Han pasado doce años y, como es lógico, no soy capaz de recordar el orden ni el contenido de nuestras conversaciones.
La tercera fue, probablemente, un día después. Yo ya me había arrepentido de haberle dejado el borrador de mi librito. Por una parte, temía que no le gustase y que me lo dijera con demasiada “franqueza”, quiero decir sin anestesia, hiriendo mi vanidad de cuentista en ciernes. Por otra, pensaba que corríamos el riesgo de cambiar de conversación. Y yo no estaba allí para hacer crítica literaria, sino para tratar de que mi amigo se reencontrase con Dios,.
Sin embargo, todo salió redondo. Me devolvió los papeles y, con su rostro de piedra, aseguró solemnemente:
—Eres escritor.
Eso fue todo. Un tanto confundido, no supe qué decir ni cómo continuar el diálogo. Pero él me lo puso fácil:
—Tu concibes el mundo como un belén donde Dios nace. Mi visión de las cosas es distinta. Para mí, el mundo es un infierno en el que Dios no ha estado nunca.
Quizá empezamos a hablar entonces de la guerra civil, de la cárcel, de Franco… Aunque ahora pienso que ya estábamos en Madrid. Sí, recuerdo que le hacían un homenaje (otro más) en el Ayuntamiento y me invitó al acto.
—Mira, Luis —le dije—, te seré franco…
—¡Ni se te ocurra! —exclamó—.
Y se rió de su propia gracia con una carcajada no sé si “franca” o democrática; pero, en todo caso, sincera y expresiva.
No contaré más. Sólo el final. Un día quedamos en que, cuando se sintiera morir, me llamaría por teléfono.
—Si hay una puerta en ese muro, no me vendrá mal que me ayudes a abrirla.
No fue posible. En primavera del año 2000 entró en coma a consecuencia de un infarto cerebral y falleció pocos días después. No me permitieron acercarme a su casa ni rezar un responso en el cementerio. Tampoco puse demasiado empeño, la verdad. A cierta distancia del féretro recé las oraciones previstas en el ritual y pedí por Luis ese día y los siguientes.
Un político declaró entonces que mi amigo había abierto “caminos a la luz cuando España estaba a oscuras». Pero yo sé, porque él me lo dijo, que se veía a sí mismo como un ciego que no renunciaba a ver las estrellas.
Dios, que le puso en el alma esa "insensata "aspiración, se la habrá alcanzado ya en el Cielo.
13 comentarios:
"murió sin creer creerlo, creyendo" Ssn Manuel Bueno Mártir.
¿O acaso buscar honestamene no es querer creer?
Ah, el misterio de la fe.
Querer abrir una puerta y atreverse a pedir ayuda debe "puntuar" casi casi como abrila. ¿No?...
Por su relato, está claro que Dios contaba ya desde la eternidad que Luis se cruzara en su camino y usted iba a ser ese instrumento en sus manos.
Luis -intuyo quién es Luis-pudo perfectamente elegir entre charlar con usted o no, leer
"El Belén que puso Dios" o no, invitarlo a ese último acto o no.
Y Luis no cerró la puerta. Se ve que, al menos, puso los medios para abrirlas. Sólo Dios sabe lo que sucedió en ese instante que se quedó definitivamente con Él.
Descanse en paz.
Sunsi
Gracias por contarnos historias...
Me hubiera gustado que terminara mejor, pero hay que ser realistas y aprovechar a tope la libertad que tenemos a mano.
"Aprovechar a tope la libertad que tenemos a mano", me ha gustado esta frase de Fred, tendré que darle vueltas
Uf, menuda hisrtoria. Me recuerda a esa que me contaron sobre Tierno Galván y sus últimos momentos. Yod diría que si le ayudaste a abrir la puerta. Seguro.
No tiene que ver en este espacio, pero me encanta:
"No te preocupes de lo que piensan de ti los demás. Te diré la verdad: nadie piensa en ti".
(Kloster)
Hola Nodisparenalpianista dijo...
A mí también me recuerda a esa historia de Tierno galván, que a pesar de lo bonita que es, mucho me temo que no es verdad. No importa, con el gesto que tuvo hacia el crucifijo hizo mucho más que todos los que estamos aquí. Fue un valiente. Aunque no recibiera a un cura en sus ultimos instantes, seguro que Dios recuerda esa heroicidad.
Es para lo que sirven las frases de los políticos. Son pases de churro que a veces sirven para marcar un gol macanudo.
Padre:
Quise dejarle una nota en la entrada de arriba, y no pude... solo decirle que vivir y conocer a un hombre extraordinario es una verdadera bendición... yo he conocido a muchos, que de seguro están felices junto a Dios. Bendiciones.
Cómo me hubiese gustado conocer más a nuestro Padre , en vida. El diseño anterior era mejor, creo, así, que es como el mío, queda más triste, es una opinión.
Pues yo pongo aquí también el comentario, ¡gracias!
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