Paseos por Gijón (I)
Cuando vengo a Asturias, mi excursión preferida siempre es
urbana. Ya tendré tiempo de visitar las aves de Villaviciosa y el balcón de
"El Fitu", que es uno de los collados más famosos de la Sierra, desde
el que se divisa medio Planeta y se adivina el resto.
Vestido de paseante anónimo y con los
prismáticos al cuello, por si las aves, me adentro en la villa de Gijón, cuyo
nombre, al decir de Unamuno, proviene del latín, "saxum" (roca). Un
poco forzado parece, pero me gustaría que fuese verdad.
La calle Uría está en el centro mismo
de la ciudad. Camino despacio mirando todos los escaparates. Las tiendas están
menos animadas que otros años. Se conoce que este año tampoco ha tocado el
gordo y la crisis no se va.
Junto a una sidrería hay un paisano a
la espera de algo o de alguien. Luce un cigarro en la boca, que oscila rítmicamente
de arriba abajo como un metrónomo.
—Nunca he pasado tanto frío como este
año…
Lo he dicho en voz muy baja, pero sé
que me ha oído el tipo del pitillo. Confieso que me gusta provocar para iniciar
una conversación, y tengo un sistema es infalible: no pregunto nada, porque
corro el riesgo de que me respondan y se acabe la charla. Prefiero hacer un
comentario insólito como éste y ver qué pasa.
—Usted no es de aquí, ¿verdad?
—No. Vengo de Madrid.
—Pues para frío, el de su tierra. Aquí
en Asturias nunca hace frío. Todo lo más, "re-fres-ca". Y este año
andamos bien con el cambio climático.
La conversación meteorológica apenas
aguanta dos o tres frases más. El paisano tira el pitillo y vuelve a entrar en
la sidrería.
Más recorrido tiene mi encuentro con un
chaval de 14 años que chatea convulsivamente con su IPhone apoyado en un
parquímetro. Le digo que su teléfono es un poco antiguo, y salta como una
pantera:
—Es el último IPhone. A ver si te
enteras…
El acento despectivo me confunde:
—Tú no eres de aquí.
—Soy de Madrid, pero mi abuela vive en
Gijón y me ha regalado el teléfono.
—¿Y has votado por correo?
—No dejan votar hasta los 18 años…
—¿En serio que no los tienes todavía?
El chaval me mira receloso:
—Claro, tío. Voy a cumplir quince…
Luego me cuenta que estudia en los
jesuitas, que ha tenido dos novias, pero ahora se lo pasa mejor jugando a
basket, que de notas va regular, que va a Misa casi siempre y que…,
—Oye, ¿tú eres cura o algo así…?
—Bingo, chaval…
3 comentarios:
Es genial!!!! Q guapa ye Asturias Ho!
De nada le sirve ir de anónimo por la ciudad, no puede disimular, en cuanto abre la boca se delata, el chaval de 15 años le descubre enseguida. Me encanta. Adiosle
Qué chaval tan descarado. Menuda forma de dirigirse a un adulto. Se nota que han cambiado los tiempos.
Por su edad y centro de estudios deduzco que, casi seguro, es alumno mío. A ver si lo localizo y le doy un tirón de orejas cariñoso, que no es así como les enseñamos en el cole. Y, de paso, completamos la anécdota asturiana ;)
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