro recordando mil historias que nunca he vivido, pero que han dejado su huella entre estos muros y pertenecen a la memoria de los que formamos parte del Opus Dei.

Levanto la vista hacia una inscripción que figura en la viga principal del cuarto de estar y que vuelve a traerme el recuerdo de Antonio, que falleció hace sólo cuatro días.

Cuentan que, en el verano de mil novecientos cuarenta y ocho, San Josemaría estaba en Molinoviejo comprobando el progreso de las obras, y pidió a Antonio Fontán que buscara un texto clásico para grabarlo en esta sala. Antonio, que ya era catedrático de latín, escogió unos versos de Virgilio. El poeta pone en boca de un pastor su agradecimiento a Augusto —a quien llama deus, Dios— por concederle el privilegio de permanecer en su casa y en sus tierras, mientras otros se ven obligados a abandonar el hogar y patria.

El texto original dice así: Deus nobis haec otia fecit: Ille erit mihi semper Deus. “Dios hizo para nosotros este lugar de descanso; él será, para mí, siempre Dios.”

Sólo hubo que hacer un retoque: el mihi fue sustituido por nobis: Él será siempre, para nosotros, Dios.

Son las nueve de la mañana. Ha cesado el canto de la lluvia y comienza el de los pájaros. Dentro de unas horas regreso a Madrid.

sábado, 16 de enero de 2010

Al día



Tiene
26 años y está siempre al día: ésa es su meta y su obsesión. Usa el último juguete electrónico y lo pone en marcha con el último sistema operativo y el programa informático más reciente. Le horroriza llevar una matrícula antigua en el coche. No tolera que nadie se le adelante. Maneja la última jerga de la tribu; usa palabras y palabros recién salidos del horno, cuyo significado nadie conoce, salvo él.

Dice que navega en la cresta de la ola, que está tres metros por delante de los demás. Le fascina la última teoría sobre cualquier aspecto de la realidad y desprecia lo que el llama "pensamiento desclasificado".

Lo extraño es que no parece tonto. Tiene una memoria infalible y asegura (él mismo) que es un genio de los juegos matemáticos.

Le he dicho que la vida no es un juego; que el afán de estar al día siempre y en todo es un síntoma inequívoco de inmadurez y la mejor forma de vivir fuera de la realidad.

Creo que me he pasado. Se ha enfadado conmigo.



viernes, 15 de enero de 2010

Las últimas palabras


El 12 de enero de 2010, a menos de 48 horas de su fallecimiento, en la clínica donde estaba ingresado, con voz entrecortada, pero con claridad, Antonio Fontán se dirigió a los que le acompañaban con las siguientes palabras:

"Dejo esta vida sin tristeza ni pesares, y con la alegría de haber hecho algunas cosas… Ofrezco esta agonía por la Obra, a la que he dedicado mi vida: el Opus Dei, por mis hermanos y especialmente por el Padre… Por la Iglesia y el Papa…
 ¡Y por España!
Agradezco a todos y los que me habéis cuidado, tanto a los de mi casa como a todos los parientes y amigos… A mi hermano, Eugenio y a mis numerosos sobrinos… A todos, muchas gracias."

jueves, 14 de enero de 2010

Antonio Fontán

Esta madrugada ha fallecido en Madrid a los 86 años Antonio Fontán Pérez, catedrático, humanista, escritor, político... No me detendré a enumerar (me sería imposible) sus numerosos títulos. 
Antonio ha sido hasta el último minuto de su vida un hombre bueno y fiel. He tenido el inmenso privilegio de estar a su lado estos últimos años y podría contar tantas cosas. Ahora pienso en sus grandes amores: Jesucristo, la Santísima Virgen, el Papa, San Josemaría (por el que sintió siempre una devoción tierna y recia) y su país: España. 
No escribiré más esta mañana. Dentro de unos minutos celebraré la Santa Misa por su eterno descanso. La capilla ardiente está a partir de las 10 de la mañana en el Colegio Mayor Castilla.

