A Lázaro de Betania
Ser amigo
Querido Lázaro:
Dice el Evangelio de San Juan que fuiste amigo de
Jesús; no discípulo ni pariente ni seguidor ni apóstol, sólo amigo. Seguro que
te conformas con ese honor entre otras razones porque ser amigo de Dios supone
poseer los demás títulos en grado máximo.
Eras el hermano menor de Marta y María; por eso te
citan siempre en tercer lugar. Marta, una mujer hiperactiva, aparece en el
relato de San Lucas desviviéndose por atender a Jesús en vuestra casa de
Betania. María, en cambio, sentada a los pies del Maestro, escuchaba y
contemplaba el rostro de su Amigo. Ese día aprendimos todos que algunas veces
trabajar puede ser una forma de perder el tiempo y, en cambio, que cuando se
mira, se escucha y se ama, se acierta siempre. Pero ésa es otra historia sobre
la que tal vez escriba más adelante.
Cuánto me gustaría tener una conversación a solas
contigo, querido Lázaro, para que me expliques cómo llegaste a ser amigo del
Señor hasta el punto de lograr que viajara desde Perea a Jerusalén para
resucitarte de entre los muertos arriesgando su propia vida cuando todos
"le buscaban para matarlo".
Reconozco que a mí también me gustaría devolver la
vida a algún amigo fallecido inesperadamente. Un poeta español, Miguel Hernández, tuvo la
misma descabellada idea. Lo cuenta en su elegía a Ramón Sijé, su compañero del
alma, muerto "como el rayo" en Orihuela. Explica el poeta que querría
"escarbar la tierra con los dientes, minar la tierra hasta encontrarlo, y desamordazarlo y regresarlo. Y termina su
elegía con unos versos inolvidables: A
las aladas almas de las rosas... del almendro de nata te requiero: que tenemos que
hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.
Yo querría ser "amigo" así, pero amigo del
Señor, como tú lo fuiste. Aunque quizá no baste con querer. Lo que importa es
que el mismo Cristo te reconozca como tal; es decir, que te escoja de entre la
multitud —porque los amigos se eligen— y que, cuando te encuentres desnudo ante
él para ser juzgado, te llame "amigo" y te trate como se trata a uno
de sus predilectos.
He leído que la amistad es una forma de amor que suele
darse entre personas afines, quizá entre compañeros de profesión o de estudios,
o entre quienes comparten unos mismos ideales en la vida. Cuando dos personas
aman a la par las mismas cosas y luchan por conseguirlas, es fácil que nazca
entre ellos un afecto recio y sólido, no cimentado en suspiros o declaraciones
de amor, sino en la fidelidad diaria a esos ideales comunes. Lo dice el propio
Miguel Hernández de su amigo Ramón, "con quien tanto quería".
¿Es posible ser amigo de Jesús así? Cabría pensar que no. Quizá
tenían razón los antiguos cuando afirmaban que solo entre "iguales"
puede nacer una verdadera amistad; pero Cicerón añadía que, algunas veces, el
afecto que une a dos personas de distinta estatura o dignidad puede nivelar las
diferencias engrandeciendo al pequeño sin que el grande pierda un milímetro de
estatura.
Tú, querido Lázaro, seguro que tuviste muchos amigos y
amigas desde pequeño; amigos en el trabajo o en el estudio, amigos en tu aldea
o en tu familia, amigos de tus amigos… Y, en la adolescencia, que es cuando
nacen las amistades más sólidas y los amores más apasionados, compartiste penas,
inquietudes, alegrías y sueños con unos pocos muchachos de tu edad. Hasta que
un día conociste a Jesús.
Quiero creer que él fue uno de esos amigos; que
jugasteis en Betania y en Jerusalén, que crecisteis a la vez ¿Estuviste con él
en el Templo el día en que se escapó de la caravana y sus padres lo buscaron angustiados
por toda la ciudad?
¿Qué cosas te contó el Señor en confidencia de amigo? Y
tú ¿le abriste también tu alma? ¿Conociste a su Madre, la Virgen Santísima?
¿Hablasteis de Ella? ¿Cuándo descubriste que en Jesús había un misterio, un
abismo infinito de amistad en el que podías sumergirte sin miedo?
Me gustaría ser tu amigo, querido Lázaro. Ya sabes:
"los amigos de mis amigos son mis amigos", y yo quiero compartir contigo
a ese Dios-Amigo que puede resucitarme cuando lo necesite.
14 comentarios:
Qué bonito, muchas gracias.
A todos los del globo os considero amigos, aunque no os conozca personalmente.
Feliz Navidad.
Gracias. De nuevo
Gracias por esta nueva maravilla.
Si hubiera coincidido contigo en carne y hueso Señor,además de muchas otras cosas subiría contigo de vez en cuando a la sierra y preguntaría mucho y hablaría poco.
Y a la bajada tomaríamos huevos fritos con chorizo en el Porrón de Valsaín
La amistad no se improvisa. Es un regalo. Es un honor desde luego como dice usted d. Enrique.
Yo también quiero compartir verdaderamente esa amistad con Jesús. Tengo muchos amigos: una familia marroquí, son mogollón, musulmanes con las hojitas del Corán sobre la tele. He comido en la misma cazuela de barro lentejas y arroz. Otros ortodoxos... pero se Quien es mi verdadero Dios, mi Niño lindo estos días, mi mejor Amigo. No quiero perder ese vinculo con Jesús porque a veces me despisto con el trajín de los días y las tareas. Pablo Lopez cantaba esta mañana: Vete de mi casa, vete de mi vida. Ah! no ni hablar por lo que más quieras de la mía ¡Noooooooo! Anoche no me podía dormir: de olor a huevo frito y refrito de pollo al ajillo. Me lave y busqué algo de san Agustín: "soy un hombre pecador pero aún me queda esperar" Pues resulta que es Dios quien espera por si alguien no se atreve; hecho Niño. ¡Feliz año! Adiosle
Buenas noches, hace mucho que no pongo palabra aquí, (aunque si le leo) con el peligro que no se acuerda de mi! Quiero desearle un prospero año nuevo en buena salud! Por twitter ni señal, aun así sabrá que la Lechuza ha sido elegido Ave del año. Que bien. Le dejo, tengo sueño, a seguir bien. Saludo de Dorita.
Yo también quiero.
"Aquí nadie se reserva nada". Esto se vivía en Belén y en toda amistad. Por cierto, ¿Cómo se diría en latín? Hic nemo sibi reservat (?).
La foto no tiene precio. Que majos! Y dispuestos a andarse toda esa carretera juntos
Impresionante Antuan
Gracias don Enrique, da gusto leerle.
Estas Navidades no me ha quedado más remedio
que hacer de Marta, pero siempre con el ojo puesto
en el pesebre.
Muchas gracias por esta carta a un amigo, al amigo del Amigo. ¡Qué maravilla esa amistad que iguala y eleva hasta alturas desconocidas e inmerecidas! Qué sobresalto saberse llamado amigo de verdad y serlo.
Me encanta Lázaro. Siempre callado, como si fuera el hermano pequeño, al que se hace poco caso. Y me encantan sus hermanas, tan solicitas, tan cariñosas, y tan buenas. Mi familia en este país lejano son los amigos. Por eso entiendo que Jesús tuviera tan buenos amigos. Como los míos.
Qué bonito escribe,Padre!
Como cada Semana Santa he vuelto a abrir el libro Relatos a la sombra de la cruz y he vuelto a su blog. Este post me ha hecho llorar, lo confieso. Gracias.
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