Me entusiasman las puestas de sol de
Castilla, que incendian el horizonte de la meseta hasta convertirlo en una
brasa que se resiste a morir; el crepúsculo del Cantábrico, que se prolonga una
eternidad al otro lado del Serantes y cambia de color con la bruma; el
anochecer asturiano, que dura y dura cuando se avista desde la ladera que
asciende al mirador del Fitu en los
Picos de Europa… No concibo un espectáculo más grandioso. Cada vez que tengo
ocasión de contemplarlo, siento ganas de aplaudir al Autor y, al mismo tiempo,
me entra una especie de melancolía, como si el sol se me muriera de verdad.
Pensáis que no es para tanto, que me
gusta escribir cursilerías de tarde en tarde para llenar un hueco en esta
página. No es cierto. Lo meditaba ayer cuando regresaba a Arona desde el puerto
de Los Cristianos, y el sol caía a plomo en el horizonte, veloz como un cometa.
—¿A dónde irá con tantas prisas? —me
pregunté—.
En la naturaleza
todo tiene su explicación: cuanto más nos aproximamos al trópico, más rápido es
el ocaso y más violento el amanecer. Aquí se cumple a la letra el verso de
Quasimodo: ed è subito sera, de pronto
es de noche.
Me pregunto si la muerte será así, como
la describe el poeta: de pronto, la luz se apaga, se van los pájaros y callan todas las
voces, o si, por el contrario, gozaremos de un crepúsculo de fuego capaz de
seguir incendiando el horizonte durante muchos días hasta el adiós definitivo.
En el fondo da lo mismo. Lo importante
es tener la maleta lista y la Esperanza intacta. Yo sé que el sol no muere
cuando cae sobre el mar. ¡Cuántas veces lo he visto renacer en Valencia, limpio
de bruma, recién bañado en el Mediterráneo!
No se puede tener todo, Teide amigo.
Desde allí arriba señoreas el Océano y ves como se desploma el sol en el Atlántico
y cómo se alza cada madrugada, pero es todo tan rápido que te pierdes lo mejor:
nada sabes del dolor agridulce del crepúsculo.
3 comentarios:
Me ha gustado, Don Enrique, su nueva entrada. Aparece en mi escritorio de Blogger cuando me pongo a hacer una entrada nueva en mi blog. Ese sí que es un blog, y, lo siento, no un globo como el suyo. A veces le echo un vistazo a su globo, y suelo contestar con un comentario. Gracias por el empeño en escribir.
Estoy con usted d. Enrique yo también tengo gravadas en la memoria que es la mejor cámara de fotos: puestas de sol de Castilla, el mar con grandes olas ( me dicen te falta playa) y tabla pero estos dias en ratos libres pude pintar algunas cosas y disfrutar sacando de la imaginación. Adiosle
...y no sé si habrá sido su intención, (que seguro que sí), pero no he podido por menos que encontrar el paralelismo de sus ocasos con nuestras formas de morir a esta vida, poco a poco, o de golpe, pero siempre con la esperanza del nuevo amanecer, porque, como usted dice, "el sol nunca muere".
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