viernes, 22 de noviembre de 2019

Novena de la Inmaculada


Me preguntan por la Novena de la Inmaculada que colgué hace diez años en el globo.
Poco después la edité en Amazon y tuvo cierto éxito. Todavía se vende al precio de  0.95 euritos. Ya comprendo que el gasto es excesivo, pero mi codicia no tiene límites. Espero ganar este años al menos un par de euros para gastármelos en pastillas Juanola.
Si os interesa, podréis descargarla haciendo clic aquí:
Novena de la Inmaculada
Mis presuntos amigos de Ediciones Cobel hicieron una edición en papel: cambiaron el título y suprimieron la mitad del librito. Todo sin consultarme. Desde entonces no me llevo muy bien con ellos.

(Ahora veo que cliqueando el enlace que he puesto no parece posible descargar el librito. Habrá que buscarlo directamente aquí, en Amazon).

miércoles, 20 de noviembre de 2019

La espera y la Esperanza



Quince o veinte adolescentes ríen a carcajadas en el pequeño parterre que hay treinta metros debajo de mi ventana. Sobre el césped veo algunas latas de cerveza vacías y varias botellas de ginebra. Hace mucho frío, pero el alcohol mantiene caldeados a los borrachines. El búho, que ha abierto sus ojos enormes para atrapar las últimas luces del crepúsculo, se lamenta de qué esos chicos y chicas no sepan disfrutar de la noche. Para ellos la oscuridad es sólo su escondite y su cómplice. La buscan para ofenderse a sí mismo y a su Creador. —"Son gente sin Esperanza", concluye el búho.
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El búho exagera; todos vivimos de Esperanza. Conscientes o no, en cada uno de nuestros actos buscamos siempre ese "tesoro escondido" del que habló Jesús en la Parábola.
Lo malo es que algunos no saben soñar quizá porque nadie les ha explicado cómo se hace. Hay chavales de quince, veinte o treinta años que parecen haber renunciado definitivamente al tesoro. Si acaso aspiran a encontrar un sucedáneo, una felicidad mezquina que apenas dura un finde y además deja resaca. Sí, pienso en los chicos del botellón y en los adictos al sexo light, al alcohol, a la droga; pero también en el viejo hedonista que se ha moderado un poco con los años (a la fuerza ahorcan) para paladear mejor los distintos venenos que ofrece el mercado.
Lo siento; he comenzado mal esta página. Sólo quería recordar que llega el mes de diciembre y la Iglesia nos invita a salir de ese bucle tedioso y a vivir de Esperanza con mayúscula. Es el Adviento. Es la hora de levantar la vista y mirar a la meta con los ojos bien abiertos y descubrir al Hijo del Hombre que llegará pronto sobre las nubes del Cielo. Él es el tesoro que dará sentido a toda nuestra vida y nos poseerá por completo si somos fieles, si no nos dejamos corromper por unos sueños mezquinos que siempre terminan como una pesadilla diabólica.
El Adviento es también una invitación a meditar sobre nuestro pequeño "fin del mundo", sobre el último día de este valle de lágrimas y de risas, de amores y desamores, de ilusiones y desencantos. No es una experiencia triste ni un juego macabro. Sabemos que la vida es una carrera, y no tendría sentido recorrerla sin calcular cómo llegaremos a la meta. Y si esa meta es el Amor con mayúscula, la Esperanza de alcanzarlo nos hace correr con mayor alegría, incluso con una chispa de felicidad.
La Esperanza no nos lleva a suponer que "todo irá bien", que el gobierno acabará con la pobreza, que subirán la bolsa y las pensiones, que creceremos sanos como cervatillos, que ganaremos la Champions y se llenarán los embalses con la lluvia del invierno. Uno puede permitirse el lujo de ser pesimista (yo tiendo a serlo, por desgracia); pero mi Esperanza permanece intacta porque sé que las catástrofes que mi imaginación presiente, tendrán sentido para Dios.
—Entonces, ¿tampoco ganaremos la liga este año?
Me temo que no, colega; pero no trates de ahogar tu pena en calimocho. Busca la gran Esperanza cada mañana, agárrala de la mano y salta de la cama, que la Navidad está cerca. Este año, de nuevo, oirás el anuncio del Ángel a los pastores y el primer villancico del Portal.
Te sugiero que comiences el Adviento con otra espera: la de la Novena de la Inmaculada, que es una cuenta atrás de 9 días en compañía de la Virgen. Con Ella es más sencillo alcanzar la meta.


viernes, 15 de noviembre de 2019

Diálogos surrealistas



Los niños de tercero de primaria, que aún no han hecho la Primera Comunión, asisten a Misa un día a la semana y yo procuro explicarles paso a paso el significado de la ceremonia dialogando con los que levantan  la mano para preguntar.
Hoy, antes de comenzar, hemos rezado el Ángelus.
—¿Sabéis por qué rezamos el Ángelus?
—Para recordar a la Virgen el día más bonito de su vida.
—Muy bien. ¿Y cuál ha sido el día más bonito de tu vida?
—Cuando me caí de cabeza y me hice una herida con mucha sangre.
—Ya. ¿Ese fue el día mejor de tu vida?
—Sí.
En primera fila un chiquillo de gafas levanta la mano.
—El mejor día de mi vida fue cuando se me cayó el primer diente.
—Claro. ¿Y sabes cuál es el animal que tiene más dientes?
—Sí; el ratoncito Pérez.
—Pues el día más bonito de mi vida —interviene otro— fue cuando nací.
—Pero no te acuerdas, ¿verdad?
—Sí que me acuerdo.
—Muy bien. Entonces vamos a empezar la Misa. En el nombre del Padre, y del Hijo y del... 
—Te has olvidado de dar un beso al altar…  
—Vale, vale… Empezamos otra vez. En el nombre del Padre y del Hijo...

sábado, 9 de noviembre de 2019

Jornada de reflexión





Nuestros amados líderes nos piden que reflexionemos. Ignoro si es obligatorio, pero, por si acaso, yo ya he empezado esta misma mañana. He reflexionado sobre la reflexión misma, y, al comprobar que nuestros queridos guías han cerrado el pico para no perturbar el fluir de las reflexiones ciudadanas, he sentido una paz inefable, un bienestar espiritual y corporal cercano a la bienaventuranza eterna.
¿No sería posible alargar la jornada reflexiva un par de días más? ¿Y por qué no una semana, o un mes? Estoy seguro de que, si se implantara por decreto esta medida, mejoraría el tráfico urbano, caería en picado la siniestralidad vial y el consumo de ansiolíticos se reduciría al mínimo.
Hoy en Madrid celebramos la solemnidad de la Santa María de la Almudena, patrona de esta Villa y Corte. Hace treinta años los pasteleros de la ciudad organizaron un concurso para crear un dulce que emulara a las rosquillas de San Isidro o los panecillos de San Antón. Triunfó la "corona de la Almudena", que es una especie de roscón de reyes con crema en su interior.
Esta mañana nos han sacado esa corona en el desayuno y se me han endulzado las reflexiones de la jornada. También he pedido a nuestra Patrona y a San Zacarías, el marido de Santa Isabel, que fue mudo durante 9 meses, que los elegidos mañana para el Parlamento, hablen más bajito, trabajen juntos y nos dejen reflexionar al menos hasta Navidad.