Por la mañana he subido a Teror, el pueblo de los balcones, donde se encuentra la Patrona de esta Isla: la Virgen del Pino.
Esta vez sólo he tenido tiempo de rezar un rosario y saludar a la camarera del bar que hay en la plaza, que me recuerda de otros años y siempre me pide que rece por alguna intención suya.
El domingo, si Dios quiere, aterrizaré en el aeropuerto de Los Rodeos, de Tenerife, y tomaré rumbo sur con un cochecito alquilado. Pasaré por Candelaria, la villa que toma su nombre de la advocación mariana, como recuerda siempre su alcalde. La Virgen de Candelaria es patrona de Tenerife, y yo espero ir a verla para darle recuerdos de su "colega" de enfrente.
Que nadie me corrija; yo sé que la Virgen María es una sola, pero las distintas advocaciones nos permiten meter a nuestra Señora en cada pueblo y tutearla como a una paisana más.
A mí me gusta invocarla con el nombre que adopta en cada región: Guadalupe, Almudena, Paloma, Begoña, Candelaria...
Sé que a ella le gusta.