viernes, 6 de abril de 2012

José Arimatea


No es verdad que sea pariente de Jesús, ni su tutor. Se han escrito muchos disparates sobre mí tal vez porque los Evangelios sólo indican que fui rico e influyente; tanto como para tener acceso inmediato al Procurador de Roma y exigirle el cadáver de Jesús.
Dicen también que fui discípulo oculto del Maestro. Es cierto; pero debo aclarar que no me ocultaba por cobardía: el mismo Jesús me pidió que volviera a casa, con mi familia, cuando le dije que estaba dispuesto a seguirle, a dar la cara por Él y a procurarle todo lo necesario para su misión en la tierra.
―Las zorras tienen guaridas―me respondió― y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
Y, tras añadir que su Padre del Cielo lo quería así, dijo en voz baja, casi al oído:
―No temas; Un día te pediré que seas el más valiente de todos.
Nunca sospeché que ese día estaba tan cercano y que iba a ser tan duro.
No supe nada del proceso a Jesús ni de su condena a muerte hasta la hora sexta del viernes. Acababa de regresar de un largo viaje por el norte y, al entrar en Jerusalén, me informaron de la terrible noticia.
Fui al Pretorio a toda prisa. Pilatos, como una fiera enjaulada, caminaba a grandes pasos por la estancia principal dando voces a su esposa Claudia, que lloraba en un rincón.
Me planté ante Poncio y le miré a los ojos con ira.
―¡Tenía que hacerlo! ―respondió como disculpándose, antes de que le preguntase nada―.
Entonces le pedí su cuerpo para embalsamarlo según nuestras costumbres y darle sepultura en un sepulcro de mi propiedad.
―He dispuesto que vaya a la fosa común para evitar que sus secuaces organicen alborotos en torno a la tumba.
―Según la ley romana ―le recordé―, los cuerpos de los ajusticiados se deben entregar a quien los pida para enterrarlos.
―Yo soy la ley en Judea. 
―Tal vez, pero no te sientes capaz de mirarme a los ojos.
Salí del Pretorio a la hora de nona con el permiso concedido, cuando ya había muerto el Señor. Pedí a uno de mis siervos que comprara una sábana y llegué al Gólgota en el momento en que los soldados descolgaban de la cruz el cadáver de Jesús. Juan, Pedro, Andrés y Santiago lo sostuvieron en brazos unos segundos y lo pusieron sobre las rodillas de María. Nicodemo, un anciano doctor de la ley y miembro ilustre del Sanedrín, se acercó con un grupo de mujeres.
El siroco del desierto había nublado el sol. Era una noche prematura, como un anuncio del sabbath que estaba a punto de llegar. Ungimos deprisa y entre lágrimas el cuerpo del Maestro.
Sólo María estaba serena. Me llamó “hijo” y yo sentí un escalofrío. Me besó, agradecida, cuando terminamos la tarea.
La piedra del sepulcro resonó como un trueno al cerrarse la entrada.
   

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno su escrito que me lleva a la reflexión acerca de tan distinguido personaje en las horas más difíciles de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Hay escritos que lo posicionan como un opositor declarado junto con Nicodemo, a la hora del felón juicio tramado en contra de JHS. Un abrazo y feliz Pascua florida pra usted.

Belen dijo...

A los pies de la Cruz,unidos en oración.

Un cariñoso saludo.

Assumpta dijo...

Jose de Arimatea me lo imagino un hombre rico e influyente por su buen hacer en las cosas de este mundo,el buen ladrón,más tarde llamado San Dimas,sería un poco desastre,quizá un mucho y se encontró clavado en la cruz al lado del Maestro,bonita aparición la de estos hombres de mundo en la Ultima Hora, tarde pero a tiempo de ayudar al Señor,José de Arimatea con gallardía le dió un entierro digno y el buen ladrón con su sensibilidad le robaría una sonrisa.

Anónimo dijo...

Muchísimas gracias por estas santas reflexiones para estos Santos Días.
Joni

Antuán dijo...

Me llamó hijo y para siempre será nuestro consuelo y Madre. Adiosle

Anónimo dijo...

Muchas Gracias por ésta reflexión que nos ha ofrecido!!! me ha ayudado mucho y me ha dado nuevas luces, pues, aunque no soy rica ni influyente como José de Arimatea, sí me identificaría con él en que El Señor un día me dijo que me volviera con los míos tras haberme ofrecido a dejarlo todo y estar más cerca suya....no lo he entendido aún del todo pero... Él sabe más.
(no es necesario que publique mi comentario, sólo me sentía agradecida porque a veces esos momentos de oscuridad de los claroscuros de la vida se hacen muy largos y... con su reflexión me ha ayudado a "entender" un poquito más, muchas gracias D.Enrique!!!)