domingo, 31 de julio de 2011

Releer en verano


―¿Qué piensas releer este verano? ―me pregunta Kloster―.
―¿Releer?
―Sí, colega; ya has entrado en la edad del repaso. Olvídate de las novedades editoriales, que son casi siempre engañosas. No tienes tiempo para eso. Hay que releer para revivir, para regustar viejos placeres, para resoñar sueños perdidos, para redisfrutar, resufrir… Supongo que habrá que incluir estas palabras y alguna más en el diccionario de la lengua.
―Esas palabra tienen un sinónimo que no me gusta nada ―le respondo―. Busca el vocablo “añorar”, a ver si te sirve.
―No, no me sirve. La añoranza es una forma de melancolía; releer es otra cosa. Cuando te digo que estás en la edad no trato de ofenderte recordando tu evidente decrepitud mental. Digo que todos los años se editan en España más de 70.000 libros y unos doscientos millones de ejemplares. Ignoro cuantos árboles habrá que asesinar para imprimirlos, pero es evidente que no tenemos tiempo de separar el trigo de la paja. Que lo hagan otros: tú y yo volvamos a hurgar en nuestra vieja biblioteca.
Quizá tenga razón mi amigo Kloster. La relectura nunca defrauda. ¿Quién desprecia el aroma de un viejo coñac sólo porque ya lo probó hace cuarenta años? Así ocurre con los libros. No me gusta que a los de mi estantería se les ponga cara de fiambre. Hay que  acariciarlos de vez en cuando y decirles unas palabras de agradecimiento. Además nadie me obliga a leerlos otra vez de punta a cabo. Yo no sería capaz de lanzarme de nuevo a buscar “el tiempo perdido” de Proust o a subir la interminable “montaña mágica” de Thomas Mann. Releer puede ser sólo picotear en busca de aquel poema… ¿cómo empezaba? o de aquel capítulo que parecía inolvidable pero que uno olvidó a pesar de todo.
Hoy, como todos los días, he dedicado cinco minutos a releer el Nuevo Testamento. No sé cuántas veces lo habré repasado entero, pero llevo más de medio siglo viviendo la misma norma diaria y, desde hace muchos años, cada pasaje del Evangelio, cada rincón de Nazaret, de Cafarnaúm o de Jerusalén me es tan conocido como los pasillos de mi casa. Nunca estuve allí, pero que nadie se atreva a desmontarme el Belén, el Calvario o el taller de José que he ido creando con la fantasía y con la ayuda de San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan.
Os recomiendo que hagáis lo mismo: leer y releer la vida de Jesucristo es una aventura interminable, que va calando en el alma poco a poco. Una buena lectura para el verano, para el otoño, para el invierno…
Una experiencia menos solemne, compatible con la anterior, es la de volver a Agatha Christie y a Hércules Poirot. Cada vez que releo una de aquellas novelas, compruebo que las he olvidado por completo;  pero ―¿por qué será?―, a la segunda, siempre encuentro al asesino veinte páginas antes que el detective.


―De acuerdo, colega; entonces ¿qué releerás este verano?
―De momento ha caído en mis manos “Per sempre”, una novela de Susana Tamaro, que acaba de publicarse en Italia y aún no está traducida al castellano. Es nueva, pero cuando leo a esta escritora siento que penetro en un mundo conocido, sugerente y de una singular belleza.
El libro será de estreno, pero me gusta releer a la autora.

10 comentarios:

Orisson dijo...

Yo empecé con mal pie: no sé cuántas veces releí a Emilio Salgari antes de los catorce años, a los quince años me leí por tercera vez El señor de los anillos y a los dieciocho por cuarta vez Frente Norte de Rafael García Serrano. Lo dicho, un mal comienzo.

Cordelia dijo...

Yo este verano voy a releer los apuntes para examinarme de nuevo.
Y, como todos los años, El juego de Ender.
Pero en cuanto llegue enero, me he hecho la solemne promesa de releer el Coyote. Los 192 episodios. Palabrita.

Marita dijo...

Y que tal "Barioná"?...

