jueves, 28 de febrero de 2013

Luto de nieve



Está nevando en Molinoviejo desde hace varias horas. Es una nieve tenue, un polvo blanco que no llega a cuajar en el suelo húmedo del jardín.

Dicen que en Japón el color blanco se emplea para el luto. Lo entiendo muy bien esta tarde cuando veo por la ventana esas nubes deslucidas que dejan volando en el aire unos tristes copos pálidos como para un funeral.
El Papa ya está en Castelgandolfo. He oído sus últimas palabras en el balcón de la Villa Pontificia. ¡Cuántos recuerdos de esa placita a la que se asomaba también Juan Pablo II!
Me he puesto de rodillas para  recibir su postrera bendición. Estoy solo en casa. Luego he rezado por última vez la oración por el Santo Padre de la liturgia pontificia, que figura también en las Preces de la Obra:
Oremus pro Beatissimo Papa Nostro Benedicto. Dominus conservet eum et vivificet eum…
El Señor lo conserve y le dé vida, y lo haga feliz en la tierra. Y no permita que le venzan sus enemigos.
Mañana omitiré esa petición. Al menos no la rezaré en voz alta. Ahora mismo vuelvo a repetirla despacio mientras arrecia la nevada al otro lado de la ventana. Son las 7, 10 de la tarde.
 
 

Un pontificado luminoso.

Hoy termina y es el momento de hacer balance. Me ha gustado este vídeo, a pesar de que, como es lógico, no sea perfecto. Dura casi media hora, pero vale la pena disfrutarlo mientras pedimos por el Papa que va a venir.


miércoles, 27 de febrero de 2013

Texto íntegro de la última audiencia de Benedicto XVI

Aquí está lo que el Santo Padre dijo, en italiano, a los millones de personas que presenciamos desde todo el mundo su última audiencia en la Plaza de San Pedro. 


