domingo, 12 de junio de 2016

Visitas


Uno empieza ya a estar en la edad de recibir visitas más que de hacerlas. Como además vivo la mayor parte del tiempo en casas de retiro, en el campo, es fácil que mis amigos se animen a escaparse de Madrid. 
Hoy han venido a Molinoviejo Santi y Amalia, una encantadora pareja de la que hablé aquí hace cuatro años, cuando se casaron en mi presencia. 
Santi y Amalia ya tienen dos niños: Eugenia, una guapísima charlatana de dos años, que fue recogiendo todas las amapolas que veía a su paso, y Santi jr., que apenas tiene nueve meses, pelirrojo como su padre, que observa el mundo con  asombro desde unos ojazos azules preciosos.
Cuando entramos en el oratorio de la casa antigua, Eugenia se fue decidida hacia el altar, hizo la genuflexión con verdadera pericia, "sopló" un beso a la Virgen del retablo y se quedó un instante mirando al Sagrario. En ese momento pude apretar el botón y sacar la foto.

5 comentarios:

Antuán dijo...

Me alegro de que tenga visitas. que le den este aire joven al lugar. Eugenia ya sabe, gracias a sus padres, Quien es el dueño de la casa y como hay que tratarlo. Aunque quizá no lo recuerde; para eso están las fotos y los videos que los padres guardan para la posteridad. De momento ya están bajo esa Divina protección. Adiosle-pido

Amalia dijo...

Nos encantó verle! Repetiremos pronto, esta vez sin visitar el resto de la comarca antes...
Un abrazo grande

yomisma dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Blancanieves dijo...

Ay, sí. La verdad es que reconforta que las primeras palabras que aprenden los críos en casa son "papá", "mamá" y "amén". Luego ya meterán la pata (como todos). Unos se alejarán, otros irán dando bandazos, pero llevan el trato a Dios inscrito en los genes y sabrán a Quién acudir cuando busquen volver a un hogar.

Fernando Q. dijo...

Qué dulzura de conversación, Dios la bendiga.

Algo parecida fue la última charla que tuve con mi padre. Cumpleaños de mi hija María, viene a la fiesta con cara de cansado (estaba malito, el pobre) y decía que tenía ganas de esta vida terminara ya. Me enfado un poco y cuando le animo me dice, entero, sereno y convencido: “Aquí os veo bien a todos y es que tengo unas ganas, una curiosidad de ver el Rostro de Señor y saber cómo es el Paraíso…”. A los dos días el buen Dios le concedió el deseo.

Si hubiera conocido a Goyo y le hubiera hablado de esa Pradera tan bonita, igual se le habría quitado la curiosidad. Y las prisas.