Hoy Madrid se despierta de rosa. Empieza a prepararse la gran marcha europea del “orgullo gay”. Seguro que será una manifestación respetuosa y civilizada. Ya veréis como no insultan a nadie ni hacen obscenidades en público. Habrá que permitirles que se desnuden, desde luego, pero más que nada porque hace calor.
Sin embargo estoy persuadido de que no romperán casi ningún semáforo ni molestarán a los que no participamos de su sano jolgorio.
El Ayuntamiento, consciente de los valores culturales y cívicos que promueven los manifestantes, les ha inyectado un milloncito de euros (de nuestros impuestos y parquímetros) para que todo les vaya la mar de guay a los gays.
Como homenaje a nuestr@s visitant@s (dicen que un millón) y sin ánimo de ofender por la cuenta que me tiene, descongelo este artículo que escribí hace año y medio.
Escribí hace tiempo que no me parecía serio llamar “creyentes” a los cristianos, ya que, en el fondo, somos bastante más descreídos que los ateos; creemos en muy pocas cosas, y no militamos en la tropa de los que siguen a pie juntillas los incontables dogmas de la posmodernidad. Los fundamentalistas del relativismo, los idólatras de los fetiches laicistas, esos sí que son creyentes.
Hablé de este asunto porque uno se fía poco de los vocablos de moda. En cuanto uno se repite con demasiada frecuencia y salta a la tele, empiezo a cogerle manía o me da la risa.
En aquel artículo, sin embargo, no expliqué del todo por qué la tengo tomada con el sustantivo “creyente”. La razón es que se trata de un invento de los que no tienen fe, igual que la palabra “payo” es una creación de los gitanos.
En tiempo de Cervantes, pongamos por caso, no había “creyentes”. Todos lo eran salvo dos o tres, y por tanto no era preciso llamarlos de ningún modo. Lo normal no necesita calificativos. Sí lo precisaban en cambio los ateos, o sea, los que se apartaban de esta norma general.
El problema surge cuando el ateísmo y el agnosticismo se convierten en epidémicos. Los incrédulos salen del armario, confiesan con orgullo su alejamiento de Dios, y reivindican su condición de “normales” tratando de que ocupen el armario vacío los que creen en Dios. Luego, cierran la puerta y cuelgan una etiqueta: “los creyentes”.
Algo parecido está pasando con otro vocablo recién nacido, que crece, prolifera y se trivializa de un tiempo a esta parte. Me refiero al sustantivo “heterosexual”.
-Oye, tío, ¿eres homo o hetéro?
Cuando vi que un famosillo de la tele se dirigía en estos términos a otro espécimen de su misma tribu, me dije a mí mismo: “muchacho, aquí hay tema”. Y es que hasta hace poco los llamados “heteros” simplemente no existían. Ser heterosexual era como ser bípedo, es decir “normal”. Por otra parte, era una verdad pacíficamente sostenida que la atracción de los sexos tenía bastante que ver con la reproducción. De ahí que si alguien se sentía atraído por personas del mismo género o por otro tipo de entes no aptos para la fecundación, se consideraba a todos los efectos que sufría una anomalía. Y las anomalías, aunque no afectan a la dignidad personal, sí que necesitan una palabra en el diccionario para distinguirlas de las situaciones normales.
El diccionario no se conformó con un vocablo; recoge docenas, casi todos despectivos, para identificar la homosexualidad y a los homosexuales. Ojalá -lo digo de todo corazón— esas palabras pasen muy pronto al depósito de cadáveres.
Ahora estamos en el polo opuesto. Era preciso luchar para que se reconociese a esas personas sus derechos. Y en eso estamos. Pero hemos pasado del “todos tenemos idéntica dignidad” al “todos somos normales”, que desde luego no es lo mismo.
Ya no hay ciegos, sino invidentes. Y como los ciegos son “normales” habrá que buscar una palabra para “los otros” que también son normales; sólo así se restablecerá la igualdad. De ahí que a los “no ciegos” nos llamen “videntes”, como a Rappel.
Otro ejemplo. Hace tiempo fui desposeído de mi vesícula biliar en un quirófano. Os aseguro que no lamento la pérdida, al contrario. Sin embargo, desde entonces soy consciente de que me falta algo: algo no demasiado serio, de acuerdo, pero no me atrevería a decir que es “normal” no tener vesícula, ni que deba sentir el orgullo de carecer de tan curiosa glándula. Si lo pensara, habría que crear al menos dos términos nuevos para considerarme en situación de igualdad con los que no han sufrido una laparoscopia.
-Oye tío, ¿tú eres vesiculado o avesiculado?
Luego inventaríamos el “día del orgullo avesicular”. Y que nadie se atreva a meterse con nosotros, porque lo llamaríamos “avesiculófobo”, que es vocablo la mar de aparente.
—Pero entonces, ¿eres homo o hetero?
