El
chaval debe de tener siete u ocho años. Lleva al hombro una palma inmensa.
Detrás, su hermana pequeña se conforma con un pequeño ramo de olivo. Están en
la puerta de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción esperando a alguien. Yo,
que he venido en busca del párroco, me entretengo un momento con los dos.
―¿Cómo
te llamas?
―Juanjo,
¿y tú?
―Enrique.
¿Por qué llevas eso encima?
―Es
porque llega Jesús en burro y le vamos a recibir.
―¿Y
para qué sirve esa palma?
―Para
darle al burro en el culo. Así corre más.
Juanjo y su hermanita, que se llama Amelia, se parten de risa.
Eso
me pasa a mí por meterme donde no me llaman.
5 comentarios:
La procesión y bendición de los ramos y palmas en mi barrio ha sido mas austera, no teníamos burro, pero lo que no ha faltado es agua bendita paaa tossss!
A mi hijo le ha parecido curioso el artilugio (no dudo que tenga un nombre mas adecuado, el cual desconozco) con lo que nos rocían el agua bendita. Aunque hoy ha sido con unas ramitas de olivo, claro.
Los niños no defraudan....,a los mayores nos parece que nos enteramos de "algo más"...; por lo menos que nos sepamos reir de nosotros mismos...
saludos!
Nunca se me habia ocurrido, pero tiene su sentido. Que bueno!!!
Ja ja ja.... es buenísimo. ¡Qué sería de nosotros sin los niños!...
Pues nosotros siempre comprabamos la palma y luego de bendecida se ponia en la ventana de arriba de la casa, todavia me acuerdo, hasta hace nada, ahora nos conformamos con el ramo de olivo, de eso hay en abundancia, te dire- tierra de olivos- los que se podan como hace dos semanas me dijo mi hermano que se iba a las 5 de la madrugá a quemarlos que luego no dejan, aunque desde el olivar no lo ve nadie, esta en el quinto pino. Adiosle.
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