Primera lección de Teología Civil
Me envían desde Santiago este artículo de Xosé Luis Barreiro, "por si le sirve para el blog". Desde luego que me sirve. Sólo espero que todos los lectores entiendan que es sólo una broma.
Si las mareas ofrecen bautizos y comuniones civiles, no
queda más remedio que hacer una teología civil, porque no sería honrado usurpar
estos ritos de paso sin asumir sus obligaciones. Los aspectos formales de esta
boutade ya los despachó Roberto L. Blanco con extraordinario rigor y valentía.
Pero dado mi afán de colaborar en la felicidad del pueblo, no puedo resistirme
a sentar los fundamentos de una teología atea que ayude a ritualizar la
civilidad.
Empezaremos por decir que si el bautizado
es un bebé, habrá que tener padrinos civiles que respondan por él. Pero si el
bautizado es adolescente habrá que exigirle un catecismo civil que garantice
que la víctima sabe dónde se mete. «¿Eres totalmente laico?», preguntará el
alcalde. «Sí, por la Gracia de Dios». «¿Qué significa el bautismo civil?»,
insistirá el oficiante. «Ser discípulo de usted y seguir sus ordenanzas». «¿Y
quieres ser bautizado?». «Sí», responderá el crío. Y ya se le puede bautizar
con agua con gas, para diferenciar esta ceremonia de la credulidad fanática de
los católicos. Claro que después del bautizo hay que socializar al niño, que ya
de pequeñito deberá rezar civilmente: «Alcaldito de mi vida, fuiste niño como
yo, por eso te voto tanto y te doy mi corazón». O «Cuatro esquinitas tiene mi
cama, cuatro municipales que me la guardan».
Más complicada será la comunión civil,
porque, antes de recibirla, el interfecto, de 9 años, tendrá que confesarse con
un funcionario, decirle si respetó los semáforos y los pasos de cebra, y
cuántas papeleras volcó. Porque la confesión es esencial para el control del
comportamiento y la ortodoxia laica, y solo los niños absueltos y con la
penitencia cumplida podrán entrar en María Pita vestidos de blanco, y cantando:
«Vamos, niños, al plenario, que el edil llorando está, pero viendo tantos niños
muy contento se pondrá». Será entonces cuando el oficiante, recordando las
campañas electorales, repartirá bocatas de jamón entre los niños, para que
aprendan a compartir y a formar un cuerpo místico municipal.
La confirmación civil será el momento
elegido por los niños para mandar al carajo al alcalde e iniciarse en el
botellón. Pero todos sabrán que el que no se confirme civilmente no podrá
acceder a ninguna de las opciones de matrimonio que ofrecen los poderes
civiles. La lógica llevará a que los miembros de la corporación, en vez de
prometer su cargo, sean ordenados concejales. Porque si no se ritualiza todo,
los niños percibirán el juego y no se dejarán bautizar. Y lo más fácil, creo,
será la extremaunción laica, que será una rebaja en la tasa de tanatorio para
enfermos civiles desahuciados.
Con estas bases ya podemos empezar a hacer
el payaso y a mostrar la rabia que produce el último reducto de autoridad moral
no estatalizado. Y esperemos que Dios nos ayude a soportar tanta iniquidad.
6 comentarios:
Don Enrique, con su permiso, se lo "robo" y lo pongo en mi Tuíter (es que yo soy un maniático y lo "españolizo" todo).
Llevo meses queriendo escribir algo sobre esto, pero su sabiduría parabólica (en su acepción literaria me refiero) me parece más acertada de lo que yo hubiese sido capaz de esbozar.
De lo mejor que he leido,enhorabuena y confirma la evidencia,vaya pais de pacotilla.
Qué buenooo
¿Se puede ser más absurdo?
¡Uy, ya verás como sí se puede, yankee! Tú dale tiempo al tiempo y verás de lo que es capaz la tontería humana.
La verdad...este no me gustó...Me parece- con todo respeto - demasiado español.. A los q somos de otro pais noa puede costar un poco conectar con la broma... Don Enrique..prifiero sus textos... Q son mas universales...
Este no me gustó... Demasiado español, y a los de fuera nos puede costar conectar.. Prifiero sus intervenciones - que son más globales...
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