jueves, 25 de mayo de 2017

A Antonio Fontán[*]


Cosas grandes y pequeñas

Querido don Antonio:
Permíteme que hoy vuelva a ponerte el "don" en su sitio. Te fuiste al Cielo hace ya 7 años y va siendo hora de devolvértelo. Me pregunto cuándo te lo quité. Supongo que hace mucho tiempo. Tal vez al acabar la carrera, ya que desde entonces fuimos amigos, y mucho más, hasta el mismo día de tu muerte.
Siempre me pareció lo más natural del mundo que todos te llamaran "don Antonio"; desde el conserje de la Facultad hasta tus colegas más ilustres, ya fueran profesores en la Universidad, ministros del gobierno, parlamentarios o periodistas. Tú aceptabas ese tratamiento con sencillez, pero yo me situé enseguida en otro plano. Un día, ¿recuerdas?, me explicaste aquel viejo aforismo latino: amicitia pares aut accipit aut facit, la amistad nace entre iguales e iguala a los que no lo son. Eso significa que, cuando uno tiene un amigo de mayor estatura puede ponerse de puntillas y presumir sin miedo, como si las cualidades del más grande pasasen al pequeño. Éste era el caso.
Y es que, por más que me esfuerzo no logro encontrar un territorio en el que no me superases abrumadoramente. Fuiste catedrático de latín, y además de esa lengua dominabas el griego clásico y eras experto en todas las ramas de la filología. No estudiaste leyes, pero más de una vez me sorprendiste con tus conocimientos de Derecho Civil y Administrativo. Ni que decir tiene que en filosofía e historia universal me dabas mil vueltas, y, para colmo, sabías más teología dogmática que yo, a pesar de mi flamante doctorado en esa disciplina.
Debo pedirte perdón. No sé cómo me he atrevido a compararme contigo. Tú fuiste un Maestro con mayúscula y yo un aprendiz de casi nada que tuvo la inmensa suerte de asistir a tus lecciones hasta el último día. De esto precisamente quería hablar hoy.
"Cosas grandes y pequeñas", he titulado esta carta. Pienso en tus últimos años de vida, cuando, retirado casi de la vida pública, te llenaban de homenajes, premios y honores.  Una mañana me contaste que acababan de llamarte de la Casa del Rey para comunicarte que don Juan Carlos te había nombrado marqués.
—Ya iba siendo hora, ¿no? —respondí—.
—No digas eso…
Entraste en el oratorio y te quedaste allí un buen rato. Luego diste la noticia a los demás.
Todas las mañanas eras el primero en visitar ese mismo oratorio con un par de libros bajo el brazo. Allí recitabas dos o tres oraciones en voz muy baja: la primera a San Josemaría Escrivá. Habías perdido oído y no eras consciente de que yo era testigo de tu piedad.
Una tarde, en el hospital, cuando ya sabías que a tu corazón le quedaban pocos latidos, me dijiste en una charla informal:
—Gracias a Dios, a lo largo de mi vida he hecho algunas cosas útiles; pero cuando el Señor me juzgue, no me pedirá el curriculum.
—Sin embargo —te contesté— el curriculum, te ha llevado a ser lo que eres hoy.
—¿Y qué soy…?
Antonio era un gigante con piedad y corazón de niño, que se expresaba en mis pequeñas sutilezas de amor. Veinticuatro horas antes de fallecer, con voz entrecortada pero clara, dijiste en presencia de tu sobrino y de dos personas más:
—"Dejo esta vida sin tristeza ni pesares, y con la alegría de haber hecho algunas cosas… Ofrezco esta agonía por el Opus Dei, al que he dedicado mi vida; por mis hermanos y especialmente por el Padre… Por la Iglesia y el Papa… ¡Y por España!"
Muchas gracias, don Antonio, por lo grande y por lo pequeño.






*Antonio Fontán Pérez (Sevilla, 15 de octubre de 1923 - Madrid, 14 de enero de 2010),  Marqués de Guadalcanal. Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, periodista y político español. Fue el primer presidente del Senado de la España democrática. Impulsor de la libertad de expresión durante la dictadura del General Franco, y director del diario Madrid, hasta que éste fue clausurado por el gobierno franquista.
Fue el primer director del Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra (1958-1962), la actual Facultad de Comunicación. También fue decano de la Facultad de Filosofía y Letras. Fue uno de los autores de la Constitución Española de 1978. Senador y Presidente del Senado (1977-1979) y Diputado (1979-1982).

10 comentarios:

Cordelia dijo...

Es difícil comentar algo tan impresionante. Gracias por la entrada

Anónimo dijo...

La humildad y la sencillez no es cuestión de títulos(y este señor,es el ejemplo perfecto),si no del ser de la persona....No es lo que tengo si no lo que soy

yomisma dijo...

Ese es el curriculum que le metió en el Cielo: el corazón de niño. No nos llevamos mucho más. Hoy hemos rezado el rosario los del equipo de atletismo de mi parroquia, por el alma de otra persona también grande, grande. Madre de seis hijos, mujer excepcional, médico de primera, y sobre todo buena amiga. (Podéis ver un vídeo en inglés de su "carrera" aquí: https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=10211523708120971&id=1612347529&comment_id=10211525410923540&notif_t=feed_comment&notif_id=1495833059207940&ref=m_notif)
Descanse en paz. El Cielo se me está llenando de amigas.

Antuán dijo...

Gracias! don Enrique por traernos a la luz a gente ¡Grande! que nos ha dejado tanto y a la vez tan asequible en el trato con Dios. Me trae a la memoria a otro don Antonio amigo de mi padre que ya le precedió en su viaje a la patria celestial. Los jueves solían tener después de Misa su reunión de grupo, me contaba mi padre, el era maestro y mi padre minero. A él se le daba más la lectura y meditación y mi padre ya jubilado cuando iba a los olivos rezaba rosarios. Entonces le decía don Antonio tu me prestas algún rosario y él a cambio le regalaba libros entre otras cosas esa Biblia ¡Grande! roja. (en casa está) me dijo un verano: ¡Ya voy por la segunda vuelta! ¡Amigos! Que ya están juntos en el cielo. Adiosle-pido

Cordelia dijo...

Mira que bien! Menuda fiesta de bienvenida te van a hacer

Cordelia dijo...

Dentro de noventa años...

Cordelia dijo...

Dentro de noventa años...

yomisma dijo...

Que poco me quieres.

Cordelia dijo...

Mucho, pero soy una egoísta

Enrique Monasterio dijo...

Lo siento, Romano. Agradezco los elogios, pero no puedo publicarlo.