¡Venerados Hermanos en el Episcopado y en el Presbiterado! ¡Distinguidas Autoridades! ¡Queridos Hermanos y Hermanas! Os agradezco que hayáis asistido en número tan grande a esta mi última Audiencia General. 
¡Gracias de todo corazón! ¡Estoy realmente conmovido! ¡Veo a la Iglesia viva! Y pienso que debemos incluso agradecer al Creador el tiempo tan bello que nos regala en medio del invierno.
Como el apóstol Pablo en el texto bíblico que hemos escuchado, también yo siento en mi corazón, sobre todo, el deber de dar gracias a Dios, que guía y hace crecer a la Iglesia, que siembra su Palabra y alimenta así la fe de su Pueblo. En este momento, mi espíritu se dilata y abraza a toda la Iglesia dispersa en el mundo; y doy gracias a Dios por las “noticias” que en estos años de ministerio petrino he podido recibir sobre la fe en el Señor Jesucristo, sobre la caridad que verdaderamente circula en el Cuerpo de la Iglesia y lo hace vivir en el amor, sobre la esperanza que nos abre y nos orienta hacia la vida en plenitud, hacia la patria del Cielo.
Siento que os llevo a todos en la oración, en un presente que es el de Dios, donde acojo cada encuentro, cada viaje, cada visita pastoral. Acojo todo y a todos en la oración para confiarlos al Señor: porque tenemos pleno conocimiento de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual, y porque podemos comportarnos de manera digna de Él, digna de su amor, dando fruto de todo tipo de buenas obras (cfr Col 1,9-10).
En este momento hay en mí una gran confianza, porque sé –sabemos todos nosotros– que la Palabra de la verdad del Evangelio es la fuerza de la Iglesia, es su vida. El Evangelio purifica y renueva, da fruto allí donde la comunidad de los creyentes lo escucha y acoge la gracia de Dios en la verdad y en la caridad. Esta es mi confianza, esta es mi alegría.
Cuando el 19 de abril de hace casi ocho años acepté asumir el ministerio petrino, tuve la firme certeza que siempre me ha acompañado: esta certeza de que la vida de la Iglesia nace de la Palabra de Dios. En aquel momento, como ya he manifestado otras veces, las palabras que resonaron en mi corazón fueron: “Señor, ¿por qué me pides esto y qué quieres de mí? Pones sobre mis hombros un peso grande, pero si Tú me lo pides, con-fiando en tu palabra echaré las redes, convencido de que Tú me guiarás, incluso con todas mis debilidades”. Y ocho años después puedo decir que el Señor me ha guiado, que siempre ha permanecido cerca, que he podido percibir cada día su presencia. Ha sido una etapa del camino de la Iglesia que ha tenido momentos de gozo y de luz, pero también momentos no fáciles; me he sentido como san Pedro con los Apóstoles en la barca sobre el lago de Galilea: el Señor nos ha dado muchos días de sol y de brisa ligera, jornadas en que la pesca ha sido abundante; ha habido también momentos en que las aguas estaban agitadas y el viento era contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y parecía que el Señor dormía. Pero siempre he sabido que en esa barca va el Señor; siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino suya. Y el Señor no permite que se hunda; es Él quien la conduce, ciertamente también mediante los hombres que ha elegido, porque así lo ha querido. Esta ha sido y es una certeza que nada puede oscurecer. Y por esto hoy mi corazón está lleno de gratitud a Dios, porque no ha permitido jamás que me falte a mí y le falte a la Iglesia su consuelo, su luz, su amor.
Nos encontramos en el Año de la Fe; lo proclamé precisamente para fortalecer nuestra fe en Dios en un contexto que parece desplazarlo cada vez más a un segundo plano. Quisiera invitaros a todos a renovar la confianza firme en el Señor, a abandonarnos como niños en los brazos de Dios, seguros de que esos brazos nos sostienen siempre y son los que nos permiten seguir caminando cada día, incluso en el cansancio. Quisiera que cada uno se sintiera amado por aquel Dios que ha entregado a su Hijo por nosotros y nos ha mostrado su amor sin límites. En una bella oración que se reza cada día al despertar se dice: «Te adoro, Dios mío, y te amo con todo el corazón. Te doy gracias por haberme creado, por haberme hecho cristiano…». Sí, estamos contentos por el regalo de la fe; ¡es el bien más precioso, que nadie nos podrá quitar! Demos gracias cada día al Señor por este don, con la oración y con una vida cristiana coherente. Dios nos ama, ¡pero también espera nuestro amor!
Pero en este momento quiero dar gracias no sólo a Dios. Un Papa no se encuentra solo en la guía de la barca de Pedro, aunque sea su primera responsabilidad. Yo jamás me he sentido solo en la tarea de llevar el gozo y el peso del ministerio petrino; el Señor ha puesto a mi lado muchas personas que, con generosidad y amor a Dios y a la Iglesia, me han ayudado y me han hecho sentir su cercanía. Ante todo vosotros, queridos Hermanos Cardenales: vuestra sabiduría, vuestros consejos, vuestra amistad han sido preciosos  para mí; mis Colaboradores, comenzando por mi Secretario de Estado, que me ha acom-pañado en estos años con fidelidad; la Secretaría de Estado y la entera Curia Romana, así como todos aquellos que, en diversos ámbitos, prestan su servicio a la Santa Sede: son muchos los rostros que no aparecen, que permanecen en la sombra; pero precisa-mente en el silencio, en la dedicación diaria, con espíritu de fe y humildad, han sido para mí un apoyo seguro y fiable. ¡Y un pensamiento especial para la Iglesia de Roma, mi Diócesis! No puedo olvidar a los Hermanos en el Episcopado y en el Presbiterado, a las personas consagradas y al entero Pueblo de Dios: en las visitas pastorales, en los encuentros, en las audiencias, en los viajes, siempre he percibido una gran atención y un profundo afecto. También yo he amado a todos y a cada uno, sin distinciones, con aquella caridad pastoral que es el corazón de todo Pastor, sobre todo del Obispo de Roma, del Sucesor del Apóstol Pedro. Cada día os he llevado a cada uno de vosotros en la oración, con corazón de padre.
Quisiera que mi saludo y mi gratitud llegase a todos: el corazón de un Papa abarca al mundo entero. Quiero expresar mi agradecimiento al Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede, que hace presente a la gran familia de las Naciones. Pienso en todos los que traba-jan para que sea posible una buena comunicación, a los que agradezco su importante servicio.
En este momento quisiera también dar gracias de todo corazón a todas las personas del mundo entero que, en las últimas semanas, me han enviado signos conmovedores de atención, de amistad y de oración. ¡Sí, el Papa no está nunca solo!; ahora lo experimento una vez más de un modo tan grande que me llega al corazón. El Papa pertenece a todos; y muchísimas personas se sienten muy cercanas a él. Es verdad que recibo cartas de los grandes del mundo  –de los Jefes de Estado, de los Líderes religiosos, de los representantes del mundo de la cultura,…–. Pero recibo también muchísimas cartas de personas sencillas que me escriben desde su corazón con sencillez y me hacen percibir su afecto, que nace del estar juntos en Cristo Jesús, en la Iglesia. Estas personas no me escriben como se escribe a un rey o a un personaje importante al que no se conoce. Me escriben como hermanos y hermanas o como hijos e hijas, con el sentido de un vínculo familiar enormemente afectuoso. Aquí se puede tocar con la mano lo que es la Iglesia: no una organización, una asociación con fines religiosos o humanitarios, sino un cuerpo vivo, una comunión de hermanos y hermanas en el Cuerpo de Jesucristo, que nos une a todos. Experimentar así a la Iglesia y poder casi tocar con las manos la fuerza de su verdad y de su amor, es motivo de alegría, en un tiempo en el que tantos hablan de su declive. ¡Pero vemos cómo la Iglesia está hoy viva!
En estos últimos meses he sentido que mis fuerzas habían disminuido, y he pedido a Dios con insistencia, en la oración, que me iluminase con su luz para tomar la decisión más adecuada, no para mi bien, sino para el bien de la Iglesia. He dado este paso con plena conciencia de su seriedad y también de su novedad, pero con una profunda serenidad de espíritu. Amar a la Iglesia significa también tener la valentía de realizar elecciones difíciles, dolorosas, teniendo siempre presente el bien de la Iglesia y no a sí mismo.
Permitidme en este punto regresar una vez más al 19 de abril de 2005. La gravedad de la decisión (de renunciar) residía precisamente en el hecho de que, desde aquel momento y en adelante, yo estaba entregado siempre y para siempre al Señor. Siempre: quien asume el ministerio petrino ya no tiene vida privada alguna. Pertenece siempre y por completo a todos, a la Iglesia entera. A su vida, por así decir, le es completamente quitada la dimensión privada. He podido experimentar, y lo experimento peculiarmente ahora, que uno recibe la vida cuando la entrega. He dicho antes que muchas personas que aman al Señor aman también al Sucesor de san Pedro y lo quieren de veras; que el Papa tiene realmente hermanos y hermanas, hijos e hijas en todo el mundo, y que se siente seguro en el abrazo de vuestra comunión; y es así porque no se pertenece ya a sí mismo: pertenece a todos y todos le pertenecen.
El “siempre” es también un “para siempre”: no hay ya retorno a lo privado. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esta realidad. No regreso a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, recepciones, conferencias,… No abandono la cruz, sino que me quedo, de un modo nuevo, junto al Señor Crucificado. No llevaré ya la potestad del ministerio para el gobierno de la Iglesia; pero en el servicio de la oración permanezco, por decirlo así, en la órbita de san Pedro. San Benito, cuyo nombre llevo como Papa, me servirá en esto de gran ejemplo. El nos enseñó el camino para una vida que, ya sea activa o pasiva, pertenece totalmente a la obra de Dios.
Agradezco a todos y cada uno el respeto y la comprensión con la que habéis acogido esta decisión tan importante. Yo continuaré acompañando el camino de la Iglesia con la oración y la reflexión, con esa entrega al Señor y a su Esposa con que he tratado de vivir cada día hasta ahora y con la que quiero vivir siempre. Os pido que os acordéis de mí ante el Señor; y os pido, sobre todo, que oréis por los Cardenales, llamados a una tarea tan relevante, y que oréis por el nuevo Sucesor del Apóstol Pedro: que el Señor lo acompañe con la luz y la fuerza de su Espíritu.
Invoquemos la intercesión maternal de la Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, para que nos acompañe a cada uno y a la entera comunidad eclesial; a Ella nos acogemos, con profunda confianza.
¡Queridos amigos! Dios guía a su Iglesia, la gobierna siempre, también y sobre todo en los momentos difíciles.  No perdamos jamás esta visión de fe, que es la única verdadera visión de la Iglesia y del mundo. En nuestro corazón, en el corazón de cada uno de vosotros, exista siempre la gozosa certeza de que el Señor está a nuestro lado, no nos abandona, se nos hace cercano y nos envuelve con su amor. ¡Gracias!
 

