Eran otros tiempos
La palabra "tertulia" ha sufrido una singular evolución en nuestro idioma. Hace un siglo llamábamos así a aquellas reuniones de poetas, escritores, políticos y demás sofistas con levita, que echaban la tarde en los cafés de la época parlamentando sobre todo lo divino y humano. Hubo tertulias famosas que giraban en torno a un personaje público, con espectadores, copa y aroma de habanos. Y hubo cafés célebres, como el de Gijón, donde, en torno a las tertulias, vegetaban artistas incomprendidos, poetas incomprensibles, oradores en paro y bebedores por cuenta ajena. Lamentablemente aquellas tertulias ya son historia.
Durante algunos años la palabra desapareció. A punto estuvo de caerse del diccionario e ingresar cadáver en el depósito de los arcaísmos. Hasta que un día Luis del Olmo inventó las "tertulias radiofónicas", y todas las emisoras se llenaron de opinadores a sueldo. Desde entonces, el dial está abarrotado de tertulias deportivas, taurinas, políticas y del corazón. Me refiero a esos cenáculos de cotillas lenguaraces que han convertido el insulto, la palabra soez y la difamación en el género literario de moda.
Claro que hay otro tipo de tertulias. Hablo de reuniones de familia, con la televisión apagada, sin Internet a la vista y con los móviles desactivados. No necesitan público, ni es necesario levantar la voz. En ellas se habla de cualquier cosa, pero no se discute. Hay charlatanes y "escuchatanes", pero todos comparten el mismo ecosistema de afecto que convierte la reunión en uno de los momentos más gratos del día.
Me preguntaréis que a qué viene todo esto. Resulta que ayer fui invitado a una de esas tertulias. No había café, copa ni puro, pero sí un centenar de chavales llegados de Madrid para participar en una convivencia de verano.
—¿Y a eso le llamas tertulia?
Así la llamaron ellos. En realidad hablé yo solo, pero los chavales escuchaban con tanta atención las historias de Roma y Gaztelueta, que se nos pasó el tiempo en un suspiro.
Y la "tertulia" propiamente dicha empezó después.
11 comentarios:
Hoy le tuve presente, una meditación y un ejemplo, los alubiones de la granja no se degustan.... Se comen... Le suena??? Jaja
Que envidia!
Le entiendo perfectamente todo lo que dice a lo largo de la entrada, y además porque voy a un curso de inglés desde el domingo 19, y tendremos tertulias después de comer, en el jardín más bien pequeño del Colegio Ecos de Marbella.
Ayer me acordé de mi primo que vive en Málaga y es policía nacional. Y le mandé un email para precisamente tener una tertulia con él y los chicos, que casi fliparían pudiendo estar con un agente. Le propuse que viniera de uniforme, e incluso con un coche patrulla. Creo que esto último puede ser más difícil.
Un abrazo
Pues yo acabo de llegar del curro: el albergue está a tope y no tengo tiempo para tertulia cuando vine casi a las cuatro me eche un rato de siesta que me recomendó el medico) aunque reconozco que la mejor medicina es el trabajo. Me invitaron a una tertulia en la piscina ¡curioso! prefiero la cama que aunque vamos adelantando lo del dia siguiente, hay tarea. Buenas noches.Adiosle
Es que, si el "tertuliano" es bueno, el tiempo pasa rápido.
Recuerdo una tertulia en la que, el famoso columnista Badarcablar, nos contó cómo se podia construir, en tan sólo 24 horas), un Colegio Mayor para 100 (cien) residentes. Algún estdiante de arquitectura aprendió mucho en esa tertulia y ahora tiene fama mundial.
Me puedo imaginar que se le caería la baba con un grupo de chavales que, además de entusiastas, le mirarían como a una especie de "reliquia viviente"...pero no por su edad, sino por toda lo que ha vivido. Por eso no me gusta la etiqueta que ha puesto -"ser viejo"- y no porque sea una fanática de la eterna juventud, sino porque no le pega. No sé, yo buscaría otra que pudiera englobarles a usted, a ¿D. Fernando? y sus historias del Japón....y a tantos otros -no solo curas- que también tienen tantas cosas que contar...(lo de "otros" incluye también a las mujeres, of course).
A lo mejor se le ocurre a alguien una etiqueta...a mi solo me viene una que le he oido a usted, pero que tal vez desconcertaria a muchos (dinosaurios). ¿Qué tal "recuerdos de familia"?
¿Fue Luis del Olmo quien introdujo las tertulias radiofónica, o fue Pilar Urbano?
Pilar urbano????? No.
En realidad, los pioneros fueron Ramón Pi, Carlos Dávila y Alejo García con un programa llamado "La Espuela". O eso cuentan...
La espuela era un programa magnífico!
En casa veíamos "la clave", porque las películas eran casi siempre excelentes y luego se formaba una tertulia muy interesante.
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