"Te juro que me costó 3 euros": lo oí ayer por la calle. Un hombre se lo decía a otro que le miraba con desconfianza. "Imposible" repitió este segundo un par de veces. Y el otro volvía a jurar. Por tres euros juraban y daban su palabra de honor el uno y el otro.
La palabra de honor ¿ha dejado de tener importancia o es que a mí me lo parece? Se oye mucho jurar...
No me llaméis "blog". Soy un globo que vuela a su aire, se renueva cada día y admite toda clase de pasajeros con tal que sean respetuosos y educados, y cuiden la ortografía. Me pilota desde hace algunos años un cura que trata de escribir con sentido sobrenatural, con sentido común y a veces con sentido del humor.
miércoles, 28 de julio de 2010
Es todo lo que tengo
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7 comentarios:
Las palabras que se usan demasiadas veces y demasiado a la ligera corren el riesgo de sufrir el destino de las rocas: se desgantan hasta convertirse en blanda arena que se lleva el viento.
Hoy pasa eso, no nos fiamos. La época del ideal artúrico hace tiempo que quedó atrás, si es que existió alguna vez.
cuando una persona necesita hacer juramentos por cuestiones minimas demuestra que no vale su palabra mientras en otras personas vale simplemente una opinion suya para considerarlo como algo autentico.
Una persona con autoridad moral no necesita hacer esos juramentos.
Ademas un juramento demuestra que recurrimos a alguien mas grande para apoyar un testimonio dudoso.
Los juramentos deben hacerse en casos muy importantes como un juicio o la toma de un cargo pero resulta absurdo en casos minimos.
Escuché a un juez hablar de "un pacto de caballeros".
Voto a brios! - dije yo - ¿aún existen caballeros?.
Parece que alguno queda. Es muy costoso, porque supone -entre otras muchas cosas- decir siempre la verdad. Si dices siempre la verdad no necesitas jurar, los demás se fian de tí. Les basta tu palabra.
Conocer hoy la verdad es MUY difícil. Porque uno no puede estudiarlo todo y muchos expertos no son de fiar. Más difícil aún es permanecer callado y reconocer que de ese tema no sabemos nada. Y hablamos y hablamos y no somos veraces, porque nuestras fuentes de información tampoco lo son.
Yo dí hace muchos años mi palabra de honor jurando y perjurando que no volvería a encender un cigarro. Hace siete años, y miles de cartones fumados después, dejé de fumar sin decir ni pío. Lo tenía claro. Cogí "mis provisiones", las tiré a la basura "con un par", regalé mis mecheros y hasta hoy.
Es lo único bueno de haber quedado "sin honor" tan pronto: me he vuelto más prudente y silenciosa
He de admitirlo, los comentarios de hoy me están gustando mucho especialmente hoy. No sólo hablan del valor de la palabra sino de lo que implica emplearla a la ligera.
La lealtad y la nobleza de corazón, a veces cuesta, pero es un tesoro para el que la tiene y un ejemplo y un honor para el que la recibe. Cuántas veces se nos va la fuerza por la boca! AC
Momento microvídeo:
En "Peligro Inminente" (1994), un agonizante almirante Greer le recuerda a Jack Ryan:
- Diste tu palabra al pueblo de los Estados Unidos. Y uno vale tanto como su palabra.
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