El regreso
Me
escribe Javier un e-mail para aconsejarme que vuelva al tajo cuanto antes, porque
las bajas laborales están cada vez más caras y hay que currarse el puesto para
que no te manden al paro.
―Haec ficus non cadet ―le contestó yo―.
O
sea, que no caerá esa breva, por decirlo en romance. Y es que, como afirmó hace
quince días el Cardenal de Madrid a un grupo de curas entre los que me
encontraba, en el clero no hay paro que valga.
Así
que he vuelto. Esta mañana leeremos la historia de otro que vuelve: el pasaje del hijo pródigo, que regresa a casa después de haber constatado que la dieta de algarrobas es
sensiblemente peor que la de la casa paterna.
Siempre
me ha conmovido comprobar que Dios no exige de su hijo un acto de contrición
demasiado sobrenatural. Le basta con que experimentamos que no compensa vivir y
comer como los cerdos. Claro
que, cuando el chaval sintió el abrazo fuerte de su padre, olvidó las
algarrobas, y su miserable arrepentimiento se transformó en dolor de amor.
Eso mismo nos ocurre a todos alguna vez (al menos, a mí) cuando acudimos a la confesión sólo porque toca o porque estamos tristes, y oímos las palabras del
sacerdote, como un abrazo paterno:
―Ego te absolvo a peccatis tuis… Yo te
absuelvo de tus pecados.
10 comentarios:
Dios le bendiga D.Enrique,y gracias por su pronto regreso.
Un cariñoso saludo en María.
Mientras vuelva alegre, creo que puedo decir que nosotros felices.
No se me ocurre nada más que decir en este preciso momento, solamente que espero que el trabajo extra de estos días vaya poco a poco fluido y que si un día "no tenemos linea", rezaremos por usted para que las cosas salgan bien.
Un abrazo
Con este Bilbao que hace vibrar a los que somos del Madrid de toda la vida se ven las cosas de otra manera. Me han dicho que antes de ir a Manchester en las cuadrillas se ponían fondos a la medida de los leones. Si la entrada costaba 100 el fondo era de 200... para celebrar el triunfo. Y que hubo gente que teninedo el billete de avión sacado para ir a Manchester se encontró con el DNI caducado... En el mismo instante decidían ir en coche. El mismo espíritu que cuando te confiesas que de antemano sabes que vas a ganar con presentarte al partido y jugarlo como Dios manda. Ya están pintando la gabarra...
Bueno, bueno, poco a poco y sin pasarse ehhhh!!.
Claro que me alegro de su vuelta, pero hágala de forma relajada, porfa.
Entiendo que para usted, con lo colgado que está también del Globo, esta casi semana habrá sido eterna...
Es cierto lo que dice, en mi caso hace años cuando estaba hasta las narices de todo y estaba pidiendo todo tipo de explicaciones delante del Sagrario, vi que el confesonario estaba vacío y pasé y, la verdad, salí con una alegría y paz...
Cuídese y buen finde
¿Que nos dice del hijo mayor?
Hola D.Enrique.
Nunca le he escrito.
Supongo que seré una de tantas personas que se beneficia del tiempo y oraciones que usted dedica a los que leemos su blog.
Hoy me he decidido a escribir porque al hablar de la grandeza del amor de Dios en la confesión y nuestra cutrez... me he sentido identificada. Los efectos de la confesión no se sienten... al menos no siempre... pero anda que si se notan!
Gracias por todo de verdad
A mi tambien de las parabolas del Evangelio la que más me gusta es esta, si por un casual olvido la costumbre de leerlo algun dia lo hago de memoria, me la sé y la voy repasando. y ¡cuando toca hacer ese papel! ni te cuento. Adiosle
Ayer hice una confesión a lo hijo pródigo, quizás con más vergüenza que arrepentimiento...o al menos pesaba más lo primero.
Es cierto que no siempre la Confesión debe de producir un efecto sensible, pero ayer precisamente fue un día de tal alegría, que a poco estuve de ponerme a gritar en medio de la calle.
Qué bonito. Gracias!
Yo también soy una habitual suya,gracias por volver!
Mi hijo hará su primera confesión y comunión al año que viene,pero desde que era muy pequeñito,todas las noches le pide al Señor perdón por sus,como dice él, faltas.
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