He vuelto a oír
a un tertuliano de la madrugada que “las palabras no matan; las balas, sí”.
Te equivocas,
amigo: el odio, que es quien carga las pistolas, se alimenta de palabras. El
insulto, la descalificación sistemática, la difamación y la calumnia, son el
comienzo. Las balas llegan luego como lógica consecuencia.
En la clase
política, el odio parece ser lo políticamente correcto. Se diría que nadie
puede ser de izquierdas sin odiar a la derecha. Y al contrario.
Hoy he visto
parte del debate que ha tenido lugar en el Parlamento. Estaba yo con un colega,
un párroco joven del centro, y mientras charlábamos teníamos la televisión
encendida sin sonido. No nos hacía falta.
─¿Has visto qué caras? ─me preguntó mi amigo─.
─Parecen
enfadados…
─No ─me
respondió─; es odio. Hay algo diabólico en todo esto.
─No sé. A lo
mejor si alguien les hiciera cosquillas…
4 comentarios:
Yo no veo una relación lógica entre las palabras y las balas. Entre ellas, aunque haya odio hay un camino muy largo.
Don Enrique, hacen falta muchas cosquillas en este país, porque parece que llevamos demasiado tiempo en un estado de enfado contínuo; de malestar, de protesta, de estar en contra de todo y a favor de nada...
Parece que se nos han olvidado las cosas buenas que tenemos y andamos quejumbrosos siempre, con cara de zapatilla vieja.
Tal vez sea hora de empezar de nuevo a iluminar el mundo con la "luminaria de tu fe y de tu amor". "Fe, alegría, optimismo. Pero no la sandez de cerrar los ojos a la realidad".
Los santos siempre lo han tenido muy claro.
Si odio no hay balas. Aunque el camino a recorrer sea largo, ese es al punto de partida.
Estoy de acuerdo con Cordelia: sin odio no hay balas. Y también estoy de acuerdo con don Enrique: hay algo diabólico en todo esto. Se ve la cara del Mal en algunos, y lo peor es la complacencia bobalicona de otros, supuestamente los buenos.
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