Mañana tormentosa
El
Serantes duerme arropado por una bruma densa y húmeda. Un amable sirimiri se
encarga de mitigar el calor, que ayer por la tarde nos hizo sudar a chorros.
Desde hace una hora se oye un coro incansable de truenos que vienen de lejos,
sin relámpagos ni rayos a la vista. Contemplo el paisaje desde la ventana de mi
habitación en Gaztelueta.
Salgo
del chalet camino de Las Arenas. El sirimiri ha dejado paso a un chaparrón de
reglamento. Empiezo a caminar bajo los soportales y, de pronto, el trueno más
fuerte que jamás haya oído, casi me hace saltar sobre el pavimento. ¡Qué
barbaridad! Supongo que el pararrayos del colegio ha cumplido con su misión.
En
el coche tengo un paraguas la mar de útil… para Madrid. Aquí las cosas
funcionan de otra manera: los paisanos caminan bajo la lluvia sin más
protección que la boina. Doy al botón
que abre automáticamente el paraguas y salta por los aires el mecanismo. Se
conoce que se ha asustado. A pesar de todo el paraguas se abre y yo camino por
Las Arenas haciendo el ridículo entre docenas de lugareños desprotegidos.
Termino
la mañana en la Citroën. Necesito un recambio sin importancia: un pedazo de plástico
que sujeta el retrovisor y apenas pesa veinte o treinta gramos.
—Son
90 euros…
—¿90
céntimos?
—Euros…
—Perdone,
amigo, ¿sabe a cómo se cotiza el gramo de oro?
El
empleado no lo sabe, ni yo tampoco, pero me aconseja que venda el coche por
piezas, una a una. Con lo que gane podré comprarme un Ferrari de competición.
Salgo
del taller con mi valiosa pieza de plástico. Sigue lloviendo. La Agencia
Estatal de meteorología asegura que tenemos
una mañana soleada. Si acaso, por la tarde, puede lloviznar un poco.
3 comentarios:
Aunque sea con retraso, ¡muchas felicidades! Espero que pasara un día muy feliz y tranquilo, sin mucho calor, a poder ser.
Eso es lo que sucede con las marcas: algo que en sí vale cacahuates, la marca lo multiplica por 10, en este caso euros. Así abusan. Si le contara de Apple.......
Qué suerte. Aqui mucha amenaza de tormenta desde el sábado...y ni una gota. A veces me imagino a Dios partiéndose de risa mientras los meteorólogos intentan acertar con el pronóstico de turno.
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