Empieza la cuenta atrás
En muchos ambientes cercanos a las labores del Opus Dei se ha iniciado ya una especie de cuentra atrás con la vista fija en el día de la beatificación de don Alvaro del Portillo. En Madrid quizá lo notamos menos, pero en otras ciudades de España el ambiente es muy distinto. Hay viajes organizados para todos los gustos y para casi todos los bolsillos; pero la agitación se nota especialmente entre la gente más joven, que hacen su particular "proselitismo" para ir bien acompañados a la "excursión" de Valdebebas.
Hace unos días, el hijo pequeño de Luis, que tiene doce años, me pregustó de sopetón:
--Oye, ¿cómo llamaremos a don Álvaro desde ahora: Beato don Álvaro, o Beato Álvaro a secas? Mejor "beato don Álvaro", ¿verdad?
La verdad es que vamos a necesitar una grúa para quitarle el "don".
2 comentarios:
Pues yo, con permiso, seguiré llamándole don Álvaro, que fue como lo conocí; igual que a san Josemaría le sigo diciendo Padre...
A los santos creo que les da un poco igual cómo les llamemos. Todos tenemos amigos a quienes unos llaman de una forma y otros de otra..., y siempre responden por un nombre u otro.
Si nosotros mismos respondemos a nombres, apelativos, diminutivos, motes..., ¿por qué no van a hacerlo quienes ya gozan del Cielo?
De san Agustín:
"Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo. Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho. No uséis un tono diferente. No toméis un aire solemne y triste. Seguid riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí. Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra."
Y luego viene lo de "no lloréis si me amabais..."
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