Parece que hay una ola de calor
africano. El calor, ya se sabe, viene siempre del sur. Es un inmigrante sin cayuco,
que salta todas las barreras de Europa cada verano y no se deja repatriar por
más que las leyes lo exijan.
El domingo, sin ir más lejos, prediqué
un retiro en la cripta de Tajamar —"allí estarás fresquito, no te
preocupes", me dijeron—; pero la ola se coló hasta las profundidades de la
capilla y terminé empapado en sudor.
Aquí las cosas son diferentes. La ola
no llega a Bilbao. Un edredón de nubes familiares envuelve el paisaje de
madrugada, y la brisa del cantábrico expulsa al fuego inmigrante.
Llego a Gaztelueta y pregunto a Curri
por el director:
—Se ha ido a coger olas.
Quién pudiera surfear la ola africana
y cabalgarla para domar sus malos instintos.
La playa de Ereaga está abarrotada de
bañistas. Se conoce que el terrorismo meteorológico que practica la agencia
estatal de anticiclones y borrascas les ha hecho creer que hace muchísimo calor
y no tienen más remedio que sumergirse en el mar.
En la calle Mayor de Las Arenas me
encuentro Juan, al que no veía desde hace cuarenta años.
—¡Estás como siempre! —me dice,
mintiendo—.
—Pues anda que tú… Por cierto, ¿quién
eres?
Ahora se llama Jon. Al parecer, otra
ola llegada Dios sabe de dónde ha cambiado los nombres de las personas y de las
cosas y ha colocado la letra k por todas las esquinas del lenguaje.
Me dice Kloster que la letra k es la
más griega del abecedario; también la más europea, la más clásica de todas. Por
tanto, la más ajena al ajena al vascuence original.
—No sé, amigo. Yo de estas cosas no
entiendo mucho, pero reconozco que, cuando vi que la playa de la Concha se
había convertido en "La Kontxa", me dio un ataque de risa melancólica.
Hace años uno no se atrevía a escribir estas cosas, porque siempre había alguien en mi pueblo que se enfadaba. Ahora, no sé si gracias a la ola, todos van recuperando el sentido del humor.
Me dice Jon que hace muchísimo calor y que
podíamos tomarnos unas cañas con un pintxito de algo.
—Vale, amigo. Hay que superar estos 25
grados de máxima que nos ha traído la ola.
7 comentarios:
Se agradece, Don Enrique, el humor con que trata de la ola de calor.
Un abrazo desde Granada. Aquí, y en muchos otros sitios, andamos por los 40º.
ojala pudiesemos abrazar las olas sin hundirnos, queridos lectores del globo, estad siempre en gracia de Dios, para que un dia podamos abrazar las olas y volar sobre el mar como golondrinas.
Ayer pensaba en el fundador de Nintendo, moria con 55 años victima de un cancer, dejando un imperio del ocio descomunal. Ojala que en su partida particular final de comecocos su encuentro sea definitivo con Dios.
Los suizos, que además de saber mucho de chocolate y de relojes, son expertos en climatología, dicen que no hay mal tiempo, sólo ropa inadecuada. Claro que allí no llevan sotana negra... O sí.
¿Habrá sotanas de manga corta?
En fin Don Enrique, felicidades con efecto retroactivo. Que ayer estaba fuera de órbita y no pude felicitarle.
D. Enrique, mañana es 15 de Julio, ¿por qué no nos habla mañana un poco sobre Isidoro Zorzano?
Acabo de estar paseando con una amiga, a estas horas en las que -gracias a la ola de calor- uno disfruta de la agradable temperatura y la brisa nocturna de los treintaytantos grados...que otros años eran quizás lo máximo que llegaba a marcar el termómetro en las horas más calurosas del dia.
Y si, qué bien se combaten los 25º de unos, los 45º de otros...en buena compañía, con cañita o con paseo, surfeando o regando el jardín de la abue mientras tu adolescente cumple a la perfección el encargo de distraerla para que no se ocupe ella de las tareas más pesadas.
Bendita ola de calor, que nos hace disfrutar como niños de las sombras de los árboles, el ventilador, la ducha fría o el chapuzón en la piscina. Y que hace que sea casi obligado quedar con las viejas o recientes amistades, cuando amaina la solana achicharrante, para ejercer ese acto solidario de combatir "este verano tan sofocante que estamos padeciendo".
Aquí en mi tierra no hace calor. Tampoco frío. Mucha lluvia, eso si. Pero así no tenemos que regar el jardín. No es lo normal en verano, que sueña ser muy caluroso y húmedo. Pero me da la sensación de que ya no existe la normalidad con tantos análisis y datos meteorológicos.
Muchos saludos a Don Curri, que del mar lo sabe todo, y es un excelente pescador de hombres.
Publicar un comentario