Los Reyes


La tormenta de nieve inmovilizó los camellos de los Reyes Magos a la altura de Albacete, pero al fin, en la festividad de San Hilario obispo, llegaron a mi casa de Madrid. Yo les había pedido juguetes, que es lo que necesitamos la gente seria. No me atreví a manifestar mis auténticos deseos —un piercing, un gorro ruso de astracán, una mochila de colores…—, y como tampoco estaba dispuesto a pedir una bufanda negra, unos calcetines negros, una boina negra o un paipay negro, opté por los juguetes.

Ahora tengo que montar la casa de la Rue del Percebe, 13 o mirar por el caleidoscopio mágico, que es la envidia de todos mis amiguitos. También me han traído un libro. Debe de ser un error.

miércoles, 13 de enero de 2010

El globo toma tierra

...y descansará un día o dos. En Madrid se acumula el trabajo, y como, en opinión de la clientela, vuelvo "descansado" de Asturias, tendré que hace ejercicios de bilocación para superar con dignidad la cuesta de enero.

Rezad por un buen amigo que está ya a las puertas del cielo, lo sabe. y aguarda sereno el salto definitivo. ¡Qué gran cosa es para un sacerdote ayudar a un moribundo en ese trance!

Ya no nieva. La lluvia ha limpiado la ciudad. Esta noche entra la niebla por el sur.

Pasado mañana iré a Molinoviejo otra vez; el lunes, a Riaza. Que la agencia estatal de meteorología nos sea propicia.

martes, 12 de enero de 2010

Lunes, publicidad.

Los chicos de JB sostienen que hay que empezar con buen pie el 2010, es decir con una sonrisa. Y, ya que en 2009 la tribu urbana de los góticos se puso de moda, ahora pretenden potenciarlos aún más.

Los góticos llegan a la ciudad desde el campo, leen a Bécquer y se pintan las uñas de negro.





El que viene a continuación es aún mejor, y viene muy al pelo por la Navidad y por la nieve.



¿Cómo dices? ¿Que hoy no es lunes? ¡Valiente tontería!: en este globo es lunes cuando lo digo yo.


lunes, 11 de enero de 2010

Un banco confortable


He dejado en el parking un coche impregnado de barro, de hielo y sal, con los cristales de las ventanillas llenos de mugre y el parabrisas traslúcido.

Ya estoy en casa. Ahora la nieve y el hielo han dejado de ser mis enemigos y puedo contemplarlos de otra forma, como un regalo que Dios manda para despertar en nosotros toda suerte de emociones y de añoranzas.

Sin embargo, a la vista de este banco, sólo siento la tentación de echarme a lo largo, y dormir sobre un colchón de nieve virgen. Y calentita, a ser posible.


De viaje

Burgos en el congelador
Nieva débilmente en la autovía. Los automóviles ruedan a velocidad moderada, como mi Polo, que tampoco es capaz de grandes alardes. Entramos en un túnel y unos carteles luminosos nos advierten: "Precaución, nieve a la salida del túnel". El túnel es largo, más de un kilómetro. Cuando diviso el final, disminuyo la velocidad, a pesar de que uno de los pingüinos que me acompañan se ríe de mi excesiva cautela.

Tenía razón el pingüino. Al salir del túnel brilla un sol esplendoroso y no hay ni rastro de nieve. Acelero. De pronto, otra advertencia luminosa: “con nieve, guarde la distancia de seguridad”. Me pregunta el pingüino si sólo hay que guardar esa distancia cuando nieva. En todo caso, sigue brillando el sol y el campo está verdiblanco, como el Betis.

“Atención, máquina quitanieves trabajando”. Kloster, que me ha sustituido al volante, opina que la máquina estará trabajando en otra cosa. Aquí no hay ni un copo.

El siguiente rótulo parpadea para que, esta vez, nos lo tomemos en serio: “granizo, al salir del túnel”. Y en efecto, graniza. El único fallo es que no hay túnel.

El viaje, es indudable, resulta la mar de entretenido. La temperatura exterior es de 9 bajo cero. Se me ha congelado el agua del limpiaparabrisas.

Pati


Pati
Llamas Pimentel, que lo menos tiene ya... ¿14 años?, me envía esta foto y dos más para que vea lo guapa que se está poniendo. Pati ya ha salido aquí algunas veces, pero siempre en compañía de sus hermanas o del resto de la tribu. Hoy, sin que sirva de precedente para otras candidatas, quiere subirse en mi globo.