Desmitificaciones



El “teólogo” brasileño Leonardo Boff afirmó hoy que la renuncia de Benedicto XVI es "el gran legado" de su pontificado por su carácter inédito y por haber "desmitificado la figura del papa" (ABC).
La verdad es que el Papa no necesita “desmitificarse” porque no es un mito, sino el Vicario de Cristo. Boff en cambio sí que lo es. Seguro que predicará con el ejemplo y se desmitificará a sí mismo un día de éstos. 

martes, 26 de febrero de 2013

"Algo se muere en el alma..."







No es un jefe de Estado que abdica en un sucesor ni un presidente de gobierno al que hayan vencido en las urnas. Cuando tomó posesión de su carga (he escrito “carga”, sí) él pensaba que permanecería al frente de la Iglesia el resto de su vida. Sabía que debía ser el padre común de millones de personas, y comprendió que esa paternidad era real; la recibía como un don de Dios, una gracia del cielo que le ensanchaba el corazón para que todos los cristianos cupiesen en él.
Ha ejercido su ministerio abnegadamente. Se ha entregado a todos y nos ha ganado con su sonrisa humilde y un tanto tímida, su magisterio lúcido y claro, su generosidad en el afecto y su fortaleza en el gobierno de la Iglesia. Tuvo que relevar a un santo que nos dejó huérfanos con su muerte; pero consiguió que no lo echáramos de menos. El corazón de aquel gran Papa seguía latiendo en el pecho de su sucesor.
Ahora “renuncia” a su ministerio; se va. Cuando conocimos la noticia muchos pensamos que los padres no dimiten jamás, y quizá nos sentimos un poco defraudados. Lo reconozco; esa fue mi primera reacción.
Hoy, al pensar en el queridísimo Benedicto XVI, me lo imagino recogiendo sus cosas personales, haciendo la maleta para un viaje sin retorno. Tal vez se asome a la ventana, procurando no ser visto, para contemplar por última vez la plaza de San Pedro. Quizá ya no reprima las lágrimas.
Algo se muere en el alma cuando un amigo se va. Se lo cantamos tantas veces a Juan Pablo II, y rematábamos la copla con aquel no te vayas todavía, no te vayas por favor…
“Sede vacante”. ¿Se quedará vacante también su corazón de padre?
No. Los dones de Dios son irrevocables. Es cierto que algo se muere en mi alma con la marcha del amigo; pero en el pequeño convento de clausura donde vivirá el Papa, caben millones de corazones, el mío también. Benedicto XVI no ha renunciado a ser padre.

lunes, 25 de febrero de 2013

Nieva en Molinoviejo

 No es Molinoviejo, pero está cerca
Los meteorólogos aseguran que hace sol; pero se equivocan: nieva con entusiasmo en Ortigosa del Monte y sospecho que también en Segovia.
Ayer regresé a Madrid desde la Urbe. Nieve y niebla en el Puerto de Altube, más nieve en Burgos (4º bajo cero a las 2 de la tarde), nieve en Aranda, nevada inmisericorde en Somosierra..., y tiritona con sol en Madrid. Lo mejor del viaje fue la sopa de ajo caliente que me tomé a la entrada de Burgos. Creo que, junto con las croquetas, es una de las aportaciones más valiosas de nuestra tierra a la cultura occidental. Habrá que nombrarla patrimonio de la humanidad.
Lo único malo fue la sal de la carretera que me blanqueó en coche desde el techo hasta las ruedas. Esta mañana lo he llevado al mejor lavadero de Madrid y me lo han dejado como nuevo. Incluso han eliminado los arañazos que lucía en la popa. Gracias a Dios cuando me he puesto de nuevo en la carretera, el sol brillaba en el Cielo. He llegado al garaje de Molinoviejo diez minutos antes que el primer copo de  nieve.
Tengo por delante un curso de 25 días. Terminaremos a las puertas de la Semana Santa. Explicaré Mariología, mi asignatura predilecta, y Teología Espiritual. Creo que voy a disfrutar.
Qué bonita es la nieve..., al otro lado de la ventana.

