Hielo para las víctimas
He pasado por Atocha y me he detenido unos segundos junto al monumento dedicado a las víctimas del 11 de marzo: un gran cilindro desnudo, de vidrio.
No estoy seguro de lo que pienso. Sólo puedo decir que he sentido un escalofrío. Me ha congelado el ánimo esa figura de hielo.
Tendré que pensarlo más despacio; pero hoy necesito dejar aquí esta impresión de tristeza y de angustia. La inauguración también fue gélida. Ni una palabra, ni una cruz, ni una oración.
Dijeron que murieron personas de distintas religiones. Y, por lo visto, la suma de esas religiones sólo podía expresarse expulsando a Dios.
La música, bellísima, de Paul Casals, era un lamento. Nada más.
Al terminar volvieron los gritos, los insultos, el odio de unos contra otros. El témpano de hielo lo presidía todo.
3 comentarios:
No me gusta nada ,es muy feo.
¡Qué tarde escribo ésto! Pero el arte y estas cosas pueden ser un reflejo de la sociedad en la que vivimos.
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