miércoles, 20 de junio de 2007

La burbuja


Venía por la misma acera, y no tardó ni un segundo en reconocerme. A mí me costó algo más, ya que Patricia lucía pintura de guerra, uniforme de cuero y arandelas metálicas claveteadas por todas las partes visibles de su organismo.

(Como es sabido, algunas adolescentes —sólo algunas—, cuando se arreglan, no pretenden ponerse guapas, sino meter miedo a los adultos, sobre todo a sus propios padres, y, de paso, acallar con un disfraz belicoso los angustiosos complejos estéticos que padecen. Me temo que éste era el caso.)

—¡Patricia!, ¡qué sorpresa!

A través de la pintura creí descubrir indicios de rubor. Me saludó la mar de cariñosa, pero sólo a duras penas accedió a entrar conmigo en el Colegio

—Un momento nada más, porque tengo prisa y estoy superagobiada.

Ya en el vestíbulo empezó a hacer pucheros.

—¿No te irás a emocionar ahora?

—Es que soy tonta… Además era todo tan bonito. Cuando estábamos aquí con el uniforme, y cantábamos a la Virgen en el patio… Y yo era tan ingenua y tan boba.

Las lágrimas habían empezado a destrozarle el sólido estucado del cutis.

—Tampoco ha pasado tanto tiempo. Total…

—Sí, pero vivíamos en una burbuja. La vida real es diferente. Aquí todas están en las nubes.

—¿Tú crees?

—Sí. Es bonito vivir así. Pero esto es irreal. Usted debería saberlo…

Tomó carrerilla, y con la lágrima puesta, habló un largo rato entre húmedos titubeos y confusos acelerones.

¿Por qué será que, cuando nos referimos a lo cutre, a lo sucio o incluso a lo pecaminoso, suponemos que eso y sólo eso es lo real; que la virtud, la pureza y la gracia de Dios no pertenecen a este mundo? Patricia sostenía esta tesis tantas veces oída, y me acusaba de vivir en una burbuja. Repitió la palabra cuatro o cinco veces, como si la tuviese bien aprendida: el colegio era una burbuja, ¿la Iglesia?, otra burbuja… Y las pláticas, los sacramentos. Y la alegría de aquellos años: todo falso, todo burbujas.

C. S. Lewis, en las Cartas del diablo a su sobrino, pone en boca del demonio una serie de consejos dedicados a un tentador inexperto; y entre ellos le insta a inculcar en el cacumen de su paciente precisamente esta idea: que sólo son reales los aspectos más tristes y desgraciados de la existencia humana: los muertos en la guerra, la sangre, el odio, el egoísmo, la lujuria, la fealdad, la pobreza…, ¡esa es la realidad!, mientras que el amor, la generosidad, la santidad, la oración, la belleza, la alegría…, son alucinaciones, sentimientos pasajeros…, o una mera neblina intelectual que esconde quién sabe qué oscuros motivos, probablemente asquerosos.

Tengo la impresión de que el diagnóstico de Lewis es exacto: sí, hay un diablo pragmático y realista, encargado de amargarnos la existencia cada vez que uno se deja llevar por la tentación de la belleza, de la compasión o de la verdad. Suya es esa voz que, invariablemente, nos sugiere:

—No seas ingenuo; pon los pies en el suelo, aterriza, tío, que la vida es otra cosa; quítate la venda de los ojos, que se te ha ido la olla. Las cosas no funcionan así…

Escuchando a Patricia y su teoría de la burbuja, dudaba si decirle estas cosas o si era mejor oírla en silencio para que se desahogase.

Me decidí por lo último, pero tomé nota mentalmente para escribir unas líneas con la esperanza de que las lea, y se reconozca. Aunque, pensándolo mejor, probablemente le mande este artículo por correo, sustituyendo el nombre falso de Patricia por el suyo auténtico. Y para concluir, le diré que no sea tonta, que vuelva a su añorada burbuja, ya que, al contrario de lo que le sugiere el Tentador, ella es bastante mejor persona de lo que imagina, y pertenece a otro mundo infinitamente más verdadero y consistente. Trataré de recordarle que Dios es mucho más real que toda la mugre que los hombres hemos sido capaces de generar en el Planeta; y que, aunque hubiese mil ríos contaminados, no por eso renunciaríamos a buscar manantiales de agua limpia. Envenenarse en nombre del realismo no es la solución.