No he sabido decirle que no.

-Adelante, señorita, pase usted.

sábado, 9 de enero de 2010

Monseñor Munilla


He aquí dos pasajes de la la homilía que ha pronunciado hoy sábado monseñor José Ignacio Munilla Aguirre al tomar posesión de la sede de San Sebastián.

* * *

Me presento ante vosotros pobre y humilde, con la inevitable sensación de que las expectativas que muchos de vosotros podáis tener, son muy superiores a lo que quepa esperar de mí... Si me permitís un poco de humor para distender el discurso (y quizás también para rebajar las expectativas), en estos días me ha venido a la mente un relato gracioso y enjundioso al mismo tiempo, que escuché a uno de mis hermanos obispos aquí presentes:

Dicen que había un señor muy débil y enfermo, que solicitó audiencia con el Papa para pedirle que rezase por él. Para su sorpresa, el Santo Padre le contestó concediéndole una cita. Llegado el día, acudió con antelación al Vaticano. En el primer control, le indicaron que tenía que ser muy breve porque el Papa estaba muy ocupado; al llegar a la primera planta, el Secretario le insistió en que el Papa estaría cansado, y que no debía alargarse en la entrevista... Al acercarse a la antesala, un monseñor le hizo saber la ocupadísima agenda del Pontífice esa mañana, insistiéndole en la brevedad... Cuando estaba ya a punto de entrar, un cardenal le miró fijamente, al mismo tiempo que se levantaba ligeramente la manga de su muñeca, y daba unos golpecillos con su dedo al reloj... Finalmente, se abrió la puerta, y al ver el rostro del Papa, nuestro hombre, débil y enfermo, sólo fue capaz de balbucear: "¡PAPA!, ¡PUPA!"

A buen seguro que habéis comprendido la intención de mi pequeña broma... La presión que se genera en ciertos momentos es muy grande. Por ello, quiero pediros a todos vuestra comprensión ante mi pequeñez, al mismo tiempo que vuestra buena voluntad en la acogida de las palabras de este pastor de la Iglesia. El factor mediático tan influyente en nuestros días, contribuye fácilmente a construir castillos en el aire, a ver gigantes donde sólo hay molinos, a engrandecer a quienes lejos de ser supermanes, tan sólo son unos peregrinos más en el camino de la vida; o tal vez, a juzgar como demonios a quienes simplemente comparten nuestra misma condición pecadora.

Por todo ello, permitidme que lo diga una vez más: me presento ante vosotros pobre y humilde, al mismo tiempo que consciente de la misión que he recibido de Cristo y de su Iglesia. Nada busco por mi cuenta y sólo le pido a Dios "acertar", ser instrumento suyo en la construcción de su Reino... Ser "instrumento", no más. Pero tampoco menos.

En un día como hoy y en las circunstancias presentes, he pensado compartir con vosotros el uso de la palabra... Me explico: Con motivo de mi nombramiento, he recibido muchísimos correos electrónicos y cartas. De entre éstas últimas, he elegido una, que me ha llegado especialmente al alma... Dice literalmente:

Estimado José Ignacio:

La paz y el amor de Jesucristo y la alegría de la Virgen María rebosen en tu corazón. Con tu reciente nombramiento como obispo de la Diócesis de San Sebastián, quiero mostrarte mi acogida y cariño junto con esta tu tierra que te vio nacer. Es mi deseo que te encuentres en casa, acogido y amado como Pastor.

Tu nueva labor vaya ungida por el Santo Espíritu. Él te consolará y te dará la fuerza que viene de lo alto para mantenerte fiel a Dios y a la Iglesia. Jesús te dice: "No tengas miedo, Yo estoy contigo". Así pues, no temas, Dios está con nosotros...
Acuérdate cuando pastores la grey del Señor, sobre todo, de los pobres, humildes y enfermos, aquellos que no tienen pr otector y sé un Padre amoroso para todos ellos. Hay mucha falta de cariño en los corazones, José Ignacio, tú que lo recibes de Nuestro Señor, dáselo a los pobres y a los pequeños; y no te olvides de ninguno... ¡Sé reflejo humilde del Corazón de Jesús, siendo de todos y para todos!