El anuncio del lunes

Coca-Cola sigue sorprendiéndonos y haciéndonos reír con su publicidad. Con este spot de hoy, desmonta unos cuantos mitos urbanos.

 

domingo, 24 de febrero de 2013

6 años en globo


Hoy se cumplen. Empezamos la travesía el 24 de febrero de 2007. Tratándose de un globo, es lógico que el tiempo se haya pasado volando.

sábado, 23 de febrero de 2013

El Papa al final de su retiro


A las 9 horas de hoy, en la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico Vaticano, con el canto de Laudes y la Meditación final, concluyeron los Ejercicios Espirituales en presencia de Benedicto XVI. Las meditaciones estuvieron a cargo del cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, y tuvieron por tema: "Ars orandi, ars credendi. El rostro de Dios y el rostro del hombre en la oración de los salmos". He aquí las palabras que el papa ha dirigido a los presentes al terminar los Ejercicios Espirituales.



¡Queridos Hermanos, queridos Amigos!:

Al final de esta semana espiritualmente tan densa, queda solo una palabra: ¡gracias! Gracias a vosotros por esta comunidad orante a la escucha, que me ha acompañado en esta semana. Gracias, sobre todo, a usted eminencia, por estas "caminatas" tan bellas por el universo de la fe, por el universo de los Salmos. Hemos quedado fascinados por la riqueza, la profundidad, la belleza de este universo de la fe y permanecemos agradecidos porque la Palabra de Dios nos ha hablado en modo nuevo, con nueva fuerza.
"Arte de creer, arte de orar" era el hilo conductor. Me ha venido a la mente el hecho de que los teólogos medievales tradujeron la palabra "logos" no solo con "verbum", sino también con "ars": "verbum" y "ars" son intercambiables. Solo en las dos juntas aparece, para los teólogos medievales, todo el significado de la palabra "logos". El "Logos" no es solo una razón matemática: el "Logos" tiene un corazón, el "Logos" es también amor. La verdad es bella, verdad y belleza van juntas: la belleza es el sello de la verdad.
Y además usted, partiendo de los Salmos y de nuestra experiencia de cada día, también ha subrayado fuertemente que el "muy bello" del sexto día –expresado por el Creador– es permanentemente contradicho, en este mundo, por el mal, el sufrimiento, la corrupción. Y parece casi que el maligno quiera permanentemente ensuciar la creación, para contradecir a Dios y para hacer irreconocible su verdad y la belleza. En un mundo así marcado también por el mal, el "Logos", la Belleza eterna y el "Ars" eterno, debe aparecer como "caput cruentatum". El Hijo encarnado, el "Logos" encarnado, es coronado con una corona de espinas; y sin embargo justo así, en esta figura sufriente del Hijo de Dios, empezamos a ver la belleza más profunda de nuestro Creador y Redentor; podemos, en el silencio de la "noche oscura", escuchar todavía la Palabra. Creer no es otra cosa que, en la oscuridad del mundo, tocar la mano de Dios y así, en el silencio, escuchar la Palabra, ver el Amor.
Eminencia, gracias por todo y hagamos todavía “caminatas", ulteriormente, por este misterioso universo de la fe, para ser cada vez más capaces de orar, de pedir, de anunciar, de ser testigos de la verdad, que es bella, que es amor.
Al final, queridos amigos, querría dar las gracias a todos vosotros, y no solo por esta semana, sino por estos ocho años, en los que habéis llevado conmigo, con gran competencia, afecto, amor, fe, el peso del ministerio petrino. Queda en mí esta gratitud y también aunque ahora acaba la "exterior", "visible" comunión --como ha dicho el cardenal Ravasi- queda la cercanía espiritual, queda una profunda comunión en la oración. En esta certeza vayamos adelante, seguros de la victoria de Dios, seguros de la verdad de la belleza y del amor.


Gracias a todos vosotros.

Mi tierra es así


Una burgalesa la mar de maja se me ha enfadado por mi entrada de ayer sobre los fríos de su ciudad. Le pido perdón. No me interesa nada enemistarme con Burgos ni con su morcilla.
Como reparación, cuelgo aquí este cartel que vi ayer en una pizzería de mi pueblo. Eso de comer "sin límites" nos define bastante bien.

viernes, 22 de febrero de 2013

Esto es lo que hay

Saqué esta foto a las siete y media de la mañana. Como veis, la librería puso todo su interés en la organización del acto.
El gran Javier Aranguren hizo lo posible por lanzarme a la fama. Imposible mejorar su disertación. Me sacó los colores. Yo estuve nervioso. No es fácil hablar de uno mismo en público. Los asistentes, escasos pero selectos. Firmé una veintena de ejemplares y terminamos con un vino de rioja y unas almendras. 
Nada de jamón, que es viernes de Cuaresma.

