jueves, 8 de noviembre de 2012

El derrotismo, la peor ideología


Se trata de un breve comentario de Rafael Gómez Pérez en su página de facebook, que viene muy a cuento después del vídeo que colgué ayer.

Lo leo, lo copio, lo pego y aplaudo. 


Las voces que anuncian desgracias para este país son ya cansinas, aburridas e inútiles.
La actitud inteligente y humana ante la desgracia, y en España la desgracia económica y social dura ya cinco años, es afrontarla, dejar de quejarse y trabajar como se pueda para encontrar soluciones, aunque sean parciales.
Aquí no. Instaurados en la cultura de la queja, todo son lamentaciones, protestas y, entre los políticos, intercambio de ataques.
El optimismo no es solo para cuando las cosas van bien –eso lo hace cualquiera-; el optimismo es para combatir el pesimismo, que nunca arregla nada. Quien se pone de entrada en lo peor es el peor capacitado para salir adelante. El optimista espera contra toda esperanza y así logra sacar poco a poco la cabeza del hoyo.
Aquí no. Unos, que si la independencia. Otros que si un referéndum, como si las elecciones no lo fueran. Todo arrastrando agua hacia el molino del derrotismo.
En un relato de Chesterton, el candidato de un partido va a ver al del otro –allí, entonces, había sólo dos opciones- y le dice: “Ve venido a decirle que estoy dispuesto a retirar mi candidatura si puede usted convencerme de que en realidad ambos queremos lo mismo”.
Aquí todos los partidos dicen querer sacar a España de la crisis en la que se ahoga. ¿Por qué no reman en la misma dirección al menos hasta que se salga de lo peor? Cualquier partido que gobernase hoy España ―y solo pueden hacerlo el PP y el PSOE― se encontraría con las mismas dificultades que el PP ahora.
El déficit aun no controlado; la economía en recesión; la inflación amenazando; Europa sin aclararse; los mercados al acecho de sacar tajada de la debilidad ajena; la gente protestando por los recortes (que empezaron con el PSOE en 2010).
¿Alguien se cree que otro Gobierno haría algo distinto? Pondría unos parches populistas para maquillar la crisis, pero sin poder resolver los problemas de fondo, a la espera de la ayuda de Europa. Eso o la autarquía de la ruina.
Un poco de entusiasmo. Algo de ese espíritu que permitió que, por ejemplo, en pocos años, la selección nacional de fútbol ganara una copa del mundo y dos europeas. Salir para ganar, no quejarse continuamente antes de acabar el partido.

5 comentarios:

Cordelia dijo...

Ole, ole y ole. Por qué no ven esto los políticos? Porque solo se miran el ombligo?
Me ha encantado.

MacGregor dijo...

"El optimismo no es solo para cuando las cosas van bien...". Me uno a los ¡Ole, ole, ole!... y al sentido común del autor.

yomisma dijo...

Cordelia, es que se quedan sin trabajo ellos....(Los políticos) a mi no me mires: yo ya emigré.

Anónimo dijo...

Esto de hablar que hay que tener optimismo...porque sí!!, pues le falta algo de fondo, o se explica o puede que a montones de familias en paro, le puede llegar a molestar, son como esos gurús, llamados "motivadores", que cobran un pastón por cada conferencia que dan, mostrando un "optimismo" que suena a hueco y material.
Yo no lo llamaría optimismo, lo llamaría fe.

Anónimo dijo...

Si hay algo que por todos los medios se procure fomentar entre nosotros es este falso optimismo, que puede mantenerse tan sólo porque se niega a considerar la realidad cara a cara.

Actitud cobarde, que ocasiona la muerte del sentido de responsabilidad; del espíritu de vigilancia y oración, de la combatividad que es la esencia del espíritu cristiano («sunt enim christiani ad dimicationem nati»); que es, en una palabra, la renuncia al Ideal.

El falso optimismo adultera nuestro juicio de dos maneras: haciéndonos sobrevalorar las fuerzas propias, y haciéndonos desconocer las de nuestros enemigos. Se comprende, pues, la necesidad de combatirlo