Querido e innominado corrupto: en casi
todas las naciones occidentales hay un monumento dedicado “al soldado
desconocido” como homenaje a los ciudadanos anónimos que luchan en el campo de
batalla en defensa de su país. En Madrid, por ejemplo, tenemos un obelisco de
dudoso gusto con una especie de altar y un sarcófago a sus pies al que se
accede por una escalinata de piedra. Se ha inaugurado tres o cuatro veces con
distintos nombres, pero pocos lo conocen, quizá porque corren malos tiempos
para la épica, y, en esta época mustia y asustadiza que nos han tocado vivir,
entregar la vida por la Patria no mola nada.
Hace años uno veía a los soldaditos por
las calles vestidos de caqui. Era un espectáculo tierno y, por supuesto,
pacífico. Nuestros queridos guripas iban al parque los domingos a explorar
nuevos territorios. ¡Qué contentos se veían exhibiendo su uniforme con aire
marcial ante el afectuoso enemigo del sexo opuesto!
Un mal día los reclutas —y también las
niñeras— se desprendieron de los atavíos propios de su oficio y pasaron a la
clandestinidad, quiero decir al anonimato. Fue una epidemia anti-uniformista
que contagió a los taxistas, a los dependientes de comercio, a los clérigos, a
los porteros de fincas urbanas…
A los chorizos, no, porque vosotros no
habéis llevado jamás uniforme. Vuestro hábitat es la oscuridad. De ahí que me
atreva a sugerir a nuestras autoridades que levanten un monumento “al corrupto
desconocido” para que se os vea. Más que un homenaje, sería un reproche y una
advertencia a las gentes honradas, ya que todos podemos caer en la tentación,
si es que no caímos ya hace años.
Porque, veamos, ¿a quién podemos llamar
“corrupto”? Los niños, cuando se han portado mal y confiesan su pecado, no se
limitan a describir la falta cometida. No dicen “he hecho tal cosa”, sino “he
sido malo”: ¡sorprendente sabiduría! Ellos saben que el pecado no es un mero
desperfecto técnico, que se repara y ya está; es un error que deja huella en el
alma; afecta a lo que somos: nos hace “malos”, nos deshumaniza y corrompe.
¿Entonces, “pecador” y “corrupto” son
vocablos sinónimos? No del todo. El pecador que habitualmente se arrepiente,
confiesa su pecado y repara el daño ocasionado no es un corrupto; es
sencillamente humano, y Dios cura sus heridas. Corrupto es, en cambio, el que
enmascara sus miserias, el farsante endurecido y tan comprometido con su basura
que ya no concibe otro modo de vida.
No es más corrupto quien más roba, sino
quien tiene más oxidado el sismógrafo de la conciencia. El que sustrae bolis de
la oficina para la familia y folios para la impresora de casa; el que engaña
sólo un poco a su mujer o a su marido con un coqueteo anodino; el que cobra o
paga facturas sin IVA; el que hace trabajitos en negro sin ponerse rojo; el que
se apropia de ayudas públicas a las que no tiene derecho; el que se embolsa el
PER y no conoce más campo que el de fútbol; el que miente en el currículum y en
la declaración de la renta…
¿Chorizos caseros? El Papa Francisco les dedicó unas
palabras bien expresivas: “una podredumbre barnizada: ésta es la vida del
corrupto. Y Jesús a éstos no les llamaba pecadores. Sino que les decía
hipócritas.”
Y, desde fuera, ¿cómo se distingue un
corrupto de un pecador convencional?
No es fácil; pero hay un síntoma que
casi nunca falla: Jesús, en presencia de una adúltera a la que pretendían
lapidar, dijo aquello de que el que esté libre de pecado, tire la primera
piedra.
Pues bien, si asistís a una tertulia
cualquiera en la que se despotrica contra la corrupción de los políticos, los
banqueros, etc., siempre habrá uno dispuesto a tirar la primera piedra, la
segunda y la tercera a voleo, sin mirar; ése que razona con insultos, el que se
indigna hasta la apoplejía; el que, de vez en cuando, asegura que no comprende
cómo hay gentes capaces de tanta fechoría.
—¿No irás a decirme que…?
—En efecto: ése es, probablemente, el
corrupto desconocido al que dirijo hoy este mensaje.
5 comentarios:
El lunes pasado me invitaron a una tertulia en una estación de radio-tv para hablar de esto y concluimos:
1. es un problema cultural de difícil, no imposible, curación,
2. es un problema como bien dice, bidireccional: no solamente es la autoridad la corrupta, los particulares también.
Es lo que decimos por estos lares: si se persiguiera el consumo de droga, no habría el narcotráfico con sus efectos secundarios: inseguridad, bloqueos, temor, secuestros, muertes, etc., etc. y estos podrían hacer el muro a los corruptos desconocidos
Me he sentido tocado, con los folios y el IVA...Y dice usted que eso es pecado?. prro venial o mortal?
No me roban a mí cuando me congelan el sueldo AÑOS, y luego me suben desde la luz , gasolina, alimentos, transporte, hasta menguar la capacidad de todas las latas habidas y por haber " manteniendo el precio"...para luego llevárselo crudo cuarenta ladrones?... y me niegan becas por 50 míseros euros, porque los ahorros de mis hijos están también a mi nombre y la mierda de intereses, al 0,15% !! me supone "pasarme"?. Qué quiere que le diga, que quien roba a mil ladrones mil años de perdones. Si el IVA fuera a tapar los agujeros de algo o de alguien, pues vale, pero para que se forren ellos y sus amigos banqueros...
No sé, estoy muy cabreado. Julio.
Don Enrique, con su permiso, voy a compartir esta entrada en mi Tuíter.
Diré, sin embargo, algo al "Anónimo" de las 18:09; algo en lo que no estoy de acuerdo. Dice que "si se persiguiera el consumo de droga, no habría el narcotráfico con sus efectos secundarios"..., y yo creo que debería ser al revés. Hay que ir a las causas, no a los efectos. Lo contrario es lo que nos están haciendo a nosotros los políticos y de lo que tanto nos quejamos: "no tenemos dinero, pues apretémosle las tuercas a los trabajadores para sacar más y no tener que apretarnos nosotros los cinturones".
Si se combate el concumo de drogas, los narcotraficantes buscarían otra forma de enriquecerse; sin embargo, si se combate la causa por la que los narcotraficantes hacen lo que hacen, tal vez también eliminaríamos el consumo: dos pájaros de un tiro. Mucho más efectivo y mucho más práctico..., ¿o no?
El resumen: "ir a las causas, no a los efectos".
En este caso la legalización del consumo de droga puede mas que la u legalización del mercado de droga. El que haya demanda hace que el mercado crezca legal o ilegalmente. Y lo malo es que este mercado genera muchos millones de dólares que van a parar a los más espabilados. En ocasiones, muchas, los legisladores mismos. Así que en esto es una trampa.
Hagamos el bien, evitemos el mal. En particular han de hacer el bien los que, perfectamente conocidos, juzgan y cargan de manera demoledora, las conciencias de otros.
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