viernes, 10 de agosto de 2018

Regreso a Madrid

Como saben mis más fieles globeros, desde seis años y pico he vivido rondando la Villa y Corte, pero sin apenas poner pie en el asfalto de la ciudad.  He predicado muchas docenas de cursos de retiro y he atendido toda clase de convivencias y actividades formativas en Molinoviejo, Valdelafuente, La Acebeda, el Soto, Airaga, Los Roques... He confesado a centenares de hombres y mujeres de toda edad y condición. He tenido que dar consejos a personas santas que me han ayudado a mí mucho más que yo a ellos... He experimentado el crecimiento interior que se alimenta de la soledad y de la contemplación.
¿Ha sido duro? Sí, pero también apasionante y enriquecedor.
Ahora vuelvo a Madrid. Seré otra vez un cura urbano y ya no tendré que pensar cada mañana dónde estoy y por qué lado de la cama debo salir sin romperme la crisma contra la pared.  También iré a un colegio; le dedicaré unas cuantas horas a la semana y lo más probable es que compruebe que los adolescentes siguen siendo unos seres odiosos y adorables que viven en permanente cambio. 
Quizá resucite el globo. ¿Quién sabe?