Tú que tanto amas a la juventud, acuérdate de ellos y sé comprensivo con su debilidad, acogiéndolos con misericordia. Ellos necesitan acogida y compasión y un corazón que les comprenda, que les escuche y los acompañe.

Escucha, José Ignacio, escucha el clamor del pueblo sufriente y dolorido y alégrate, al mismo tiempo, con aquellos que se sienten amados infinitamente por Dios.

Los niños y los ancianos sean tu predilección; son débiles y dependientes y necesitan apoyarse. Utiliza tu báculo para ayudarles en sus necesidades.

Sobre todo, José Ignacio, cuenta con la gracia de Dios. La empresa es muy grande para un alma sencilla como la tuya, pero la gracia es aún mayor para llevarla a buen fin. No te faltará la oración de la Iglesia. Te tendré siempre presente en mis humildes oraciones y aquí me tienes cuando me necesites. Aprovecho para desearte una Feliz Navidad. Un entrañable recuerdo a tu amatxo. Ongi etorri zure etxera!


* * *
Al ver el calor de vuestra acogida, me he acordado del borriquillo que Jesús montaba aquel Domingo de Ramos en su entrada en Jerusalén. ¿Os imagináis qué ridículo hubiese hecho aquel asno si hubiese creído que aquellas aclamaciones y aquellos saludos estaban dirigidos a él, en vez de a quien llevaba sobre sus lomos? Le pido al Señor no ser tan "burro" como para engañarme así.

Me parece que todos, sin excepción, deberíamos aplicarnos la parte que nos corresponde en esta imagen de la entrada de Jesús en Jerusalén. ¡Qué absurdo hubiese sido que quienes salieron a las calles, aquel Domingo de Ramos, batiendo sus palmas y cantando cánticos de alegría, lo hubiesen hecho por el simple motivo de que el borrico les resultase simpático! ¿Y qué decir de los habitantes de Jerusalén, si se hubiesen resistido a recibir a Jesucristo, porque no les gustaba el asnillo sobre el que venía montado?

La moraleja y la conclusión de esta cuasi fábula que os he propuesto, es obvia: ¡El misterio de la Iglesia sólo cabe vivirlo en la fe y desde la fe! ¡Cualquier otra cosa, inevitablemente, nos conduciría a malas interpretaciones y a manipulaciones! Así nos lo recordó D. Juan María Uriarte en la homilía de su despedida: "La comunidad cristiana se mantendrá incólume si por la fe sabe identificar a Jesús presente y activo en medio de ella y tiene el coraje de confiar en Él «a fondo perdido». Él es la fuerza de la Iglesia en todos sus momentos de debilidad, de prueba y de riesgo".

Oremos unos por otros, queridos hermanos. No lo digo como una frase hecha, sino con plena convicción de que es el camino para sanar heridas y para alcanzar la meta que perseguimos, que no es otra que dar gloria a Dios. Os pido que nos tomemos en serio esta llamada que os hago. La oración dirigida a la Virgen María será especialmente eficaz. ¡Bien sabemos de la capacidad que tienen las madres de congregar a sus hijos! Con frecuencia, cuando falta la madre, resulta casi imposible convocar a la familia; sin la madre aquello se convierte en un "desmadre". Pero nosotros... ¡tenemos madre!; y se llama "María". ¡Cada vez que pronunciemos con confianza este santo y bendito nombre -"¡María!"-, nos sentiremos más hermanos!


108 años


El 30 de agosto de 2005 se colocó en el exterior de la Basílica de San Pedro una estatua de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.

La talla, en mármol, de unos 5 metros de altura, se aloja en una hornacina situada en la fachada del transepto izquierdo de la Basílica, también llamado brazo de San José, muy cerca de la entrada a la Sacristía.

Las hornacinas de esta zona de la Basílica fueron destinadas por Juan Pablo II a esculturas de santos y fundadores de nuestro tiempo. La imagen de San Josemaría es obra del escultor italiano Romano Cosci, que trabajó sobre un solo bloque de mármol.