—¿Yo? Payo, vidente, hetero y avesiculado.
—Caray…
22 comentarios:
¡Qué artículo más bueno, D. Enrique!. Bueno y respetuoso con las personas, que es lo más difícil.
Lo que usted explica le pasa a mi hijo de 18 años que trabaja en Port- Aventura (Tarragona). Cada día cuenta historias de este estilo. Antes de preguntarle cómo se llama, dónde vive... en fin , lo típico ... le preguntan si es homo o hétero. Está hasta las narices. Él, que se las daba de progue y separatista, ha llegado a la conclusión de que la culpa la tiene Zapatero (los adolescentes no analizan demasiado) porque los empuja a salir del armario incluso a los que jamás se habían planteado que existiera un armario.
La noche de San Juan, un chico de la misma edad decía: el día que desembarquen en una isla desierta a un grupo de lesbianas y en otra a un grupo de gays y tanto en una como en otra nazcan niños... entonces se podrá hablar de que son normales. Mientras... no.
No está mal el argumento.
Gracias por su blog.
Sunsi
Bueno comentario, sí señor.
"hemos pasado del “todos tenemos idéntica dignidad” al “todos somos normales”, que desde luego no es lo mismo"
Me permito introducir un matiz de cosecha propia: la confusión entre la normalidad y la frecuencia.
- ¡Pero si todo el mundo lo hace! ¡Es normal!
- No, no es normal. Es frecuente, pero no es normal.
Me decía mi marido el otro día, que las mujeres se sienten muy bien en compañía de hombres homosexuales, porque no se sienten "acosadas" por ellos. Yo también creía lo mismo hace tiempo, ya que es cierto que a muchas les encanta tener muchos amigos gays, ir con ellos de compras, besos, por aquí, besos por allá... Pero he llegado a la conclusión de que las mujeres petardas, pasaditas de rosca, que no ligan "ni a tiros" con hombres a los que no les gustan los tíos,(con perdón, normales), encuentran en los gays un sucedaneo. Por eso ese afán de estar todo el tiempo a su alrededor. Saben que es lo más cerca que van a estar de un hombre.
Los vesiculados tenemos Derecho a visitar est blog????????
Me ha encantado, es tan respetuoso... Es usted grande, D. Enrique.
Por otro lado me gustaría que la sociedad dejara de juzgar a quien es homosexual y a quien no lo es. Que se dejaran las etiquetas, porque en todas partes hay de todo, gracias a Dios.
Pero no creo que ser homosexual sea normal, creo que es una forma de ser de quien líbremente la elija y asuma las consecuencias de hacerlo.
Lo único que quiero matizar es el comentario de b.m, me parece que ha metido en el mismo saco a mucha gente que tenemos amigos homosexuales. No todas nos damos besitos con ellos, no todas somos unos cardos que no podemos ligar y los usamos de sucedáneos, ni mucho menos es lo más cerca que hemos estado de un hombre. Entre los gays, como entre los madrileños o los pelirrojos hay de todo, gracias a Dios. Lo que pasa es que lo que más sale por la tele no suele ser lo mejor de cada casa.
Y no, tampoco me siento 'acosada' por mis amigos heterosexuales y por eso corro en brazos de los que no lo son.
:-)
¿Sabe cuál es mi duda que aún no he resuelto?... ¿Hay gente que nace con un cuerpo que no se corresponde con sus inclinaciones (¿sus instintos?)?. Si es así ¿se puede considerar como una anomalía (lo decía Don Aquilino Polaino y por poco lo hacen papilla)que puede "curarse"?.
De hecho, hay médicos -éstos sí que no pueden salir del armario- que su especialidad es precisamente reconducir esas conductas.
Resumiendo. El homosexual, ¿nace o se hace?. Porque conozco casos que el problema les viene de muy pequeños (7, 8 años...)
Mil gracias:
Sunsi
Estos descongelados son estupendos. Cuanto más descongele mejor.
Sunsi no te comas el coco son criaturas de Dios nacen, crecen,se desarrollan y mueren como todos. El único punto y aparte es la reproducción que la tienen un poco cruda.
Hola!, veo este blog seguido y me gusta mucho, felicidades!
Con respecto a este artículo he de decir que está muy bien porque, la menos a mí, me ha ayudado a fijarme y reflexionar al respecto. Pienso que tantas designaciones que se van haciendo sólo generan que las personas se vayan dividiendo más, sintiéndose más desiguales unos de otros propiciando de esa manera la discriminación.
¿Que no era eso con lo que queremos (la humanidad en general) acabar?
qué caray!!!
Pero a mí no me gustaría que desaparecieran las palabras despectivas. Están ahí, son índice de creatividad verbal y forman parte del léxico como las que se refieren a otros sectores de población. Otra cuestión es que las empleemos con ánimo de ofender, que es lo censurable.
Pues qué queréis que os diga. A mí no me gustaría que mi hijo fuera homo. ¿A vosotros?
