martes, 6 de noviembre de 2012

El regreso, sin anécdotas


Mi última tarde en la Gran Canaria fue húmeda, calurosa y, por una vez, sin pájaros ni anécdotas. Llovió en toda la Isla y no hubo más remedio que limitar mi proyectada excursión a un paseo por la calle Triana. Esta vez no pude ver al pinzón azul. Pasé la noche en Tigaday, un centro de la Obra que tiene este precioso oratorio.
El viaje de vuelta, con viento de cola y la grata compañía de Carmen y Araceli, fue más rápido de lo previsto: salimos con veinte minutos de retraso y llegamos con quince minutos de adelanto.
Pipo me esperaba sonriente en el aeropuerto para llevarme a casa en un coche grande y cómodo.

5 comentarios:

Rocky Balboa dijo...

Mmmm... me resulta raro eso de que no haya anécdotas...

Cordelia dijo...

Efectivamente, el oratorio es precioso. Bienvenido a la locura meteorológica que es la urbe.

pacita dijo...

si alguna vez va en Vueling igual coincide con javi (el novio de mi hija que es auxiliar de vuelo)le cuidará

Palo dijo...

Andá! El payaso Pipo!! Pues qué suerte!!Cada vez que le veo (que es más bien poco) me imagino a Juan Pablo II llorando de risa.

Enrique Monasterio dijo...

No, Palo; creo que te equivocas. Pipo es un tipo divertido, pero no ha sido payaso nunca. Los que tu recuerdas se llamaban Diego y Torricelli.