Hoy, con ocasión del aniversario de su nacimiento, he pensado poneros esta fotografía que acaba de llegarme.

El Globo congelado


La temperatura exterior del globo es de es de 15º bajo cero. El viento del norte aunmenta la sensación térmica de frìo. Volamos a baja altura para evitar la corriente polar. Kloster yace en el fondo de la barquilla con síntomas de congelaciónen las orejas. La Agencia Estatal de Meteorología dice que tengo que volar con cadenas.

En resumen, que no estoy para muchas travesías virtuales.

Hoy se cumplen 108 años del nacimiento de San Josemaría Escrivá. Me encomiendo a él en este viaje a Madrid que pasa por Santander, Bilbao, quizá Pamplona... Ya veremos.

Han entrado dos pingüinos en el coche y van hablando de sus cosas. Así el viaje será más distraído.

Hasta mañana.


viernes, 8 de enero de 2010

El picogordo


Tenía que llamarse así. Los ornitólogos le dicen "coccothraustes coccothraustes", que ya son ganas; pero es que su pico es algo muy serio.

Yo vi uno ayer. No era tan bonito y lustroso como el de la foto, pero conservaba intacta su dignidad. Casi es lo único que vi, pero me sentí satisfecho, ya que el picogordo es escaso, arisco y escondidizo. Además hacía un frío horrible y empezaba a granizar. Quizá por eso bajó el pájaro hasta ponerse a mi altura.

Me extrañó que no llevase bufanda.

jueves, 7 de enero de 2010

¿Seguís ahí?

Querido Enrique García-Máiquez: ayer, como todos los miércoles, leí de madrugada tu columna de El diario de Sevilla, y me sentí plenamente identificado con su contenido. Te preguntabas “¿hay alguien ahí?” Y dabas por supuesto que, en la mañana de Reyes, con los juguetes recién caídos de los camellos y los padres agotados y derrengados sobre la cama, las posibilidades de tener algún lector eran escasas.

Luego tratabas de engañarte con bellas palabras: dijiste que escribir para pocos “también tiene su encanto; puede uno bajar la voz y, si afina el oído, casi escucha la respiración de sus lectores. Kierkegaard cargaba contra los periódicos por su carácter de literatura de masas, esa contradicción. La literatura ha de dirigirse a la persona, no a todas, sino a cada una. Escribiendo en un periódico se puede intentar, claro que sí, pero hoy, que apenas me leen unos cuantos, parece más sencillo.”

Era mi respiración la que escuchabas, querido Enrique. ¿Quién si no iba a estar despierto a esas horas de la madrugada? Yo, agazapado al otro lado del muro, te comprendía muy bien, ya que los que lanzamos globos en la red sabemos en cada momento cuántos lectores tenemos en línea. Y esta Navidad ha sido un desastre: he perdido un sesenta por ciento.

Yo sé que volverán con la cuesta de enero, que incluso superaremos el record de la Novena de la Inmaculada, cuando a punto estuvo de capotar el globo por exceso de pasajeros, pero la realidad es que, de momento…

Feliz año, tocayo. Por cierto, ¿estás ahí?

miércoles, 6 de enero de 2010

El delincuente

Kloster ha llegado compungido.

—Soy un infame —me dice—.

—¿Qué te ocurre?

—Soy el más miserable de los hombres. No merezco que me mires a la cara ni que escuches nunca más mis consejos. Me siento como el más falso de los hipócritas.

No acostumbra mi amigo a tener estas crisis, ni siquiera cuando se pasa de copas.

—¿Te encuentras bien?

—Estás ante un delincuente, amigo mío; ¡cómo voy a encontrarme bien!

—A ver, ¿qué has hecho?

—Esta madrugada he mirado por debajo del roscón de reyes para localizar el punto exacto en el que se encontraba el regalo y podérmelo llevar en el desayuno…

—Así que no ha sido una cuestión de suerte…

—He hecho trampa y me he quedado con un llavero de latón, recuerdo de Asturias, del que pende un oso pardo.

—Está bien. Dámelo y yo me encargo de restituirlo.

