sábado, 8 de marzo de 2014

Entre el jardín y el despacho



La sierra se va llenando de pájaros. Aquí mismo, en mi pequeño jardín, que fue invadido por los gatos durante las primeras nieves del invierno, ahora hay una colonia de rabilargos que va y viene, una pareja de petirrojos que parece decidida a instalar su nido a mi vera, algunas lavanderas blancas y tres o cuatro jilgueros erráticos.
Los veo cuando termino mis primeras clases de teología sacramentaria a las 12 del mediodía. Me quedo inmóvil y, para que no se espanten, procuro guardar silencio.  Sentado junto a ventana, rezo la hora canónica correspondiente en el breviario. Aún no me atrevo a salir al exterior. Pienso que el jardín es sobre todo de los pájaros; yo estoy de visita.
Como ha empezado a hacer calor, abro muy despacio la puerta del porche para oír mejor el griterío de las aves. Enciendo el ordenador y se me ocurre de pronto que podría escribir un e-mail a Cristóbal Colón para el próximo número de Mundo Cristiano. Comienzo: “querido Almirante…”
Siempre me pasa lo mismo. Me atasco en la primera línea de todos los artículo. Borro lo escrito y empiezo de nuevo. Nada. Sé muy bien a dónde quiero llegar, pero no encuentro un puerto de salida que me convenza.
Decía mi maestro Azorín que hay que escribir deprisa. Tenía razón. Yo no sé redactar gota a gota. Cierro el documento y empiezo a preparar las dos próximas clases.
El teléfono emite extraños sonidos. Llega una oleada de whatsapps. Goyo desde Tenerife, Javier desde mi casa, Sonsoles desde Valencia, Lucas desde México… Mi amigo de Colmenar aún no ha contestado al mensaje que  le envié esta mañana.
Amalia y Santi anuncian que vendrán mañana a hacerme una visita. No sé si conseguiré disimular la ilusión que me hace volver a verlos. Amalita, una de mis antiguas alumnas, espera su primera niña, que se llamará María Eugenia. Estarán aquí a la una y tomaremos un aperitivo en el jardín. Cursaré la correspondiente invitación a los petirrojos y las lavanderas, que son aves casi domésticas. Los rabilargos mejor que se vayan; en el fondo son sólo unos córvidos gritones con uniforme azul.

8 comentarios:

caminando dijo...

Y porque quiere disimular la ilusión...?

Anónimo dijo...

Va a ser una visita estupenda ....en un dia radiante ....Q disfrute ..

Pedazo de anónimo dijo...

Todo el mundo lo quiere.Bueno,a muchos les pasa tambien.Hay que trabajarlo,verdad!

Altea dijo...

Hum... Ya imagino algún anónimo escandalizado de que trate amistosamente a Colón, devorador de indios y todo eso.

Todoslosnombres dijo...

Lo siento Padre, pero al leer "lavanderas blancas" he visto a un grupo de monjas lavando en un lavadero. A veces la imaginación me pilla desprevenida.

¿Cuánto tendré que esperar para saber qué querrá decirle el comandante de un Globo al almirante aventurero Colombus? ¡Y si le contesta el e-mail y le descubre el enigma de su origen!
Yo esto no me lo pierdo. Estaré pendiente.

Dé tiempo al amigo de Colmenar; seguro que está deseando contestar a su "wachap" pero querrá terminar de comerse el tarro. He rezado por él.

¡Cuánto bueno puede pasar entre el jardín y el despacho!

Gracias por sus letritas y por esos cantos de pájaros... (los he oído).

Antuán dijo...

Disfrute con sus amistades. Ya se ve que no le dejan ni un minuto de respiro. Y se agradece. Digo yo. Adiosle

Anónimo dijo...

Lo pasamos realmente bien Don Enrique. Fue un placer volver a verle y estar con usted ese ratito y como siempre nos hizo mucho bien.
En breve le escribo con foto de Eugenia incluida :-)
Un beso grande
Amalia

Ana dijo...

Ja, ja, jaaaaa... Un mail a Cristóbal Colón, el teléfono emite extraños sonidos, una oleada de Whatsappp... Me encanta su sentido del humor Pater: ja, jaaaaaa...
Precioso su jardín y despacho: lo pasará genial con sus invitados de turno, los pájaros adornarán la velada con sus cánticos armoniosos...
A disfrutar !!!!! de éstos placeres, mil gracias por compartirlo con todos nosotros...