En vuelo con Mohamed
Si
contara con detalle todo lo que yo creo que ocurrió en el vuelo de Air Europa UX9651
que me trasladó desde Las Palmas a la Península, probablemente me tildaríais de
fabulador o incluso de mentiroso. Pero repito lo que he dicho en tantas
ocasiones: no sabemos mirar, escuchamos poco y vamos a lo nuestro. Así no hay
forma de pasárselo en grande.
Los
pasajeros que circulan por los aeropuertos recuerdan a las grandes multitudes
que entran en tropel en El Corte Inglés cuando empiezan las rebajas. El
espectáculo es fantástico pero los actores no se enteran; nadie mira al que
está a su lado. Lo único que importa es hacerse con la última blusa. Dos
clientes acelerados pueden chocar en un pasillo y no enterarse. Ni siquiera se
detendrán para pedirse perdón. Son como murciélagos cegatos o como zombies sordos,
incapaces de relacionarse con los de su especie.
En
el aeropuerto de Las Palmas dos grupos de personas muy diferentes galopan en
direcciones opuestas. Los que llegan por mi derecha acaban de enterarse que su
vuelo ya no sale de la puerta A5 sino de la C19. Los de mi izquierda, alemanes
en su mayor parte, saben ahora que para tomar su vuelo a Dussendorf deben ir
justo al extremo opuesto del edifico.
Yo.
que me encuentro justo en el centro, doy cuenta de un Nestea mientras aguardo a
que aparezca la letra y el número de mi vuelo en el panel que tengo en frente
con la ansiedad de un jugador de bingo.
En
ese momento llega el primer gigante.
―Oh,
no ―me digo―, otro equipo de baloncesto.
Una
voz femenina me invita a embarcar por la puerta A11. Qué casualidad, es justo
la que tengo frente a mí. Como los demás pasajeros han recibido otra información,
entro en el avión solo y busco el asiento F15, que está junto a la salida de
emergencia. Es un asiento largo en el que mi fémur puede acomodarse sin
problemas. A mi izquierda y delante hay once plazas más para gigantes. Ya sé
quiénes las ocuparán.
Aparece
Mohamed, el chaval de la foto, que se deja hacer un selfi como prueba de que no
miento. Tiene veintidós años y mide dos metros y pico de largo.
―Tú
serás Pivot, ¿verdad?
Me
dice que sí entre carcajadas, pero que su amigo ―otro gigante americano que se
sitúa delante de mí― marca más puntos.
―Es
un mago del rebote.
El
reboteador protesta, y dice que no, que Mohamed es el bueno.
Mohamed
resulta ser un tipo divertido que ha aprendido un español con acento canario de
Chicago. Asegura que el equipo va mal, que corre peligro de bajar, pero que él
ha anotado ya más de 120 puntos.
―Usted
reza para que mañana ganamos a Albacete, ¿ok?
Le
digo que bueno, pero que también él tiene que rezar antes y después de los
partidos.
Así
comienza la conversación, que se prolongará más de una hora. Hablamos de lo que
hará cuando deje el baloncesto, de sus estudios, de Dios.
―Piensa
que la vida es más grande que la canasta.
Se
ríe, y, cuando hablamos de Yago Lamela, un atleta de élite que no fue capaz de
remontar el vuelo al terminar su carrera deportiva, se pone muy serio y me
promete que estudiará, que tratará de prepararse una buena salida.
El
avión abandona el Atlántico y entra en la Península por el Golfo de Cádiz.
Mohamed despliega la mesita, se dobla sobre sí mismo, y, con la cabeza en apoyada
en la mesa, se queda profundamente dormido.
9 comentarios:
Cualquier día lo vemos de Capellán de un equipo de baloncesto -o de varios-.
Me ha encantado.Que agradable resulta el poder leerle Don Enrique.
Con avidez y una sonrisa.
Pero que suerte tienen todas esas
personas que se cruzan en su camino,
y no le digo nada, las personas que
lo tienen como cura de cabecera.
Bueno yo con su permiso, Don Enrique
le tengo como cura de urgencia, que aunque no sea de cabecera, me atiende
siempre.Gracias.
Por cierto: la entrada del día 8,
"Cómo facturar los buenos propósitos",me ha emocionado, (bueno me pasa con casi todas) pues como le decía, sus palabras dan energía y ánimo para seguir hacia adelante.
Interesante yo también conozco un
Mohamed más pequeño que le gusta el fútbol. Adiosle
Para su próximo encuentro con otro deportista de élite:
http://inspirinas.com/2014/04/17/10-razones-por-las-que-desearas-que-tu-hijo-no-sea-el-futuro-messi/
ojala tengamos todos ese afán de no perder la ocasión de hablar de Dios. Muy buena la historia. gracias
Jacinto: mira esto: http://pensarporlibre.blogspot.com.es/2014/04/diez-razones-o-mas.html
Y yo tambbien tengo un Mohamed en casa....q hago con él??? Sale con mi hija María y por el momento dice q no come carne.
Pues a mí, la verdad, no me importaría nada que lo que es mi hijo fuera Messi. O incluso Messi y Ronaldo a la vez. Luego, ya lo habría educado yo para que usase el dinero generosa y solidariamente como enseña el Papa Francisco.
Sebastian estoy contigo, vamos a centrarnos en educarlos bien, que si quieren/pueden ser como Messi,o mejor Ronaldo :-), que lo sean, pero con la cabeza bien amueblada. Vi una charla en TED de una niña que decía "Los mayores siempre me preguntan que quiero ser de mayor, y yo siempre respondo yo quiero ser feliz".
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