Salgo al jardín a las 4 de la tarde con
el rosario en la mano. Sobre la montaña, hacia el norte, crece y crece una nube gris mientras canturrea en su interior. Es una
música grave y dulce. Creo que trata de anunciar la llegada de la tormenta, pero
lo hace con tanta delicadeza que apenas rompe el silencio. Puedo oír
el susurro de los insectos, el vuelo de una mosca, el de los mosquitos y la lejana
sinfonía de los abejarucos que se despiden cantado en su viaje hacia el sur.
Ahora suena un claxon tan distante que lo más probable es que venga de otro planeta. El mirlo camina a mi lado de puntillas, y sus
pasos —quién me lo iba a decir— se me antojan repiques de un tambor sobre las
baldosas.
Me gusta este mutismo rumoroso y
apacible de la Sierra. El silencio absoluto da miedo; es la nada. Aquí me veo
rodeado de vida: de plantas, de insectos, de aves. Y oigo música de Ángeles.
Porque la Acebeda tiene también su ángel guardián. Yo sé que, a diez metros, hay
millones rondando a Jesucristo en el Sagrario. Seguramente mi Custodio está con
ellos haciendo la Visita al Santísimo que yo aún no he podido cumplir.
En el jardín hay sólo un rosal con diez rosas viejas. Ojalá consiga multiplicarlas con las rosas de mi Rosario. Seguro que me distraigo, como siempre, con todo lo que vuele a mi alrededor.
Empiezo. Hoy tocan los misterios dolorosos.
3 comentarios:
Hace dos días que he regresado de esa casa y, aunque no había tanto silencio por la tarde (música clásica) sí que se oían conversaciones interesantes: los rabilargos con los arrendajos, las golondrinas entre ellas (todas hablando a la bezares), el Picapinos y su señora merendando en los nogales de la fuente, el trepador azúl que ronda el tronco pelado junto al tenis, la familia Lavandera, los novedosos papamoscas y como siempre, las Águilas y los buitres luchando con cuervos. Supongo que aún quedarán algunos Merops apiaster, siempre tan jaraneros. Claro que, esa zona de la casa no se me ocurrió explorarla. Y eso que el huésped también era ornitómano ��
Presénteles a todos mis respetos y dígales que el próximo año les espero en las mismas fechas.
Por cierto, bajando de Morcuera a Rascafría hay unas cuantas buitreras, si no las conoce, le paso foto y posición.
En fin, saludos a Kloster y encantado de leerle desde estas latitudes.
Su nuevo latinajo da mucho que pensar. Sobre todo después de oír a nuestros representantes en el Congreso ayer.
Benditas distracciones en el rosario. Yo hoy lo recé por la mañana porque luego tenia que hacer pizza para todo el grupo de empleada/os. Y quería aprovechar bien ese primer rato que me dejaban la maquina y la mesa. Al final como siempre llega para otro dia y la gente contenta. Adiosle
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