Me ha tocado la palabrita "extufeas"... Qué guasitas se trae esto.

Mercedes dijo...

D. Enrique, con lo del Nuevo Testamento me pasa una cosa muy curiosa: a veces me parece que un determinado pasaje no lo he leído nunca. Y si no fuera porque es imposible, creería que está recién escrito, porque es como si fuera la primera vez que lo veo.
En cuanto a los otros libros, el otro día vino un chico intentanto hacerme del Círculo de Lectores. Le dije que ya he sido dos veces y las dos me borré por el mismo motivo: no tienen los libros que me interesan, por los que pagaría. Quizá hay algunos que sí leería, pero sin pagar por ellos y sin tener que quedármelos ocupando sitio. No se lo podía creer. Le dije que por ejemplo no tenían libros de espiritualidad y me dijo ¡Sí, mire! y me enseñaba cosas de mantras y cosas así. Le dije que eso no era y me dijo "¡Ah!, ¿de Dios y esas cosas?". Ya ve, usted. Claro que el pobre chico llevaba 3 días haciendo eso y todavía no le había cogido el truco.
Yo releo mucho a Jane Austen, los libros del Mundodisco de Terry Pratcher, que me divierten mucho, Santa Teresa, San Agustín, Mortadelo y Filemón... como vé hay de todo. Y ¡vaya rollo que he soltado hoy! Es que lo de la lectura me puede. Saludos

Anónimo dijo...

Gracias don Enrique por lo que ha escrito sobre el Evangelio¡¡¡qué razón tiene¡¡¡¡¡

Antuán dijo...

Los hay buenos, yo lo hice a trozos con el Señor de los anillos, el Principito varias veces, me lo se de memoria, lo intente con el mercader de Venecia y de vez en cuando echo mano de Machadado y Becquer pero tengo más de uno empezados y deberia acabarlos y desde luego el Nuevo testamento es no solo de repaso es de lectura diaria aunque solo sea una escena. Adiosle

yomisma dijo...

Por aqui se están releyendo los de Harry Potter. Sobre todo el último, por aquello de afearle a la pelicula lo que le falta. Yo aún estoy de ida leyendo cosas nuevas a ser posible buenas. Pero ya se me van los ojos a algunas que disfruté. Y como me pasa con los libros lo mismo que con las peliculas, que no me acuerdo de ellas, pues releer es como leer de nuevas. Y chimpún.

Papathoma dijo...

Tiene gracia, no había caído en que el Evangelio es de los pocos libros que no me canso de releer... Lo digo porque no suelo volver a leer un libro aunque me haya gustado.

Tomo nota del título de Susanna Tamaro, porque es una autora que me gusta mucho y este no lo conocía. Si no lo ha leído, quizás le guste también Verde agua, de Marisa Madieri. Es un libro de tamaño mínimo y contenido inmenso.

Anónimo dijo...

Dice que leer la vida de Cristo es una aventura, ni que lo diga.!!
tras veinte años de no hacerlo desde Navidades he comenzado de nuevo, y es increíble, cuando lo leo es como si lo hiciera por primera vez como si cada Domingo no supiera donde escuchaba. Es una llamada clarísima que me esta diciendo:eh, que esto es para ti, que te lo estoy diciendo a ti. Imposible resistirse.

Ya llega la JMJ, va a ser genial!!!!

D.Henry esto del Ipad es una pasada, tengo que reconocerlo. Y hoy no firmo claro.

Relicary dijo...

Yo voy hacia atrás muchas veces. ME encantan las novelas de aventuras de los años treinta del siglo XX. Y eso me obliga a retroceder a Salgari, Verne, etc... Grandiosos que resucitan mis viejas pasiones aventureras. Y así voy hacia atrás, atrás... hasta que me sorprendo releyendo la Odisea.

¿Cara al futuro? He descubierto el mundo del cómic, con cosas muy interesantes. Ya os diré algún día si ellos también me obligaron a retroceder atrás.

Yo estoy ahora acabando "El Robot Completo" de Asimov. Un clásico que aún no había leído.