viernes, 2 de mayo de 2014

A Adolfo Suárez


La memoria


Buena la has armado, querido Adolfo, con tu marcha definitiva de este mundo. Perdiste la memoria hace 11 años y tu amnesia contagió al resto de los españoles. Te enterraron en vida sin exequias ni homenajes. Ahora, en cambio, millones de personas de todas las ideologías y estratos de la sociedad han salido a la calle para aclamarte y decirte adiós. También los que te insultaron en otro tiempo, los que querían tu muerte civil, los que treparon a tu sombra y luego te abandonaron. Al parecer, media España recobró la memoria cuando tú recuperaste la tuya en el Cielo.
Con ocasión de tu muerte, se ha escrito hasta la saciedad sobre concordia, diálogo, consenso y, cómo no, sobre el llamado “espíritu de la transición”; pero no te preocupes, no voy a darte la matraca con el mismo tema. Sólo quiero reflexionar contigo en voz alta acerca del insondable misterio de la memoria.
Hace muchos años yo también la perdí. Fue a consecuencia de un golpe en la cabeza, y  gracias a Dios la amnesia duró pocos minutos. Sin embargo no he podido olvidar la angustia de aquellos instantes. Despojado de mi identidad, sin historia, sin nombre ni apellido a los que agarrarme, me vi rodeado de personas que seguramente debía conocer, y me sentí aterrado, como nadando en el vacío. Entonces vi a mi padre, que estaba a mi lado, e intuí que era alguien significativo, alguien que me quería y del que podía fiarme. Aquello me pareció suficiente para descansar en paz. Y cerré los ojos.
He reflexionado algunas veces sobre este episodio de mi vida ―del que no me gusta hablar―, y he llegado a la conclusión de que la memoria no reside sólo en el cerebro. Por eso nunca se pierde del todo: el corazón sigue recordando, incluso cuando no sabe bien qué es lo que recuerda.
Tu hijo Adolfo me lo confirmó en una breve correspondencia que mantuvimos hace años. Me decía que, a pesar de la enfermedad, seguías siendo tan afectuoso como siempre, o quizá más que nunca. Sentías el cariño de los tuyos y recompensabas, a tu manera, la ternura y el apego de tu familia. ¡Cómo no aludir a aquella fotografía que te hizo tu propio hijo, en la que paseabas por el jardín con el rey! Don Juan Carlos pasaba su mano sobre tu hombro, como un amigo con su amigo del alma, y tú… ¡recordabas! Estoy persuadido de que fue así.
Esa “memoria del corazón” sólo se pierde cuando se rechaza con un acto explícito de la voluntad. El hombre es tristemente capaz de doblegar sus sentimientos más nobles y de crear en su alma una corteza de odio y rencor que lo encierra en sí mismo y lo convierte en esclavo de su egoísmo.
El Papa Francisco habla mucho de la memoria en la Lumen Fidei, la Encíclica que escribió “a cuatro manos” con Benedicto XVI. Explica el Santo Padre que el pueblo de Israel cayó en la tentación de la incredulidad cuando perdió voluntariamente la memoria. Su apostasía nació de la amnesia. “Olvidaron” los grandes beneficios que recibidos de Dios, se cansaron de esperar a Moisés, que había subido al monte como mediador entre Yahvé y su pueblo, y expulsaron a Dios de sus recuerdos y adoraron un becerro de oro. 
Lo mismo ocurre ahora, querido Presidente. Tener fe es acoger a Jesucristo que pasa y conservarlo como una joya en la memoria del corazón. Allí permanecerá siempre, aunque se nos apaguen los demás recuerdos, con tal de que no le expulsemos. Tú, que fuiste un hombre de fe, lo sabes bien. Dios siempre estuvo a tu lado como un amigo también cuando ya no te quedaron palabras para expresarlo.
El problema es que, en esta Europa nuestra, hay miles de amnésicos voluntarios; hombres y mujeres que, como los judíos del Sinaí, han olvidado de pronto lo mucho que Dios significó en sus vidas, y  se entretienen con becerros de papel de plata.
“Algunos pasan por la vida como por un túnel ―escribió San Josemaría―, y no se explican el esplendor y la seguridad y el calor del sol de la fe”.
El túnel, amigo Adolfo, está abarrotado. Échales un cable, por favor. Sólo necesitan recobrar la memoria. 

19 comentarios:

Corleone dijo...

Hay otra memoria que convendría estirpar definitivamente: la que nace del odio, la de las "victimas" eternamente insatisfechas. Esas que hablan a todas horas de justicia, pero en realidad han convertido la venganza en su forma de vida; la de los profanadores de tumbas, que buscan los restos de sus antepasados para arrancar los huesos del olvido y enarbolarlos como armas de odio y de guerra; la de las familias mafiosas, que ya no recuerdan por qué se odian, pero siguen odiando; la de los capuletos y los montescos...

Enrique Monasterio dijo...

Creo que tienes razón, con tal de que no te conviertas tú también en uno de ellos. No me gusta tu nick, Corleone.

G-maquepa99 dijo...

decía muy bien mi madre que quizás el Señor se apiadó de Suárez no dejandole ver en qué acabó su proyecto político, engullido por esta corriente materialista apátrida sin valores que reina en España y en Europa.
Y es que es muy fácil olvidar. Yo creo, al revés que Neruda, que es tan largo el Amor y tan corto el olvido...
Rezo por los que olvidan sin querer, por los que tienen su alma encerrada temporalmente en un cerebro tocado por la enfermedad y que, seguro, disfrutarán más que nadie el dia que lo vean todo claro delante del Señor.

