En Caprabo
Entré en el súper a las 4 y media de la tarde. Como a esa hora apenas había clientes, pensé que era un buen momento para comprar las hojas de afeitar que necesitaba. En menos de un minuto, encontré lo que buscaba y me dirigí hacia la cajera.
Un tipo alto, rubio y colorado se disponía a pagar. Para mi desesperación sacó del bolsillo un cargamento de monedas de céntimo y de dos céntimos. La pobre cajera no protestó; al contrario, le pareció divertido y empezó a contarlas. Mientras tanto el cliente me miró, sonrió de oreja a oreja y vino hacia mí para darme la mano efusivamente mientras me hablaba en un idioma irreconocible.
Más de diez minutos tardó la cajera en contar las monedas.
--Faltan quince céntimos.
El cliente volvió a sonreír mirándome. Solté los quince céntimos y el mendigo se fue satisfecho con su botella de vodka bajo el brazo.
Aún no estoy seguro de lo que he hecho: ¿he colaborado a la intoxicación etílica de un inmigrante ruso o ha sido una limosna inocente?
9 comentarios:
Ni una cosa ni la otra, pater. He vivido en dos de los países llamados "del este" (Rusia incluida) y le sorprendería ver con cuanta naturalidad se trasiegan botellas y botellas a diario. Ha contribuido Vd. a la compra de un tan producto básico como el pan, ni más ni menos.
Me temo que todos los dias tenemos todos la misma duda. Pero a ver quién tiene la jeta de no dar nada por si acaso...
Seguro que con la limosna también da una oración.
Al menos usted estaba viendo para qué era. Mi suegra le dio una vez 500 pesetas (toma ya pasta) a un mendigo en el aeropuerto y al salir le vimos coger un taxi con una pilingui del bracete... La pobre todavía no se ha repuesto del disgusto.
Qué le puedo decir. A base de leerle todos estos años del globo(aunque haya sido un intensivo en pocos meses)mi percepción hacia los mendigos ha cambiado. Antes ni los vía y me molestaban; y ahora, usted me ha enseñado en que son personas a las que hay que respetar y ayudar.
Estos días vuelvo a estar con su Adoro te Devote, y al empezar, la primera imagen que salta es la foto del mendigo en su última entrada "El rostro de Cristo".
Qué quiere que le diga, pues demoledor ¿no cree?...
Visto desde fuera, un sacerdote comprando hojas de afeitar a las 4,30 de la tarde en pleno julio pone los 15 céntimos que le faltan a un mendigo para su botella de wodka. Son ese tipo de cosas que sólo le pasan a usted, jajaja. A mí me parece una escena tierna, qué quiere que le diga...
Es absolutamente genial.
Ya echaba de menos pasarme por su globo.
No puedo evitar acordarme de la anecdota que me conto cuando tenia creo que ni 8 primaveras en el cole sobre el chico que queria unas zapatillas de deporte ultima generacion con camara de aire, suela aerodinamica... Se las estuvo pidiendo a su padre (el chico) durante el curso entero y tras sacar unas buenisimas notas el padre por fin se las compro. Al dia siguiente el chico ya no tenia las zapatillas pues al salir del cole vio a un mendigo descalzo y se las regalo. El padre (segun usted) le pregunto a usted si debia castigarlo o poco mas que premiarle y comprarle otras. 20 anios despues la verdad, no recuerdo que nos conto que le respondio al padre pero la anecdota venia a decir que el valor de las cosas esta en funcion de lo feliz que le haga al que da y al que recibe claro...
También yo te echaba de menos, Rocío
Genial, genial, genial. Jesucristo tampoco preguntaba a los que curaba qué iban a hacer con el don que les acababa de dar, o si la vista o el andar,... lo iban a usar para bien o para mal. Genial, genial. jmn
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