Burgos es así




De camino hacia la Urbe, debo pasar por Burgos, la noble ciudad castellana que sólo tiene dos estaciones al año, el invierno y la de ferrocarril. Pongo la radio en busca de noticias, y una emisora local me informa de que el "Diario de Burgos" regala a sus lectores unos guantes unisex cálidos y superfinos compatibles con las pantallas táctiles de todos teléfonos móviles.
"De ahora en adelante --informan--, nuestros lectores podrán manejar sus teléfonos sin necesidad de quitarse los guantes. Ya no es necesario prescindir del teléfono para evitar resfriados. Compre el diario de Burgos".
Me detengo en una estación de servicio. Se han agotado los guantes y el diario.

jueves, 21 de febrero de 2013

Camino de la Urbe


Mañana, día 22, a las 7,30 de la tarde presento mi último libro, "Relatos a la sombra de la Cruz", en la Librería TROA de Las Arenas. Hoy salgo rumbo a mi tierra. A ver si, por el camino, se me ocurre algo que no aburra en exceso a los asistentes al acto.
Como tampoco es momento de falsas modestias, debo decir que hasta ahora he firmado casi un centenar de ejemplares y mis noticias son que se vende una barbaridad, a pesar de la crisis.
Ojalá ayude a muchos a conocer el corazón de Jesucristo y a rezar contemplando el Misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Por eso, y sólo por eso, me alegro de que las ventas vayan bien. 

miércoles, 20 de febrero de 2013

Mi línea no existe, la factura sí



―Le habla el servicio de atención al cliente de cutrefone. Le paso con un agente.
―Buenos días, le habla Dorita, en qué puedo servirle.
―Verá, señorita, quería información sobre la última factu…
―Perdone, caballero, ¿se refiere a la línea que está utilizando ahora?
―Sí, señori…
―¿Me diría su DNI, por favor?
―Catorce, seis siete….
―¿Es usted don Enrique…?
―En efecto. El problema es que mi factu…
―Su teléfono es el 677, etc., ¿sí?
―Sí, señori…
―Un momento, caballero, voy a verificar.
(música de ascensor)
―Don Enrique, perdone la espera. Sucede que su línea no existe.
―Tiene que existir, señorita. Estoy hablando con ella…
―Aquí “me aparece” que usted dio de baja la línea en agosto pasado.
―Entonces ¿cómo se explica que estemos charlando y que haya pagado 6 facturas desde entonces?
―No lo sé. ¿Usted es de cutrefone?
―Sí, señorita. Y del Atleti de Madrid.
―Pues no entiendo como…
―Yo tampoco. Pero si mi línea no existe, es una gran noticia, porque tampoco existirá la factura…
―Ah, eso no sé.
―Entonces, usted me aconseja que no pague, ¿verdad?
―Ay, no diga eso…
―O que me pase a Cutrestar…
―Mire, don Enrique, le paso con el servicio técnico…
(Música de montacargas durante tres minutos. Fin de la llamada. Una voz metálica me pide que valore de 0 a 9 mi satisfacción por el servicio prestado por el agente. Le pongo un 8. Total...)


El búho responde (o no)




―¿Por qué te escondes, oh pacífico observador de ojos inquietos? ¿No escribirás hoy ni una línea?
―Ni una. Creo que me espían, amigo Kloster.
―¿Los de método 3?
―Sssshhhh… He encontrado un micrófono en un comedero de lujo que frecuento con los de mi partido.  

martes, 19 de febrero de 2013

Conversaciones indiscretas


 ¿Te acuerdas del mes pasado lo jóvenes que éramos?
Estamos en un curso de retiro y hay que decir toda la verdad. 
―¿Cuarenta y siete años? No puede ser.
Mario me mira muy serio como sospechando que trato de tomarle el pelo. 
―¡Claro! ¿No se acuerda? Nos conocimos en Peñalar.
―Sí. Tú llevabas una coleta de metro y medio y un pendiente en la oreja izquierda. Y tocabas en un grupo, ¿cómo se llamaba? Eso fue…, hace nada.
―Hace ya treinta años… Siempre he querido tocar la guitarra, pero me quedé en el bajo.
Vuelvo a mirarlo detenidamente. Tiene la misma cara de entonces. Está fuerte como un toro y ha perdido la melena, el pendiente y su acento canario.
―Cuando vuelves a Tenerife ¿dices “vosotros” o “ustedes”?
―”Vosotros”. Ya no me sale llamarle guagua al autobús. Y digo “vosotros”. Soy un traidor.
Cuando sale de mi despacho, me quedo rumiando mi melancolía.
Miguelito viene a consolarme.
―¿Y tú cuántos años tienes?
―Cincuenta y dos…
―No puede ser; en Valencia tenías doce hace…, ¿cuarenta años?
Miguel asiente y sonríe con la carita mofletuda de entonces. 

lunes, 18 de febrero de 2013

El anuncio del lunes

He aquí un sencillo y práctico sacacorchos, indispensable en todos los hogares.
 

domingo, 17 de febrero de 2013

Y esto es lo que dijo...

Carlos Herrera, en su emisora de radio:



He quitado el vídeo del globo, porque se ponía en marcha automáticamente precedido de anuncios siempre distintos. Total, una lata.
De todas formas podéis ver y oír a Herrera si cliqueáis aquí

El Papa se despide de sus sacerdotes

Durante estos días de curso de retiro y de estudio, tengo poco tiempo para escribir. Hoy reproduzco aquí el vídeo de Rome Reports con la audiencia que el Santo Padre concedió a todos los sacerdotes de la Urbe.
Dicen las crónicas que hubo lágrimas en la despedida.


sábado, 16 de febrero de 2013

Contemplar


Esta paloma carece de nombre en español.  Pertenece a la especie Treron vernans. Vive en los bosques húmedos, los bosques de montaña y los manglares tropicales y subtropicales. Se la puede ver en Camboya, Indonesia, Malasia, Birmania, Filipinas,Singapur, Tailandia, y Vietnam. Así que, ya sabes, Cordelia...
Comprar una pintura de Rembrandt para decorar el salón es un error. Lo lógico es construir un salón que sea digno del cuadro, y no al revés.
Utilizar la quinta sinfonía de Beethoven como música de fondo para leer el periódico es como empapelar el cuarto de baño con trozos de Las Meninas, para que quede mono.
Ir al campo sólo como terapia contra el estrés, porque “el aire de la sierra relaja un montón”, es tan lamentable como emplear un vino reserva “Vega Sicilia” para hacer calimocho.
Los grandes cuadros, las grandes obras musicales y la gran sinfonía de la naturaleza no deben ser un medio, sino un fin. Y el fin se alcanza con la contemplación.
Contemplar es salir de uno mismo, dejarse deslumbrar por la belleza y entregarse a ella generosamente, por completo. Al que contempla, las horas le parecen segundos, y cada segundo de contemplación es un anticipo de la eternidad. El Cielo será contemplación.
(Ya sé que no me he explicado bien. Son las tantas de la noche y hemos disfrutado de un día precioso en La Acebeda). 

