domingo, 10 de julio de 2011

El Sembrador

 
El Señor pidió a Pedro que le prestara la barca para utilizarla como púlpito. La multitud se había sentado en la arena de la playa, a la orilla del mar. No había altavoces; sólo  la voz del Maestro, más recia que el romper de las olas.
―¡Salió el sembrador a sembrar…!
El Señor contó entonces la Parábola que hoy leeremos en la Misa. Habla del Padre y de sí mismo, que es el Verbo, Palabra Eterna, y debe penetrar en todas las sementeras del mundo. Habla de sus manos llagadas que lanzan a voleo palabras nuevas de vida eterna. Habla de los predicadores, que hemos de ser, como Cristo, semilla limpia y sin contaminar. Habla de mí, que querría ser buena tierra para conservar intacta la semilla.
Conservarla no es guardarla en un congelador; es lanzarla a voleo para que germine cada vez más lejos y nazcan nuevas semillas y nuevos sembradores de paz y de alegría. 

6 comentarios:

Cordelia dijo...

Hoy no podré ir a Misa hasta la tarde. Gracias por el avance. Me gustaría oír cómo sigue.

rocio molina leon dijo...

Ojala que se siembre muy buena semilla y que los frutos sean todavia más abundantes¡¡¡que necesitamos muy buenos y fieles sacerdotes y muy buenas y fieles madres y padres d familia cristianos y muy buenos que entreguen toda la vida a Dios¡¡¡¡¡

yomisma dijo...

Cordelia, este evangelio no necesita homilía, pues el mismo Jesus da la explicación a los discípulos la mar de clarito.

Anónimo dijo...

Y ¿cómo transformar el propio pedregal en terreno fértil? explíquenos,D. Enrique, explíquenos. Porque yo se muy bien la diferencia entre uno y otro pero no consigo echar los pedruscos fuera de mi terreno.
Lucía

GAZTELU dijo...

Lucía, lo conseguirás pero con mucha paciencia y perseverancia, no hay más secreto.
Si te resulta "imposible", pide ayuda......no hay peor consejero que uno mismo; de repente los pedruscos se convierten en piedras y luego en chinitas de ná.

Muchas veces, somos nosotros mismos los que sembramos auténticas
zarzas y pedruscos en nuestra alma por tonterias.

GRACIAS

Relicary dijo...

Cualquier cosa congelada, pierde calidad con el paso del tiempo, y aunque se conserva más tiempo, acaba pudriéndose.

Sin embargo, al sembrar y cuidar es la forma más rápida de alegrar el alma con los resultados (tengo 10 naranjos, sé lo que me digo)

Y la semilla de la palabra de Dios debe de ser así, que se vea nuestro campo sembrado y cuidado. Con cuidado me refiero personalmente, a que se vea que hacemos crecer esa semilla, no que la pisoteamos o pasamos de ella. En el día a día, cuidemos nuestro campo (la Penitencia es un buen pesticida) para que crezca sano, por nosotros y por los que pasen por el camino y se admiren del campo tan bien cuidado.

Uf, me he puesto "parabólico" al final :D