Y yo que esperaba que entrase alguien para llevarme la contraria!
Otra vez será
Feruli.Disculpa, pero esto no es exactamente una respuesta. Lo que yo pregunto, en concreto a D. Enrique , que se ha escabullido, es ¿qué pasa con estos críos que no levantan un palmo del suelo y se ve a la legua que no se sienten como los demás?. No hablo de oídas . En la escuela de mis hijos cogieron a uno, lo ataron a la portería de fútbol y lo lincharon. Sus padres lo sacaron del cole. Yo también lo habría hecho. Y ahora "está" -como suelen decir elos- con uno.
No es que me coma el coco; es que somos amigos de sus padres y lo están pasando mal. Y creo que no es lo mismo que tener un hijo discapacitado-éste sí es mi caso-.
Repito la pregunta ¿Qué pasa con los que nacen...? Que son criaturas de Dios ya lo sé. Faltaría... Pero no sé si todo el mundo opina como Feruli.
Ahí le dejo la patata caliente, D. Enrique.
Buenas noches:
Sunsi
No me escabullo, sunsi. Sencillamente hablo de otra cosa. Digo que la homosexualidad es una anomalía y la heterosexualidad, no. Y con respecto a las personas concretas, no añado una letra a lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica:
Nº 2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual; ésta constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor, las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante las virtudes de dominio, educadoras de la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.
Gracias, D. Enrique.
Lo tienen duro, pero también los enfermos, los discapacitados, los que sufren transtornos mentales. Me han dicho muchas veces que a cada uno Dios le da la cruz adecuada y la gracia para llevarla. Ahora lo entiendo.
Muchas gracias:
Sunsi
Creo Sunsi que no me has entendido. Queía decirte que nuestra obligación como padres es educar lo mejor posible a nuestros hijos, amarlos y tambien respetarlos. Creo que no podemos hacernos responsables de sus actos o tendencias ya que no vivimos en una burbuja, solo podemos sentirnos felices con sus triunfos y sufrir con sus fracasos. Pero eso es lo que hace grande ser padres en esta vida. Porque pese a quien pese la familia compuesta por un padre una madre y sus hijos siguen siendo los pilkares de esta sociedad.
Voy a llevar la contraria. Es que estoy de un incorrecto últimamente que no puede ser, jolines.
No se puede escribir cosas tan buenas y menos siendo heterosexual de esos y encima cura. Nonononono. A ver si vamos pillando la idea: la inteligencia, el buen gusto, el humor, lo chachi, vamos, es patrimonio de los progreguays. Nosotros somos carcamales, aburridos, feos refeos y más tontos que Abundio.
Estimado Enrique, a ver si volvemos al redil o nos van a dar un talantazo en la testuz que nos vamos a quedar medio p'allá.
Feruli y quien quiera pinchar. Si tienes un ratillo , busca en arvo.net "Empaparse de amor" (Sunsi Estil-les) y "Una estrella en mi jardín"(Sunsi Estil-les).
Es grande ser cura y es grande ser padres . Y es grande cualquier acto realizado con y por Amor.
Gracias por tu comentario. Se nota a mil leguas que lo haces con cariño. Todos los que comentan en el blog de D. Enrique tiene este denominador común. Y eso es poco común (valga la redundancia).
Me agrada volver a encontrarme con esta entrada descongelada. Con el paso del tiempo he ido conociendo más el mundo, y a personas que están en esta situación. Y la presunción de normalidad ha calado, señores, todos lo sabemos. Todo esto nace del apogeo de una forma de entender el hombre: el dualismo antropológico. Te enamoras de la persona, no del sexo.
Por eso es tan normal. Porque ahora el cuerpo y el alma están totalmente separados, y el cuerpo es un esclavo del alma (aunque el resultado sea el contrario). Ya hay muy poca gente que piense que la atracción de los sexos está relacionada con la reproducción...
Hola, hermano. Soy cura como tú, y sigo tus artículos en Fluvium desde hace tiempo (gracias, de paso, al admirable Luis de Moya). Buscando material para dar unas meditaciones a un grupo de jóvenes he llegado a tu blog, cuya existencia desconocía. Adelante con ello. Gente como tú sois los que hacéis de contrapeso positivo de mi experiencia con otros "obreros". Y vaya si se agradece. "Ut unum sint". Un abrazo.
sunsi, creo que no es muy acertado comparar a los homosexuales con los enfermos mentales, ni los discapacitados... me parece, vaya.
Esa "llamada" a la castidad, que hace el Catecismo -sin motivarla, aunque sea citando la Escritura- me parece que sólo puede decírsela a un homosexual cristiano, otro homosexual cristiano que la viva en su persona. Entonces podrá ser aceptada por el interlocutor, aunque sea un poco. Mientras, es hablar desde la barrera. Igual que un célibe dando consejos sexuales a un casado.
Publicar un comentario