viernes, 15 de febrero de 2013

De "Los miserables"


Don Alfonso vuelve a acordarse de nosotros y me envía este supermicrovídeo del final de "Los miserables". La definición es regular, pero mejor ponerlo a toda pantalla para que se lean los subtítulos.

Clicar



No le deis vueltas, globeros. La palabra no está todavía en el diccionario. Algunos escriben “cliquear” o incluso “clickear”, pero es indudable que necesitamos un verbo que sustituya al rudimentario “hacer clic”.
Millones de hispanohablantes “clican” o “cliquean” cientos de veces al día dando a la tecla correspondiente del ratón. Y el fenómeno ya es irreversible.
Señores académicos, un verbo, porfa. Yo me inclino por clicar; Kloster por cliquear. La Academia se resiste a pesar de que ha incluido en el diccionario palabros mucho más inútiles sacados de la siempre inestable jerga urbana. Va siendo hora de ponerse al día.
Esta misma mañana, en la Acebeda, he tratado de descargarme un programa y ha aparecido en mi pantalla una indicación: “clika aquí”.
Mis pobres pupilas se han estremecido.  

jueves, 14 de febrero de 2013

Hacia la Sierra otra vez


Durante muchos años, la ventana de mi cuarto daba a un patio oscuro y sucio. Ahora veo esto desde el balcón, y no me lo acabo de creer.
Ya es primavera en el jardín de mi casa. Los pájaros, que lo saben muy bien, han comenzado a emparejarse, y sus tímidos silbos de invierno se van convirtiendo en gorjeo y canto. El sol, que parecía de hielo hace una semana, hoy es una inesperada caricia en la piel. Debe de ser cosa de San Valentín.
He abierto el balcón de mi dormitorio mientras preparo la maleta. Dentro de un par de horas saldré hacia Miraflores de la Sierra (2 grados menos) para predicar un curso de retiro en "La Acebeda".
¿Cojo los prismáticos? No voy a tener mucho tiempo para usarlos, pero llevan demasiado tiempo en el armario y me miran con ojos suplicantes.
Veremos.


"Razón de amor"



Con este título, Paco Sánchez publicó anteayer un corto y certero artículo en "La voz de Galicia". Lo reproduzco por consejo de tres globeros: 

Era libre para aceptar y libre para renunciar. Hizo ambas cosas: aceptó en el 2005, con 78 años, y renunció ayer, con 85. Dos decisiones tremendas: dudo que nadie sea capaz de ponerse en la cabeza y en el corazón de un hombre que sueña con retirarse a descansar y escribir, pero de pronto deviene papa, oficio poco compatible con tales aspiraciones, especialmente a los 78 años. Y luego, ya con 85, la duda tremenda de conciencia: «¿Debo seguir?», «¿renuncio porque quiero descansar, porque no puedo más o porque es lo que Dios pide, el mismo Dios ante el que pronto tendré que rendir cuentas?».
Benedicto XVI escribió tres encíclicas en siete años: dos sobre el amor y una sobre la esperanza, como si esas dos fueran a la vez las grandes dolencias de nuestro mundo y sus grandes remedios: amor y esperanza contra las plagas de desamor y desesperación. De ahí su empeño en volver a explicar a Jesús de Nazaret, que es Dios y es amor -como dice el título de su primera encíclica- y es hombre. Quizá su pontificado pueda resumirse en esto, en volver a Jesús. Frente a la percepción simplificada de la Iglesia como un conjunto casposo de normas morales, principalmente de carácter sexual, Ratzinger propone al mismo Cristo. Y frente al sentimentalismo relativista, tan inseguro como angustioso, reivindica el papel decisivo de la razón: Caritas in Veritate se titula su tercera encíclica.
Joseph Ratzinger pasará a la historia como uno de los más grandes teólogos de nuestra época, pero también como uno de los intelectuales que mejor supo entender y diagnosticar las crisis de nuestro tiempo. Crisis de la inteligencia y del amor. Justo las dos claves que explican la grandeza de su generosa aceptación en el 2005 y de su renuncia ayer.
    

Con ornamentos de fiesta


Esta mañana me he revestido para la Santa Misa con ornamentos de fiesta. Eran las siete y media, y a esas horas uno no suele tener el ánimo para muchas celebraciones; pero el amito, el alba con puntillas, la estola y la preciosa casulla  que había en la sacristía me han despertado a la realidad. Hoy es fiesta en el Opus Dei porque hace 83 años San Josemaría vio que en la Obra, recién nacida, cabían las mujeres.
Unos minutos después, mientras daba gracias a Dios en la Santa Misa en un centro de chicas llamado "Estrave", me preguntaba qué hubiese sido de nosotros sin esa presencia femenina.
Trece años más tarde, también un 14 de febrero, nació la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. San Josemaría consideró siempre que esa coincidencia de fechas era una manifestación de la Providencia divina, que deseaba subrayar con fuerza la unidad del Opus Dei.
(Ahora que pienso, creo que hoy también es San Valentín)


miércoles, 13 de febrero de 2013

Palabras del Papa hoy

El Santo Padre habla en italiano, pero creo que se entiende bien, y, en todo caso, se trata de una audiencia histórica.
 