Pepe Pérez Oso dijo...

¡Ojalá recobremos algo del espíritu de la transición! Siempre viene bien en España más concordia y menos polémica y contraposición. Su artículo, don Enrique, ya desde el título, me trae a la cabeza el reciente libro de Pilar Urbano. ¿Qué le parece ese libro? Porque ha suscitado juicios contrastantes.

Enrique Monasterio dijo...

Acabo de leerlo. Me ha parecido riguroso y muy creíble, pero no diré más. No es ése el tema de este artículo mío.

Almudena dijo...

Tiene usted razón. La memoria del corazón no se pierde con el Alzheimer, ni la esencia de lo que uno es. Y es que hay un empeño enfermizo, ese sí, de centrarlo todo en el cerebro. Ese algo de Dios que llevamos en vasos de barro, no hay enfermedad que se lo cargue

rjmss dijo...

Me ha parecido precioso su artículo. Más después de haber leído tantos estos días casi copiados unos de otros. Mi madre tiene Alzheimer, en realidad no se sí me reconoce o no, yo cuando voy juntó a su cama le digo quien soy y unas veces reacciona y otras no; pero cuando la lleno de besos y caricias y le preguntó sí le gusta, aunque en horas no haya respondido a una sola pregunta, dice con entusiasmo: mucho! Por eso me ha gustado tanto lo de la memoria del corazón, es una grandísima verdad.

Anónimo dijo...

He leido hace poco una biografia politica sobre Adolfo Suatez. En algunos momentos decia ; porque no nos querremos mas? Entre otras cosas,esta me hace pensar era una buena persona, confiaba en el ser humano.
Gracias por el articulo D. Enrique

Anónimo dijo...

Quiero decir que confiaba en el ser humano,

Maitezgz dijo...

HOLA D.Enrique, buenas noches,buenas
noches a todos.
Efectivamente ha escrito lo que ha escrito, el tema de su articulo dice
lo que dice.
" El lenguaje es el espejo del alma"
Un articulo, triste, pero a la vez;
sincero,justo, bello y emotivo.
Pues eso D.Enrique que me ha gustado
mucho y tenía necesidad de decirlo.
Gracias.

Maitezgz dijo...

Ay! Se me olvidaba, la ilustración.
la fotografía del encabezamiento
al articulo; preciosa,perfecta y como no, totalmente expresiva, respecto a su articulo.
Y la foto del final del presidente Don Adolfo Suárez, pues....él mismo.

Altea dijo...

Nunca había visto la foto del final...

Alejandra dijo...

Decía mi padre que uno se va cuando está maduro. Suárez sufrió lo indecible por sus dos grandes amores, su hija mayor ( valentee !, tengo el orgullo de tener una amiga en el cielo tan valiente como ella, Blanca López Cerón) y su mujer. Hay una hipótesis médica que señala que el Alzheimer tiene dos causas entre otras desconocidas: el sufrimiento y el estrés. Suárez no se privó, diría que ni un minuto de ambas cosas durante muchos años de su vida. El tiempo que ha estado " en silencio" ha hablado por los codos, a su familia. Porque ha estado sembrando paz, paciencia, misericordia, alegría a pesar del dolor, mansedumbre...tantas virtudes!. Así que, aunque su legado histórico esté hoy día más que perdido, su legado humano está ahí para quien lo quiera ver. Y esa madurez de la que hablaba al principio es la herencia, hermosa herencia que ha ido degranando con su enfermedad día a día.
Aunque éste no sea un blog político quiero decir, y espero que no me censure, ya que ha nombrado al rey, que éste es un GRANDÍSIMO TRAIDOR, a España y a los españoles. Que Dios lo ampare cuando le toque..

pacita dijo...

no lo he leído todo , mañana loreelere con más calma pero si el corazón es un gran "recordador""y también ayudan el oído, aquellas canciones antiguoas y el olfato..determinados olores(a mi madre).Yo habría eliminado el último comentario del Rey.Alejandra.pero bueno; donde hay Patrón no manda marinero!!!!

Enrique Monasterio dijo...

Tienes razón, Pacita; el comentario sobre el rey está de más. El problema radica en que, en esta tierra nuestra, es difícil encontrar opiniones ponderadas: se juzga a las personas y se las descalifica en lugar de opinar sobre sus actos u opiniones.
¡Cuantas veces he censurado un comentario, porque comenzaba diciendo "usted es un..." (un santo o un canalla, me da igual)

Alejandra dijo...

Perdón si mi comentario sobre el rey ha ofendido a alguien.

pedazo de anønimo dijo...

Grande, Adolfo! Lo demas...que mas då!!!

pacita dijo...

TRANQUI Alejandra!!!

caminando dijo...

He visto tantes veces gente,q a mi criterio eran malas,q cuando, por lo que sea, han descubierto la grandeza y misericordia de Dios, relucen como lo que son, a imagen de su creador, que ni ellos mismos saben muchas veces el mal q hacen, y yo juzgando.. No se quién será peor...sobre todo porque yo no soy quien para decir, menos mal que está El, que lo hace perfecto.... Ya siento el rollo, es q justo hablábamos unas amigas si hay gente buena, mala,o sólo es que hacen cosas malas... Prefiero pensar que todo el mundo es bueno, cono me dijo un niño en clase,Dios no hace cosas defectuosas