Sólo le faltan unos pasos, muy pocos... Pero, ¿quién no desfallece al último momento, cuando todo en nuestro mundo parece inmovilizarse, concentrándose en torno al sacrificio? Ya no hay manera de volver atrás, de poseer nuevamente aquello a lo que se ha renunciado.
El universo entero retrocede, nos abandona. Estamos solos a orillas de algo implacable, desconocido, cruel; y antes de ofrecernos, de dejarnos devorar voluntariamente, lanzamos un postrer clamor.Pero Tú no gritas, no protestas. La ofrenda viva de tu cuerpo se ha consumado ya y permaneces en tierra, vacío de Ti mismo, dispuesto a no ser para que nosotros seamos, a abrirnos la senda de la recuperación y del amor.
X. Jesús es despojado de sus vestiduras
Algo ampara tu desnudez de
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