Ceniza y Cónclave


Nuestro amigo Enrique García-Máiquez publica hoy mismo este magnífico artículo en el Diario de Cádiz.
Lectura obligatoria para todos los globeros.

"La juventud del Papa"


Y Manolo, desde algún lugar de España, escribe lo siguiente


Sí, yo soy de esa juventud del Papa. De esa juventud que coreaba el nombre de Benedicto XVI por las calles de Madrid y en el aeródromo de Cuatro Vientos hace dos veranos. De esa juventud por la que un hombre, entonces de 83 años, aguantó más de 40° C y un vendaval de aire y lluvia. De esa juventud a quien el Papa enseñó que igual que aquella noche resistimos bajo la lluvia, con Cristo podríamos también superar todos los obstáculos de la vida. Soy de esa juventud en la que el Papa confía, a la que pide que esté siempre alegre, y que dé testimonio en todas las circunstancias. Soy de esa juventud que hoy ve cómo su Papa, sin fuerzas por su avanzada edad, humildemente ha dejado paso a su sucesor para guiar a la Iglesia de Cristo. Sí, soy de esa juventud que debe agradecer a Benedicto XVI todo lo que le ha enseñado, no sólo a través de sus palabras, sino también con su ejemplo de entrega aún en las dificultades. Éstos son días para dar gracias a Dios por Joseph Ratzinger, porque un día lo eligió y lo puso a nuestro servicio. Éstos son días de rezar por él, de rezar por nuestro futuro Papa y de rezar por la Iglesia de Cristo. ¡Esta es la juventud del Papa y esta es la juventud de la Iglesia!
Joseph Ratzinger cumplirá 86 años el próximo 16-abril, si Dios quiere.
Manolo.

martes, 12 de febrero de 2013

Desde Holanda, ¡hasta siempre, Papa Benedicto!



Don Sergio lleva sólo siete meses en Holanda, pero ya ama aquel país como si hubiera nacido allí. Esta mañana he recibido su primer e-mail. Me habla con alegría de los cambios positivos que se han producido en Holanda y del renovado vigor de la Iglesia católica. Pero comprueba que muchos medios son hostiles al Romano Pontífice y lo han demostrado también ahora.

Reflexionando sobre todo esto ha escrito lo siguiente desde Amsterdan para el globo:


El tiempo y la historia nos harán ver con perspectiva y profundidad la decisión del Papa Benedicto XVI de renunciar a su misión de Romano Pontífice. Aunque es un hecho que rompe con más de 700 años de tradición en la Iglesia  – en circunstancias normales como las suyas, sólo ha ocurrido una vez en la historia de la Iglesia (san Celestino V, 1294) – tenemos que estar tranquilos porque la decisión la ha tomado precisamente este Papa, Benedicto XVI: inteligencia preclara, escritor agudo, hombre de Dios, enamorado de la Iglesia, hombre recto, leal, fuerte, amigo de Jesucristo, hijo fiel y devoto de María Santísima.
 
Con ojos y visión propios del que quiere ser un buen hijo de la Iglesia – visión sobrenatural – y con un poquito de visión histórica pienso que se puede afirmar que su decisión ha sido una decisión valiente, coherente, desde la Fe, humilde, justa, ecuménica y “política”, ¡moderna!
 
Valiente, porque se ha atrevido a romper una tradición de la Iglesia – tradición humana, no de origen divino – pero que por ser tradición de la Iglesia Católica, tiene una especial relevancia y significación e impresiona más. Valiente porque le da igual todos los comentarios que suscitaría a favor y sobre todo en contra tal decisión; o las habladurías de la gente frívola y superficial buscadores insaciables de la última noticia, experiencia o sensación.
 
Coherente, porque es fiel a su pensamiento y a lo que él cree que tiene que hacer. Porque es una decisión tomada – fiel a su estilo – en la presencia de Dios, meditada con calma, con tiempo, pensando única y exclusivamente en el bien de la Iglesia. Una decisión racional y llena seguramente de sentimiento profundo (propio de su alma alemana) de amor por la Iglesia y por las ovejas que le fueron encomendadas. Coherente porque ha sido una decisión tomada no en un momento de peligro, cuando la tentación sería huir, sino en un momento de calma en la Iglesia después de haber afrontado por amor a la Verdad y por las miserias de algunos hijos de la Esposa de Cristo, algunos de los momentos más críticos de la vida de la Iglesia, especialmente con el problema de aquellos que tenían que ser pastores y fueron instrumentos del demonio. Ahora, después de un trabajo arduo, profundo, intelectual y pastoral, después de haber purificado y allanado el camino de la Verdad, con la satisfacción y agotamiento del trabajo hecho y bien terminado, agotado, coherente con su pensamiento, cede el timón de la barca a otro hermano suyo para que éste continúe guiándonos con el soplo del Espíritu Santo por el proceloso mar de la vida.
 
Desde la Fe, porque está convencido de que el único Pastor es Jesucristo y quien gobierna la Iglesia es Él con la fuerza del Espíritu Santo. Por eso no tiene miedo a tomar este paso. Y porque lo toma precisamente en el Año de la Fe, nos brinda con su gesto un motivo más para confirmarnos a todos en el hecho de que, en quien tenemos que confiar no es en él, aunque sea el sucesor de san Pedro, con grandes e innegables talentos, sino en Jesucristo Nuestro Señor.
 
Humilde, precisamente porque se fundamenta en la fe, se reconoce prescindible, un siervo humilde en la viña del Señor – como nos dijo al comienzo de su pontificado – que no tiene reparo en reconocer que no le responden las fuerzas físicas para desempeñar su tarea de gobernar la barca. Y porque tiene la grandeza de pedir perdón por sus defectos.
 