Kloster me ha entregado el llavero. Ahora soy yo en más miserable de los humanos.


Noche de Reyes

Escribí aquí una vez que, mientras vivimos en este mundo, la felicidad no consiste tanto en alcanzar una meta como en estar a punto de conseguirla. No hay alegría como la de la víspera, como el gozo de la vigilia y la espera: la víspera de la boda; la víspera de un viaje fantástico; la víspera del regreso al hogar; la víspera del triunfo anunciado; la víspera de los aplausos presentidos; la víspera del amor, del placer, de la ternura.

Hay una ansiedad enfermiza y terrible que traduce en angustia y puede destrozar toda la vida. De ella saben algo —no mucho— los psiquiatras y los psicólogos; pero hay otra ansiedad alegre, festiva, sin la cual no podríamos vivir. Es lo que Santo Tomás llama “la pasión de la esperanza”. Los niños la gozan por derecho propio y es necesario que la mantengan viva, porque, para un niño, todo es nuevo; el mundo es el cofre que guarda un tesoro lleno de promesas.

¿Y los viejos? Cuando la mochila se nos va llenando de ilusiones fallidas y el pájaro gris del escepticismo nos picotea el alma, no podemos conformarnos con mirar al Cielo y apoyarnos en una Esperanza tan “teologal” —tan desencarnada, quiero decir— que no parecería de este mundo:

—Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos, dijo Jesús.

¡Claro!: la gran Esperanza no es un consuelo para desengañados, sino un acicate para alimentar las pequeñas ilusiones que también nos acercan a Dios.

Esta noche aguardaré impaciente a Melchor, Gaspar y Baltasar procurando no hacer ruido, para que me dejen juguetes y no carbón. Y si mañana —Dios no lo quiera— veo que mis zapatos están vacíos y los Magos pasaron de largo…, me van a oír.



martes, 5 de enero de 2010

Las abarcas desiertas



Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraba los días
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.

Miguel Hernández, Poemas sueltos IV. Poesías completas. Madrid: Aguilar, 1979.

Visitar a los presos

El parque Isabel la Católica de Gijón tiene un aviario muy popular. Yo me resisto a ir, porque no me gustan los pájaros encarcelados, pero me recuerda Kloster que visitar a los presos siempre ha sido una obra de misericordia; así que salimos de incógnito para echar una ojeada.

En el parque hay aves recluidas con siete cerrojos: sobre todo, pajarillos tropicales y africanos. En primera fila un loro verde contempla a los visitantes con rostro huraño, y repite una y otra vez: “qué pasa, tío”. Frente al loro, me siento un poco incómodo. Lo mismo me pasa con el GPS: cuando alguien o algo me habla me parece que debo contestar, y si no lo hago creo que me comportado como un grosero.

Detrás de las jaulas, hay un nutrido gallinero con una buena colección de gallináceas de todas las especies y continentes. A los más pequeños les llama mucho la atención un gallo grande, lustroso, con un espolón colosal y una cresta arrogante. Yo me detengo frente a un emú solitario y triste que parece añorar su vieja patria australiana mientras picotea los cacahuetes que le da un niño.

—¡Mira, papá, un avestruz!

El papá, sentado en un banco, suelta un siiií desmayado y aburrido, en lugar de explicar a su retoño que, si fuera de verdad un avestruz, le habría comido ya la nariz de un bocado.

Más allá están las anátidas.

—¿Y esto qué es? —me pregunta una mujer—.

—Una focha.

—¿Zocha? ¡Qué va!: es un pato de esos que bucean...

—Como usted diga.

Los patos auténticos parecen acostumbrados a las visitas. Hay un mandarín muy presumido que se contonea a mi paso como pidiendo que le saque una fotografía. Enciendo la cámara que llevo en el bolsillo y en ese momento oigo a mi espalda el grito de la misma señora, que por lo visto me persigue.

—¡Mira, guapa. Ya verás que pato más raro…!

El mandarín huye despavorido y yo con él.

Salgo del parque y trato de localizar el coche. En ese momento una nube negra como una focha descarga el primer chubasco de la mañana. En lo alto vuelan, libres, centenares de gaviotas.