miércoles, 8 de diciembre de 2010

Adviento (V)

Los ojos de María

Los ángeles vimos su retrato antes que nadie. Después de la caída de Lucifer, cuando el mundo era sólo un caos informe, antes de que nacieran las galaxias, Dios nos lo mostró en lo alto del Cielo, como una primicia. 
El firmamento era un lienzo azul infinito sembrado de estrellas plateadas recién nacidas. Sobre ese tapiz, el pincel de Yahvé fue haciendo presente poco a poco a la criatura más hermosa que habíamos visto jamás. Era una figura grandiosa que parecía pisar con sus pies descalzos la línea del horizonte. Lucía un vestido muy simple, blanco como un serafín y engarzado en piedras preciosas que emitían luces de colores. Sobre su cabeza, Dios, con una sola pincelada, creó un velo de oro que nos ocultaba parte de su rostro, pero no sus ojos.
Los ojos de María. Nunca habíamos visto unos ojos humanos. Conocíamos la mirada ardiente de Yahvé, que traspasa y enciende como un rayo irresistible. Es de fuego esa mirada que endiosa todo lo que toca. Se comprende que los hombres algunas veces traten de huir de ella, sin comprender que en ella está su salvación. Sin embargo los ojos de la Señora eran diferentes. Sé que soy torpe; no tengo ningún punto de referencia que me ayude a describirlos. Ignoro si eran negros, verdes o azules. Sé que brillaban tenuemente, que  acariciaban como las alas de un ángel y que también sonreían. 
Entonces habló Yahvé:
―Será mi Hija, mi Esposa y mi Madre. Será también vuestra Reina y Señora; la más preciosa, la criatura más cercana a mí. Vendrá en Nazaret a su tiempo, como una flor que nadie podrá mancillar. Su corazón será el mío; sus entrañas, mi hogar. La llamarán de mil maneras: cada pueblo le dará un nombre para sentirla más cerca y poder tutearla. Yo la he llamado ya “Llena de Gracia”.
Cuando llegue el final de los tiempos, volveréis a verla como ahora, coronada de estrellas, con la luna a sus pies, en lo alto del Cielo.
Inmediatamente el lienzo desapareció, y Dios continuó su trabajo 

9 comentarios:

Ignacio sevillano dijo...

Estoy aqui otra vez, hoy es el santo de mi yaya.¿Puedes rezar por ella y por mi yayo?

DAVID DIAZ CRIADO dijo...

Me ha encantado este articulo.
Solo comentaros que segun las apariciones los ojos de Maria son azules como los de Cristo, pero no recuerdo si los ojos de San Jose eran marrones...a mi me hubiera gustado que fueran verdes... Verdaderamente son hermosos sus ojos pero no por su color sino por su manera de mirar, porque cuando nos mira Maria ve nuestras almas.

Vila dijo...

Solo cabe decir gracias, me ha ayudado hoy.

Enrique Monasterio dijo...

Hola, Ignacio; perdona que no te haya hecho caso. Sí, rezaré por los dos

Isa dijo...

Deben ser unos ojos en los que uno siempre encuentra compañía, comprensión, cariño; unos ojos que no discriminan a nadie, que te miran y te dan ganas de querer más a Dios, de vivir más cerca suyo.
Gracias Dios mío por habernos dado a Tu Madre como Madre.

pazvalldosera dijo...

Hombre Don Enrique veo que en este globo hay "preferencias",yo tambieén le pedí oraciones ,se acordo?

Anónimo dijo...

A mi no me cabe la menor duda que en el "gestor de oraciones" de este peculiar globo están todos por los que solicitamos rezar de forma especial.

Gracias a todos por vuestras oraciones, en lo que me toca que no es poco.

Lulú dijo...

¡Que maravillosa descripción de nuestra Señora! Más que ella,sólo Dios.

Anónimo dijo...

Qué maravilla leer el artículo y los comentarios, para alguien que, como yo, acaba de descubrir a María, después de tantos años pidiéndoselo. Ahora entiendo hasta los tuétanos el significado.
Y hoy, lo siento, no firmo con mi nombre habitual, que me da vergüenza.