Justa, porque sigue en la forma y en el fondo, desde la fe y la humildad, lo estipulado en el derecho de la Iglesia, pidiendo una dimisión legítima a la que tiene todo el derecho de acogerse.
 
Ecuménica y “política”, porque con su gesto hace ver que la Iglesia no sólo es el Papa, aunque tenga la autoridad plena, suprema, universal sobre todo el pueblo de Dios; sino porque el Papa gobierna en comunión con sus hermanos los obispos y vive en comunión con todos los hijos de la Iglesia. Con su decisión ofrece a los poderosos de la tierra y a aquellas iglesias y comunidades cristianas que ven históricamente en el papado un poder absoluto y autoritario, una imagen de desprendimiento de su persona y de su oficio de Pastor de la Iglesia Católica, excelente. No se siente imprescindible. Para él, sólo Dios es imprescindible en la vida.
 
Moderna, porque siendo fiel a la Tradición de la Iglesia en las cosas que son invariables por ser de origen divino, Benedicto XVI tiene la capacidad por su clarividencia y fuerza de voluntad, de tomar decisiones audaces, nuevas, que nos abren los ojos y nos ayudan a discernir lo que es importante de lo que no lo es, a entender en definitiva la Verdad de la vida.
 
Por todo esto, hasta siempre Benedicto XVI, queridísimo Cardenal Ratzinger.
 
 
 
11 de febrero de 2013
Nuestra Señora de Lourdes

Las "intrigas" vaticanas


Diez minutos después de la renuncia del Papa, algunos medios ―siempre los mismos― comenzaron a hablar de “lo que hay detrás”, de “lo que nos oculta Ratzinger”, de las “intrigas vaticanas”, de los “buitres con sotana que pululan por las estancias pontificias”, de “las luchas por el poder” que se han puesto en marcha para el próximo cónclave, e così via...
Me aburren soberanamente estos expertos en conspiraciones vaticanas, pero hoy les preguntaría cómo se explican que, en medio de esas intrigas y de un “lodazal” tan putrefacto como, según suponen, es la Santa Sede, hayan surgido Pontífices de la altura espiritual, humana e intelectual que han acreditado, sin ir más lejos, los once últimos. Todos son o serán santos. Todos brillaron muy por encima de los líderes políticos de su época. Todos fueron amados y venerados por millones de personas del mundo entero. A saber: Benedicto XVI, Juan Pablo II, Juan Pablo I, Pablo VI, Juan XXIII, Pío XII, Pío XI, Benedicto XV, Pío X, León XIII y Pío IX.
Se lo he preguntado a Kloster.
―Elemental, colega ―me ha respondido―; los católicos creemos que el Espíritu Santo interviene a la hora de elegir Papa, pero procuramos no ponérselo muy difícil: la inmensa mayoría de los cardenales electores son hombres de Dios que sólo buscan el bien de las almas. Así que el Espíritu Santo tiene donde elegir.
―¿Y esos informadores de que te hablo…?
―¡Ah!, ¿esos? Supongo  que son más creyentes que tú y yo. Creen tanto en el Espíritu Santo que le obligan a hacer un milagro en cada cónclave sacando un santo de un basurero. No comprendo cómo siguen confesándose agnósticos.

lunes, 11 de febrero de 2013

Sobre la renuncia del Papa

 La despedida en la JMJ
En la web oficial del Opus Dei se recogen unas palabras del Prelado de la Obra. Leedlas aquí. Yo no me siento capaz de añadir una palabra más. 
Es evidente que todos los católicos estamos conmovidos con la noticia. Ahora toca rezar por el Santo Padre y por su sucesor.

Tener un caballo mola (y III)

Tener un caballo mola (II)

El anuncio del lunes

Tener un caballo mola (I)

domingo, 10 de febrero de 2013

Volver

Regreso a Madrid. Caen los primeros copos de nieve en Molinoviejo y comienza el diluvio universal al otro lado del túnel de Guadarrama.
Vuelvo a casa sólo por tres días. Hasta hace algunos meses nunca había sentido tan vivamente la alegría del regreso al hogar. Os parecerá una cursilería. A mí también; pero, ahora que mi trabajo se desarrolla la mayor parte del tiempo fuera de Madrid, disfruto como nunca cuando vuelvo.
He escrito en este mismo globo que siempre estoy "en casa", que los centros de la Obra de cualquier lugar del mundo son parte de mi hogar y no me cuesta trabajo verlos así.
Sin embargo... Poco antes de las 12 del mediodía he atravesado la puerta de entrada y me he acercado al oratorio, que está justo enfrente. Bajo el gran crucifijo de madera está el Señor en un Sagrario modesto. Le ha saludado como otras veces y casi he notado que me devolvía el saludo.
--Bienvenido a casa, hijo mío.

Pescar


Los pescadores, obedientes a la voz de Jesús, echaron la red a estribor y la cosecha desbordó todos sus sueños.
 “Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que vinieran y les ayudasen. Vinieron, y llenaron las dos barcas, de modo que casi se hundían…” (Lc. 5, 7)
Hoy, al terminar el curso de retiro, leeremos en la Misa este pasaje del Evangelio. Es el año de la fe y ha llegado el momento de pescar lejos de la orilla, donde los peces son más grandes y quizá más peligrosos.
Echaremos la red siguiendo la voz de Pedro y la pesca volverá a ser milagrosa. Aunque los caladeros parezcan vacíos, el fruto rebosará nuestra barca y la de todos los que se aventuren con nosotros mar adentro.