Y si viene a verme, le contaré otra vez la parábola de aquel hijo pródigo que se escapó de casa y acabó suspirando por las algarrobas que comían los cerdos. Es probable que también él pensara que aquello era lo real y que su padre vivía en una burbuja.

—¿Y usted cree que volverá Patricia?

—Si te digo que sí, ¿me acusarás de poner un final feliz sólo para que no se me pinche la burbuja?


Hasta aquí lo que escribí hace ocho años.

La historia de “Patricia” no terminó bien ni mal. Sencillamente, aún no ha terminado.

Volví a verla hace cinco o seis meses en un parking. Como iba bien acompañada, me hice el despistado por si acaso no quería saludarme. Pero se lanzó sobre mí con un inesperado aullido de entusiasmo.

En treinta segundos me lo contó todo: sus tres “relaciones” fallidas, sus estudios, su huida a otro país europeo, sus miedos, sus dudas… Y concluyó:

—Necesito hablar con usted por lo menos una vez al mes…

—Por lo menos —le dije yo—.

Pero no me dio ninguna pista para localizarla.

—Le llamaré sin falta —repitió mientras se alejaba—.

Tal vez vuelva a encontrarla cualquier día.


18 comentarios:

Anónimo dijo...

Y yo soy de los que cree que hay más bien que mal, pero que mete menos ruido. Es una tontería, pero unas niñas de 8 años, enteradas de una necesidad, "hicieron" unos bailes para sus papás, para recoger dinero para esa necesidad.

11,05 euros en una cajita pequeñita con un lazo pequeñito y un corazón enorme. ¿Son el mundo real o son de los de la burbuja?

¿Es que también nos quieren quitar la esperanza? Vince in bono malum.

Juanan dijo...

Hay un anuncio de cerveza, creo que de Mahou, en el que aparece un hombre con una cerveza en la mano, envuelto por una burbuja alrededor de la cual el mundo feo y gris se convierte en un alucine de belleza y colores.

Pero en el cole no hay cervezas. Hay lámparas.

Adaldrida dijo...

Me encanta ese anuncio, Juanan. Y el de Cocacola de hace unos años, cuando un matrimonio que está cabreadísimo y usa al hijo para insultarse mutuamente. El hijo se inventa todo tipo de frases bonitas, con la introducción de "dice papá/dice mamá..." Primero sorpresa, luego deshielo y al final terminan besándose. ESO es real. Sí, gran refrito, Don Enrique. Dentro de un par de días habñlaré de lo real en mi blog.

Ángel dijo...

el viernes con un grupo de amigos me ocurrió una cosa curiosa sobre la realidad de vida y lo anticuada que está la Iglesia, dicen

Anónimo dijo...

A mí lo que me pasa es que me agobio pensando en el futuro y eso que leí el libro "cartas del Demonio a su sobrino" y sé que eso es precisamente lo que quiere el Tío este, pero ahora que los niños están de exámenes, que hay que preparar campamentos, los libros para septiembre, los uniformes, cambiar las ruedas al coche, la vecina que ha vuelto a inundarme el techo de la cocina... hay momentos en que noto realmente que tengo que hacerme una especie de violencia interior para que no me cunda el pánico a mí misma (que mal me expreso)y pensar que todo está en manos de Dios y que nos alcanzará la pasta y que todos aprobarán y que me dará tiempo de preparar la ropa de los campamentos y que la vecina de arriba arreglará sus tuberías...

Anónimo dijo...

Don Enrique: Esto no es un simple refrito, es una segunda parte que expande y mejora la primera.

El payaso triste dijo...

