Sobre pokemons y estrellas
Ésta es la escena de "La Strada", a la que me refiero en mi e-mail de hoy
Querida Gelsomina :
Hace veinte años te llamé “Oriente” en un cuento que escribí sobre el Nacimiento de Jesús. Permíteme que hoy te cambie el nombre.
¿Por qué Gelsomina? Porque tu imagen me trae el recuerdo de una chiquilla de ojos saltarines, mirada traviesa y cara de alcachofa que aparecía en “La Strada”, una película inolvidable de la postguerra italiana.
Gelsomina era una especie de esclava comprada por diez mil liras. Su dueño, un animal llamado Zampanó iba por los pueblos de Italia a bordo un carromato motorizado exhibiendo su fuerza presuntamente hercúlea, mientras Gelsomina repicaba el tambor. A ella le habría gustado que su amo, de quien se iba enamorando poco a poco, la mirase con cariño; pero aquella bestia elemental la ignoraba por completo cuando no la maltrataba.
Lloraba Gelsomina porque pensaba que su vida no tenía razón de ser, que solo era un trasto inútil, hasta que una noche un payaso loco le convenció de lo contrario.
─Nada ni nadie es inútil en el universo ─le dijo─. Todo lo que Dios ha creado tiene un motivo y un fin. Yo no sé para qué sirve esta piedrecita que tengo en la mano. Si lo supiera sería el Padre Eterno; pero si está piedrecita fuese inútil hasta las estrellas dejarían de tener sentido.
¿Comprendes ahora por qué te llamo Gelsomina? Tú también estuviste así, aburrida en una esquina de la galaxia y llegaste a pensar que eras una estrella inservible, una especie de error del Todopoderoso. Pero, cuando te dejaste llevar por el Ángel, te convertiste en un personaje imprescindible. Fuiste la primera señal de tráfico que instaló Yahvé para orientar a los Magos. Hiciste la travesía del desierto con escolta de reyes y manto de plata. En Jerusalén pusiste en jaque a la jet con su monarca a la cabeza. Y, sobre todo, te posaste sobre la gruta donde nació Jesús, y viste al Niño que tantos reyes, profetas y patriarcas habían soñado ver, y no vieron. Fuiste la lámpara en la mesilla de noche de María y el farol del portal que alumbró a los Pastores. Para colmo, tu larga cola de luz bailó en el cielo el primer villancico que compusieron los ángeles.
Querida Gelsomina, yo sé que Dios te ha encargado una nueva misión. Esta Navidad darás escolta a cientos de miles hombres, mujeres y niños, que llegarán desde Oriente porque te han visto en el Cielo. Llevan tu imagen en la retina y un cargamento de sueños imposibles en la mochila.
Me dicen que se cumplirán esos sueños sólo si te descubrimos también desde Europa. Sólo así se producirá de nuevo el milagro de Belén; pero me temo que no está el horno para bollos ni tenemos la pupila para estrellas.
Cuando te encuentres sobre la Península echa un vistazo hacia abajo y lo entenderás. Verás a millones de españoles que caminan por las calles con la cabeza inclinada hacia el suelo. ¿Problemas de cervicales? No, querida estrella: llevan en la mano un artilugio hipnótico con una pequeña pantalla de la que no pueden apartar la vista ni un segundo. ¿Se trata de una enfermedad? Probablemente, pero aún no ha sido clasificada por los galenos, quizá porque ellos mismos están también ocupados contemplando su propio ombligo electrónico.
Te preguntarás qué es lo que capta la atención de tantos. Si te respondo que los “pokemon” no entenderás nada. Tampoco yo, no te preocupes. Por lo visto, muchos juegan a atrapar seres virtuales que pululan por las calles pero sólo pueden verse en esos mágicos rectángulos.
El Doctor Kloster ya habla de una neurosis nueva, que es epidémica, virulenta y contagiosa. Los afectados piensan que no hay vida más allá de su pantalla, y han perdido por completo la capacidad de mirar al cielo. Es el mito platónico de la caverna en versión cibernética.
¿Remedios? A eso me dedico yo, querida Gelsomina. Mi trabajo consiste en levantar una a una las barbillas de los pantalleros para que vean la luna, el sol, las estrellas, las aves del cielo, los árboles del bosque, los rostros de las gentes. Y puedan mirarte también a ti, Gelsomina, y a ese Dios inmenso que vendrá dentro de nada en los brazos de María.
21 comentarios:
Gracias D. Enrique por volver ! no se puede añadir nada más a la belleza de las cosas que usted escribe.
Gracias
Conmigo lo ha logrado. Vuelvo a mirar a la Estrella.
Gracias.
Y por volver también.
¡¡Que alegría volverlo a leer!!
Laus Deo
He tenido que dejar de leer casi al final. Me veo retratada u me da mucha vergüenza. Se que El me llama a una amistad total e íntima. Pero esta pantalla me atrae y me hace dejar de mirarle. Apago el teléfono unas horas. Me voy a la adoración
Que bien! Ha vuelto como Gelsonina cada año con este cuento. Gracias Don Enrique y gracias Gelsomina. Ya falta poco. Menos de un mes. La Virgen estaría preciosa de ocho meses. Para este tiempo Gelsomina ya se habría fijado en esa belleza. Decían que fue una de las estrellas de la bandera de nuestra Europa. No se si es cierto. No me extrañaría que hubiera sido una de las elegidas para formar la corona de la Virgen. Es lo que tiene ser estrella. Y saber estar...
Conmigo también lo ha logrado, aunque de vez en cuando me despisto. Por favor, siga dándonos toques de atención.
Totalmente de acuerdo con lo dicho.... y por supuesto con su artículo D.Enrique
En el blanco, como siempre. Gracias.
Gracias.
Yankee
Simplemente gracias
Hola !!En fin!!!.Me alegro que vuelva a escribir aunque dure poco la alegria.adios
ya está aquí el Adviento. Ya está aquí don Enrique!
Laus Deo
Mil gracias, don Enrique.
Bienvenida Gelsomina y todo lo que Gelsomina trae!
Hola ¡bienvenido d. Enrique! yo no voy a ser menos. Ya se acerca la Navidad. Hace dias que empecé a canturrear villancicos y dentro de nada pondremos el Belén. Ese es mi propósito. Ambientar el albergue. Estos dias ha pasado por aqui mucha chiquilleria, han disfrutado. Le dije a la panadera que nuestra misión no es solo dar de comer a la gente. Pero que ellos con su trabajo también colaboran. Adiosle.
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Vaya, pues parece que se le da bien ese trabajo de alzar barbillas. Muchas gracias, menudo don
«Pantalleros». No sé si ha acuñado usted el término, pero es un nuevo tipo de tribu urbana, al cual pertenezco de modo intermitente. Intentaré acordarme de la estrella de nombre impronunciable y levantar la vista. Gracias!!
Guao!!! Me ha encantado!!! Aunque en Venezuela no se puede sacar de a mucho el teléfono celular por cuestiones de seguridad, corres el riesgo de que te lo arranquen. O algo peor... Pasa mucho esto de lo que nos habla... Que ganas de que lo lean muchas personas mas...
Como siempre, muy agradecida.
Guao!!! Me ha encantado. Aunque en Venezuela no se puede sacar mucho el teléfono celular por la calle, porque corres el riesgo de que te lo arranquen o algo peor, pasas mucho esto que usted dice... Que ganas tengo de que muchas personas lean esto. Como siempre, muy agradecida
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