Sea quien sea Patricia, cuente con mi ayuda. Poco, pero suma.
Yo también le pido por una intención...

Anónimo dijo...

Comprendo el sentimiento de Patricia. En el colegio debía de estar muy bien acompañada.

Las compañías se pueden elegir al igual que se eligen las burbujas. Y una vez la eliges hay que responsabilizarse.

Seguro que es hasta capaz de crear burbujas de las que molan.

Sinretorno dijo...

Sublime. Yo también soy tentado continuamente por la burbuja y necesitaría hablar por lo menos una vez cada dos días, pero no llevo clavos.

Anónimo dijo...

he estado furea de la burbuja pero intento entrar en ella con la ayuda de muchos amigos como usted chita

Nodisparenalpianista dijo...

Muy interesante, si. No creo en la burbuja impermeable, pero hace uunos días hablaba sobre esa distancia entre las vidas reales y un mundo a veces demasiado de algodón. La vida tiene un poquito de todo, colores y castañazos. Imagino que hay que etsar preparado para daber descubrir unos y poder encajar los otros. Apuntamos a lo mejor, pero hay veces que nos encontramos demasiados palos en las ruedas...
Miblog.Angel, cuéntalo!!

Rosie and the Lilies dijo...

Existen unos chismes estupendos para hacer más y más burbujas cuando se pinchan las ya existentes y cuando se acaba el jabón se rellenan y ya está. Lo importante es no desesperar, que las oraciones nunca caen en saco roto.

"b.m. una madre agobiada": ponte el vídeo del anuncio de Coca-Cola, piensa que vives los mejores años de tu vida, que todo es para bien. Tómate una caña con unas patatillas con tu marido, aunque sea en la cocina. A mí esto último me ayuda enormemente.

Anónimo dijo...

De eso, de la burbuja en la que viven tres de mis hijos es de lo que me acusan algunas amigas. De momento, mi experiencia es que quien se ha salido en la adolescencia de la tal burbuja ha caminado en un precipicio de anorexias, droga, alcohol, relaciones prematuras... Entonces, ¿por qué no ponerle un nombre a la burbuja?. Burbuja es el ámbito adecuado en el que se conjuga libertad con responsabilidad. Burbuja es aquel hogar en el que los padres saben que tienen el deber de educar y dicen NO cuando toca decir NO. Burbuja es vivir con límites y con pautas para poder adquirir criterios firmes que preparan al joven para la vida adulta.
La burbuja no hay que pincharla. Tiene la capacidad de crecer y adquirir muchas formas que se van adaptando a lo largo de nuestra existencia.
Un saludo a Patricia.
Sunsi

Anónimo dijo...

¡Viva la burbuja! Que para estrellarse ya habrá tiempo.

Anónimo dijo...

¡Viva la burbuja! Que para estrellarse ya habrá tiempo.

Anónimo dijo...

Yo también creí en algún momento que al educar había que mostrar a los niños todo lo que hay en el mundo, lo bueno y lo malo.

Mis hermanas me han demostrado que no. Hay que enseñarles lo bueno, que lo malo se lo van a encontrar de todos modos. Y funciona. Con mis sobrinos ha funcionado.

Y cuando vayan descubriendo las dificultades, será el momento de enseñarles que nadie estamos libres de dejarnos llevar por lo más cómodo y que más daño nos hace.
Lo peor es si al llegar la dificultad, la duda, no encuentran un padre y una madre que les sostenga.

Además, los que solemos tratar con Dios sabemos que vivimos conectados a una bombona de oxígeno que nos permite respirar. Respirar en espiritual es otra forma de vida. ¿Burbuja?, no, porque no separa de los demás. Pero sí proteje.

Juanan dijo...

Insisto: en el cole no hay cervezas, hay lámparas.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo Isabel. Yo también tuve una época en la que creía lo otro pero lo importante como tú dices es estar ahí cuando ellos vayan descubriendo las cosas, para sabérselas explicar. Ah, claro y saber explicarles hasta donde ellos reclaman, según sus edades.